Héroe

 

Saludos querido lector, mi nombre es Arduin Voz de plata, bardo y paladín de la Valerosa. Escribo estas líneas desde Zargos, en el ansiado momento en el que los ejércitos de Consagradores han limpiado en gran parte la terrible plaga conocida ya por todos como Niebla de Fenris.

Fuimos nosotros, la Compañía del Coro Cegado, Zahir el conjurador, Galaerys la druida, Koji el monje, Famir el pícaro, Alexander el sacerdote, y yo mismo, los que acompañados por otras notables figuras, lideramos a miles de valerosos hombres y mujeres en la lucha que, gracias a los dioses, ha sido exitosa.

Héroes nos han llamado todas las gentes a nuestro regreso, los héroes de la niebla.

¿Pero que es un héroe en realidad?, o quizás sería más sabio preguntar ¿Quién es un héroe en realidad?.

No pocos han sido mis viajes y aunque con frecuencia me ha faltado atinar en mis juicios, creo humildemente que he aprendido algo, y me gustaría en esta hora compartirlo contigo, acompáñame pues, tú que me lees ahora, y te contaré la historia del aventurero más noble que he conocido.

Su nombre es Holgen.


Cuando conocí al medio orco este era una persona temible y feroz, un bárbaro cuya única patria era la taberna más cercana, su único anhelo el oro, su único lenguaje la violencia.

A pesar de todo esto, pude ver en nuestras primeras aventuras juntos algún comportamiento llamativo. No pocas veces se desvanecía de entre la compañía para reaparecer más tarde habiendo resuelto por sí solo alguna de las tareas que teníamos por delante, o habiendo conseguido valiosa información, haciendo gala en todas ocasiones de un pragmatismo incontestable, abordaba los problemas de forma directa, de raíz.

Fue esta personalidad expeditiva al máximo la que le hizo tomar la decisión que cambiaría el rumbo de su vida. Hyandora le recibió, tomó su mano y bajo el fulgor de su aúreo rostro, Holgen se convirtió a la fe de Ilfaath.



Desde ese momento ,el ahora clérigo, ya no usaba la fuerza para dar ejemplo, si no que empleaba la fuerza del ejemplo.

Y fue así, de forma callada,  demostrando sus creencias con cada acto como todos a su alrededor comenzamos a aprender.

Y fue así también, como sus compañeros contemplamos el mayor acto de generosidad y sacrificio en nuestras vidas.

El seguidor del Dios que llora no se limitó a poner en riesgo su vida por su fe, por sus amigos, por el bien. El medio orco sacrificó aquello que es inmortal, perdurable, lo más preciado que cada uno de nosotros tiene.

Holgen dió su alma.

Nos demostró a todos que hacer el bien es un fin en sí mismo, que no hay medida para el sacrifico propio si es noble la causa que buscas, nos enseñó lo que es un héroe.

Generoso sin medida, sabio sin orgullo, valiente, cercano, leal.

Si los filósofos de antaño hubieran contemplado a mi camarada apuesto a que hubiesen formulado axiomas inspirados por sus actos, y aunque yo estoy lejos de ser uno de estos barbudos pensadores, voy a creerme uno de ellos.

"Compórtate solo de tal manera que tus actos pudiesen ser una ley universal"

Esto, amigo mío, es lo que me enseñó mi compañero.

Ahora ,maltratado por todos sus sufrimientos, el antiguo bárbaro vive en la catedral de Ilfaath, en Palacio de Marfil, quién sabe si tendremos la fortuna de volver a verlo partir en busca de aventuras...

Allí está mi amigo Holgen, el mártir,

el ciego,

el loco,

el manco,

allí sigue Holgen el héroe.

Fuinmenel y Galaerys contactan tras 4 años de intensa niebla...

    - Fuinmenel...

    - Galaerys, ¿Eres tú?


    Fuinmenel se despierta bruscamente, empapada en sudor. Mira confundida a un lado y a otro… para descubrir que está en su habitación.


    Ampliamente iluminada por una antorcha en cada pared, aun así la elfa recoge una quinta que reposa en la mesilla al lado de su cama, que se enciende apenas la sujeta.


    - Oh, Galaerys… Espero que estés bien.


    La cama aun tiene la forma de su compañera Zaina. La Halfling se ha levantado hace poco, y el olor a bacon recién hecho llega desde la cocina. Fuinmenel sale de la cama, completamente desnuda, y se pone una bata distraídamente.


    Hace ya casi 4 años que habló por última vez con Galaerys. Iban a adentrarse en la niebla, con la esperanza de limpiarla definitivamente de la faz de Athanae. Qué orgullosa está Fuinmenel. Galaerys, la druida que se unió al grupo sin mucha fe, iba a concluir lo que ella no había podido. Ayudó a expulsar a Fenris del mundo de los mortales, pero después de caer en una trampa arcana, Fuinmenel había sido incapaz de seguir adelante. Y ahora su alma gemela, su amor verdadero, iba a ayudar a concluir aquella tarea que empezase años atrás, a manos de Judah.


    Desde entonces no ha podido volver a contactar con ella, y está preocupada. ¿Seguirá bien? “Claro que sí, boba” intenta autoconvencerse la elfa, segura en parte de que Galaerys sabe cuidar de sí misma, y temerosa, por otra parte, de que la niebla acabe con el grupo…


    Últimamente la ve en sueños más de lo habitual. Sueña con ella de vez en cuando, pero en las últimas semanas los sueños son más frecuentes, y también, más vividos, reales… e inquietantes.


    Fuinmenel llega a la cocina sumida en sus pensamientos, deja la antorcha a su lado, da los buenos días a Zaina, quien, con su habitual jovialidad, sirve bacon y huevos a la elfa, se sube a un taburete, y la da un cariñoso beso en la mejilla.


