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Sesión XXX. Cómo evitar sacrificios innecesarios (o no)

Finalmente, y tras las aventuras y desventuras para llegar hasta aquí, nos reunimos con Malik Fah, que nos recibió con genuina curiosidad acerca de la historia que nos llevaba ante él. Tenar relató el resumen acerca del ritual acaecido en las afueras de Castiglia, con todo el asunto de Voccisor y su profecía sobre la apertura de fronteras y demás. A pesar de que saltaba a la vista que nuestro interlocutor era ciego, pues se había mutilado los ojos, dirigía su rostro hacia quien hablaba, y sentimos que nos escrutaba más allá de nuestros rostros y cuerpos. No así, como se daría cuenta Tenar, con Naltiria, ya que cada vez que la archimaga hablaba, Malik Fah no sabía muy bien dónde ubicarla. Lo mismo le sucedía con la piedra Conducto que Tenar le presentaba, ya que deseaba Malik examinarla. La tanteaba como un genuino ciego, todo lo contrario de lo que pareciese que sucedía con las personas.

Malik Fah aseveró estar familiarizado con los rituales como el que describíamos. Había sido testigo de alguno en el pasado, y habitualmente, tenían éxito parcial en lo que buscaban los cultistas que los realizaban. Es decir, que estaba seguro de que algo de lo que Voccisor aseguraba que pasaría, efectivamente era probable que pasase, pero no todo ello, ni de la manera que relataba el avatar de Idhaal. Estaba convencido el señor Fah que Voccisor ocultaba información, información que le convienía ocultar para beneficiarse del resultado. Tenar inquirió al seguidor del dios ciego, si no conocería quizá un remedio al asunto que no requiriera de sacrificios, a lo que respondió que, él en concreto, no. Eso, por supuesto, no quería decir que no existiese alternativa, y nos sugirió que preguntáramos en N’Daleth, ciudad que posía un alto número de torres de hechicería; quizá los archimagos tuvieran conocimiento de algún otro método.

Este humilde bardo, ante la posibilidad de que finalmente hubiera que recurrir al ritual, cuestionó a Malik Fah acerca de qué podría significar “esperar” siete veces, algo que no quedaba nada claro en el texto que teníamos. Malik Fah sonrió satisfecho, y nos informó que el significado de “esperar” pudo haber variado con el tiempo, siendo que probablemente, significase “saludar”, que venía siendo besar el suelo y realizar la genuflexión de Ilfaath, siete veces cada cosa, por supuesto.

Alix continuaba enfadado con todo el asunto, viendo que cada vez parecía más probable que hubiera que optar por el ritual; cuando salió este tema, aprovechó Malik Fah para echarnos en cara, como hiciera a su vez el sacerdote del templo de Palacio de Marfil, que con qué autoridad podíamos pedir a siete mártires que se sacrificaran por una causa que les era completamente ajena, si nosotros mismos no estábamos dispuestos a hacerlo. En ese momento, para sorpresa de no pocos, Tenar se ofreció para ser parte del ritual, si no quedase otro remedio, por considerarse obligada por su deber. Tisaia, por su parte, que tiene una manera de ver la vida un tanto más sencilla, opinaba que ya que la Emperatriz Hyandora es prácticamente una encarnación de Ilfaath, como favor entre emperatrices, podría acabar con el asunto sin tanto rito.

Mientras discutíamos estas y otras opciones, salimos de la tienda de Malik Fah, con algunas respuestas y nuevas preguntas. Alix y Naltiria iniciaron una conversación privada, en la que la archimaga se ofreció a acompañar a Alix a ver a Taalia como archimaga candidata a ofrecer el servicio que Taalia requieriese. Alix no estaba muy convencido, pues eso era sólo una de las dos exigencias de la elfa. Naltiria cuestionó al muchacho acerca de si tenía alguna sospecha del servicio que pudiera desear Taalia de un archimago cosa que Alix ignoraba, pero se mostraba convencido de que sería algo a largo plazo. Naltiria trató de calmar al chico: Si ella no podía ofrecer el servicio, era probable que conociese a alguien que pudiera hacerlo. También dijo que en el tema de conseguir la piedra de poder arcano, malo sería si entre ella, Tenar y Neesa, las tres usuarias y estudiosas de la magia arcana, no pudieran ponerse en la pista de alguna. Sin embargo, tras la conversación, decidieron que aun no era el momento de visitar a Taalia, y Alix, convencido de sus capacidades de subterfugio, iba a investigar a la elfa para asegurarse de que era de fiar. Infiltrado en Molcco, intentaría de averiguar quién era Talia, y de qué tipo de persona se trataba. Se dieron dos días, momento en el que se reunirían para decidir si iban al encuentro de la elfa. Antes de separarse, Naltiria tendió a Alix una estatuilla con su efigie, para que en caso de emergencia, la estrellara contra el suelo, teleportándose al lado de la archimaga como última opción.

Con Alix ocupado en Molcco, los demás nos encaminamos a N’Daleth, siguiendo el consejo de Malik Fah, con la esperanza de hallar una solución que no conllevara sacrificios innecesarios. Mientras nos dirigíamos a la primera e imponente torre, Naltiria preguntó a Tenar acerca de si estaba realmente dispuesta a sacrificarse en el ritual, a lo que la elfa reincidió, que como última opción, y a pesar de tener muchos asuntos pendientes, estaría dispuesta a cumplir con su obligación. Naltiria, con visible sorpresa en el rostro, alabó la determinación de la seguidora de Hedenoth, pero confesó que preferiría que no lo hiciese, pues había objetivos más elevados que nos aguardaban tras esta misión. Hacía tiempo que no salía el tema, pero la archimaga volvió a utilizar el argumento de los Tomos y Artefactos de Poder, que aguardaban a ser encontrados, o no. Tras una conversación de lo más interesante, en que Tenar abogaba por evitar que Tomos y Artefactos fuesen leídos y reclamados, respectivamente, convencida de que era mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer, Naltiria por su parte, estaba convencida de que poco a poco, más y más gente iría sabiendo de este asunto, y, no ahora ni quizá en muchos años, pero más tarde que temprano, será inevitable que fueran reclamados y llegase una nueva era. Un momento, el del cambio, en la que dónde esté cada cual podría ser crucial para la formación del nuevo mundo. Una formación, dijo Naltiria, en la que si de ella dependiese, no habría panteón, no habría seres con tanto poder como para poder traficar con almas ajenas y que coartaran tanto las decisiones mortales. Un nuevo orden en que los dioses no existieran.

