Mi historia, por Kargúm.

Mi nombre es Kargúm Sürat, y parece que queréis saber mi historia, así que os la contare.

No soy ningún barba-larga, pero tampoco un barbilampiño que no haya salido de su hogar, nací en Barak-Varr, la mejor fortaleza enana que existe, donde la roca y el mar luchan día a día, así es nuestra vida en ella, un lucha continua, contra los pieles verdes, y los skavens.

Mi padre era marino, y siempre viví en la orilla del mar, llevo agua salda por sangre, y mis pies no han estado secos desde hace mucho tiempo. Desde joven me embarque en viajes a cualquier puerto, protegiendo la carga y a sus ocupantes.

Siempre he sido un poco bruto, por eso se me da tan bien mi trabajo. Cuando conocí a mi esposa, supe que tendría que moderar mis costumbres y dejar de divertirme tanto como antes, pero ella merecía la pena. Ella también tenía el mar en su sangre, y en sus ojos…

Un día en un viaje rutinario a Matorea, fuimos sorprendidos por una tormenta que nos arrastró hasta la costa oriental del Golfo Negro, a tierras orcas.

Cuando conseguimos controlar el barco, nos topamos de frente con un barco pirata orco, que nos abordó.

Luchamos contra ellos, y mientras yo protegía a mi esposa en la proa del barco, encallamos en las rocas. Ella quedo colgando por la borda, agarrada solamente por mi mano.

Yo con el otro brazo asestaba golpes a un orco, que intentaba arrojarme a mí también contra las rocas.

El destino fue cruel aquel día, yo no la solté, pero ella cayó… llevándose mis dedos, y mi vida…

El barco ardió totalmente y los orcos huyeron, solo tres logramos salir de allí caminando, y regresamos a Barak-Varr.

Los años desde aquel día han estado un poco borrosos para mí, recuerdo muchas cantinas y muchos tipos de cerveza.

Y un día, desperté en el puerto de Aldorf, la gran capital del Imperio. Desde entonces sigo trabajando en los muelles, que tienen bastante movimiento, intento no pasar demasiado tiempo en ningún sitio, y no tengo más que lo que puedo llevar conmigo.

Sigo conociendo muchas tabernas, y descubriendo cuanto echo de menos la cerveza enana…

En mi vida he tenido que poner a prueba mis fuerzas muchas veces, y aunque algunos te dirán que no temo a nada, no es así, simplemente prefiero actuar asumiendo riesgos a quedarme parado y esperar.

Muy herido o cansado tengo que estar para no ser el primero en ponerme frente al enemigo, o atravesar esa puerta de la que desconfían los demás.

Por otro lado, mucha gente cree que soy un borracho, pero ya no, esos tiempos han pasado, he comenzado una nueva etapa en mi vida, conozco mi límite, y aunque me acerco muy a menudo a él, nunca lo sobrepaso.

Ansió el mar mucho más que la tierra, y no entiendo como la gente puede vivir tan lejos de la costa y no conocerlo jamás.

Digo las cosas como las pienso, y por muy mal que me mire la gente si les tengo que decir unas palabras no me amedrento.

No me preocupan los prejuicios de otras razas, mientras no se crucen en mi camino.

Tengo muchos agravios que borrar de mi libro, pero aun no es tiempo para ello.

Poco más puedo decir de mí…

Fdo: Kargúm Sürat


Cartas al Lobo Blanco - 10

Los últimos pasos de Paco.

Las aventuras de nuestro querido Paco, llegan a su fin. Sus viajes desde que salió, hace algo más de 70 años de su hogar, le han hecho cruzar el viejo mundo de un extremo a otro, enfrentarse a peligros de todo tipo, y a todo tipo de enemigos.

Ha sido aliado y enemigo de casi todas las órdenes religiosas del Viejo mundo, lucho contra orcos, skavens, no muertos y vampiros, y esos mismos fueron los que le abrieron los ojos de cómo era en realidad el mundo que le rodeaba.

La lucha de poder que se gesta en pleno corazón del Imperio es muy superior a las batallas políticas o geográficas que centran nuestra atención.

Todo este tiempo hemos ido recogiendo relatos, cartas, memorias y escritos sobre sus aventuras.

En esta ocasión, la última, antes de perder su pista, hasta dentro de diez años donde lo volveremos a encontrar, pero esta vez en Middenheim, será diferente, la ocasión lo requiere, muchas incógnitas merecen una explicación.

Durante los últimos cuatro años, tanto él como Cerina, que en ciertas ocasiones ha sido su rival y en otras ha sido su amante, han estado prisioneros de los orcos, vagando por sus tierras, de un campamento a otro.

Según los últimos informes, siguiendo un plan concebido bajo los influjos del alcohol, de cuestionado éxito.

Durante este tiempo, han realizado varios intentos de fuga y aunque han logrado liberar a varios de los prisioneros que estaban con ellos, siempre han sido capturados de nuevo.

¿Qué ha cambiado en este momento os preguntareis?, ¿qué punto de inflexión en la vida de Paco estamos a punto de presenciar?, como no podía ser de otra forma, una fiesta.

Sus captores les han llevado hasta uno de los campamentos principales en las “Montañas Espinazo del Dragón”, donde el líder de los Orcos Kara Azul, Zronak Ojo Azul, va a recibir a varios emisarios de las tropas del Caos, y ellos van a servir de diversión para los festejos.

