Acérquense, damas y caballeros, acérquense a este humilde bardo, para escuchar una nueva historia, acérquense para escuchar cómo me uní a un grupo, cuanto menos, peculiar...

Sesión XXXIV. El oscuro presagio.

Teníamos dos frentes abiertos: Realizar la misión de Odeska para intentar desenmascarar al supuesto alcalde corrupto, o continuar buscando un archimago para poner al servicio de Taalia, pues ya teníamos una Piedra de Poder Arcano que ofrecerle. Empezamos discutiendo acerca del alcalde, y algunos compañeros empezaron a dudar de la palabra de Odeska, planteándonos si esa mujer estaba lo suficientemente cuerda como para fiarse de ella. Tenar decidió ponerse a investigar acerca del Coro Cegado, grupo de aventureros al que perteneció la cazabrujas y Arduin.

Sus pesquisas no la llevaron muy lejos: Aquel grupo estaba en general bastante bien visto por la comunidad, aunque los altos mandos de la guardia evitaban el tema o intentaban cambiarlo, un tanto incómodos. Tenar llegó a la conclusión de que había algo más que aquella fama de buenas gentes dedicadas a la aventura.

Alix se puso en contacto con Tenar, y la pidió que lo sacara de Molcco. Al ser preguntado cerca de por qué no lo hacía Naltiria, con quien estaba en aquella ciudad, el muchacho se mostró iracundo con la archimaga, quien, decía, lo había dejado tirado en el último momento, negándose a ponerse al servicio de Taalia cuando la reunión con la maga elfa estaba prácticamente cerrada. Alix acababa de hablar con su contacto Lidar Fah, que se había mostrado un tanto condescendiente, recordando a Alix sus propias palabras, en las que aseguraba no poderse fiar de sus compañeros. El chico deseaba alejarse de Naltiria, a quien veía poco menos que como una traidora. Debía ponerse a buscar un archimago, o archimaga, cuanto antes.

Cuando Neesa fue a buscar al muchacho y lo trajo de vuelta a Palacio de Marfil con su magia, el rostro de Alix estaba congestionado de furia, y escupía improperios contra Naltiria por haberle dejado tirado. Neesa trató de defender a su compañera, arguyendo que no sabíamos nada de Taalia, y quizá ponerse a su servicio no fuese tan buena idea. Alix no atendía a razones, y se fue mascullando más insultos, en busca de un archimago.

Llegados a este punto, en que incluso la vía de Taalia parecía en punto muerto, se planteó de nuevo la opción de irse a las ruinas de la ciudad que nos ofreciera el elfo Taelwe Mir, en busca de tesoros y riquezas que quizá sirvieran para pagar a los archimagos de N’Daleth. Lo cierto es que los días pasaban inexorables, y no conseguíamos avanzar en ninguno de los frentes.

Las conjuradoras arcanas del grupo llegaron a plantear, utilizar el dinero que teníamos disponible, para desarrollar un conjuro o ritual arcano por nuestra cuenta, que pudiera detener las consecuencias del ritual de Voccisor, y quizá incluso, los de otros posibles rituales futuros. Estuvieron haciendo unos cálculos Tenar y Neesa, y no parecía tan inviable en cuanto a dinero y recursos, pero era posible que el tiempo se nos echara encima, pues desarrollar dicho conjuro iba a llevar unos cuantos días, y posiblemente, también lanzarlo. Sin embargo a algunos, como a este humilde bardo, la idea nos pareció cuanto menos digna de ser tenida en cuenta.

Debido a que el tiempo se nos empezaba a terminar, Neesa puso rumbo de nuevo al campamento en el frente sur de Re-Ionnae, con la esperanza de entrevistarse de nuevo con Malik Fah. El viaje, todos lo sabíamos, era arduo, pero el hada, con su nuevo peinado y renovadas esperanzas, emprendió el camino.

Entretanto, este humilde bardo entró en el ayuntamiento, decidido a averiguar todo cuanto pudiese acerca del alcalde Din. Una de sus secretarias, Hasiba Fah, me recibió sin mucho entusiasmo al principio, pues la hora de cierre se acercaba, pero tras convencerla de que me interesaba ella, y no los aburridos papeles que había sobre su mesa, pude invitarle cortésmente a cenar tras su ardua jornada laboral… para retirarnos después a un lugar más íntimo a “charlar” amistosamente… y hacer otro tipo de actividades. Mi recién adquirida amistad con la señorita Fah me permitió conocer que hacía unos meses, el alcalde había recibido correspondencia remitida por un tal “Pico de Oro” un tanto sospechosa, entre otros datos menos interesantes. ¡Ah, dioses, si pudiera acceder a esas cartas, quizá lograse información relevante para nuestro caso!

Ya que Neesa conocía ya el campamento de guerra, su magia le permitió alcanzarlo sin deambular por la jungla, así que se puso de inmediato a buscar a Malik Fah. A pesar de sus esfuerzos por concertar una cita con el Sumo Sacerdote, en general, los soldados del lugar parecían muy atareados y no lo hacían mucho caso.

Tenar, en Palacio de Marfil, investigó a fondo la vivienda del alcalde, sin descubrir que tuviese nada especial, más allá de un típico conjuro de alarma. Ello la permitió proyectarse astralmente al domicilio, que pudo revisar concienzudamente, sin encontrar nada útil para nuestra misión. Si el alcalde tenía algún asunto turbio, desde luego, no lo escondía en su casa.