Como quiera que fuera ese nuevo mundo, a este humilde bardo la sola idea de poder ser testigo del inicio de una nueva era, de poder documentar, cantar y contar al mundo el origen, el orden de las cosas, la esencia misma del mundo en que vivimos, sería la historia definitiva que mereciese ser contada y conocida por todos. Ser el autor de tal obra equivaldría a tener sin duda alguna, lugar entre los grandes nombres de todos los tiempos. El nombre de Matthieu Phillippe resonaría en los anales de… Pero me estoy dejando llevar por la emoción, querido público. Regresemos a nuestra historia.

Estábamos en que Naltiria decía que nadie merecía ostentar tanto poder como los dioses tenían. Expuso el caso práctico de un hombre, un amigo, al que conoció, con sus fallos y contradicciones, pero de buen fondo, siempre dispuesto a sacrificarse por sus amigos e ideales, que siempre luchó por un mundo mejor a pesar de sus cuestionables formas. Un hombre que ahora sufría castigo inmerecido por parte de los dioses, sólo por exponer una opinión del desagrado de estos, una opinión que además resultó ser cierta según Naltiria… Que su amigo estuviera sufriendo sólo por la voluntad de un ser que ostentaba tanto poder como para truncar la libertad de un mortal por ser conocedor de la verdad, era intolerable para la archimaga, que a medida que relataba esta historia, apretaba más y más los puños y la mandíbula, presa de una rabia contenida por mucho, por demasiado tiempo.

Tisaia parecía tremendamente aburrida por todos estos asuntos, y bostezaba ostensiblemente, en parte como reflejo, en parte provocado para enfatizar su indiferencia. La amazona no era mujer de palabra, si no de acción, y voto a Khayradín mismo que en ese momento la guerrera hubiese empalado a Naltiria para que se callara un rato, o al menos, eso reflejaba su rostro.

Entretanto, Alix, disfrazado como otra persona completamente distinta, entraba en Molcco con la documentación que le proporcionase Lidar Fah. Haciéndose pasar por un recién llegado a la ciudad, ayudó a los transeúntes de Molcco al tiempo que les sacaba información de forma casual acerca de la estructura de poder. ¿Quién mandaba en Molcco? Se enteró de que la ciudad estaba dividida en 9 alcaldías, en las que cada alcalde era señor de su territorio, y cada cierto tiempo se reunían, en lugares rotativos, para discutir políticas comunes a todos los distritos. Continuando con su tapadera, se dirigió el cazabrujas al quórum de Fortunna, lugar frecuentado por dichos alcaldes, por lo que se había enterado.

El resto del grupo, cuando concluyó la fascinante conversación anterior, nos hayamos frente a la primera de las torres de hechicería de la ciudad portuaria, donde seríamos recibidos por Iratha Bul. En su despacho perfectamente ordenado, hito extraño para un archimago, conocidos por ser tremendamente inteligentes pero también desastrados y díscolos, escuchó nuestro relato de boca de Naltiria, al tiempo que observaba el Conducto.

Se mostró dispuesto el archimago, una vez oída la situación, a ayudarnos, siempre y ciando pagásemos el precio por su asistencia. Lo primero que nos dijo, fue que no nos creyésemos las palabras de un ente traído por cultistas. Tras ello, dijo que le diéramos un día para reunirse con el resto de archimagos de la ciudad, y al día siguiente, nos daría esa ayuda prometida. Eso nos libraba a nosotros de tener que visitar ninguna otra torre, cosa que pensábamos, tendríamos que hacer.

Se nos hacía tarde, y tras encontrar una buena posada para descansar, dormimos aquellos que lo necesitábamos. Liberados del resto de visitas, un servidor decidió buscar un buen lugar para improvisar una actuación y recaudar algunas monedas, que nunca vienen mal. Mientras, Naltiria había encontrado uno de los anuncios de la archimaga Taalvarya n’Zeth, que estaba interesada en comprar libros antiguos y/o inéditos. Sacando de su mochila un viejo tomo dedicado a Fortunna, escrito por un tal Ferkko, se dirigió a dicha torre, convencida de que podría sacar beneficio por él en forma de ayuda para nuestra misión.

En Molcco, mientras tanto, Alix se había pasado el día apostado a la entrada de la mansión de Taalia, viendo quién entraba y salía de la misma. También tuvo que retirarse a descansar el muchacho, que optó por un establecimiento de baja calidad, y donde tuvo que soportar alguna interacción no deseada con algunos de sus compañeros de la sala común.

Una vez más, el sol despuntaba en el horizonte, y Naltiria visitó a la archimaga Taalvarya, que parecía interesada en el libro de Ferkko, pero no tanto como para ofrecer su aydua en el asunto de Voccisor. No obstante, informó al grupo acerca de una misión, de generosa recompensa, para la que buscaba aventureros, a saber: La archimaga estaba convencida de la existencia de una ciudad mítica, más allá del mundo mortal, de los planos conocidos, una ciudad paraíso y origen de magia. Si la encontrasen los aventureros y le informasen de su ubicación y forma de llegar, daría una gran compensación. Tomamos nota de tal misión, aunque se nos antojaba un tanto complicada, pero Naltiria se mostró sorprendida, pues la información que nos facilitó la archimaga de N’Daleth parecía coincidir con datos que la misma Naltiria conocía. Si dos archimagas tan distantes tenían tanta información común acerca de lo que parecía casi un mito, algo de verdad habría de haber en ello.

¿Seremos capaces de dar con una solución que no requiera vidas a cambio? ¿Entregaremos siete mártires a Ilfaath? ¿O quizá, dejaremos que el ritual del señor de los cuchillos llegue a término?

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Sesión XXIX. Re-Ionnae.