En estos momentos del relato, toca dar explicaciones, que hacen Orcos y Guerreros del Caos aliados, que persigue nuestro protagonista en tierras orcas.

Lo último que sabíamos que perseguían eran las reliquias de Mortanius, en las profundidades de su tumba.

Pero ese objetivo ha cambiado, un sueño, una visión, o como queráis llamarlo, acudió a la mente de Paco durante los días que paso al lado del “Black Water”, recuperándose de la experiencia sufrida dentro de la tumba. Esa visión guio sus pasos hacia Barak-Varr, en busca de dos hermanos enanos, los cuales habían “rescatado” un libro de las manos del caos, cientos de años antes, en una expedición que se había adentrado en los desiertos del Caos.

¿Qué secretos escondía el libro? Pocos lo sabían, pero todo lo que rodeaba dicho libro indicaba que podía ser una pieza clave en la defensa o ataque, si caía en malas manos, al imperio.

En Barak-Varr, encontró respuestas y además encontró a una aliada, Cerina, que por motivos no muy ajenos al libro, también había viajado al puerto enano.

Juntos, y tras hablar con uno de los hermanos enanos, descubrieron el paradero de dicho libro.


Según les contaron, los dos enanos habían tenido el libro en su poder mucho tiempo, pero un día, uno de ellos, lo leyó, y algo comenzó a cambiar, meses después emprendió camino hacia las ruinas olvidadas de Mourkain (Morgheim) , una antigua ciudad maldita, en pleno territorio orco.

Varios años después, volvió a pasar por Barak-Varr, y le confió a su hermano que había dejado el libro a buen recaudo, y que ahora su misión le conducía al norte, se despidió y desde entonces no le ha vuelto a ver. Nuestra pareja emprendió el viaje en busca de dichas ruinas, poco tiempo después fueron apresados.

Parecía que todo se había ido al traste, y que localizar el libro iba a ser una tarea imposible si no se libraban de sus captores, pero durante su cautiverio descubrieron algo inesperado.

Los orcos habían entrado en las ruinas de Mourkain, y habían localizado el libro, el cual estaba en poder del líder de “Los orcos Kara Azul”, quien se lo ha ofrecido a los ejércitos del Caos, quienes lo llevaban buscando desde hacía mucho tiempo, a cambio de armas y equipamiento que le permitiría derrotar a sus enemigos y alzarse como un líder al que seguir frente al resto de las tribus orcas.

La suerte, el destino o llámalo como quieras, hizo que Paco y Cerina fueran elegidos junto a varios grupos de esclavos para ser utilizados como diversión en la fiesta.


Lucharían entre ellos y contra bestias en un circo. No era gran cosa, pero era la única forma que tenían de acercarse al libro y a sus actuales dueños.

Su opción era vencer a todos sus rivales en el circo, si lo lograban podrían acceder, durante el banquete final, y así luchar en duelo singular frente a los líderes, que casi con toda seguridad tendrían el libro junto a ellos.

Y así fue, durante los días previos al gran banquete, todos los líderes de tribus menores fueron llegando al campamento Zronak, y presentando sus respetos al gran líder. Todos los jefes traían presentes, esclavos, joyas o armas. Y todos presentaban sus respetos a Zronak.

Los esclavos que iban llegando y los que ya estaban en el poblado, entre ellos nuestros amigos, eran conducidos a unas cuevas modificadas como prisiones.

Un día, cientos de orcos se arremolinaron en las cuevas y marcaron a los esclavos con distintos colores, rojos, blancos, azules, negros, etc… Dependiendo del color con el que les marcaran, serian de un grupo o de otro y algunos colores eran para cierto tipo de juego especial. Todos los marcados de negro por ejemplo, servirían de dianas para los jinetes orcos. Paco y Cerina fueron marcados de azul, y eso significaba que se enfrentarían a los verdes, blancos y rojos en combates, algunos multitudinarios, y otros individuales.

Y así comenzaron los festejos.

Durante cuatro días lucharon contra otros esclavos, elfos, enanos, humanos… y todos fueron cayendo a sus pies. También estuvieron presentes durante los combates entre orcos, que combatían para dar el paso de joven a adulto, y en matanzas de esclavos por los jinetes orcos, que les lanzaban lanzas a los esclavos indefensos, para probar su puntería. Y así llego el ultimo combate, y como era de esperar ganaron, de todos los marcados, solo quedaban Paco, Cerina y dos elfos, que también habían sido marcados de azul.

Fueron vitoreados como vencedores, y aún más al llevar el color azul del líder orco.

Durante la noche del último día, nuestros amigos, fueron conducidos frente al gran líder Zronak, y junto a él estaban sentados un caballero del caos con una enorme armadura, y una sacerdotisa de Slaanesh, solo cubierta por unas finas sedas que apenas tapaban su cuerpo, que sujetaba el famoso libro sobre sus piernas.

El gran líder, se levantó y alzando la voz por encima de los gritos de sus compatriotas, informo que los cuatro vencedores, lucharían a muerte hasta que solo quedara uno, y ese sería entregado como trofeo a sus invitados. Varios orcos con armaduras les entregaron las armas a los combatientes y así comenzó el combate.