    - Eres demasiado amable conmigo, Zaina. No me merezco todas estas atenciones…

    - Tonterías. Desayuna antes de que se enfríe. Tengo que marchar a trabajar en breve, y tú también deberías hacerlo.

    - He vuelto a soñar con Galaerys.

    - Lo sé, cariño, no parabas de nombrarla. Si no fuera porque sé lo que sientes, me pondría celosa… - la halfling guiña un ojo mientras sonríe con picardía – Seguro que está bien. Y seguro que llegará el día en que estéis juntas. Mientras tanto, aprovecha la cocina de Zaina, y sus otras habilidades… - vuelve a sonreír, aun más pícara- y disfruta de la amistad y de la vida.


    Fuinmenel toma el delicioso desayuno preparado por su compañera, agradecida de haberla encontrado, de haber trabado una amistad tan sincera con ella. No hay secretos, la halfling sale con otras mujeres y con algún hombre, aunque gusta menos de estos, y sabe que el corazón de Fuinmenel pertenece a Galaerys, una compañera de aventuras del pasado. Amabas disfrutan de su tiempo juntas, conscientes de que nunca podrá convertirse en una relación de pareja al uso.


    Cuando ambas terminan de comer, se despiden con un pico y cada una se encamina a su trabajo, la halfling al Esturión Feliz, donde trabaja como posadera, y la elfa baja al piso inferior de la vivienda, que es la academia donde sus alumnos ya esperan para recibir la lección del día.


    Cae la noche sobre N’Daleth. Fuinmenel acaba de hacer las compras del día y vuelve a casa, donde tras colocarlo todo, se sienta en el sofá de la sala de estar. Cada día, más o menos a estas horas, trata de concentrarse para contactar con Galaerys, consciente de que hace años que no funciona, pero esperanzada de lograrlo…


Y esta noche sucede.


    - Fuinmenel...

    - Galaerys, ¿Eres tú?

    - Sí… ¡oh, Fuinmenel, ¡cómo me alegra oír tu voz! O bueno, sentirla, o como sea.

    - Galaerys, Galaerys… ¡Estás viva! ¿Estás bien? ¿Dónde estás? ¿Y los demás?

    - Una pregunta cada vez, melmë.


    Las siguientes horas transcurren raudas, con Galaerys contándole a Fuinmenel las aventuras del grupo en la niebla, la incorporación definitiva al grupo de Alexander, la caída de Sotharyl, los errores y aciertos mientras expulsaban la niebla y liberaban ciudades.

    - Pero, ¿y tú, Galaerys? ¿Cómo te encuentras tú?



    La voz risueña de Galaerys se calla por lo que Fuinmenel teme por un momento haber perdido el contacto.

    - ¿Yo?... Estos cuatro años han sido una locura y sentir tu voz acariciando mi cuello es seguramente lo más agradable que haya hecho en mucho tiempo. Qué te voy a contar... te echo tanto de menos, pero también me siento más poderosa que nunca... Galaerys se ríe al recordar su último vuelo. Me gustaría que me vieras en forma de dragón. Te prometo que algún día te llevaré a ver las estrellas en mi lomo. Y... aun así, me siento más cansada que nunca. Seguimos estando en deuda con la duquesa y aunque sé que estamos obrando por el bien y que no podíamos haber encontrado mejor mecenas que ella, me siento atrapada en su red. Es... es una sensación rara, Fuinmenel, nunca había estado al mando de nadie y no me acaba de gustar. Añoro a Zetes, añoro poder volar y correr libre, añoro... hacer el amor contigo...


    Al decir eso Galaerys, Fuinmenel sonríe con ternura al imaginar las mejillas sonrojadas de la media elfa.

    - Basta de hablar de mí... cuéntame, melmë, ¿qué tal estás tú? y ¿Cómo está la situación en Re-Ionnae?


    Al contar Fuinmenel su vida, Galaerys se imagina cada detalle, le envuelve entonces una sensación de calor y de amor inmenso. Hasta tiene la certeza de estar junto a Fuinmenel en un sofá, delante de una chimenea cuyo fuego crepita. Posa su cabeza en el regazo de su amada... huele a madreselva, a resina. Galaerys tiene miedo de romper esta ilusión. Después de escuchar el relato, dice con cautela:

    - Fuinmenel, hay otra cosa que me preocupa... al menos que obtenga yo el perdón de Hyandora, no sé cómo voy a poder volver a Re-Ionnae... no quiero estar condenada a una vida sin ti a mi lado.

    - Habría una solución... durante tus viajes, si encuentras un lugar que te guste, donde podamos vivir. Galaerys nota como una mano le acaricia el pelo. Podría ser una pequeña cabaña cerca de una aldea, podría yo montar una academia en una ciudad vecina, y tú, podrías pasar tu día en el bosque cuidando de la naturaleza ¿Qué te parece?


    Como única respuesta, Galaerys se incorpora y posa sus labios en los de Fuinmenel, con la certeza que ella también nota el beso húmedo y caliente.


    La ilusión se desvanece poco a poco dejando a Galaerys sola otra vez en la casa vacía, oscura y fría de Hekko. Llama a Calais que no tarda en desperezarse y acercarse a la media elfa. Hunde su cara en su pelaje y se acurruca entre sus patas. Escucha latir el corazón del leopardo hasta quedarse dormida y ¿quién sabe con quien estará soñando Galaerys? Una sonrisa se dibuja en su cara haciendo eco a su respiración profunda y tranquila... Dulces sueños, Galaerys...


    Narrado por AlecTm (Primera parte, hasta la imagen) y Adeline (Segunda parte, después de la imagen)

    La imagen por cortesía de la artista Adeline.