A la mañana siguiente, la alta elfa decidió ponerse a hacer cola en el ayuntamiento, aprovechando la coyuntura, y cuando, tras un buen rato, fue atendida por una de las secretarias, pidió permiso para alzar un templo a Hedenoth en Palacio de Marfil. El asunto no era sencillo, y conllevaba un montón de burocracia y documentación. Además, la primera cita con el alcalde para entregar los documentos y comenzar el proceso, no era hasta pasado un mes.

Esa mañana, Kalanthe se había levantado especialmente ominosa, más de lo habitual, y comunicó a Tenar un sueño que pareciese venir de la misma Rezhias. Así se lo describió Anthe a la alta elfa: La noche se cernía de súbito sobre nuestras cabezas, y sonidos estridentes tanto como aullidos infernales, comenzaban a darse paso a vuestro alrededor. Nada había cambiado -se decía Kalanthe- Pero todo era, sin duda, diferente. El olor a muerte era perenne.

Esta visión, o sueño, presagiaba malos asuntos respecto del ritual de Voccisor, poniéndonos una vez más, en contrarreloj para solucionar el tema. De nuevo surgió la idea de ir a la mazmorra en busca de riquezas para pagar a los archimagos. Tenar, siempre con la vía religiosa dirigiendo sus pasos, fue a la Catedral de Ilfaath, y tras entrevistarse con Ihdahn Kor, y mostrarse decepcionada con la poca ayuda desinteresada recibida para solucionar el asunto del ritual, decidió comenzar una ronda por el resto de templos de las demás deidades en la ciudad en busca de ayuda.

Alix, en su búsqueda de un archimago, llegó a la torre del distrito norte de Palacio de Marfil, donde pudo hablar con el archimago Alil Stark, un hombre de aspecto athanita, que por el acento, y el apellido, bien podía ser tanacio. Mientras el señor de la torre iba al mercado a comprarse una buena cesta de rábanos, Alix estuvo tanteando al mago, para saber dónde encontrar un archimago que poder llevar ante Taalia, y ante el escepticismo de Alil, le pidió consejo. El archimago, que comenzó diciendo que quizá los nobles y archimagos de Athanae estuvieran más dispuestos a ayudarnos que los reionnitas, dio una simple guía a Alix: “Sigue tu corazón”. Alix se quedó pensativo, quizá intentando escuchar el latido en su pecho.

El tiempo continuaba su avance lento, pero imparable, y el grupo parecía atascado, con varias vías abiertas, y ninguna próxima a cerrarse. Teníamos parte del dinero, la mitad de los recursos exigidos por otros, y un ritual sin ritualistas, además de un alcalde supuestamente corrupto, pero de reputación intachable. Voto a los dioses que necesitábamos un impulso para cerrar alguna de las vías...

 Acérquense, damas y caballeros, acérquense a este humilde bardo, para escuchar una nueva historia, acérquense para escuchar cómo me uní a un grupo, cuanto menos, peculiar...

Sesión XXXIII. Odeska y la conspiración en la sombra.

Los Caminantes sin Rostro se dirigían a N’Daleth, con la idea de acudir a la torre de la archimaga Iratha Bul. Gracias a la carta de recomendación de Neesa, procedente de la mismísima Hyandora, la poderosa conjuradora habría de procurarnos una Piedra de Poder Arcano, o, al menos, la manera de hacernos con una. Precisamente de esto hablábamos, de qué hacer con semejante objeto una vez estuviera en nuestro poder. Su precio era, según Naltiria, incalculable. Esta suerte de artefactos, de tremendo poder, eran tan escasos y útiles que no se comerciaba con ellos. Sin embargo, esta era nuestra idea, pues se planteó cambiar la Piedra por el pago de los 6 millones de monedas. No se decidió nada, pero las ideas revoloteaban por las cabezas de los compañeros, mientras los velos de la torre de Iratha Bul se plegaban como cortinas para dejarnos pasar a su ordenado despacho.

La archimaga nos invitó a pasar, y quizá esperando el dinero, se mostró sorprendida cuando Neesa le tendió la misiva de la Emperatriz y le contamos la situación. Genuina y ligeramente confundida, comentó algo acerca de la influencia que unos extranjeros habían tenido como para lograr el documento, y nos emplazó a volver al día siguiente, después de la correspondiente reunión con el resto de archimagos.

No nos dio tiempo a darnos la vuelta y marcharnos, pues Iratha Bul chasqueó sus dedos, y nos vimos de vuelta a la calle, donde Naltiria alabó a Neesa por haber logrado aquel pergamino, convencida de que su buen corazón era la razón por la cual Hyandora había tenido a bien atender el ruego. Aprovechando la coyuntura de la conversación, el hada trató de sonsacar a la humana, qué asunto con la Emperatriz la impedía entrar en la capital, pero Naltiria no iba a caer en el juego, y esquivó con maestría la pregunta, desviando el tema hacia si sería posible entrevistarse con Taalia, cosa que Alix negó, al menos hasta tener la Piedra.