Paco, pronunciando unas palabras cubrió su cuerpo mágicamente por una armadura completa negra, y cubriendo a Cerina se encaró a los elfos, mientras, ella comenzó a conjurar. Los dos elfos, cargaron contra él, que esquivando el primer ataque, lanzo un estocada a uno de sus adversarios golpeándole en el cuello, el otro por su parte, le hizo un corte en el brazo.

Los dos se encararon, mientras el otro elfo se aferraba las manos al cuello para evitar desangrarse.

Paco rozo con su espada el suelo creando una leve nube de polvo y se abalanzó contra su oponente, clavándole completamente la espada en el pecho.

Se levantó lentamente y rematando al otro elfo, se encaró con el líder Zronak.

Cerina, que durante todo el rato había estado conjurando, tenía los ojos totalmente blancos, se levantó y colocándose junto a Paco susurro unas últimas palabras. Una luz surgió de sus ojos en dirección a la sacerdotisa, que al golpearla exploto en llamas. La luz perduro unos instantes y antes de que nadie pudiera reaccionar. Cerina se volvió hacia Paco y mirándole a los ojos, exploto en una burbuja de vacío. Al disiparse el polvo y al humo que todo aquello había provocado, los pocos superviviente, entre ellos Zronak, se dieron cuenta que tanto el libro, como la sacerdotisa de Slaanesh, habían ardido, así como Cerina, la cual yacía en centro de un gran cráter en varios trozos. Pero no encontraron ni rastro de Paco.

Algunos de los guardias comentaron más tarde que habían visto un rayo de luz salir hacia el norte…

Y así es como se logró acabar con el libro maldito, pero estamos aquí para explicar y solventar dudas, no para dejar flecos en la historia. Paco, no murió, claro que no, Cerina sacrifico su vida para darle una nueva oportunidad de luchar contra el mal, contra el caos, contra los enemigos de los humanos.

Preparo un conjuro que además de destruir el libro, lanzaría a Paco muy lejos de donde estaban.

Paco cayó al mar, en el golfo negro, y fue rescatado por unos pescadores Tileanos, que lo llevaron a Luccini, donde fue tratado de sus heridas en el templo de Shalya.

Paso varios meses en el templo, donde creyeron que era un mercenario como tantos otros que estaban luchando en las tierras del sur.

Cuando Paco recupero la consciencia, no recordaba nada, y su último recuerdo era de haber renunciado a su puesto como mercenario, y asumió que había sido lo último que había sucedido.

Tras recuperarse totalmente de sus heridas emprendió su viaje hacia el sur, hacia Middenheim, algo en su interior le indicaba que debía ir al norte, pero su mente estaba tan bloqueada que no recordaba el motivo. Aún quedan muchas preguntas, muchos porqués, pero todas esas dudas, debe resolverlas él, descubriendo todo lo que ha olvidado, todo lo que sucedió y volverá a suceder, pero el camino que le aguarda por delante aún es muy lago y ese camino comienza con su llegada a La ciudad del Lobo Blanco, donde comienza su nueva vida…

FIN... ?


Cartas al Lobo Blanco - 9

- ¿No le parece curioso padre, que tras estar más de 15 años cautivo de los orcos, mal viviendo en un carro forrado de barrotes, recibiendo golpes y obligado a trabajar como esclavo, logre escapar de los orcos, para convertirme en un prisionero de los hombres?

- Hijo, no estas prisionero, simplemente debemos aclarar ciertos aspectos y matices de como lograste huir del campamento orco. ¿No crees que es bueno comenzar de nuevo con la conciencia tranquila?

- La diferencia Padre, es que para preguntarme esos matices, no era necesario secuestrarme y encerrarme en las peores catacumbas de todo el imperio, con grilletes en las piernas y sin poder tener contacto con mi familia.

- Te prometo, que si contestas mis preguntas, pronto estarás con tus hijos, como un hombre libre y serás recompensado como se merece, con suficiente oro como para que no vuelvas a necesitar trabajar jamás.

- Pregunte pues, no hay nada que tenga que ocultar, y si me lo hubieran preguntado hace días se lo hubiera contado igual. Aquel día no se borrara fácilmente de mi memoria.

- Si es así, entonces, la pregunta es fácil, ¿cuéntame que sucedió?

- Como le decía, llevaba 15 años cautivo, me capturaron cerca de una cala en La Bahia Negra, rumbo a Barak-Varr, mientras transportábamos un cargamento desde Tilea, sabíamos que la zona era peligrosa, pero una tormenta había dañado uno de nuestros mástiles y las corrientes nos llevaron hacia la costa.
Pase los primeros años prisionero en varios campamentos, pero tiempo después, decidieron moverme, a mí y a otra veintena de prisioneros, tanto enanos como humanos, incluso había un elfo.
Nos llevaban de un sitio a otro en un gran carro con rejas, y de vez en cuando nos bajaban y nos ordenaban hacer algo. Ya fuera enterrar a unos orcos o cortar madera para algo, construir una empalizada. Cosas por el estilo.

- Perdona que te corte, ¿puedes contarme los últimos momentos, cuando conseguiste escapar?