Lidar Fah y Alix salieron en dromedario de Palacio de Marfil, y con un gesto acostumbrado el nuevo amigo del cazabrujas teleportó a ambos a las afueras de la ciudad de Molcco. Una vez allí, Lidar se interesó por la influencia que el embajador imperial Alix tenía en Athanae. “No demasiada, trabajamos en equipo” contestó, cosa que no dejó muy convencido a Fah, que arguyó que no darían esa capa a cualquiera. Molcco parecía tener un ambiente enrarecido, y ya a la entrada, había un férreo control y registro de quien entraba y salía. No obstante, Lidar parecía conocer a los guardias, y saltándose la cola y la burocracia, pronto estaban dentro. “Cuéntame tus aventuras” insistió Lidar, muy interesado en su nuevo amigo. Mientras recorrían las calles de la ciudad, Alix iba contando a Lidar sus últimas misiones para la Emperatriz Anne, al tiempo que observó pancartas por todo Molcco con consignas un tanto… antiimperiales, con lemas como “¡Molcco Libre!” o “¡Imperio Opresor!”

La presencia de soldados por Molcco era intensa, siempre vestidos con los colores locales, y no los del Imperio. Investigó Alix el motivo de este descontento, enterándose que Molcco, ciudad próspera y rica, había sido, según sus habitantes, “abandonada” en momentos de necesidad, y oprimida por fuertes impuestos para financiar la guerra contra Septennae, una guerra que a los molccoríes les caía lejos y les parecía que no les involucraba. La Emperatriz Hyandora, otrora líder respetada y amada, no lo era tanto en esta parte del Imperio, que se sentía ajeno al conflicto en el sur.

Llegaron por fin a la posada “Amanecer Dorado” donde Lidar pidió a Alix que le esperase mientras movía sus hilos.

En Palacio de Marfil, Tisaia encontraba cada pocos minutos el fondo de su jarra de bebida, sólo para ordenar otra, y otra más. Cuando ya casi no se tenía en pie, intentó salir de la taberna dando tumbos, y apenas había dado unos tambaleantes pasos, la guardia de la ciudad acudió rauda a arrestar a la amazona, y llevarla a una cárcel expresamente ideada, por lo que se ve, para borrachos y mendigos.

Al tiempo que la amazona pasaba de esta manera el día, Tenar, Naltiria, Kalanthe y un servidor, tratamos de avanzar hacia el frente de batalla en el sur, con la esperanza de encontrar a Malik Fah o al enano Skribok. Sin embargo, llegar hasta la primera línea de combate, donde se suponía que podíamos encontrar a cualquiera de estos dos, no resultaba tan fácil como pareciera, y tras acercarnos todo lo posible con magia, comenzamos a atravesar la densa jungla, intentando llegar a Kamo, ciudad tomada por los septenitas, que Re-Ionnae estaba tratando de recuperar. Por fin comenzamos a encontrar algunos soldados, y llegamos a un campamento, donde Tenar se apresuró a preguntar por nuestros dos objetivos. Todos reconocían ambos nombres, pero nadie sabía ubicarlos. Mientras la seguidora de Hedenoth se informaba, Kalanthe, no lo creerán vuestras mercedes, comenzó a hablar acerca del fin del mundo, del apocalipsis inminente y de temas similares, al punto de desesperar a este pobre bardo. Oh, dioses, si ha de llegar el apocalipsis que Anthe predica, que llegue pronto y me lleve…

La poca información que logró Tenar colocaba a Malik y Skribok cerca de los Caballeros de la Mano de Ilfaath. en primera línea del sitio a la ciudad de Kamo. La noche se nos echó encima, y la elfa conjuró el habitual portal a la Magnífica Mansión que nos permitiría descansar.

En Palacio de Marfil continuaba Neesa, que socializaba con los peticionarios de la cola para solicitar audiencia con Hyandora. La cola avanzaba más lento de lo habitual, pues la mandataria estaba ocupada en las batallas del sur, y tenía poco tiempo de atender a sus súbditos en persona.

Amanecía un nuevo y caluroso día en Re-Ionnae, y Lidar fue a buscar a Alix a la posada donde le dejara la noche anterior. “Sígueme, he encontrado a alguien” dijo, presuroso. “Negociarás con ella, yo sólo soy en enlace que os ha unido” manifestó Lidar. Condujo al muchacho a través de Molcco hasta una lujosa mansión, y tras entrar, lo dejó esperando en un cómodo salón lleno de cojines, ricas cortinas bordadas en oro y exquisitas obras de arte colgadas en las paredes. Al poco llegó una elfa, vestida de manera sofisticada pero atrevida, y se presentó como Taalia. “Lidar me ha hablado de ti” comenzó, “y sé que buscas algo… difícil de encontrar”. La elfa pidió a Alix que contase de nuevo la historia del ritual con todo el detalle que fuera capaz de recordar, cosa que el chico hizo de la mejor manera que pudo. Alix no se resistió a mirar las pupilas de su anfitriona, de color aguamarina, que se movían y cambiaban como las mareas. El perfume de la elfa era completamente embriagador, dulce pero con un punto ácido, sin duda hecho con los aromas de las especias procedentes de Kanzale. A Alix se le trabó la lengua un par de veces, y la boca se le secaba por el olor de esta fragancia.

La elfa observaba y escuchaba, y aunque fingía indiferencia, Alix advirtió el interés en Taalia. Habitualmente, por los servicios que requería el muchacho, cobraría una pequeña fortuna. Sin embargo, dijo, estaba dispuesta a ayudarlo a cambio de una Piedra de Poder Arcano y los servicios de un archimago. Emplazó a Alix a conseguir estas dos cosas, y cuando las tuviera, a que regresara a ese mismo lugar para su solución. Alix exigió entonces que esa “solución” no conllevara muerte alguna. “En ocasiones, tendrás que defenderte de la muerte” contestó enigmática Taalia.