Precisamente era el momento de Alix, pues aprovechando que habíamos de esperar un día, volvimos a Palacio de Marfil, para que el chico intentase hablar con Odeska. Ya que ambos se dedicaban a cazar brujas, era probable que por simpatía profesional se llevasen bien. A las afueras de la enorme ciudad, Alix repasó una vez más con Naltiria los temas a tratar si Odeska se mostraba dispuesta a hablar: ¿Qué había sucedido en las cuevas de Urpilar? ¿Conocía a Nairul Teliadrasil?

Todo el grupo, a excepción de Naltiria, nos fuimos a la casa donde residía la humana, y Alix y Tisaia se plantaron en la puerta, llamando, mientras Neesa y un servidor nos quedamos un poco más atrás. Odeska entreabrió la puerta, y apuntando con su pistola a Alix, dejó claro que no quería hablar, a pesar de los mejores esfuerzos del muchacho por convencerla. Esfuerzos que derivaron en que Odeska, molesta, descargase su arma sobre Alix con un tremendo ruido, que atrajo inmediatamente la presencia de la guardia. No obstante, mientras los agentes de la autoridad llegaban, Tisaia dijo unas palabras que parecieron cambiar la actitud de Odeska: “La Emperatriz mató a la hija de Arduin”

El rostro de la humana cambió de semblante, enfundó su arma, y ante la pregunta de los guardias de si todo iba bien, respondió con poco disimulo que se le había disparado el arma por accidente. Haciendo pasar a Alix y a Tisaia a la casa, por fin pudieron charlar con la cazabrujas.

Sin embargo, no todo estaba aun a nuestro favor, pues Odeska, a pesar de que Tisaia parecía conocer a la hija de su antiguo compañero, no estaba dispuesta a hablar acerca de lo que ocurriese en aquellas cuevas hacía tantos años… al menos no, hasta haber recibido un favor a cambio: Deberíamos investigar los tejemanejes de un alcalde de la ciudad, en concreto del distrito norte. Según Odeska, Nazim Din, que así era el nombre del funcionario, estaba “claramente” influenciado por algún tipo de fanático, frecuentaba extrañas compañías, y estaba moviendo hilos en favor de un culto secreto, convenciendo a otros alcaldes de que se le unieran. ¿Quién lo financiaba? ¿Qué organización estaba detrás? Ella ya había investigado hasta donde había podido, y ahora era nuestro turno, como desconocidos, de continuar con las averiguaciones, y de hacer saber a Odeska todo lo que descubriésemos. El ambiente, decía, estaba enrarecido, con aires de rebeldía. Por lo que contó la humana, incluso Hyandora se había percatado de algo, poniendo en su sitio al alcalde, pero este toque de atención no había servido de nada. El trato pareció satisfacer a todas las partes, y la amazona y el joven cazabrujas salieron del edifico, decididos a investigar el asunto para Odeska, y así, poder escuchar de la ex-aventurera la información que tanto intrigaba a Naltiria. Según las indicaciones de Odeska, el señor Din se reunía por las noches con los otros alcaldes, siempre en sitios distintos, para envenenarles con sus conspiraciones.

Tras la conversación, nos reunimos de nuevo con Naltiria, que ardía en deseos de conocer el resultado de la conversación. Se mostró muy esperanzada en que pudiésemos proporcionar a Odeska la información que pedía, para poder acceder así a la que poseía la cazabrujas. Alix no pudo contener más su curiosidad, y preguntó a Naltiria, por qué era tan importante aquella información que tenía Odeska. La archimaga, con cara de circunstancias, dijo a Alix que tenía indicios de que la Emperatriz no era quien decía ser, y la información de Odeska podría proporcionarle las pruebas que necesitaba para confirmar sus sospechas; Anne von Xavras, era, según Naltiria, una poderosa bruja de la antigüedad. A Alix todo este asunto le parecieron patrañas, y la verdad que a un servidor también le sonó un poco a cuento hiraneano. De todas formas, teníamos ahora en qué entretenernos, así que pusimos rumbo al distrito norte. Al llegar, la noche se nos echó encima, así que aquellos que necesitábamos dormir fuimos a la posada “Nido de Grifos” a descansar, mientras Alix comenzó a investigar los alrededores de la alcaldía. Neesa por su parte, buscó el domicilio particular de Nazim Din, y vio como el alcalde se movía por las calles con un pequeño séquito de funcionarios y quizá algún guardaespaldas infiltrado. El alcalde vivía en una casa cómoda, pero no ostentosa. El hada pasó las siguientes horas analizando la esencia mágica de los conjuros que protegían tanto la casa del alcalde como el edificio público, llegando a la conclusión que eran defensas normales y comunes, como conjuros para evitar el escudriñamiento, por ejemplo.

Alix vino a la posada casi de mañana, y tomó mi lecho para descansar cuando yo lo abandonaba. Tras prepararnos, de nuevo gracias a la magia, nos volvimos a N’Daleth, donde nos aguardaba nuestra cita con Iratha Bul.

Como era habitual, los velos se fueron retirando poco después de llegar a la base de la torre, y pronto estuvimos en el elegante despacho de la señora Bul. En el centro, en un atril, la Piedra de Poder Arcano prometida, que emitía un audible zumbido, y de inmediato hipnotizó a Neesa, que ya no pudo dejar de mirarla durante la conversación que siguió.