- O si perdón… disculpe… Veamos, para explicar mi huida, debo comentarle algo antes.
Hará unos 3 meses, estábamos cerca de “Peñasco Negro”, así lo llaman ellos, quedábamos cuatro de los treinta que habíamos llegado a ser, unos asesinados, otros regalados a algún jefe orco, pero ninguno había conseguido huir, y los que lo intentaban eran capturados y torturados de formas atroces.
Bueno como le decía, hará unos tres meses, llego una pareja, venían custodiados por varios jinetes de lobo, y no venían en buenas condiciones, así que casi seguro que se resistieron bastante a ser apresados.
La chica tenía el pelo liso y negro como el carbón, era muy hermosa, y parecía que de buena familia, o al menos su ropa, su forma de hablar y de actuar así lo indicaban.
Él era un estaliano alto, con el pelo largo en una coleta, y por lo que parecía había recibido la peor parte.
Paco, que así se llamaba el Estaliano, aunque magullado, no paraba quieto. Desde el primer momento se intentó escapar y dio más problemas a los guardias que todos los demás en todo el tiempo que llevábamos presos.
Ella se llamaba Cerina, y era tan preciosa como inteligente, controlaba los turnos de los guardias, las rutas que hacían, nos pidió todo tipo de información. Le contamos todo lo que se nos ocurrió para ayudarla, desde donde habíamos salido y hacia donde pensábamos que nos llevaban, lo que habíamos hecho y quienes eran nuestros captores. A muchos de los orcos que nos vigilaban les conocíamos desde hacía muchos años, por lo que sabíamos de qué pie cojeaban.
Entre ellos había una relación extraña, estaba claro que pasaba algo, y se notó mucho más cuando Paco se unió a nuestras charlas y comenzó a maquinar un plan para poder escaparse junto a ella, al que nos invitaron a los demás, y todos accedimos gustosos. Gracias a ese plan estoy yo aquí, esos meses desde que llegaron fuimos calculando todo e intentando descubrir cuando sería el mejor momento y la mejor ruta para salir de tierras orcas.
Así llego el día, habíamos ideado dos posibles planes, dependiendo de los trabajos que fuéramos a realizar. Nos tocó construir una empalizada, por lo que solicitamos los hachas para talar la madera necesaria. Mientras talábamos avisamos a uno de los orcos que nos vigilaban y saltamos sobre él, el resto de guardias nos atacaron, pero en ese momento Paco como por arte de magia cubrió su cuerpo con una armadura completa negra, y con el escudo y la espada que había quitado al primer orco, bloqueo el camino de los guardias, mientras Cerina, comenzó a pronunciar unas palabras mágicas y haciendo unos gestos, creo una barrera de fuego a nuestro alrededor.
¡Aún recuerdo, lo que tardamos en conseguir algo de azufre para su conjuro!
En aquel momento estábamos en la parte norte del territorio de los “Goblins Ojo Legañoso”, que está cerca de La Bahía Negra, y nuestro plan era llegar a la costa, y desde ahí bordear hacia Barak-Varr.
El plan era bueno, además la coordinación entre nosotros nos daba buenas expectativas, pero siempre hay algún imprevisto. Y ese día no iba a ser una excepción, casualmente unos jinetes de lobo, estaban llegando, aunque no lo descubrimos hasta que ya habíamos iniciado el plan.
Salimos del campamento corriendo, tras haber roto las cadenas, pero mientras huíamos, Paco y Cerina, se quedaron atrás deteniendo el ataque de los jinetes de lobo, dándonos una oportunidad a nosotros, ya que alertados por los gritos cargaron hacia nosotros. Fresner, que era otro preso, y yo conseguimos llegar a la playa, nos habíamos separado de los demás y decidimos caminar hacia el este durante varios días, con tan buen suerte que al cuarto día vimos en el horizonte un barco, al cual conseguimos subirnos.

- Vamos a ver si lo he entendido, ese tal Paco, y la joven, quedaron atrás, y ¿no sabes que es lo que les sucedió?

- Así es, si cree que después de quince años preso, voy a quedarme a ver cómo les capturan, les matan o como les lavan la ropa, lo lleva usted claro….
Marcus y yo, corrimos tanto que durante un buen rato deje de sentir mis propias piernas. Vagabundeamos por un bosque y atravesamos unos acantilados que terminaban en el mar, desde que les dejamos de oír hasta el mar pasaron al menos tres días, y otros tantos caminando por la playa.

- ¿Te contaron alguna vez, como, o donde les capturaron?

- Alguna vez les preguntamos, pero lo único que decían era que tenían un plan y que estaba saliendo a la perfección, aunque les llevaría tiempo.
Pero no conseguimos que nos dijeran nada más…

- Interesante, un plan… está bien, se ha ganado su libertad de todas las formas posibles, lamento los problemas que le hemos ocasionado, pero pronto podrá ver a su familia.


Transcripción del interrogatorio realizado a Iván Petróvich.
(Tomadas las medidas necesarias para evitar filtraciones del paradero de los sujetos.)

Cartas al Lobo Blanco - 8



De: Cerina Daghetti
Desde: Barak Varr
 
Para: Ilustrísimo Reverendisimo Sumo Sacerdote de Ulric
En: Castillo del Graf, Middenheim

Antes de comenzar con estas líneas, debo advertirle que serán mi último informe, he pagado mi precio por la derrota, y tanto usted como yo hemos salido beneficiados, pero las cosas han cambiado y mi tiempo a su servicio ha terminado.
Lo más relevante de mi viaje, ya fue indicado en mi última carta, por lo que repetirle que aún no he localizado al objetivo me parece absurdo.