Salió Alix del lujoso salón, donde Lidar le esperaba. “Espero que la reunión haya sido provechosa” dijo, y tras la respuesta afirmativa de Alix, pasó al salón para entrevistarse con Taalia. Salió unos momentos después, y parecía contento. No tanto Alix, con la mosca tras la oreja. “Espero no ser un peón en un juego peligroso” confesó. “No, Alix, eres una oportunidad, una interesante oportunidad; Taalia te va a hacer un favor ahora, y yo se lo haré a Taalia más adelante. Quizá algún día yo necesite un favor, y tú me lo hagas. La mejor manera de ayudarse a uno mismo, es ayudar a los demás”

A la mañana siguiente, Tisaia pagó su multa por desorden público, y salió de la cárcel. Se encaminó a la posada, hambrienta, y allí encontró a Alix, recién regresado a Palacio de Marfil. Desayunaron juntos, y se pusieron al día de sus últimos movimientos. Alix volvió a enfadarse, pues se sentía tratado como un crío, y montó en cólera hasta el punto que el posadero hubo de llamarle la atención para que se calmara. Un poco más tranquilo, continuó diciendo que a pesar de las tremendas diferencias que le separaban del grupo, continuaba trabajando y remando a favor. Tisaia lo miraba anonadada, diciendo que nunca lo había tratado como tal.

Tenar, como cada mañana, intentó escudriñar a Alix por si le hubiese pasado algo, y al ver al chico en la posada con Tisaia, respiró tranquila y, mediante la magia, se comunicaron. Alix le contó a Tenar la necesidad de una Piedra de Poder Arcana y el archimago que le había pedido Taalia, y Tenar rió irónicamente al escuchar las peticiones del muchacho; esas piedras son muy valiosas y difíciles de encontrar, y los servicios de un archimago, no son baratos… El escepticismo de Tenar no desanimó a Alix, que continuaría agotando esa vía.

Tras comunicarse con Alix, continuamos Kalanthe, la elfa, Naltiria y un servidor el camino por la jungla guiados por Tenar. Una partida de demonios eructadores y hechiceros de Septennae nos interceptó, y sin mucho preámbulo trataron de atacarnos. Voto a Fortunna que nos fue favorable, y Naltiria logró sacarnos del desigual enfrentamiento ante un enemigo superior, teleportándonos lejos del alcance de los septennitas. Tenar soltó un suspiro de alivio, pues ante tres conjuradores, se veía sobrepasada. Utilizando magia, echamos a volar invisibles por encima de la selva, con la esperanza de acercarnos a Kamo. La alta elfa buscaba alguna línea de suministro, algún camino por el que los soldados reionnitas entrasen y saliesen del frente, aunque parecía, tras el fracaso en encontrarlo, que lo hacían a través de medios mágicos. Regresamos abatidos al último campamento donde Tenar tratase de encontrar a Malik o Skribok, y finalmente ubicamos al primero de ellos, aunque como es lógico, no era sencillo entrevistarse con él. Los soldados no permitían pasar a la zona de oficiales a unos extranjeros como nosotros, y Tenar trató de convencer a los guardias de la gravedad de nuestra misión. El guardia sólo pudo prometernos que intentaría hacer llegar nuestra petición a Malik Fah. No obstante, notamos que se mostraban inquietos por nuestra presencia, en especial por la de Anthe y Tenar. ¿Sería, quizá, por sus símbolos religiosos?

Al día siguiente, mientras Neesa continuaba conversando con sus compañeros de cola, Alix y Tisaia abandonaron Palacio de Marfil en dromedario, y al verlos en las afueras de la ciudad Tenar en su habitual escudriñamiento, usó su magia para ir a buscarlos y reunir al grupo, a falta del hada.

“Naltiria, necesito los servicios de un archimago…” comenzó Alix.

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Sesión XXVIII. Palacio de Marfil.

A las afueras de la impresionante Palacio de Marfil, Naltiria nos informa que no va a entrar en la ciudad, pues tiene “una conversación” pendiente con la Emperatriz Hyandora. Curiosa nuestra archimaga, con asuntos pendientes con emperatrices en uno y otro lado del océano.

Antes de proceder a entrar en la ciudad, Naltiria solicita un aparte con Neesa, y la confiesa que es la única en la que confía, ya que el resto del grupo, cambiamos a menudo, y Tenar… bueno, es Tenar. Encarga al hada buscar a Odeska, la cazabrujas del grupo de Arduin, para poder hacerle algunas preguntas. Por lo que sabe la humana, la tal Odeska no está en Athanae, y quizá tengamos más suerte en este continente.

El calor es asfixiante en Re-Ionnae. Un servidor decide quitarse algunas prendas para combatir la temperatura, y con ellas, se improvisa un turbante alrededor de la cabeza para evitar una insolación.

Al poco de entrar en la gigantesca ciudad, de edificios bajos pero que se extiende kilómetros en todas direcciones, nos encontramos ante la estatua del dios que llora, en el medio del camino, dividiendo este en dos, rodeando el monumento. Muchas de las gentes que entra en Palacio de Marfil se detiene a rezar delante de la imagen, otros, la rodean por un lado u otro, y nuestro grupo también ha de elegir por qué lado rodea la representación del dios. Cuando estamos decidiendo por qué costado entrar, comentando lo que cada cual sabe acerca de este lugar, Tenar repara en que, desde su misteriosa excursión en solitario, Neesa ya no viste ropas caras y joyas, si no que se cubre con unas humildes prendas, más propias de un mendigo… ¿ha tomado el hada voto de pobreza? Esperemos que no haya tomado también el de pureza, o será seria candidata al ritual… Como quiera que sea, cada cual toma el lado que le parece oportuno, y un servidor, tras mostrar respeto por el dios que llora frente a la estatua, toma el camino de la derecha.

La ciudad es de un tamaño difícil de describir; baste decir que tras preguntar por señas a los viandantes, descubrimos que llegar a la catedral de Ilfaath, situada más o menos cerca del centro, nos puede llevar un par de ¡días! caminando, de manera muy similar a lo que nos llevaría alcanzar el palacio imperial. Continuamos nuestras pesquisas para poder desplazarnos más rápidamente, y Tenar descubre que para conjurar en la ciudad, hace falta permiso de algún templo local o de las autoridades imperiales. Eso nos lleva a preguntar y descubrir que hay varios comerciantes locales que venden viajes en dromedario, que pueden reducir nuestros tiempos de viaje a pie aproximadamente a la mitad, y un poco más por un coste extra. Negocia la alta elfa un descuento, que Zimbad, el Simpático, acepta, y montamos estos animales de camino a la catedral de Ilfaath.

