Aderion: La reunion

Aderion
  Después de unas semanas tras regresar de la aventura, todos reciben una invitación de Aderion, para almorzar en su casa. Allí van llegando, uno a uno, los compañeros de aventura.

  “Pasad” dice Aderion mientras abre la puerta. “Quiero presentaros a mi familia.” Tras la puerta, una niña, de unos 4 años, de tez pálida, ojos negros y melena por los hombros revuelta, les mira con una mezcla de curiosidad y respeto. Con ambas manos se levanta ligeramente el vestido, de color gris oscuro, mientras saluda y hace una ligera reverencia. “Mi nombre es Elgarain, bienvenidos a esta casa” Mira de reojo a su padre, que asiente orgulloso, y entonces se retira por una arcada que da a una estancia más grande más allá del recibidor. “Por aquí, compañeros” dice Aderion mientras pasa por la misma arcada, decorada con motivos Numenoreanos tallados.

  Os hace pasar a un comedor, que se ve pensado para menos comensales de los que hoy se van a sentar a la mesa. Mesa, que ya está puesta, con un candelabro en el centro, con las velas encendidas. Al lado de la mesa, una mujer, de rasgos afilados, casi tan alta como Aderion, con la misma melena morena revuelta que su hija, sostiene en brazos un bebé, que emite un ligero gorjeo. “Sed bienvenidos” dice mientras hace una ligera reverencia, tan estudiada como la de Elgarain. “Por favor, tomad asiento”

Adunaphel
  Aderion se ha quedado ligeramente retrasado, a la altura de la entrada en el salón, y desde allí dice, “Esta es mi mujer, Adunaphel, y mi hijo, Aldarion. Hemos sido bendecidos hace escasos días” mira de reojo a su hija, que se ha puesto al lado de su madre, y añade, “De nuevo”

  Por alguna razón, El Abuelo parece incómodo y su gesto es hosco: “Sí, sí. Muy bonito” A pesar de que una capa de hielo y cortesía cubre el rostro de Adunaphel, no puede evitar un ligero enarqueo de cejas. Todos los demás compañeros desfilan ante la mujer presentándose y haciendo alguna carantoña a los niños, antes de sentarse a la mesa.

  La comida que desgustan después es frugal, aunque está deliciosa. Rudi se ha ofrecido a cocinarla, y no ha dejado que la mujer de Aderion le ayude, gesto que ella ha agradecido. Durante la comida, ella tiene que parar un par de veces para amamantar al bebé, que parece disfrutar tanto como los demás de la hora de la comida.

  “Sé que para algunos esta escena no es fácil” - dice Aderion dirigiéndose al Abuelo – pero no es mi intención restregaros mi felicidad. Mi intención, a parte de puramente cortés, es para celebrar, que hoy, gracias a nuestros esfuerzos, estos niños vivirán un poco más lejos de la Sombra. Y para recordarnos a todos, que es nuestro deber, seguir luchando por esto” mientras señala a sus dos vástagos. “Aunque a veces seamos derrotados, si seguimos vivos, debemos levantarnos, aprender la lección, y continuar la lucha con renovadas fuerzas. Por ello alzo mi copa, compañeros. Por un mundo mejor”


  Tras la comida, Maelren enciende su pipa, y comienza a cantar una bella canción. Una canción que todos conocen, y pronto, Bron y Aderion se unen. Incluso Adunaphel, que ha permanecido bastante callada durante la velada, canta algunos versos. El Abuelo, que está sentado de espaldas al grupo, mirando el crepitar de la hoguera en la chimenea, con el pensamiento perdido en otro lugar, sigue el ritmo de la canción con el pie de manera inconsciente. El Chaval da palmas, y Elgarain se pone a bailar alegremente en el centro del grupo. Cuando Maelren entona la última nota de la canción, todos pueden oír, cristalina, la risa de Aldarion. Por primera vez desde que le conocéis, Aderion tuerce la boca en lo que parece media sonrisa, y murmura, “por ello, alzo mi copa, compañeros”.