Pero algo ha sucedido, durante las últimas noches he frecuentado varias tabernas de la ciudad, muchos enanos me han dado posibles pistas, pero casi ninguno sabe dónde están los hermanos.

Ayer, durante mi visita a uno de los pocos burdeles con chicas humanas, encontré a alguien. Al principio creí que estaba viendo un fantasma, ya que estaba igual que hace diez años cuando partió hacia The Rib Peacks con todo un ejército tras de sí, en la que pensamos había sido una misión fallida.

Hemos estado hablando y me ha contado toda la historia. Pero no ha podido explicarme que ha sucedido estos últimos años, de hecho, él creía que solo había pasado un año.

Tras salir de la tumba, se encontraron en la orilla del Black Water, y fueron cobijados por un ermitaño que vivía en las inmediaciones del lago. Pasaron varios días curando sus heridas y recuperando fuerzas, pero cada noche tenían un sueño.

En el suyo, él viajaba a Barak Varr, y allí encontraba a una mujer con las manos manchadas de sangre. Los dos juntos encontraban un oscuro libro antiguo, y perseguían a la persona que lo había leído, pero cuando iban a alcanzarla, despertaba en un grito de dolor.

Cada uno de sus compañeros había tenido un sueño diferente, por lo que habían decidido separarse y desde entonces él buscaba a esa mujer.

Al encontrarme, pensó que había dado con la mujer que buscaba, y al comentarle que yo busco a los hermanos enanos que trajeron el libro negro de los desiertos del caos, estamos convencidos que nos aguarda un camino juntos.

Pero ese camino debemos andarlo sin secretos, sin informes, y sin el peso de la traición en nuestras espaldas.

Dudo que lo comprenda, y estoy convencida que intentara localizarnos, pero le juro que si alguien intenta impedirnos continuar juntos, volverá a su hogar en una caja.

Espero que los dioses nos guíen, porque usted sabe mejor que yo, que si ese libro ya está en el norte, el tiempo se estará acabando y toda la sangre derramada no servirá de nada.

Que Morr le proteja y que Solkan nos ayude.

Lindara


Lindara es hija de Altronia (Cantora de los Árboles) y Aluthol (Guardia Eterna)

Sin embargo Lindara tomó el camino del cazador. Es buena en su trabajo, pero muestra poco interés por la cultura Asrai. Nunca ha participado en ninguna batalla, y entiende poco las historias de sus padres y conocidos acerca del celo en guardar el Bosque. ¿Por qué los elfos habrían de ocuparse de defender un Bosque vivo, capaz de defenderse por sí mismo?  De acuerdo, el Bosque nos permite vivir aquí. Nosotros no lo hacemos daño. Ese es un buen equilibrio natural.

“Debes ver mundo, hija” Con esta frase, Aluthol le dijo a su hija que no entendía lo que significaba ser un Asrai. “Debes ver Orcos, debes conocer la codicia de los Enanos, debes conocer la corrupción del Caos, la podredumbre de los No-Muertos, la pestilencia de los Skaven, la ignorancia de los Hombres. Entonces, y sólo entonces, comprenderás lo sagrado de Athel Loren. Comprenderás quiénes somos los Asrai.”

Altronia estuvo de acuerdo, y con las bendiciones de Isha, la despidió.

“Volveré a Loren cuando haya comprendido lo que dices, padre, pero no me esperes pronto”

 

De carácter pasivo y neutral, Lindara tiende a ser práctica y pragmática. Directa, sincera, de pocas palabras. No tiene nada que ocultar, pero pocas veces dirá más de lo estrictamente necesario. Deja que el arco y el sonido de la flecha cortando el viento hable por ella.  Por todo esto, quizá desde fuera Lindara puede parecer fría y distante. No es exactamente así, lo que sucede es que Lindara no tiene desarrollado el “sentido social”. Palabras como “sociedad” “modales” “cortesía” no tienen significado para una elfa como Lindara.
 

Cartas al Lobo Blanco - 7

¿Cómo explicar que estas serán las últimas letras que escriba? Tanto que decir con la esperanza de que algún día nuestros nombres sean recordados, y que el viaje que emprendimos no se pierda en el olvido.

Buscábamos salvar el mundo, y hemos pagado un precio muy alto por ello.

Intentaré condensar estas últimas semanas todo lo posible, intentando reflejar los puntos que nos llevaron a esta situación.


Partimos de Ostewald con más de 70 hombres, y llegamos a “The Rib Peaks” una semana más tarde, sin demasiados incidentes. Tardamos bastante en localizar la verdadera entrada y conseguir acceder a los túneles principales, pero al final lo logramos.

Tras un par de semanas caminando entre túneles y eliminando algunas pequeñas amenazas de skavens, localizamos un túnel principal que descendía y descendía, tan enorme que entrarían seis carros en paralelo y otros tantos de alto, con pequeñas salas de descanso, en las que había camastros donde dormir, incluso en muchas de ellas había pozos de agua.

Nuestros suministros, que iban en varios caballos, eran suficientes para meses de viaje, pero comenzamos a racionarlos, tras comprobar la envergadura del lugar donde nos estábamos internando y calcular el camino que nos quedaba por delante.

Varias semanas después alcanzamos las puertas del templo, gigantescas, más grandes que las puertas de Aldorf, con cientos de figuras y escenas esculpidas, con detales en oro, mithril, ébano y mármol. ¿Cómo unas puertas tan hermosas pueden encerrar tal horror?

