Historia Inicial - Descubriendo la libertad

River Moon
Hola, mi nombre es River Moon y esta es mi historia...

Empezaré por el principio, tuve una infancia feliz, rodeada de buenas personas, sobre todo mis padre.

Liam y Mercy, eran los propietarios o lideres por así decirlo de una troupe de músicos, bailarines, malabaristas y un sin fin de otros artistas, viajábamos sin parar, veía ciudades y paisajes maravillosos, aprendí a tocar instrumentos, a cantar, a actuar en las obras, a escapar de cadenas que para mí parecían imposibles, era una vida perfecta… Hasta que siempre por alguna razón te estampas de golpe con un muero y te devuelve a la cruda realidad, tenía 14 años cuando mi madre enfermó, estábamos en un viaje en mitad de ninguna parte, y cada día que pasaba la situación iba a peor, recuerdo sus gritos de angustia, manchada en sudor en la cama, rezando porque sus dolores cesaran, mi padre la acompañaba al pie de su cama, día y noche, calmándola y dándole apoyo, hasta que pasada una semana, los dolores dejaron de atormentarla para siempre. Ni siquiera la ayuda de un herborista cercano sirvió de nada.

Desde ese momento la cosa cambio, yo nunca me había preguntado nada acerca de mis orígenes, pero supongo que la edad que tenía reclamaba respuestas, una noche mi padre me contó como llegue a sus vidas, estaban de gira cerca de Ciudad Crepúsculo, acampaban a las afueras, cerca del rio, era de noche y estaban relajándose al calor de una hoguera mientras miraban las estrellas, mi madre oyó un ruido raro cerca de la orilla, se acercaron y allí me descubrieron, en una cesta, arropada y abandonada, tan solo con una Dalia y una nota escrita en una letra preciosa que decía, "Cuídenla por mí, ojala yo pudiera hacerlo". Padre me dijo que Madre pensó que había sido un regalo de los dioses, puesto que ellos no habían podido tener hijos, por más que lo hubieran intentado. Asi que decidieron adoptarme, me llamaron Dalia, por la flor que me acompañaba, ya que seguramente significaría algo para mis verdaderos padres. Desde ese día me cuidaron como su propia hija, y por ello, les estaré eternamente agradecida.

Tras ese día mi padre empezó a tener momentos sombrios, acostumbraba a pasarse mucho rato a solas en su tienda, ahogaba sus penas en la bebida y su humor se había ennegrecido, a la troupe comenzaba a llegar gente que en otros tiempos mis padres no hubieran aceptado, gente que sin duda parecía peligrosa y no eran de fiar, a muchos de ellos tras discusiones con mi padre lograba que los echase al cabo de un tiempo, pero siempre era demasiado tarde, nos metían en tantos líos, que cada vez más a menudo nuestra troupe era peor recibida en algunos lugares, nuestro nombre había perdido su magia.

El punto de inflexión ocurrió hace dos años, no me lo creo, cuanto tiempo ha pasado ya.

Llegaron unos malabaristas de cuchillos, se presentaron a mi padre, y charlaron durante unos minutos aun no sé qué negociaron para que les permitiera quedarse. Hubo otra discusión más, pero esta vez mi padre se negó a escucharme y a echarlos, me dijo que no había elección, que tenía las manos atadas, solo hacia que pensar en mi futuro me dijo, la discusión continúo, pero solo me acuerdo lo último que le dije, "Te has convertido en lo que madre más odiaba, ojalá ella estuviera aquí y no tu." Salí de su tienda sin saber, que esa sería la última vez que vería a mi padre. Tenía 22 años.

Al volver a mi tienda iba tan enfadada que no vi lo que tenía delante, tropecé de bruces con uno de esos hombres, junto con otro porteaban una caja enorme tapada con una lona, perdieron el equilibrio lo suficiente para que la lona se desprendiese lo justo para ver lo que vi, no era una caja, era una especie de jaula donde una muchacha, me miró fijamente, sus ojos gritaban desesperación, su miedo era evidente, y su rostro pedía ayuda. Gire la cabeza para negarme en principio lo que había visto, mientras los hombres volvían a colocar la lona, como si nada hubiera pasado, me vieron alejarme despreocupada mientras mi corazón estallaba de angustia, quería gritar, pero no hubiera servido de nada.