Los archimagos de N’Daleth iban a ayudarnos, tal y como rezaba la carta de Hyandora, y nos proporcionaban la Piedra de Poder Arcano que Neesa había solicitado. Sin embargo, exigían que se les devolviese, en un plazo que aun estaba por determinar. Es decir, se trataba de un préstamo.

Antes de tomar la Piedra, se dejó caer si era negociable el tema de los 6 millones a cambio de no llevarse la Piedra, pero la archimaga no quería negociar. Una piedra le había pedido la Emperatriz, y una Piedra entregaba, pero con sus condiciones. No había más opción que tomarla e intentar llevar adelante la vía de Taalia. Antes de irnos, se negoció el plazo de devolución. La archimaga nos preguntó acerca de qué plazo considerábamos razonable para devolverla, y aunque algunos, como un servidor, abogábamos por un año, Naltiria estaba más bien por tres o cuatro meses. Finalmente dijimos a la archimaga que fueran seis meses, a contar a partir de la fecha de la teórica apertura de fronteras vaticinada por Voccisor. Así lo anotó Iratha Bul en uno de sus volúmenes, advirtiéndonos de que, si en el plazo establecido, no habíamos devuelto una Piedra de Poder, los archimagos de N’Daleth utilizarían su poder para buscarnos, encontrarnos, y cobrarse.

Con la Piedra de Poder en poder de Naltiria, que la había guardado en una de sus cajas de ébano, salimos de N’Daleth. Alix y Naltiria tenían ahora mucho de qué hablar, pues una vez conseguido el objeto, nuestro siguiente paso nos llevaba a Molcco, donde poder entregárselo a Taalia junto con el servicio de un archimago. Un servicio que Naltiria parecía dispuesta a dar, pero Alix la advertía una y otra vez que no se trataba de un servicio para cumplir una misión o realizar un trabajo, si no que él lo había entendido como servicio semipermanente. La archimaga seguía convencida de que podría negociar los términos con Taalia, cosa de la que Alix no parecía tan seguro. Ambos se encaminaron a Molcco, donde podrían quizá encontrarse con la elfa. A solas, Naltiria preguntó a Alix por qué le costaba tanto creerse que Anne Von Xavras pudiera ser una impostora. Puso como ejemplo a Neesa, quien en el grupo había tomado ya varias personalidades, pasando de ser un gnomo cascarrabias, a ser un humano deprimido, para finalmente ser Neesa el hada. Aun así, Alix parecía poco convencido de que la Emperatriz de Athanae pudiera ser algo así, aunque concedió que quizá, simplemente no quería admitir que pudiera ser cierto, pues eso conllevaría que todas las misiones que habíamos llevado a cabo para ella eran entonces, misiones para alguien equivocado.

Para citarse con Taalia, Alix necesitaba entrevistarse primero con su contacto Lidar Fah, que no estaba en el lugar donde lo conociera días atrás, en el quórum de Fortunna de Palacio de Marfil. Preguntó a un comerciante del lugar, que recordaba al hombre, aunque afirmó no haberlo visto en al menos un par de días. La desesperación empezaba a aparecer en el rostro del chico, que con un pedazo de papel y la pluma que le presté, puso un anuncio con la esperanza de que su nuevo amigo apareciese.

Era el momento de dividir las tareas; así, Naltiria y Alix se fueron a Molcco con la esperanza de ser recibidos por Taalia aun sin la mediación de Lidar. Neesa y un servidor, por otra parte, nos fuimos al distrito norte de Palacio de Marfil, con intención de seguir investigando al señor Din.

En Molcco, la entrada les costó a nuestros compañeros 5000 monedas por cabeza, ya que como pudo saber Naltiria, escandalizada por el precio, los aventureros eran recibidos con extremo recelo en la ciudad a raíz de unos acontecimientos problemáticos de hacía un tiempo, en los que el grupo de Arduin parecía involucrado. Pagaron, qué remedio, y se pusieron en camino a la lujosa casa donde residía Taalia. Sin embargo, al picar a la puerta, el que abrió fue el hombre que Alix había visto la última vez, aquel que solía ir escoltado por dos mujeres fuertes. Como la vez anterior, negó conocer a nadie llamada Taalia. Ante la insistencia del chico en darla recado de que “había conseguido lo que pedía” el hombre murmuró algo mientras cerraba la puerta.

En Palacio de Marfil, dedicamos el día a ver a qué se dedicaba el alcalde y a preguntar a las gentes qué opinión les merecía. Aunque no era alguien especialmente amado, se le consideraba eficaz en sus funciones, y había pocas quejas, más allá del lamento generalizado por el aumento de impuestos achacables a la guerra del sur, asunto ajeno al alcalde de todas formas.

En Molcco el descontento era mucho mayor, como Naltiria y Alix pudieron atestiguar al escuchar a los molcovíes, que estaban poco menos que en pie de guerra contra un Imperio que les cosía a impuestos y no se preocupaba de sus necesidades, según los ciudadanos. Los alcaldes de Molcco recorrían las calles escuchando las quejas de sus vecinos, y haciéndose cargo, trataban de calmarlos, sin mucho éxito.