El gigantesco reino de El Gran Nigromante Mortanius, Conocedor del misterio de los velos del tiempo, se extendía frente a nosotros.


Nuestras puertas son de este tamaño, pero un millon de veces más bonitas.

Un ser como él, que había conseguido invadir medio mundo, pero que de la noche a la mañana había desaparecido, sin dejar ningún rastro de su existencia, no podía estar rodeado de otra cosa que no fuera muerte.

Cuentan las leyendas que los dioses del caos le temían, y enviaron a sus avatares para derrotarlo. Una vez muerto lo encerraron en este laberintico templo, pero cuando dejaron sus cenizas en el centro, sus tropas acudieron a protegerlo, y expulsaron a los avatares de sus dominios. Desde entonces los dioses perdieron todo el poder que tenían en el templo y todo él se cubrió de un velo negro que no les permite observar lo que sucede en su interior.

Al cruzar esas puertas, estábamos solos, aislados del mundo, y de los dioses. Nadie lloraría nuestra perdida, ni nadie podría acudir en nuestra ayuda.

Pero nuestra misión era recuperar sus cenizas, y eso era lo que íbamos a hacer, el futuro del Viejo Mundo dependía de ello.

Desde que cruzamos las grandes puertas, caminamos en línea recta, por un gran corredor, con columnas altísimas, terminadas en arcos góticos, con unas lámparas en el vértice que daban una tenue luz que permitía muchas sombras, desde las que éramos atacados constantemente.

Perdimos más de cuarenta hombres en los primeros días tras cruzar las puertas. El pasillo se cruzaba con otros de su mismo tamaño, y era en esos momentos cuando más indefensos nos sentíamos. Notábamos la inmensidad del templo en el que habíamos entrado.

Conseguíamos defendernos de los ataques entrando en unas capillas que encontrábamos en los laterales. Y así conseguíamos descansar un poco y curar nuestras heridas.

Tras un par de semanas dentro del templo, llegamos a una gran sala con paredes de plata, tan lustrada que nos reflejábamos en ellas, con el suelo de arena, en la que solo había otra salida al otro lado. Al traspasar la puerta los primeros de la comitiva, desde el corredor comenzaron un ataque frenético todo tipo de criaturas, pero al cruzar el último de nosotros la puerta se cerró y quedamos atrapados en su interior.

Ni siquiera una veintena quedábamos en pie, teníamos tantos heridos que no dábamos a vasto a vendarles y curarles las heridas.

Nuestros rostros reflejaban el cansancio, el dolor y el miedo que todos sentíamos en nuestro interior, pero Paco, Rizwan, y Shelina, seguían firmes en su misión, intentaban levantarnos la moral, y nos daban esa motivación que necesitábamos para seguir adelante.

Descansamos en ese “desierto” durante bastante tiempo y pudimos recuperar fuerzas, pero las provisiones eran insuficientes y el agua a pesar de estar racionado era muy escaso.

Sin previo aviso, se oyó el sonido de un mecanismo y un tic, tac de reloj comenzó a escucharse en toda la sala. La arena comenzó a girar en el centro y se formó un remolino que nos absorbió. Caímos a una sala igual a la que estábamos, la única diferencia era que las paredes de ésta eran doradas.

Hicimos recuento y varios habían muerto, apenas una docena permanecíamos con vida. Nuestras ropas estaban raídas, las armas oxidadas, y toda la comida estaba podrida, habíamos perdido todos los suministros salvo el agua.

Haciendo recuento, solo quedábamos Paco, Shelina y Rizwan, dos enanos rompehierros, cinco caballeros del Conde y nosotras dos, sacerdotisas de Shalya.

Teníamos que reabastecernos y equiparnos, Rizwan se había quedado sin armas y todos habíamos perdido alguna parte de nuestra armadura o de nuestro equipo.

Continuamos hacia una de las salidas de la sala, rogando para que no estuviera cerrada, o bloqueada. Y no lo estaba. Salimos y todo el suelo estaba cubierto de huesos y polvo. Parecía como que nadie hubiera pasado por estos pasillos en años.

Avanzamos por el camino que se abría ante nosotros, y tras varios días sin ningún ataque, llegamos a una sala octogonal, con paredes increíblemente altas, y totalmente forradas de librerías, completamente llenas, con escaleras a distintos niveles, que se movían de un lugar a otro de una forma fantasmagórica y totalmente silenciosa. La sala estaba llena de bancos y mesas con libros abiertos, velas que se consumían y reconstruían mágicamente, jarras de agua que no se agotaban y bandejas de fruta que no se acababan.

En el cetro dos vitrinas de cristal, mostraban una espada de filo negro, y un escudo con un dragón grabado. Las observamos durante unos instantes y tras comprobar que no tenían ningún conjuro protector las recogimos, Rizwan se quedó con la espada y Paco con el escudo.

Continuamos nuestro camino saliendo por la puerta principal de la sala octogonal que daba a un pasillo lleno de tapices de piel humana, con dibujos de las grandes batallas de Mortanius.

El pasillo ascendía para finalizar ante otras grandes puertas de doble hoja protegidas por seis armaduras de piedra.

Al acercarnos a las puertas, las armaduras cobraron vida y se colocaron bloqueando la entrada.

