Xen Stonebreaker "Hammer" - Historia Inicial

Mi nombre es Xen Stonebreaker, no soy hábil con la palabra, pero trataré de ser claro con la historia de mi pasado.

Mi infancia no la recuerdo triste, ni muchísimo menos, me llegan a la cabeza escenas alegres, familiares, cuidando del ganado y de las praderas en las extensas planicies de Lothal. Crecí criado por unos padres maravillosos que lucharon por convertirme en un gran hombre; un tipo fuerte en cuerpo y equilibrado en alma.

Pero todo cambió con la llegada del imperio.

Recuerdo la sumisión de mis padres. El miedo en sus acciones, en sus ojos, que entonces con mi juventud no entendía. Dejamos de trabajar para nosotros, para mi futuro; y pasamos a trabajar para el imperio.

Esta nueva vida se convirtió en normalidad. Pasé a estudiar en academias militares del imperio pues en seguida le llamé la atención a algún mando ocasional. Pronto destaqué por mis capacidades militares, empujado por un orgullo que me hacía incluso disfrutar de lo que me rodeaba, ciego ante la oscuridad de un régimen que me envolvía y guiaba cada uno de mis pasos y acciones. Es más, me licencié con honores en la escuela de oficiales. Teniente de artillería Stonebreaker, alias “Hammer”.

Todo esto empezó a cambiar a partir de mi primera misión seria tras la escuela de oficiales. No eres consciente de lo que significa ser soldado del imperio hasta que sales ahí fuera a la batalla. No te das cuenta del lavado de cerebro al que has estado sometido toda tu adolescencia y juventud hasta que te empujan a matar gente inocente, a acribillar civiles, a actuar de forma totalmente opuesta a todo aquello que me enseñaron mis padres…

Casi me volví tarumba. No podía comprender esta locura. Me sentía sucio y me odiaba a mí mismo. Había traicionado a mis padres, los cuales hace años no sabía de su existencia. Cegado por mi propio orgullo, por mi estúpida necesidad de convertirme en el soldado perfecto.

Prometo que nunca maté a nadie que no me disparara primero. Es más, mi progresión se truncó a partir de entonces. Me consideraban el futuro de la infantería, la gran promesa. Y sin embargo acabé convirtiéndome en un fracaso del sistema; hasta el punto de dejarme recluido como reserva en la recién terminada Estrella de la Muerte.

A partir de ese momento es cuando mi vida cambia. Se oían rumores sobre una alianza rebelde. Gente con ganas de acabar con este régimen, que se estaban juntando para luchar en una batalla definitiva y destruir de una vez por todas, con una jugada maestra y única, toda esta maquinaria totalitarista, acabando con lo más importante de un plumazo: la misma Estrella de la Muerte.

Así que me movilicé y contacté con esta gente. Con espías y con otros que como yo estaban hartos. Enfundado con mi reluciente traje de soldado imperial y manchado con una sutil marca roja en el casco, me preparé para traicionar a cientos de compañeros de escuela, abrir puertas y desactivar a tiros decenas de dispositivos e interruptores para dar paso a mis camaradas rebeldes. Soy un traidor de mierda, sí, pero iba a ser glorioso.

Algo cambió. Un nuevo régimen se hizo cargo del imperio. Una máquina propagandística que prometía cambios gloriosos, e incluso hacía ver a los rebeldes como terroristas. Fui incluso ascendido a capitán durante la transición y la llegada al poder del nuevo emperador con el objetivo de “comprarme”. Pero en el fondo todo era lo mismo,una mera fachada. Las misiones, más secretas que nunca, eran en realidad a su vez aún más sangrientas e injustas.

Así que agazapado como un minino astuto, vomitando al final de cada día en el que me hacía pasar por algo que no siento, que odio, que no soy, encontré por fin la oportunidad de escaparme y luchar codo con codo con mis camaradas.

Recibí un chivatazo de una camarada de la resistencia. Nombre en clave “Sky”, la cual me informó de una misión de rescate de rehenes en un intercambio de esclavos entre contrabandistas y el imperio. Me las ingenié para formar parte del escuadrón de recogida de los mismos.

Cuando los rebeldes se pusieron manos a la obra me uní a ellos acabando con varios soldados y unos cuantos contrabandistas aunque, por desgracia, un disparo me impactó en el casco y caí conmocionado.

Desperté horas más tarde, acostado en la litera de un camarote, junto a una mujer twi’lek que me aplicaba una pomada en la cabeza y con mirada amiga a la vez que severa me decía:

- Hola Hammer. Me llamo Lizene, capitana al mando de esta nave. Bienvenido a la Alianza.



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