Partidas 16 y 17


El Camino de Mhara


Partida 16


En nuestras cabezas todavía le dábamos vueltas a las implicaciones de todo lo que nos habían contado. Aquellos tomos que guiaban a esos artefactos, de los que toda la creación dependía. Muchos los ansiaban, los buscaban, especialmente fuerzas del mal. Si queríamos impedir que seres, tal que el infame Alanon, remodelasen el universo a su voluntad, habríamos de impedirlo. Y el tiempo se acababa.


También retumbaban en nuestros pensamientos las palabras del enano, “quizá este no es el grupo correcto para buscarlos” y razón no le faltaba. Después de los pequeños logros del Giro todo nos había salido mal. En las misiones de calentamiento habíamos perdido a la mitad de la compañía. Y en las de intentar recuperarlos habíamos fracasado.


“Pero los dioses os favorecen como sus elegidos, trayéndoos incluso de la muerte” razonaba la voz de un viejo gnomo en su interior. “Como al de Tolina y Coro, y mira como acabaron” respondió mordaz el gusano.


Y pronto otra deserción en nuestras ya escasas filas. Luca, ese grandullón tan fuerte como osado, no tomaría parte de la búsqueda de los tomos. Arrogante sería pretender rehacer el mundo a su voluntad, razonaba, y temía la influencia que otros tuvieran sobre nuestras acciones. Razón no le faltaba. Se sentía más en su lugar combatiendo el Reionae.


Lamenté verle partir, con nuestras despedidas. Con ese razonamiento y valor sencillo del soldado, del pelear y ganar, me recordaba la halfling que perdimos en otra vida, en Funterís. Confirmé al menos que contestaría nuestra llamada si le requeríamos para recuperar a nuestros compañeros de los muertos.


Alix, haragán como cuando algo trama, me pregunta por los tomos. Que haría este renacuajo en esta misión suicida, que nos queda a todos tan sobre nuestras cabezas. "Vive, niño, vive, descubre, ríe y aprende y llora. Enamórate. Aprende a usar lo que sea que tengas entre las piernas. No quieras morir tan pronto."


- Tú que sabrás - había refunfuñando como respuesta.


Ódiame chaval, no me importa, piensa mientras se aleja. Ódiame y si así vives, el gnomo estaría contento.


Le ronda también a Hagar, que mejores respuestas tendría. También Tenar y Naltiria hablan largo y tendido.  Akari, como de costumbre desaparecida. Daba igual. Tenía mejores cosas que pensar.


Si esos tomos eran tan poderosos, esos artefactos, tenía que hacerme con uno de ellos. Quizá podría traerlos de vuelta. Que los tiranos no se salieran como siempre con la suya. Dejar de ser un gusano asustado de una vez por todas.


Pero para ello tendríamos que conseguir que algo nos saliera bien, por una vez.


La maga y la clériga consiguen escrutar con el conjuro épico la torre de Mara, con sus 226 pisos, y tonos verdes oscuros y dorados, base cuadrada, al estilo de la familia Kamada del dragón verde. Segundos dentro de su dragón, esta familia es conocida por su apego al bushido, su honor, cortesía y deber, siguiendo los dictámenes del emperador al pie de la letra.


Utilizo la magia para otear tiempos pasados y conectar mi mente con el flujo colectivo de mitos y leyendas. Un poema viene a mi mente:


“Un camino mil veces recorrido, por todos conocido, siempre reverenciado, más nunca desentrañado. Uno a uno, peregrinan, monjes, caballeros y hechiceros; uno a uno, desaparecidos terminan; no por los gigantes, dragones rojos ni las bestias, más por los feroces desafíos y trampas, con que la torre, abierta en la montaña, presenta a sus invitados, mas encontrar el camino tiene más que ver con el destino, pues sus nieblas y brumas tan solo harán crecer las dudas”


Partimos, en la búsqueda del camino de Mhara, buscando información y posibles alianzas, a la ciudad estado de Turnelia, una gran ciudad antes de la plaga, cosmopolita, famosa por sus monasterios y monjes, gobernada de aquellas por el alto elfo Flondwen Arias y protegida por los puños de cobre.

Nos teletransportamos a los bosques cercanos, Naltira parecía conocer los más dispares lugares, y Akari, “invitada” por un dragón azul entró la primera. Harto de dejarla ponerse en peligro sola, tiré del grupo en su búsqueda.