Así terminaba la paz que había precedido a la tempestad que nos esperaba.

Luchamos contra las armaduras de piedra, y accedimos a la sala, solo para encontrarnos con un regimiento entero de soldados esqueletos, que aun con sus armaduras puestas, custodiaban la siguiente sala.

Luchamos contra ellos espalda con espalda para evitar ser rodeados, hasta que logramos cruzar la siguiente puerta, que daba acceso a un pasillo totalmente diáfano, en el que descubrimos por las malas que estaba repleto de trampas, al perder a dos caballeros en una de ellas.

Lentamente cruzamos el pasillo, comprobando cada paso, cada movimiento de Rizwan era imitado por Paco, y a su vez por todos los que íbamos detrás. Al llegar al final sentíamos nuestros músculos tan tensos que tuvimos que sentarnos y descansar.

Tras reponer energía, abrimos la siguiente puerta, un portalón de madera roja. Según se abría la puerta, un olor nauseabundo nos rodeó, mientras nuestros ojos nos mostraban la estancia más dantesca que jamás hubiéramos querido observar, la sangre cubría las paredes, y el suelo estaba lleno de cuerpos en descomposición, hombres, mujeres y niños que en algún tipo de ritual se habían quitado la vida los unos a los otros. Aun se podía observar como estaban protegidos por dicho ritual, ya que unas runas llameantes brillaban en las paredes y el suelo. Poco a poco nos hicimos paso en esta sala, evitando no resbalar con la sangre y no pisarlos, pero a nuestro paso los cuerpos se despertaban e intentaban cogernos y mordernos.

Al salir de la sala de sangre, llegamos a la más inmensa cúpula que jamás hubiéramos imaginado que existiera bajo el viejo mundo. Ante nosotros se abría un gran valle, con una catedral en el centro, el techo de la cúpula se elevaba sobre nuestras cabezas a cientos y cientos de metros, y la distancia hasta la iglesia estaba llena de formaciones de esqueletos, cementerios con zombis, goles de huesos, constructos de sangre, y todo tipo de criaturas que lideraría un nigromante de gran poder como era Mortanius.

Os la teneis que imaginar, dentro de una gigantesca cupula de tierra.
La peor parte parecía que estaba bordeando a la catedral. Cinco pequeños templos, formando una estrella de cinco puntas la protegían. Cada uno de los templos parecía proceder de distintos lugares del mundo. Un templo Nórdico con nieve a su alrededor, una pirámide de Arabie con su arena, una pira funeraria Bretonia fortificada en un torreón, una pirámide escalonada de Lustria rodeada de selva, y un barco negro de Naggaroth flotando en un mar en calma.

Solamente siete de los setenta que habíamos partido quedábamos con vida cuando accedimos a la cúpula, muchos de ellos habían muerto protegiéndonos a mi hermana y yo hasta este momento y ahora tocaba hacer nuestra parte, conjuraríamos un ritual que nos daría invisibilidad hasta llegar a la Catedral, que era donde esperábamos estuvieran las cenizas, o al menos eso contaban las leyendas. Una vez dentro, las robaríamos y saldríamos de este lugar. Pero esta parte era la más floja de nuestro plan, saldríamos lo más rápido posible. ¿Pero por dónde?

Al examinar el valle, localizamos un macizo de rocas, Paco y dos cabaleros se acercaron a explorarlo, deseando que hubiera algún tipo de salida, ya que en el resto del valle no se observaba ninguna. Y volver a cruzar todo el templo, sería casi imposible y menos con los pocos que éramos. De los setenta que habíamos partido, solo quedábamos siete, y al observar lo que teníamos delante y todo lo que habíamos pasado ya, nuestros cuerpos y espíritus estaban al límite. Nadie quería decirlo, pero todos sentíamos que solo un milagro nos permitiría salir de allí con vida.

Mientras ellos exploraban, el resto descansamos y preparamos el ritual, para que a su llegada todo estuviera listo. Y menos mal que estábamos preparados, por que llegaron corriendo, perseguidos por varias decenas de esqueletos.

Conjuramos el ritual y creamos una cúpula que nos hacía invisibles a todas estas criaturas. Mientras iniciábamos el descenso hacia la Catedral, Paco nos comentó que había una gruta que se internaba en la roca que formaba la pared y que esa seria nuestra ruta de salida.

Avanzamos evitando a los no muertos, y finalmente llegamos a la catedral. Al entrar a ella el sortilegio se rompió mientras accedíamos rápidamente.

La catedral era una obra de arte, sus columnas se elevaban majestuosas hasta unos grandes arcos que formaban enormes cúpulas, sus vidrieras iluminaban el interior con unos colores precioso, y las hileras de bancos de ébano, se extendían por todo el interior repletos de sacerdotes cubiertos por túnicas negras y rojas, que murmuraban algún tipo de oración o ritual.

Nos dividimos en dos grupos, Paco, mi hermana, y dos caballeros irían por un lado y Shelina, Rizwan y yo iríamos por el otro.
Avanzamos poco a poco, lentamente, intentando no hacer ruido, ni molestar a los feligreses.

Paco y sus hombres llegaron antes, y nosotros nos detuvimos en un lateral, observando como él, subía al altar. Allí se encontraba una suntuosa vasija de ébano, oro y mithril, con unas runas grabadas, y las cenizas de Mortanius en su interior.