El mensaje de Alix al hombre de la puerta, pareció surtir efecto, y Lidar apareció en la taberna donde estaba con Naltiria. Amablemente aceptó concertar una nueva cita con Taalia, ya que Alix dijo que ya tenía lo que Taalia pedía. Lidar pareció muy satisfecho con la rapidez en conseguirlo, y advirtió a Alix del peligro que supondría hacer perder el tiempo a la maga elfa si su amiga archimaga se negaba a ponerse a su servicio. Alix, que estaba claramente cansado del tema, se lamentó de que todo el mundo parecía querer beneficiarse y enriquecerse con el asunto, en lugar de ayudar a acabar con una amenaza. Voto a los dioses que ese punto era cierto, y nadie nos había ayudado a cambio de nada… salvo quizá la Emperatriz Hyandora, que nos había proporcionado asistencia en el asunto sin pedirnos retribución.

¿Aceptará Naltiria las exigencias de Taalia, y podremos por fin, poner fin a la aventura de Voccisor? ¿Dónde buscaremos después una nueva Piedra de Poder Arcano que poder devolver a los archimagos de N’Daleth?

Acérquense, damas y caballeros, acérquense a este humilde bardo, para escuchar una nueva historia, acérquense para escuchar cómo me uní a un grupo, cuanto menos, peculiar...

Sesión XXXII. La Emperatriz de Re-Ionnae


Los compañeros nos encontrábamos junto a Neesa mientras el hada hacía cola para entrar a hablar con la Emperatriz Hyandora. Discutíamos, como venía siendo habitual, de qué paso tomar a continuación. Neesa seguía en sus trece de buscar y reclutar a los siete mártires para realizar el ritual para convocar a Inmolatur, pues, según argumentaba, era el único método, de las tres opciones que teníamos, que tenía cierto éxito asegurado, al haber encontrado al menos, dos testimonios que corroboraban que debería funcionar. Los demás, la verdad, estábamos más bien molestos con los archimagos de N’Daleth, que parecían no preocuparse por las consecuencias que pudiera tener no hacer nada para evitar que el ritual de Voccisor llegara a la fecha límite. Sólo iban a intervenir si se les pagaba una cantidad mareante de monedas de oro, como si les fueran a servir de algo si nuestras previsiones más pesimistas se cumpliesen. Tanto daba, si los magos no estaban preocupados, quizá no debiéramos estarlo nosotros… ¿O sí?

Neesa rogó a este humilde bardo que intentara reclutar a algunos voluntarios para tomar parte en el ritual religioso, mártires dispuestos a sacrificarse para traer al plano mortal al avatar de Ilfaath. Me puse enseguida a escribir un discurso lo más conmovedor posible, pero advertí a la pequeña conjuradora, que no tenía demasiada fe en que fuese a reclutar ni uno solo de los siete requeridos. ¿Quién iba a querer entregar su vida por una milonga que cuente un bardo extranjero, por cierta y peligrosa que sea?

En la otra punta del continente, en la ciudad de Molcco, Alix continuaba con sus pesquisas acerca de la maga Taalia. En la lujosa vivienda, entraba y salía gente sospechosa, como un hombre escoltado por dos mujeres, varias veces, aunque cambiaba su escolta cada vez, rotando con otras dos. También otro individuo con pinta de mago. El muchacho estuvo varios días espiando las entradas y salidas, hasta que en una ocasión, la guardia le echó el alto. Alix intentó excusarse diciendo que tenía cita con el hombre con aspecto de mago, aunque los guardias negaron que el señor Udina Mir tuviera tal cita. Al menos Alix ya tenía un nombre. Finalmente los guardias, con reticencias, dejaron ir al chico, que se encaminó a descansar. Por el trayecto, Tenar contactó con él, para ver si podría hablar con Odeska. Sin embargo, Alix no quería abandonar Molcco para no tener que pagar la tasa de entrada de nuevo más adelante.

De vuelta a Palacio de Marfil, el grupo continuaba reunido, a excepción de Alix. Todos parecíamos de acuerdo en que Neesa había cambiado de actitud desde su misterioso viaje a Zhargosh, no sólo por su manera de vestir. “Es buena, pero no deja de ser una fata” dijo Tenar. Mi discurso para intentar atraer a mártires estaba más o menos listo, y lo puse en común con el grupo para recabar opiniones e ideas. Decidimos que era mejor esperar a que Neesa se entrevistase con la Emperatriz, hecho que tendría lugar, calculamos, en un par de días.

Tenar decidió comenzar a investigar acerca del tal Holgen por su cuenta, y sus averiguaciones la llevaron al mismo edificio en el que encontrase a Odeska días atrás, con la diferencia de que a Holgen hacía meses que no se le veía por el domicilio.

Ante este callejón sin salida, Decidimos dejar a Neesa en la cola, y los demás fuimos a, valga la redundancia, buscar mejor suerte en el quórum de Fortunna. Allí esperábamos encontrar alguna aventura bien pagada, que quizá, nos acercase a los 6 millones de monedas. Había un par de anuncios con buenas recompensas, pero uno, consistente en tomar un barco y cartografiar lugares que no lo habían sido antes, nos sonaba, además de peligroso, un tanto irrealizable. Así que nos fijamos más en el otro aviso, en el que un tal Taelwe Mir decía buscar un artefacto, y dejaba como modo de encuentro un nombre de taberna, la “Luna Vespertina”. Tenar, aprovechando sus alas, emprendió camino a esa taberna, pues nos enteramos que estaba en la otra punta de la masiva ciudad. Mientras, los demás, entramos en otra taberna más cercana, las “Dunas de Azahar”, donde nos distrajimos como pudimos, un servidor actuando para los parroquianos, los demás, bebiendo y bailando.