Trate de calmarme, y pensar que podía hacer, si decírselo a mi padre, a la guardia, no sabía qué hacer, así que hice lo que seguramente fue lo más peligroso y absurdo que he hecho en mi vida, actúe sola, y sin decírselo a nadie. Me acerque a las tiendas que mi padre les había asignado, y me quede escuchando fuera. Al principio trataron temas triviales, quien bebía más que quien, quien la tenía más grande, el tipo de cosas que los hombres fanfarronean entre ellos y luego son todas mentira. Siguieron hasta que otro hombre entró en la tienda, nunca le vi la cara, pero oí lo que dijo, y eso fue suficiente para mí, al parecer la chica iba a ser entregada a un noble, y les estaba advirtiendo que ni se les ocurrieran ponerle una mano encima, el noble había pagado mucho dinero por una chica virgen de esa belleza, quería que llegara así hasta mañana a primera hora y no estaba dispuesto a perder el dinero por dos imbéciles como ellos.

No había mucho tiempo, solo tenía esa noche para poder hacer algo, los hombres seguian bebiendo sin parar, solo tenía que esperar a que se quedasen dormidos, esas horas se me hicieron eternas, parecía que el sol saldría en cualquier momento pero al fin quedaron dormidos o inconscientes, no lo sé, me adentre en la tienda, destape la lona que cubría la jaula, y la chica volvió a mirarme con la misma expresión de antes, pero esta vez me susurro, "Ayúdame por favor", la jaula estaba cerrada, un candado era lo que la separaba de la libertad, busque una llave sin éxito en los cinturones y pertenencias de esos hombres, pero nada apareció, así que algo se me ocurrió, tenía el equipo de escapista de la actuación de la tarde, cogí las ganzúas y lo intente e intente, pero ahora sé porque ese era un candado de verdad y no los que nosotros usábamos, frustrada, mis lagrimas salieron sin parar, apoyada en la jaula sin poder hacer nada, pero en ese instante note sus manos en mi cara, su mirada, aún recuerdo sus ojos, me cogió mis manos y cogió las ganzúas, y en unos pocos segundos abrió ese candado, la ayude a salir de allí, su cuerpo estaba algo agarrotado, supongo que habría estado allí metida varios días, me abrazo y yo la abrace, fue el mejor momento de mi vida, la dije que huyera , que escapara, que regresara a casa, ella me sonrió y me dijo que no me preocupase, que me fuera, que ya había hecho suficiente, ingenua de mi la creí, y regrese a mi tienda, con la esperanza de que cuando el sol saliese, ella estaría lejos de este sitio.

Pero no debí dejarla sola, media hora más tarde, mientras dormía, me despertó su voz, "Por favor ayúdame, les he matado a todos, sácame de aquí, no sé dónde estamos y no tengo a nadie más", tenía las manos y la cara manchadas de sangre, y el vestido roto de algún tipo de lucha. Me levante a la carrera cogí, todo lo indispensable y me la lleve de allí, supe en ese momento que no habría vuelta atrás, que, si me iba, no habría otra oportunidad. Me acusarían a mi también de la muerte de alguien, pero ese riesgo estaba dispuesta a asumirlo, nos fuimos lejos, lo más lejos de esa ciudad y nunca hemos vuelto. Desde ese momento hemos sido inseparables, nos hicimos hermanas, tanto de verdad como el papel que queríamos aparentar, cuidamos la una de la otra, cambiamos nuestro aspecto y nuestro nombre, ahí adopte este nombre, River Moon.

Durante nuestros viajes hablamos mucho, y me conto como su vida había sido muy diferente a la mía. Adah, que así la llamaban, según me conto significaba “Objeto”, en algún lenguaje lejano, y así es como la habían tratado casi todos. No sabía ni su edad, ni sabia quienes eran sus padres, no recordaba casi nada de su niñez, y lo poco que recordaba no era agradable.

Sus primeros recuerdos reales, eran de las calles de una gran ciudad, donde la habían enseñado y obligado a pedir y mendigar por las calles junto con otros niños como ella. No recordaba nada muy concreto, pero sabia que la había usado de cebo para robar a gente o para asaltarla, junto a los niños había jugado y reído, y aunque con una sombra en sus ojos, recordaba aquella época como feliz.