Voto a Oceronte que el viaje en estas monturas no es el más cómodo que los dioses hayan visto, y algunos de nosotros llegamos tan cansados como si hubiésemos caminado el trayecto. Sin embargo, sí que ahorramos tiempo, y nos plantamos a las puertas de la enorme catedral de Ilfaath, que no obstante, luce austera en comparación con los templos a los que estamos acostumbrados en Athanae.

Fue aquí donde Alix explotó. El muchacho no quería seguir con el plan de reclutar a los siete mártires para llevar a cabo el contrarritual, pues le parecía que no podíamos cambiar fanáticos por fanáticos, seguir el juego de los dioses y sus seguidores. Es comprensible el argumento de Alix, pero por el momento, no poseemos ninguna alternativa, así que debemos continuar con lo que tenemos. El muchacho no está de acuerdo, así que se va a buscar esa alternativa de la que carecemos.

Antes de continuar, y dado nuestro cansancio, decidimos buscar una posada, que nos lleva un buen rato encontrar. “La Carcasa de Ballena” está en otro barrio que el templo, pero es la que mejor se adapta a nuestro presupuesto.

Tras descansar adecuadamente, nos dirigimos a la catedral, donde nos recibe un sacerdote de Ilfaath, y tras convencerle de la gravedad del asunto, nos ofrece una pequeña capilla privada para exponerle el problema. Tras llamarnos hipócritas, no sin razón, pues estamos pidiendo a sacerdotes que no conocemos que se sacrifiquen por un problema que ni siquiera acaece en este continente. El clérigo se muestra furioso con Voccisor, y exige abrir la caja de ébano para verse cara a cara con el avatar. Sin embargo, cuando abrimos la tapa, el Conducto parece no irradiar magia ninguna, y el locuaz lugarteniente de Idhaal no se presenta. Puede deberse, a que estemos en el templo de su dios némesis, pero Tenar parece más pesimista, y opina que al meter la piedra en la caja de ébano, el vínculo interdimensional se ha roto definitivamente, desencadenando terribles consecuencias, mirando acusadoramente a Tisaia, que se encoge de hombros. Intenta Neesa con su magia ilustrar al clérigo acerca del aspecto y discurso del avatar, pero su intento, un tanto peculiar, de hacerlo mediante una narración en verso y con cadencia musical, desespera a Tenar. Decidimos salir de la catedral.

Entretanto, Alix se mueve por el quórum de Fortunna de la ciudad capitalina, en busca de alternativas a nuestro plan. Allí, tras preguntar e investigar, contacta con Lidar Fah, que parece compartir con Alix profesión y vocación. El muchacho parece frustrado, pues su interlocutor, quince años mayor, aun busca quién es y el sentido a su vida, algo que parece inquietar a Alix. Si ese hombre no lo ha encontrado en ese tiempo, ¿cuánto pasará hasta que él lo logre? Alix pide ayuda a Lidar con nuestro problema con Voccisor, ya que ve que el mundo puede llegar a su fin, al menos tal y como lo entendemos. El señor Fah se ofrece a buscar ayuda, entablando contactos con sus conocidos… si Alix está dispuesto a pagar el precio.

Tras ello el muchacho se llega al templo del que en ese momento salimos un tanto cabizbajos por el resultado de nuestro encuentro con el sacerdote de Ilfaath y su acusación fundada. Ha encontrado esa alternativa que necesitamos, y se va a dedicar a investigarla. Se despide del grupo, con especial cariño hacia Tenar, “lo más parecido a una madre” que ha tenido, y quedamos en caso de que logre avances en su empeño, en darnos recado en la posada donde nos hospedamos, pues al no poder conjurar, nuestro vínculo telepático no está activo.

Neesa desea audiencia en el palacio, así que allí encamina sus pasos, o debería decir, aleteos, para encontrarse con una cola de peticionarios que, por lo que logra averiguar, puede ser de incluso semanas. Intenta el hada negociar con quienes hacen cola, tratando de adelantar algunos puestos dada la urgencia de su consulta, aunque la mayoría de gentes, con buenos modales, intentan que respete el orden de cola.

Y en esas nos encontramos, querido público, en medio del gentío, del calor, del sol de justicia, con Alix haciendo la guerra por su cuenta, y los demás tratando de encontrar a siete voluntarios para que deshagan el mal que otros, allende el océano, llamaron con sus vidas...

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Sesión XXVII. En busca del contrarritual.


El cadáver de Matías Kocicz, segundo del templo de Finnalis en Taneo, se balanceaba lentamente al compás del ligero viento, con expresión abotargada, colgando de la soga que, según todos los indicios, él mismo había preparado. El grupo, a su alrededor, escuchando el incesante parloteo de Voccisor, intentaba hilar ideas de qué hacer a continuación. Neesa descolgó el cuerpo con todo el cuidado del que fue capaz, y aprovechando una oquedad cercana en el suelo, procedió a sepultarlo. Utilizando su magia, tomó una rama y le dio forma de balanza, colocándola sobre la improvisada tumba. Según nuestros conocimientos religiosos, llegado el día en que tuviera que responder ante Finnalis, es posible que tuviera poca defensa. Incluso aunque fuera verdad la versión que el hada pudo ver a través de sus conjuros, de los hechos, en los que Matías se sacrificaba para no seguir cometiendo asesinatos, el suicidio era algo muy mal visto entre los seguidores del dios de la justicia. De hecho, llamaba la atención de Naltiria este hecho, poniendo en duda los hechos que veía Neesa en su conjuro, y llegando a pensar que estuviera manipulada por Voccisor.

De repente, la voz de Voccisor se apagó, y es que Tisaia, harta de las palabras del avatar, había tomado el Conducto y lo había metido en la caja de ébano de Naltiria, aislante de magia. Eso hizo que el avatar no pudiera materializarse en el mundo mortal, al menos mientras la caja permaneciese cerrada.