Cuando Tenar llegó a la taberna indicada, resultó estar en una zona no demasiado rica, por decirlo suavemente. La “Luna Vespertina” estaba sucia, y su regente no estaba mucho más limpio que el mugriento suelo. “Invitó” a nuestra compañera a consumir cuando preguntó por Taelwe Mir, y tras pedir un vino, le señaló un rincón del establecimiento. Allí encontró a un elfo, que al ser preguntado por su anuncio, invitó a sentarse a Tenar. Pocos habían respondido al anuncio, le contó, y los pocos que lo habían hecho, no habían regresado. El artefacto en cuestión era el “Espíritu de la Prosperidad” una suerte de talismán relacionado con Belereon y/o Fortunna, que, según Taelwe, atraía la, nunca mejor dicho, prosperidad, a la ciudad donde se encontrase, haciendo que los negocios florecieran, y la riqueza brotase. Ese objeto se encontraba en una peligrosa mazmorra, de la que el elfo sabía una ubicación aproximada, y prometió que podríamos quedarnos con cualquier otro tesoro que encontrásemos allí. Sonaba interesante, una aventura digna de una canción, ¿no lo creen así vuestras mercedes?

Por fin Neesa se aproximaba al final de la cola, y llegaba el momento de conocer y hablar con la Emperatriz de Re-Ionnae. Cuando entró al enorme patio abierto, vio a Hyandora dando una última bendición al peticionario anterior. Un guardia preguntó al hada cómo quería ser presentada, y tras alguna vacilación, eligió “Neesa de Athanae”. Al ser anunciada, se aproximó, tímida. Se sentía aun más pequeña, si eso era posible. Se sobrepuso a la enorme presencia de Hyandora, que desprendía poder, pero también, bondad y calma. Tras disculparse por entretener a la Emperatriz de su guerra, comenzó a exponer el hada el asunto de Voccisor, y el ritual de invocación a Inmolatur que habíamos descubierto. Imploró a la Emperatriz por ayuda para encontrar a los mártires que pudieran llevar a cabo el ritual, pero Hyandora, con su voz calmada, respondió que no podía pedir a sus súbditos que se sacrificaran, pues su deber era protegerlos. Sin embargo, trató de calmar a Neesa, diciendo que las consecuencias del ritual, quizá no fuesen como el hada imaginaba; quizá se abriesen las fronteras, hasta cierto punto, algo poco preocupante, al menos por el momento. Sin embargo, Neesa estaba determinada a acabar con la misión, así que Hyandora le preguntó, qué quería hacer para solucionar el asunto: la Emperatriz veía la luz interior de Neesa pugnando por emerger entre la oscuridad, e hizo saber a Neesa que los dioses le estaban brindando una oportunidad de lidiar con el asunto de la mejor manera posible. Descartados los mártires, Neesa optó por la vía de Taalia, y pidió a la Emperatriz dónde podría conseguir una Piedra de Poder Arcano, una de las dos condiciones que pedía la maga de Molcco para solucionar el asunto. Hyandora asintió, y señaló a un hombre a la salida del patio, diciendo que él se encargaría de proporcionar a Neesa lo que necesitaba. Además, antes de marchar, el hada también pidió permiso para conjurar en la ciudad, y del mismo modo, la Emperatriz dijo que aquel hombre lo haría posible.

Se despidieron, y Neesa se dirigió a aquel hombre de rostro amable pero recio, que la llevó a su despacho, para redactar los documentos que el hada necesitaba. Uno, sellado, para entregar a la archimaga Iratha Bul, para que proporcionase una Piedra de Poder Arcano, o al menos la manera de conseguir una; otro, junto con unas insignia de cobre, para que los compañeros pudiésemos conjurar en la ciudad.

Esto último fue motivo de gran alegría para todos cuando nos reunimos a la salida, pues por fin podíamos invocar a la magia nuestras protecciones y mejoras habituales, no sin antes depositar una fianza de mil monedas en una alcaldía o barracón. Lo primero no fue tan bien recibido, pues Neesa había solucionado sólo la mitad de una de los métodos, quedando en el aire el tema del servicio de un archimago. El grupo parecía un poco contrariado por la decisión de Neesa de no optar por el remedio que proponían los archimagos de N’Daleth, ya que algunos desconfiaban de que el contacto de Alix, la tal Taalia, fuera de fiar, pero a lo hecho, pecho, y habríamos de seguir por ese camino.

En Molcco, mientras tanto, Alix, con su capa de Embajador Imperial, intentó hablar con el tipo que entraba y salía de la casa con una escolta, pero aquel hombre negaba conocer a nadie llamada Taalia, y se mostró un tanto incómodo con las preguntas del chico. Alix, frustrado, se fue del lugar y tomó un dromedario para salir de la ciudad. Al poco, Tenar, ya con permiso para utilizar su magia, contactó con él, y mediante teletransportes, fue a buscarlo y lo trajo a Palacio de Marfil, desde donde, una vez reunidos, habríamos de partir de nuevo a N’Daleth, para hacer valer el documento dirigido a Iratha Bul, que Neesa había conseguido.