Observamos como comprobaba que no hubiera trampas y tras unos instantes la rodeo con sus manos, respiro profundamente y la levanto.

El suelo retumbo, las vidrieras vibraron, los murmullos aumentaron, los gritos, chillidos y rugidos de todos las criaturas que nos rodeaban se elevaron como una sola en un grito de furia y dolor.

Todas las miradas se centraron en Paco, tanto las nuestras como las de los cientos de feligreses. Y por un instante, todo se paralizo, como a cámara lenta, Paco elevo su escudo para cubrir la vasija, y al pasar ese instante un rayo rojo surgió de los ojos de todos los feligreses hacia el escudo.

Paco salió despedido atravesando el retablo que había tras el altar. Corrimos por la girola en su búsqueda. Le encontramos cubierto de escombros, pero abrazado a la vasija y con el escudo totalmente roto. De él surgía una niebla que poco a poco iba rodeándonos a todos.

Nos miramos los unos a los otros y sin mediar palabra, salimos corriendo. Los feligreses seguían la vasija con sus ojos rojos y de vez en cuando su murmullo se convertía en un estridente chillido y el rayo que había atacado a Paco, nos atacaba de nuevo. Golpeo a uno de los caballeros en el tercer o cuarto intento, y lo que le sucedió fue espantoso, toda su sangre exploto violentamente.

La niebla que había comenzado a surgir poco a poco del escudo, se convirtió en un dragón negro gigantesco, que mientras se formaba iba destruyendo el ábside de la catedral y provocando que se derrumbara poco a poco.

Alzo el vuelo y comenzó a lanzar bocanadas de fuego a todas las criaturas del suelo, incluidos nosotros, que aprovechando el caos generado, salimos de la catedral intentando pasar inadvertidos, pero al cruzar por la zona llena de arena, unas manos surgieron del suelo y nos apresaron, mientras una momia recitaba algún conjuro acercándose lentamente a nosotros. Paco logro zafarse y aun con la vasija en sus manos nos liberó justo a tiempo de evitar un enjambre de insectos lanzado por la momia.

Seguimos corriendo hacia las rocas, pero nuestra carrera fue interrumpida por una llamarada de fuego que nos hizo separarnos. Rizwan, el último caballero y yo, nos quedamos al otro lado del fuego separados de Paco y Shelina, que continuaban su carrera hacia la salida rodeados por un grupo de esqueletos.

El dragón, aun siendo una distracción fantástica era una gran amenaza, sus llamaradas nos habían separado, pero eso no era lo peor que nos depararía aquella criatura. Cuando logramos atravesar la llamarada, se posó frente a nosotros, y mientras con su cola lanzaba por los aires a un regimiento entero de jinetes no muertos, su boca lanzaba su aliento de fuego hacia nuestra posición. El último caballero murió al instante y mi pierna se derritió mucho más rápido de lo que mi cuerpo pudo sentir el dolor. Rizwan logro apartarse y me recogió en sus brazos, pero un golpe de su ala nos lanzó por los aires. Caímos a unos cientos de metros de la salida, él tenía una herida muy fea en la cara, y yo apenas me mantenía consciente del dolor.

Paco y Shelina habían logrado escaparse de los esqueletos, y nos encontraron en el suelo tras el golpe del dragón. Así logramos internarnos en las cuevas, pero numerosas criaturas no muertas aun nos perseguían. Avanzamos a duras penas por las cuevas, hasta que no pudimos más. Nos detuvimos, y vendamos nuestras heridas.

Así finalizo mi camino, mi misión estaba cumplida y ahora era más un estorbo que una ayuda. Ordene a Paco y Shelina que se llevaran a Rizwan y la vasija, mientras yo retenía a los no muertos todo lo posible. No hubo mucha discusión tras ver mi herida, que era demasiado grave como para poder continuar. El camino que les quedaba por delante era demasiado peligroso, y la misión demasiado importante para permitirnos fallar por un sentimentalismo, habíamos sido entrenados desde hacía muchos años y debíamos concluir la misión a cualquier precio. Convencerles no fue fácil, pero la razón me lo permitió. Continuaron por los túneles, y ruego a Shalya que les protegiera, y les guiara hasta una salida.

Por mi parte, cumplí todo lo mejor que pude, expulse a los no muertos y utilizando varios productos alquímicos bloquee el camino, pero ahora estoy atrapada en esta estancia, sin poder continuar, sin poder retroceder.

Llevo dos días aislada, y cada día mi herida está peor, no me permite moverme, y me siento muy débil.

He decidido escribir estas mis últimas palabras, antes de iniciar un ritual que detendrá a los esqueletos para siempre, y a la vez terminara con mi agonía. Dudo que nadie encuentre esta carta, pero aun así, quizá algún día todo esto sea revelado y nuestra misión sea recordada y valorada como se merece.

Ruego a Shalya tenga en su seno a mi hermana, Dania Livia, proteja a su hijo y me acoja junto a ella cuando todo esto haya terminado.

FDO: Sara Livia, Sacerdotisa de Shalya.

Sara Livia, Sacerdotisa de Shalya.






(Esta carta fue encontrada por Perico Drogas y Nostramo Curze, en una de sus expediciones cerca del Lago Black Water (Agua negra), y entregada en el templo de Morr de Middenheim tiempo después.)