Mientras ayudábamos a Neesa a cubrir de tierra la tumba del malogrado sacerdote, Alix tomó sus pertenencias, evaluándolas. Aun con dudas acerca de lo acontecido, y de cómo proceder a continuación, Anthe comulgó con su dios, de quien obtuvo algunas respuestas, pero no la que buscábamos, que no era otra que, ¿cómo deshacer el ritual que había iniciado todo esto? Naltiria sugirió buscar a un demonologista, oscuros magos habituados a los rituales de convocación de entes interdimensionales, pero este tipo de conocimientos está prohibido y perseguido, así que no iba a ser tarea fácil encontrar a uno. Voto a Oceronte, que debemos encontrar a alguien que sea capaz de revertir este asunto… Dice la archimaga que quizá sepa de alguien… en Re-Ionnae.

De repente, a un servidor se le ocurrió una idea. ¿Y si en vez de recurrir a magia oscura para deshacer magia oscura, intentamos contrarrestar esa magia de muerte con magia de vida? ¿Quizá Shindalar, Vécnuvar? Los templos más cercanos de estas diosas se encontraban en la desaparecida Taneo, pero Naltiria sabe de uno a Cabellos de Fuego, en Castiglia, así que regresamos allí.

Hacemos noche en la capital del Imperio, y tras descansar, nos encaminamos al templo, donde nos recibe Cara Petrucci, suma sacerdotisa de la diosa de la belleza y el amor. Hermosa diosa, y hermosa fe, voto a Shindalar. Y hermosa sacerdotisa, cuyo fragante perfume embota mis sentidos… Me sobrepongo al embriagador ambiente del templo, en el que Alix parece incómodo, y en el que Anthe no es muy bien recibida, y me acerco a la madre Cara, a quien cuento nuestro problema. Parece, obviamente preocupada por la gravedad del asunto, y nos pide un día para mover sus contactos en busca de una solución.

Mientras esperamos a que la clériga haga su parte, Naltiria decide probar suerte en la torre de magia, donde es recibida, junto con su nueva aprendiz, Neesa, por el archimago Tadeo Bellucci. A pesar de que trata de disimular su preocupación por estos acontecimientos, se ofrece a buscar a un demonólogo a través de su red de contactos, pero no será barato. 250 000 piezas de oro para empezar, dice, pues se trata como he dicho ya, de información peligrosa e ilegal. Se despiden con ceremonia, y decidimos, que antes de invertir este oro, esperaremos a que Cara Petrucci nos informe de si hubiera otra solución.

Volvemos al templo de Shindalar a la mañana siguiente, en el que Naltiria, de nuevo, se niega a entrar. Cara nos relata, que gracias a los dioses, uno de sus colegas sacerdotes, en este caso de Ilfaath, ha encontrado un ritual, que invocará a un avatar del dios que llora, para contrarrestar el terrible mal que se avecina. Sería como sigue:

Siete mártires, que habrán pronunciado votos de pobreza y pureza. Uno de ellos dirigirá el ritual. Vestirá una túnica simple, de color rojo. Si utiliza cinto, será de color blanco, y no podrá cubrirse las rodillas. Se rezará siete veces, en el día siete, a la hora siete. Para preparar el ritual, se fabricará un círculo, en terreno consagrado, que se habrá limpiado reciamente; en el centro del círculo, se colocará el símbolo de Ilfaath, dos ojos cerrados, llorando sangre, bien grande. Se colocarán los ritualistas, alrededor de una mesa sencilla dispuesta a tal efecto, y común para todos los participantes en el ritual. El líder estará en el centro. En esta mesa, flores rojas, que no sean rosas ni estén relacionadas con el cortejo. También, velas blancas con llama de color rojo vivo, o por el contrario, velas rojas con llama blanca. Además, se dispondrá un incienso exótico, como por ejemplo, el de kanzale. En una copa humilde, vino tinto. También será preciso, disponer de una torta de pan.

El círculo que delimita el ritual, debe ser de polvos de heliotropo, en mayor medida, y de diamante y rubí, en menos cantidad. La segunda capa del círculo, será dibujada con la sangre de los mártires. El tercero y último, con sal y agua sagrada. Una vez completo este círculo, se pondrá el dedo pulgar derecho sobre los dedos corazón e índice, y, con los ojos cerrados, rezar las palabras, EEH NU RAH ZAY. Tras ello, apuntar con el pulgar hacia el extremo del círculo, se dibujará un círculo en el aire, para invocar a Inmolattur, avatar de Ilfaath. Al tiempo que se completa el círculo, se terminará también el rezo. Después, se arrodillará el líder delante de la mesa, y con el símbolo a la espalda, encenderá las velas y el incienso. Todos los demás, con las flores a su alrededor. Cada uno, rezará algunos versículos de la biblia de Ilfaath, y tras ello, recitarán una oración de 7 versos, con rima consonante trenzada, y de cosecha propia. Al final de esto, tomará el líder la torta de pan, ofrecerá un trozo a los cielos, comerá otro, y hará lo mismo con el vino, dejando exactamente la mitad de cada cosa. Todos los demás lo repetirán. Se esperará siete veces (?) la aparición del ente buscado. Si el ritual no tiene éxito, todo habrá de ser limpiado en orden inverso, minuciosamente. Todos los mártires han de morir en el ritual, sacrificándose por la llegada de Inmolattur.

Tras relatarnos el intrincado ritual, agradezco la ayuda de la sacerdotisa, y salimos del templo, aun procesando todos los pasos a seguir; sólo tenemos dos oportunidades, pues estamos a día 8 de Maddussander, y quedan dos meses para la fecha señalada por Voccisor como límite.

Poco después, Alix nos informa telepáticamente que Kalanthe ha sido encerrada en prisión, probablemente por alterar el orden público, cosa que saben vuestras mercedes, se le da bien a la clériga de Rezhias. Nos dice el muchacho que va a tratar de sacarla de su encierro. Paga Alix la fianza de la sacerdotisa, no sin antes tener un… enfrentamiento con el carcelero, que no termina de creerse que el chico sea embajador imperial, como muestra su capa; le acusan de haberla robado, y tras una acalorada conversación, que está a punto de dar con los huesos de Alix en la cárcel, finalmente logra convencer al guardia de su estatus, y se va con Kalanthe, que parece muy agradecida.