¿Será suficiente la ayuda de la Emperatriz para completar nuestra misión?

Acérquense, damas y caballeros, acérquense a este humilde bardo, para escuchar una nueva historia, acérquense para escuchar cómo me uní a un grupo, cuanto menos, peculiar...

Sesión XXXI. La solución arcana

En nuestro periplo por tierras de N’Daleth, decidimos visitar los astilleros, pues Tenar tenía curiosidad por ver cómo trabajaban sus congéneres. Voto a Ebandarion que los elfos lo hacían de manera mucho más ordenada de lo que suele ser habitual en la fabricación de barcos, e incluso las órdenes de los capataces a los obreros sonaban firmes pero suaves, y ni siquiera había el griterío acostumbrado. A la vista de las naves, Tenar comentó que le gustaría hacerse con una, para ir a hacer una visita a nuestros “amigos” piratas, y poder recuperar el dinero que nos estafaron.

Tras ello, nos fuimos a hacer compras por la ciudad, sobre todo en cuanto indumentaria. Voto a Finnalis, que el sol de este continente era realmente de justicia, y las temperaturas rozaban lo insoportable. Sin embargo, como era lógico, los nativos tenían maneras de combatir el clima, y unas cuantas prendas confeccionadas con plumas de roc y grasas especiales, hicieron que incluso se pudiese respirar.

Al tiempo que realizábamos estas adquisiciones, Tenar y Naltiria charlaban acerca de Alvión, una suerte de demonio poderoso, que tenía por familiar nada menos que un dragón rojo. Parecía que este ser, de tremendo poder, había arrasado el centro de Re-Ionnae en su juventud, aunque más tarde, según Naltiria, recorría el camino de la redención cuando la muerte lo encontró. Voto a Barenna si la historia de este poderoso individuo no merecía al menos un par de canciones, aunque por desgracia este humilde bardo carecía de suficiente información para incorporarlas a su repertorio.

La archimaga procedió a buscar a su amigo, el enano Skribok, a quien con su magia logró ver por fin en una situación que no fuese dormido o en batalla. Ahorraré a vuestras mercedes detalles acerca de las actividades que realizaba el sacerdote de Ilfaath, baste decir que requería de toda su concentración y esfuerzo.

Nos reunimos al fin con el mítico enano, uno de los últimos de una especie abocada a la extinción. Como seguidor del dios que llora, Skribok estaba cubierto de cicatrices y lucía los símbolos de su dios en la armadura, que se veía de gran calidad pero tremendamente abollada y gastada. Escuchó este bardo cada palabra del enano con atención, testigo como era de una época que terminaba para los suyos, testimonio invaluable de su pueblo. Permítanme vuestras mercedes presentar el carboncillo que realicé del susodicho mientras charlaba con el grupo.

Voto a Mirryl que ha de escuchar el lamento de Skribok, tanto o más que Ilfaath, una antigua raza exterminada por la maldad de un demonio del que apenas supimos de su ansia de sangre y maldad. Sin embargo, Skribok hablaba como si no fuera consciente del peso sobre sus hombros por ser uno de los últimos de su raza, y con camaradería, pidió a Naltiria que le pusiera al día de lo que sucedía en Athanae. La archimaga así lo hizo, informando al sacerdote del avance de la guerra entre Athanae y Hiranae y la desaparición de Taneo. Tras ello, fue Skribok quien contó brevemente los avances de la guerra en el sur contra los invasores septennitas, y el trabajo que estaba costando retomar el territorio perdido. Aunque el enano se mostraba ufano con su fuerza, y aseguraba aniquilar debiluchos demonios a cientos cada día, lo cierto es que de sus palabras se desprendía que la guerra estaba costando tremendos esfuerzos, y los progresos eran lentos y escasos. Por fin llegó, tras este prólogo, el meollo de la conversación: Skribok deseaba saber qué tal le iba a Naltiria y su grupo en la búsqueda de los míticos Tomos de Poder, y se mostró tremendamente decepcionado al saber que el grupo sólo había tenido acceso a uno, y además, no había logrado descifrarlo. Con severidad, Skribok nos encomendó regresar a la torre de Mhara, y terminar lo que dejase el grupo empezado, épica aventura que, voto a Rezhias, este servidor no llegó a vivir.

Tras esto, la archimaga de la desaparecida ciudad de Taneo, contó al enano el asunto que nos había traído a Re-Ionnae, el ritual de Voccisor y la posible apertura de fronteras. Ya en privado, Naltiria reconoció ante Skribok que no tenía apenas margen de acción, pues la Emperatriz Anne la tenía cogida por los… ovarios, y debía obedecerla si quería seguir con vida. El enano se mostró nuevamente decepcionado, en plan abuelo cascarrabias, con un típico “te lo dije” y lamentándose de que la humana no hubiese hecho caso de sus consejos de alejarse de ella. Sin embargo Naltiria tenía la esperanza de poder desenmascarar a la Emperatriz de Athanae, pues según ella no era quien decía ser. Pero para demostrarlo, necesitaría la ayuda de Arduin u Odeska, aventureros que trabajaron para Anne cuando apenas era una baronesa. Al Emperador consorte era prácticamente imposible acceder, ocupado como estaba por sus obligaciones en la guerra. Así que la esperanza de Naltiria pasaba por la otra superviviente de aquel grupo. Voto a Fortunna que estábamos de suerte, pues Skribok la conocía, y pudo darnos una dirección donde localizarla en la ciudad de Palacio de Marfil.