La ciudad parecida tan cargada de dragones azules como de la animadversión de los lugareños ante ellos. Las medias verdades y mentiras de la archimaga parecen ofender a Hagar, esto puede ser un problema. Tozudo y miope como solo los clérigos del Justo podían ser, no entendía que imponer la verdad ante inquinos enemigos era como luchar con un brazo a la espalda. ¿Por qué dar ventaja al enemigo que ya la tenía?


Pasamos noche en la Perca Gris, donde volvimos a vivir el resentimiento de los locales ante todos los Hiraneanos, ahora centrado en Akari. Después de algo de comida caliente nos retiramos a nuestras habitaciones. Y durante la guardia, y gracias a Eko, mie pequeño murciélago, descubrí que los Turnelios no solo guardaban resentimiento, sino también planes de rebelión contra sus dirigentes y captores.


No encontraríamos más ayuda o información acerca del camino allí, así que mejor nos valdría empezarlo. Y allí nos llevaron nuestros pasos. Por el camino, Tenar expió a Hagar del gran pecado de ocultar la verdad a nuestros enemigos, y nos sometió a la carga de durante una semana cargar con la misma piedra, y que los contumaces le revelaran alguno de sus secretos.


El camino transcurrió tranquilo, hasta toparnos con un grupo de Kobolts, agazapados en los árboles, con incluso una balista apuntando a los transeuntes, asaltadores de caminos, que bajo excusa de buscar regalos para su patrón, el dragón Glamuroneznax, y soportamos la humillación de ser cuestionados y robados por ellos.


No pude sino pensar en aquellos que compartieron el camino del gnomo y cómo hubiera reaccionado Pequezás, o Snorri, o Korr, o Ah Puch. ¿Quizá los mejores de nosotros, que habían caído y los débiles habíamos sobrevivido? Sin duda los más valientes. ¿Eran los resto de una compañía maltrecha, unos cobardes, la única esperanza de un mundo, de una era condenada un pronto final?


Más valía que en camino de Mhara, si no iluminación, encontráramos al menos el valor que todos parecíamos haber perdido.




Partida 17


16 Vecnuvander 1837


Después de ser aligerados en sus bolsillos por los Kobolts seguidores del dragón Glamuroneznax la compañía del Crisol continúa el camino de Mhara, adentrándose en los bosques, rodeados de tribus de kóbols, gigantes, dragones, trolls y las más distintas criaturas que consiguen ir evitando mientras las montañas a su alrededor van creciendo en tamaño.


De reprente Tenar les adviernte de cierto olor a rancio y azufre, para descubrir a lo lejos un troll con lo que claramente identifican como huesos de niño, saliendo de su boca. Reaccionando a tal aparición, se esconden y otean los lindes del bosque al norte, para ser sorprendidos por un gran dragón construido de diamantes, que súbitamente aparece con un ¡Bu!


Este dragón tiene un un color intenso y brillante, como si tuviera en su interior una increíble luz. Ojos brillantes, y parece tener un conjunto de cuernos, alas de cristal, lo encuentran encalomado en la roca.


Dice llamarse Speculadrabeth, y les trata con cortesía y simpatía. Insinua que se encuentran perdidos, y que él bien conoce el camino, y sus atajos, para llegar a la Torre de Mhara.

No hay cabeza cuadrada que pase por un aro, argumenta.


El camino largo y cansado, asegura. Y les hace una oferta, de un par de favores que podrían hacer por él para ganar su favor:


Existen muchas tribus de kóbolts por los alrededores, que adoran a diferentes dragones, él se acaba de instalar por aquí, y le gustaría que le consiguieran una tribu de 100 kóbolts que le adoren.


Por otro lado, les cuenta que existe una banda de gigantes de fuego se dedican a criar dragones para sus oscuras tropelías. Secuestraron a su hijo, un dragón blanco que “adoptó” gracias a unos bienintencionados aventureros, su pequeña cría “Peniflarflen”. Quieren utilizarlo para el mal y les pide que lo rescaten.


Ante la pregunta de por qué no rescatarlo él mismo, dice que tiene que atender de sus otra crías, “Grandmolletex”, “Kaskamonias” y “Barriguistán”.


¿Y por qué no hacerlo él mismo mientras los aventureros protegen a las crías? Esto alteraría los equilibrios y podría causar enemistades con los gigantes, otros dragones.


Speculadrabeth les elabora un mapa, que no saben realmente localizar, pero no están muy convencidos. Hagar no quiere desviarse y no quiere saber nada de atajos ni de hacer el camino por sus propios medios, y Tenar desconfía de la sinceridad del dragón.