Vistas las opciones, parece que la del ritual es la más viable, así que Naltiria nos informa que no recuerda ningún templo de Ilfaath en Athanae. Sin embargo, en Re-Ionnae es la deidad tutelar, con lo que muy probablemente, haya muchos seguidores dispuestos a tomar parte en el ritual. Utilizando su bastón, por primera vez en un tiempo, golpea el suelo, aparece un portal, que nos deja a las afueras de la impresionante ciudad de Palacio de Marfil. En cuanto entra en el sureño continente, la archimaga contacta con Skribook, que está luchando en la guerra que libra Re-Ionnae con Septennae, y quedan de verse en cuanto el enano tenga un respiro de la batalla.

Miramos hacia la impresionante urbe de blanco nacarado, que se alza orgullosa frente a nosotros, mientras pensamos, qué discurso utilizaremos para reclutar a los siete mártires que han de sacrificarse, para evitar que la profecía de Voccisor llegue a término...

Acérquense, damas y caballeros, acérquense a este humilde bardo, para escuchar una nueva historia, acérquense para escuchar cómo me uní a un grupo, cuanto menos, peculiar...

Sesión XXVI. Duelo y paso adelante.

Julie Noir parecía entre exhausta y satisfecha, como después de un buen revolcón. Se acercó a Naltiria, y con malicia en los ojos, preguntó a la maga, por qué la Emperatriz la había elegido a ella para encabezar al ritual. Todos los demás participantes parecían dispuestos, incluso deseosos, de hacerlo, hasta el punto de que se muestra celosa de las cicatrices en forma de runa maldita que adornan las manos de Naltiria. Todo lo contrario la antigua archimaga de Taneo, que aun tenía la mirada perdida, intentando procesar la experiencia que acababa de vivir. Jolie, sin embargo, lamentaba la pérdida del arma, que hubiese querido utilizar en más ocasiones. El contraste entre ambas conjuradoras es evidente, pues Naltiria quiere que la guerra acabe cuanto antes, sin más muertes innecesarias. Finalizada la conversación, se encamina la maga a informar a la Emperatriz del resultado de la misión.

Entretanto, Neesa viaja a Zhargosh, más concretamente a Tolina, un pequeño pueblo pesquero, donde visita el templo local de Khalah. Templo del que hace tiempo saliera de aventuras Alexander, antiguo compañero del hada, que murió a manos de Holgen, el semiorco, miembro del Coro Cegado. Allí, Neesa dedica una ofrenda de fragantes flores al recuerdo de su amigo, de su amante, y confiesa que nunca llegó a enseñarle su verdadero rostro. Se lo muestra ahora mientras pronuncia su plegaria, y promete vengar su muerte, pidiéndole fuerzas a su compañero caído. Dona sus objetos y hace voto solemne de cumplir tal empresa. Abandona tras ello el templo, tarareando la canción de cuna que Kaito y un servidor la ayudaron a recordar a bordo de La Aguja de Plata.

Naltiria llega a Zit, donde ha de reunirse con Anne Von Xavras. Antes de pasar a su audiencia, la archimaga se detiene y rompe en llanto, incluso vomita, abrumada por la destrucción causada en su antiguo hogar. Tras recuperar un poco la compostura, se ajusta los ropajes y entra en la sala donde aguarda la Emperatriz de todo Athanae, que aguarda las noticias junto a su protegida X’Valla. Intercambian la drow y la humana miradas de odio mutuo, pero las palabras son para Anne. Narra Naltiria con todo el detalle que es capaz, el ritual acaecido en Taneo, y las consecuencias, y en el rostro de Anne se dibuja media sonrisa de victoria. “¿Ha empezado el fin de la guerra, majestad?” pregunta Naltiria, con un ápice de esperanza en la voz, pero la Emperatriz no parece tan optimista. “La guerra acaba de empezar” espeta, ya que los Dragones, arguye, tal y como corresponde a su temperamento, no se detendrán, aún más, este golpe les empujará a una mayor determinación. La mandataria está convencida de que se abrirán nuevos frentes, de los que parece estar dispuesta a confiar alguno a Naltiria y sus Caminantes sin Rostro, a tenor del éxito en la reciente batalla. La archimaga, que primeramente ha empezado la entrevista con su habitual rostro disfrazado de indiferencia, finalmente relaja su expresión, y se muestra servil: “Haré todo lo que la Emperatriz desee”, dice. Anne se muestra sorprendida, aunque agradecida, por ver a su interlocutora con actitud tan voluntariosa. Le pide ahora que le cuente más, que le dé detalles acerca de la experiencia vital que le ha supuesto el ritual de Taneo. Recupera el rostro neutral Naltiria, que afirma que ya llorará más adelante las víctimas de la ciudad allionita. Ahora es consciente de que existen objetivos más elevados, más importantes. Galidarian se hubiese sacrificado, una vez por cada víctima en la milenaria ciudad destruida, pero de la alta elfa, nada queda, asegura. Entonces, continúa Anne, ya sabes lo que eres ahora: una supervivivente, como yo. La dignataria quiere saber acerca de lo que Naltiria desearía hacer a continuación. Tras varios rodeos, reconoce que reconstruir Taneo, y su torre, pero entiende que habrá otros asuntos de mayor importancia. Una vez satisfecha la curiosidad de la Emperatriz es momento de satisfacer la de Naltiria. ¿Por qué Anne ignora la búsqueda de los Artefactos de Poder, si es consciente de las consecuencias que tendría su reclamación? Anne sonríe, y cuestiona a Naltiria acerca de qué le ha sucedido a todo aquel que ha emprendido dicha búsqueda. El rey Meghren, caído en desgracia, y asesinado por sus propios aliados; el rey Allanon, desaparecido y defenestrado igualmente; incluso Fenris, que ha logrado ascender al Olimpo, ha fracasado, pues en cuanto comenzó a resultar molesto, los dioses impidieron que continuase con su misión. Si la mismísima Hyandora se opone a esta búsqueda, no será Anne la que dude de las razones de la Santa Emperatriz de Re-Ionnae. Incluso siendo portadora de uno de ellos, es muy probable que no lo lleve por propia voluntad. ¿Por qué los buscas tú, Naltiria?, se pregunta la Emperatriz. ¿Para cambiar el orden establecido, para alejar a los dioses y sus seguidores de su influencia? Buscarlos es, para Anne, facilitarle el trabajo a los dioses que los anhelan, haciéndolos más accesibles a sus manos. Lo único que podemos decidir, es precisamente, cuánto involucramos a los dioses en este asunto, y Anne aboga por no hacerlo en absoluto.