Naltiria puso en conocimiento de Skribok también, que Allanon de Tyrsail había sido visto vivo, y al enano esto pareció preocuparle. Temía que si los artefactos caían en manos del antiguo rey, pudiese desencadenar eventos terribles.

Tenar preguntó si, ya que parecía ser que la relación de Skribok y la Emperatriz Hyandora era más o menos cercana, podría quizá concertar una cita con ella. Negó el enano, aduciendo que la Emperatriz era mujer tremendamente ocupada, y era prácticamente imposible acceder a ella si no era mediante la cola de peticionarios de Palacio de Marfil, donde Neesa continuaba guardando turno. Nos dio un nombre, Holgen, que quizá pudiera ayudarnos a llegar antes a la Emperatriz.

Antes de partir en busca de Odeska, Skribok volvió a insistir, ya en público, en la necesidad de dejar de lado misiones sin sentido y embarcarse en la búsqueda de los Tomos y los Artefactos. Sin embargo Tenar, con su habitual socarronería, se burló de que si tan importante fuera, el mismo Skribok dejaría de apoyar a Hyandora en la guerra contra Septennae y dedicaría sus esfuerzos a la empresa de los Tomos. El enano se mostró un tanto molesto por el comentario, y dijo algo así como que “no podía” hacerlo, aludiendo a intentos fallidos pasados que Naltiria debía conocer.

Junto a Skribok, un samurái humano asistía a la conversación, sin apenas meter baza. Se trataba de Kenshi, del dragón verde, que se limitó a preguntar acerca de la aventura de la Torre de Mhara, y a advertirnos del peligro de trabajar para Anne Von Xavras, ya que debía conocerla.

Tras las despedidas correspondientes, nos retiramos a descansar, y al día siguiente, nos dirigimos a la torre de hechicería, donde Iratha Bul nos aguardaba para comunicarnos que los archimagos de N’Daleth estaban dispuestos a ayudarnos… a cambio de seis millones de monedas. Según la archimaga, el método era limpio y rápido, completamente arcano y ajeno a la religión. No obstante, nuestras cuentas no cuadraban, pues aunque disponíamos de algo más de dos millones que sobrasen de la misión de los piratas del Mar Escarlata, no teníamos, en principio, de dónde sacar el resto… salvo que se lo pidiéramos a la Emperatriz Anne. Agradecidos por la propuesta, nos despedimos de Iratha Bul, con promesa de dar respuesta a su oferta tan pronto supiéramos si podíamos disponer de esa suma.

Nuestros pasos nos llevaron de vuelta a Palacio de Marfil, o a sus afueras para ser más exactos, pues como vuestras mercedes saben, Naltiria no podía poner pie en la ciudad. Nos encargó la archimaga que fuéramos a la dirección proporcionada por Skribok, donde habríamos, supuestamente, de encontrar a Odeska. Si pudiera ser, Naltiria deseaba entrevistarse con la ex-aventurera, y por tanto, sería bueno que aceptara salir de la ciudad para verse. De no ser así, tendríamos que preguntarla acerca de sus aventuras con Arduin, más concretamente de una de ellas que les llevó a unas cuevas denominadas Urpilar en busca de un cetro o bastón: ¿Qué o a quién encontraron allí? ¿Salió todo bien?

La dirección resultó estar cerca del mismo Palacio de Hyandora, y Tenar, para ganar tiempo, utilizó sus alas para llegar antes, sobrevolando la ciudad. Llamó a la puerta de la casa y una mujer humana abrió la puerta, pero puedo asegurar a vuestras mercedes que no se trataba de la mujer más simpática que se hayan echado a la cara. No estaba dispuesta a colaborar bajo ningún concepto, además de mostrarse escéptica ante las noticias de Tenar acerca de que Arduin ahora era el marido de Anne, y por tanto, Emperador consorte de Athanae. Tras la insistencia de Tenar, accedió a verse con Naltiria en las afueras… si la alta elfa primero se comía su símbolo sagrado de Hedenoth, cosa que nuestra compañera no tuvo otra opción que rechazar, a lo que Odeska sentenció, que si alguien quería hacerle preguntas, fuera a verla en persona.

Después de este pequeño fracaso, el grupo se encaminó a la cola de peticionarios, en busca de Neesa. La encontramos poco después, y le contamos las novedades. La única manera de saltarse la cola parecía ser, según Skribok, un tal Holgen, sacerdote de Ilfaath. El nombre pareció sentarle al hada como una patada en el estómago, y aunque trató de disimularlo, notamos que algo había cambiado en su rostro violáceo. Parecía el hada ansiosa de que el tal Holgen aceptase sacrificarse en el ritual, pues cuando le contamos acerca de la solución arcana propuesta por Iratha Bul, no pareció muy contenta.

¿Qué sucederá a continuación, querido público? ¿Optará el grupo por la solución religiosa, o por el contrario, removerá cada piedra de Re-Ionnae en busca del dinero que nos permita llevar a cabo la versión arcana?