Deciden despedirse del dragón lo la palabra solamente de que quizá intenten enfrentar a los gigantes si se interponen en el camino.


Durante 93 días recorren el camino, cada vez más inhóspito y frío, enfrentando dragones gigantes trolls. Algunos de ellos caen, incluso varias veces, para ser traídos de vuelta. El destino o los dioses aún no han acabado con ellos.


El 15 Matusander (Abril) los lleva finalmente a poner ojos en la Torre de Mhara, de un estilo insólito, nada a parecido a alguien que vieran antes. Sin puerta. La luz no puede entrar en su interior, donde se vislumbra un suelo de madera, dos braseros de bronce. En absoluto se parece a lo que había visto Naltiria. Se ven unos unos 15 pisos antes de perderse en las nubes.


En la puerta, un gran gigante de fuego, con Jarvad, el Negociador, les espera junto a otros gigantes y dragones. Una vez más quieren aliviarles del peso de sus alhajas. 


Akari intenta negociar que sólo sea el oro que han ganado en el camino, y sus mesadas palabras consiguen ese compromiso para ella, pero no para el resto de los compañeros. Uno a uno consiguen más o menos salir del trance, dejando gran parte de sus pertenencias en el proceso, que al menos el gigante asegura devolverá. Si vuelven, claro. En sus años jamás ha visto a nadie volver, y sólo uno se resistió a dejarle en el camino sus cosas, Mormunokis Mano de Piedra, guarda su recuerdo mientras se agarra con una manaza el hígado.


Pero Onas, cabizbajo murmura para sus adentros: “Katu Txikia Ya está cansado. Harto. De que los poderosos aplasten bajo su yugo infame a todos los que no son lo suficientemente fuertes o osados para plantar cara. De las traiciones, humillaciones y abusos que toda su vida le han hecho sufrir. Los dioses lo habían traído de vuelta. Por algo sería.


Gracias a su magia consigue atravesar el umbral con todos sus objetos.


Un pequeño paso para el hombre. Un gigantesco salto para el hada.


A la entrada Akari había leído.


“Alcanzar la iluminación es la recompensa de una vida de dedicación, esfuerzo y cooperación. Un camino tan elevado no es sencillo de recorrer, ni siquiera de encontrar. Muchos encontrarán dificultades superiores a sus posibilidades tan solo tratando de alcanzar estos escalones de piedra.
Otros estarán a punto de encontrar su máximo desafío.
Esta Torre dispone de varios niveles destinados a poner a prueba a aquellos cuyas aspiraciones son la de alcanzar la Iluminación, o adquirir conocimientos reservados tan solo a los más ambiciosos.
 
He aquí la advertencia: la Torre carece de piedad. Es un juez implacable. Medirá cada faceta de vuestro ser, y no aceptará nada por debajo de la mayor excelencia. Un fracaso en una prueba, es un fracaso en esta existencia, definitivo.
Si os sentís preparados, pasad, adentraos y mostradle a la Torre que sois merecedores de los dones que ambicionáis.”

Se adentran en la torre, para descubrir paredes y suelo de madera, en un estilo oriental. Se oyen como katas y mantras atravesando las paredes, mientras la oscuridad se disipa con sus pasos pero solo a su alrededor, conservando negrura más allá y por donde pasan.


Les esperan los desafíos de la perfección física.


Encaramarse a un palillo, y mantener sobre él equilibrio, mientras monjes aparecidos de la nada les sacuden.


Ascender una cuerda. Mientras los monjes le sacuden.


A duras penas consiguen superar las pruebas. Utilizando todos sus trucos. Las épicas curaciones de Tenar. El nuevo poder de Naltira que permite retroceder en el tiempo. Convertidos en grandes criaturas, parando el tiempo, manipulando el destino.


Hasta el cabezota de Hagar tiene que volar en vez de tirar de la cuerda por un instante para poder llegar a tiempo al final de la prueba.


¿Qué harán ahora, mientras los monjes les sacuden?


Lo que sea, se dicen los miembros de la compañía, con tal de alcanzar la iluminación, y con ella el tomo que piensan aguarda.



Partida 18


Extracto de la conversación de Onas, con Hagar, antes de la tercera prueba de la perfección física en la torre de Mhara, Partida 18.

Onas había pedido a Hagar, el gigantón de Finalis un momento aparte para hablar con él. Parecía receloso, casi inquieto bajo esa máscara de hastío con la que siempre cubría su rostro. Sin embargo había sido directo y claro con el clérigo como nunca antes fuera.