Una vez aclarado este punto, la conquistadora asegura que la reconstrucción de la torre llegará, a su debido tiempo, y Naltiria volverá a tener estatus de archimaga. Naltiria, más humilde que de costumbre, lanza una última pregunta a la Emperatriz: ¿Por qué aguanta su majestad mis desmanes, y no me quita de en medio sin más? Anne parece convencida de que su amistad puede ser mucho más fructífera que su enfrentamiento, y se ofrece una vez más, a mejorar el bastón que Naltiria porta, y se ha negado a utilizar en las últimas semanas. Sin embargo, una vez más, Naltiria rechaza tal oferta, proponiéndose ser menos dependiente de los objetos que porta, y más de sus propias habilidades.

Concluida la reunión, todo el grupo se reúne en un bastión en la frontera con Allionas. Naltiria nos pone al día de su reunión, y de su misión en Taneo. Algunos, como Tisaia, parecen poco sorprendidos. Otros, como este humilde bardo, nos lo tomamos un poco peor. Mi hijo Arnaud,y su madre Natalie, residían hace tiempo en la ciudad desaparecida. Aunque la última vez que visité el milenario asentamiento, no estaban, sólo los dioses saben qué habrá sido de ellos. Voto a Fortunna para que no estuvieran entre los escasos civiles que quedaban, y allá donde estén, sean felices. Incluso con el pensamiento tranquilizador de que sólo quedaba personal militar en Taneo, me pongo a componer una pequeña pieza en homenaje de las voces que se apagaran en Taneo. Voto a los dioses que siempre he querido ser testigo de acontecimientos históricos para poder narrárselos a vuestras mercedes, pero hay eventos que uno no quisiera tener que narrar nunca. La caída de Taneo es uno de estos.

Naltiria se muestra sincera, y nos enseña las marcas mágicas que la acompañarán cual cicatriz y recordatorio eterno de sus actos. También nos informa de que a día de hoy, no puede negarse a obedecer a la Emperatriz cualesquiera que sean sus órdenes, pues vive amenazada por ella. Lo que ha sucedido en Taneo, nos explica, ha sido una versión modificada de lo que sucediera en Tissen, y por suerte, las tablillas que contenían ese poder han sido destruidas en el proceso, por lo que no debería volver a producirse. “Lo hice para sobrevivir” nos dice. Tisaia se adelanta, y sin mediar palabra, cruza la cara de la archimaga, que no hace gesto alguno por defenderse. Es probable que el dolor interno que siente haya hecho que el fuerte golpe de la amazona ni siquiera haya producido sensación alguna. Neesa está especialmente afectada, y pregunta inquieta, si aquellos que han sido sacrificados, eran conscientes de lo que iba a suceder. “Algunos”, contesta Naltiria, y Tisaia está a punto de soltarle un guantazo del lado contrario, conteniéndose a duras penas. “Estoy cansada”, se derrumba Naltiria, “Cansada de sentir dolor, de sacrificarlo todo por un Imperio que me da igual, por alguien que no merece mi sufrimiento, pero para sacar a la luz la verdad, sobreviviré, aguantaré” “¿Tanto merece la pena esa verdad?” inquiere un servidor, aun catatónico por el impacto de la noticia de la desaparición de Taneo. “Sí” responde Naltiria, con una determinación en la mirada que nunca había visto antes. Por su parte, Tenar es tremendamente sincera: No podrá volver a confiar en Naltiria, pues siempre oculta información y ello tiene consecuencias catastróficas.

La reunión toca a su fin, no sin antes un pequeño aparte entre Naltiria y Neesa. El hada entrega a la humana una moneda de plata, grabada con el símbolo del extinto Crisol, y un gusano. Naltiria acepta el regalo emocionada, y llora una vez más, ya casi sin lágrimas que derramar.

El próximo paso del grupo pasa por visitar la zona cero de Taneo, el lugar donde una vez existiera la torre de la archimaga. Allí, ahora, sólo hay una fina arena en el suelo en medio de un cráter semiesférico de proporciones masivas. Ni un rastro de vida. Toma un servidor un puñado de esa fina arena, y dejándola caer entre sus dedos, medita acerca de lo efímero de la vida, y lo rápido que se puede perder. Desenfundo mi violín, y toco el réquiem que acabo de componer. Cosa de los dioses, el destino o la casualidad, la forma esférica de la basta necrópolis de Taneo tiene una perfecta acústica para mi violín, y las notas resuenan claras. Notas que ponen voz al silencio atronador del lugar.

Tras comprobar que allí no queda nada, partimos a atender el siguiente asunto, ya que Naltiria ha conseguido ver a Matías Kozicz a través de su magia. Cuando llegamos mediante teletransporte, el clérigo de Finallis cuelga de una soga, a todas luces por voluntad propia, inerte. Lleva un par de días muerto, quizá más, nos informa Tenar. El Conducto, la piedra mágica que ata al mundo mortal a Voccisor, lugarteniente de Idhaal, continúa entre las pertenencias del malogrado sacerdote, y antes de que nos demos cuenta, Neesa la tiene entre sus manos y Voccisor aparece ante nosotros, con su habitual locuacidad y sed de sangre. Ha de cumplirse el ritual, insiste, si no queremos que el mundo mortal acabe tal y como lo conocemos. Se barajan teorías en el grupo acerca de la destrucción del Conducto, o de qué otra solución podría haber al problema. Lo que está claro es que no queremos acabar como el bueno de Matías, enloquecido por la culpa de tener que tomar almas inocentes para el señor del asesinato.