Hace mucho tiempo...

Barrios Bajos de Coruscant, hace 43 años.

John y Joe se dirigen a una cabina de comunicaciones pública. Sólo John entra, mientras Joe monta guardia fuera. Mira nervioso a un lado y a otro.

En el holoproyector de la cabina, mientras tanto, se dibuja la imagen encapuchada de un humano, o al menos humanoide.
- Dime, John.
- Maestro, esperamos instrucciones.
- Antes, os quiero felicitar por la misión en Alderaan. Tan épica, tan dramática. Esos dos serán víctimas fáciles. Sobre todo Amy. Él parece más… íntegro.
- Gracias, Maestro. Tal y como pedisteis.
- Bien. Aseguraos de que Jei-Kwan elige al joven Xaharilyan como padawan. Procurad al joven una educación, un tanto, atenta. Que destaque por encima de los demás estudiantes, pero no tanto como para ser considerado una eminencia. No queremos que otro maestro lo escoja. Que Jei-Kwan esté siempre informado de los progresos de Xaharilyan, pero sed cautos. No ha de sospechar.
- Sí, maestro.
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Templo Jedi, hace 32 años.

- John, Joe, tenéis una llamada. Me parece que es uno de vuestros captadores.
- Estupendo, quizá hayan encontrado una nueva promesa.
Ambos se dirigen hacia una cabina de comunicaciones y la siniestra figura encapuchada aparece después de un minuto, en el que Joe manipula el teclado del terminal, para asegurarse la privacidad de la conversación.
- Ha llegado la hora. Haced que Jei-Kwan y su padawan sean enviados de misión a Tattooine. Sheryl está preparada. Apenas ponga pie sobre el planeta, estoy seguro de que no tendrá dudas.
- Sí, maestro. Le enviaremos tan pronto sea posible.
- Bien – una sonrisa maliciosa se dibuja en el holograma azulado – tal y como yo planeé.
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Consejo Jedi, una semana después.

- Maestro Yoda, he de tomar a Sheryl como mi nueva padawan. Es la voluntad de la Fuerza. No me cabe la menor duda. Lo… percibo.
- Tomar dos padawan, no puedes, maestro Jei-Kwan.
- Lo sé, maestro – la mirada se desvía hacia el suelo y le invade una gran pesadumbre- Por eso he decidido dejar de entrenar a Xaharilyan. Él… no está destinado a mí.
Un murmullo recorre el consejo. Los ojos del padawan, presente al lado de su maestro, están abiertos como platos, y se tornan llorosos.
Interviene Qwael.
- No puedes abandonar el entrenamiento de tu padawan. No fue eso lo que yo te enseñé.
- Maestro, lo siento, pero debo cumplir la voluntad de la Fuerza… Sheryl debe convertirse en Jedi. Lo presiento.
- Pero no debes sacrificar a Xaharilyan en el proceso. Algún otro maestro puede hacerse cargo de la joven.
- ¿Quién? Tiene 12 años. Es mayor. Nadie la tomará bajo su cargo… ¿Lo haría usted, Maestro?
- ¿Yo? – Qwael se sobresalta ligeramente, sorprendido- Yo soy demasiado mayor, mi querido aprendiz…
- ¡Por favor, Maestro! Hágalo como favor personal. Confíe en mí.
Qwael medita por un momento. Mira a Yoda, que asiente.
- Está bien, yo tomaré a la joven Sheryl como aprendiz padawan.
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Barrios bajos de Coruscant, hace 22 años.

La imagen holográfica de la figura encapuchada se materializa en la cabina pública, pero hay muchas interferencias y aunque el sonido es bueno, la imagen no termina de definirse.
- ¿Sí, John?
- Maestro, Sheryl… ha muerto. Su última misión salió mal.
- Un pequeño contratiempo… Por suerte Amy McIntire ya está infiltrada, siempre hay que tener una segunda baza preparada. No os preocupéis; todo puede seguir el curso previsto.
- Bien, Maestro.
- De todas formas, prestaremos especial atención al padawan de la muchacha. ¿Xavier, se llama? Echadle un ojo.
- Xaharilyan lo va a tomar a su cargo.
- Excelente. Todo se ajusta a lo previsto…
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Templo Jedi, hoy.

- John y Joe Mason, se os acusa de alta traición al consejo, la orden Jedi y la República – la voz profunda del Maestro Windu resuena metálica a través de su holograma- ¿Cómo os declaráis?
Ambos permanecen callados, con las esposas puestas y la mirada perdida en el paisaje de Coruscant.
- Muy bien. En ese caso, por nuestra parte- mientras hace un gesto con el brazo que abarca todo el consejo- quedáis expulsados de la Orden. Que la Justicia ordinaria decida vuestro castigo por los crímenes que habeis cometido. Qui-Gonn, Plo-Koon, llevadles ante el senado de la República.
- Sí, maestro.