- Tú me preguntaste, allí en la torre de hechicería en Taneo, qué me pasaba, quién era, y quién estaba realmente detrás de esta apariencia, esta persona, distinta a la que conocieras.

Se había detenido un instante, quizá para sopesar el peso de sus palabras, quizá evaluar hasta dónde conducirlas.

- El ser que llevo dentro ha tenido muchos rostros. Alguno de ellos, en otro lugar, en otra vida, albergó sonrisas, besos y canciones. Un recuerdo tan distante, tan extraño, que no recuerda ni su sonido ni su tacto - el gesto, impávido y carente de emociones del menudo y oscuro humano no dejaba traslucir nada más que sus palabras - Y aún no tan lejano, recuerda sí otro. Un rostro sin rostro, una sonrisa sin mirada.

- Con ese rostro, en otra vida, llevó a cabo acciones imperdonables… - se detiene por un instante y aprieta la mandíbula - llevé… tomando vidas, sin preguntas ni remordimientos, con esa sonrisa y las manos manchadas de sangre.


- Pero podemos cambiar, Onas, - contestó el grandullón - yo mismo llevé atrás una vida de excesos, de maldades en el pasado, y eso no quiere decir que pudiera cambiar y redimirme de mis antiguas maneras.


- ¿Y qué te llevó a cambiar?


- La verdad es que tuve una ligera ayuda, por decir algo, de Amber, que no permitía mucho margen de decisión.


- ¿Y merece la pena? Luchar por un bien que nunca llega, cuando a nuestro alrededor el mal se sale rampante con la suya una y otra vez. Mirando por el propio beneficio se aprovechan de resto y en cambio ¿qué espera a nuestros sacrificios? Una vez conocí a un hombre bueno. Por sus acciones perdió su vida y su alma sin haber conseguido sus objetivos, ¿acaso merece entonces la pena?


- No puedes pensar así, amigo. El bien es un camino, no una meta. Lo importante es cómo te hace sentir el tiempo que tenemos, y lo importante es el ahora y lo que decidas hacer con ello. Y ahora tenemos que encontrar la iluminación, aparta esas dudas de tu mente.


- Hmmm - fue la hosca respuesta del mago, mientras bajaba la mirada - Hemos de encontrar la iluminación, y con ella quizá ese tomo, para que por una vez los malvados no se salgan con la suya. Para quizá con su poder ayudar a los nuestros. Incluso para evitar el fin de los tiempos. Nobles metas. Pero estas pruebas nos exigen una perfección física de la que carezco. Al borde de la muerte me he encontrado ya en ambas pruebas, y temo no superaré una tercera. Buscamos la iluminación, con esfuerzo, determinación y cooperación, dijo Naltiria, ¿no habremos acaso de poner todo en su búsqueda, sin guardarnos nada, para poder conseguirlo?


- Claro - contestó el clérigo, sin acabar de hallar su punto - a dónde quieres llegar?


- Esa forma de la que te hablaba, enterrada y olvidada con sus pecados, es también poderosa. Si he de superar las pruebas no puedo guardarme nada en el camino, y la usaré si es necesario.


- El fin no justifica los medios, Onas. Si esa es una criatura malvada te diría que no lo hagas. Un rey puede tener en mente el bien de su pueblo, pero si para ello ha de cometer en el camino tropelías, ¿habría de hacerlo?


- Si con ello beneficia a su pueblo, si le lleva a la paz y a la felicidad… depende del precio, no todo es blanco o negro, Hagar.


- Lo es para mi señor, el Justo. O es bien o es mal.


- Y muchas veces en su nombre, se cometen atrocidades, bajo esa venda de justicia que os ponéis y os ciega, conviriendo en negro lo que sólo es gris. Nuestros enemigos no dudan ante nada en su camino, cómo podremos superarlos si nos ponemos trabas y limitaciones a nosotros mismos. Si quiero superar estos retos, no puedo hacerlo, ahora lo entiendo. Te he de pedir dos cosas, Hagar: Si me transformo en esa criatura no te vuelvas contra mí, recuerda que lo estaré haciendo con los mismos objetivos que tú en mente. Por último, si en algún momento perdiera el control, te pediría que me detengas.


- Me pides cosas muy difíciles, Onas, con las que no estoy de acuerdo. No puedo prometerte que lo haga.


- Hmmm entiendo - el mago asiente, como siempre con ese gesto duro y hosco - y aún así creo que lo harás. No te conozco mucho, pero creo que tú también eres un hombre bueno. A veces me recuerdas a ese que conocí.