En algún momento, cuando era pequeña, la habían vendido a unos hombres que se la llevaron de la ciudad. Con ellos, había viajado mucho durante varios años, aunque la habían enseñado algunas cosas, siempre estaba bajo su vigilancia, y si en algún momento quedaba sola, la encerraban para que no intentara escapar. De cuando en cuando la obligaban a ayudarles en algún plan, ya fuera para entrar en algún sitio, o engañar a alguna persona, durante los últimos años con ellos, como aparentaba más edad de la que tenía, a veces, la habían dicho que sedujera a algún soldado o comerciante, para luego hacerle chantaje o robarle, incluso en alguna ocasión habían asesinado a algún pobre incauto que tenido la osadía de enfrentárseles.

Hasta que un día uno de esos planes salió mal, y fueron capturados en un poblado, por un lider local, el cual ajusticio a sus captores, pero cuando tenía esperanza de ser libre, descubrió que aquel hombre era casi tan malo con los otros.

La pusieron a servir mesas y actuar, bailando y haciendo algunos trucos con dagas, en el Saloon y Burdel, de aquel pueblo que regentaba “ÉL”, (no me quiso decir quién era “ÉL”) que por lo que fue descubriendo, era un punto de reunión de mercenarios, contrabandistas, y asesinos de toda la zona.

Todos tenían mucho respeto a su captor, y no osaban tocarla ni hacerla nada malo. “ÉL“, siempre decía que era un “Hombre de negocios”, pero que no todos los negocios son del mismo color, y alguien tiene que encargarse de los más oscuros.

Durante varios años habia vivido allí, junto a las chicas que trabajaban en el burdel, que la enseñaron muchas cosas, a vestirse, coser, fijarse en ciertos detalles, y como hablar con un hombre para que suelte el dinero rápidamente. “ÉL”, no la dejaba tontear con los clientes, y la vigilaba muy de cerca, tenía un plan para ella, y no quería que ningún mequetrefe lo tirara por tierra. En aquel lugar, había visto cosas que no me quiso contar, y aunque no era libre, si que tuvo bastante libertad, la enviaban a hacer recados, comprar comida y ropa para las chicas, o llamar al curandero cuando era necesario, ya fuera para las chicas o para algún cliente.

Hacia pocos meses, “ÉL” había recibido un mensaje, y parecía que era algo que llevaba esperando mucho tiempo. La hicieron una maleta y casi sin poder despedirse, la encerraron en la jaula en la que la había encontrado y emprendieron viaje. Una de las chicas, consiguió hablar con ella, ya encerrada y la dijo que si tenia la menor oportunidad escapase, fuera como fuera, porque si llegaba a su destino, estaría perdida. Ella, la creyó.

Junto a dos de sus mejores hombres, “ÉL”, había emprendido el camino que la llevaría junto a mí, su plan era introducirse en nuestra Troupe, y así poder acceder a la ciudad donde nos encontrábamos sin levantar sospecha, nadie registraría nuestras cosas, y la encontrarían a ella. Según me dijo, lo más probable es que hubiera amenazado a mi padre y pagado lo suficiente para que aceptara, y si se negaba, el castigo no iba a ser agradable.

Cuando me vio, las palabras de su amiga, volvieron a su mente. Había rezado a los dioses con todas sus fuerzas pidiendo ayuda. Cuando me vio aparecer en la tienda, sintió algo en su interior que no sabía expresar, algo que no había sentido desde hacía muchísimo tiempo, esperanza.

Tras liberarla, sabía lo que tenía que hacer, cogió las dagas de uno de sus captores, esas que durante tanto tiempo había visto que tan delicadamente afilaba cada día su captor, y le corto el cuello. Justo en ese momento el otro hombre se había despertado, y antes de que pudiera levantarse ella le dio muerte.

Ayshane Moon
Cuidadosamente había buscado el carromato de “ÉL”, con las ganzúas que yo le había dado minutos antes, abrió la cerradura, y entro. Estaba dormido, de un sueño que jamás despertaría.

Según me conto, no solo lo hizo por ella, lo hizo por muchas otras como ella, que en aquellos años habían pasado por aquel lugar, por las chicas que aún estaban allí y por las que, por desgracia, acabarían en sitios similares.

Su esperanza la guio de nuevo a mí, por eso fue en mi búsqueda, no sabía ni donde estaba, ni que hacer ahora, pero esa nueva sensación le decía que todo iría bien si me encontraba y seguíamos juntas.

Y así lo hicimos, seguimos juntas.

No quiso que la llamara Adah nunca más, porque ya no se consideraba un objeto de nadie. Me conto que las chicas del burdel, cantaban una canción de una tal Ayshane, un Ángel Guardian de las mujeres, que las protegía y ayudaba en los malos momentos, y así me pidió que la llamara, Ayshane Moon.



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