Acérquense, damas y caballeros, acérquense a este humilde bardo, para escuchar una nueva historia, acérquense para escuchar cómo me uní a un grupo, cuanto menos, peculiar...

Sesiones XL, XLI, XLII, XLIII, XLIV. Las Ruinas de Aezmir, parte I.

Jallil avanzaba con paso sigiloso pero ágil, por los ruinosos pasillos de la otrora gloriosa ciudad de Aezmir; el pícaro parecía ser tan diestro como nos había vendido unos días antes de embarcarnos en tan peligrosa aventura, y nos advirtió de algunas trampas que iba desactivando, por el momento, sin demasiadas dificultades. Los contratiempos venían por otros lados, ya que enseguida, las conjuradoras se dieron cuenta de que la magia no funcionaba de manera normal. Neesa decidió ir un paso más allá en su investigación, y tras probar con algunos conjuros, se produjo una explosión arcana nos dejó a casi todos tocados, por lo que decidimos que sería mejor no conjurar a no ser que fuera extremadamente necesario.

Durante los primeros pasos en la ciudad, pudimos encontrar algunos pequeños tesoros, consistentes mayormente en monedas de platino y joyas, custodiados algunos de ellos por turbas de suplicantes, una especie de espíritus no-muertos, formando una sola criatura. Pudimos descubrir, tras enfrentarnos a unos pocos de ellos, que estaban muy, pero que muy interesados en los objetos mágicos, así que la táctica consistía en arrojarles algún objeto de poco valor, y mientras lo consumían, aporrearlos con armas de plata hasta que los derrotábamos. La recompensa que custodiaban, era siempre superior al valor del objeto que les tirábamos, así que salíamos ganando. El precio fue la muerte de Kalanthe a manos del primero que encontramos, consumida antes de que pudiéramos dirimir cuál era el punto débil del enemigo. Mientras, nuestro nuevo compañero Thalion, trataba de ser útil transformándose en toda suerte de animales, ora murciélago, ora oso, aunque su discurso continuaba siendo un tanto críptico, y sólo hablaba de seguir a su serpiente, que por lo que reveló, no era su compañero animal, si no una especie de guía onírico que había salido de sus sueños y visiones. Suficiente para que nuestra intrépida Tisaia asegurase que el druida estaba afectado por algún tipo de sustancia alucinógena.

Ya que habíamos decidido reducir los conjuros al mínimo, decidimos cargar con lo que había quedado de nuestra compañera para resucitarla más adelante.


Durante los primeros compases de nuestra exploración, pudimos ver de lejos algo parecido a un enorme gorila de 4 brazos montando una especie de constructo diseñado para ser montura; también pudimos ver de cerca una gran montaña de excrementos, que pudiera pertenecer a dicha criatura simiesca, lo que nos hizo hacernos una idea más o menos clara del enorme tamaño de la criatura.

Por lo que fuese, la serpiente de Thalion estaba interesada en explorar ciertas partes de la ciudad, y Naltiria y Tenar decidieron que era buena idea hacer caso, así que dejamos que la serpiente nos guiase por el momento.

Hubo un momento en que Neesa decidió adelantarse para explorar un pasillo, y nos dimos cuenta que el tiempo transcurría distinto dentro de aquellas ruinas; para Neesa, apenas habían pasado unos minutos, pero para nosotros fue más de una hora, así que se decidió no separarnos de no ser necesario.

Continuábamos explorando las afueras de la ciudad, y en los edificios semiderruidos, seguíamos encontrando monedas en grandes cantidades, y Turbas de Suplicantes custodiándolas.

Tras avanzar hacia el oeste, llegamos a lo que quedaba de una torre de hechicería. Allí pudimos ver grabada en el suelo, la marca arcana de su antiguo inquilino, y tras una investigación, se decidió que en aquel lugar, había menos posibilidades de que la magia hiciese efectos extraños, así que Kalanthe, gracias a los dioses, volvió entre nosotros. Además, pudimos encontrar el ajado diario del archimago, que relataba cómo la ciudad fue cayendo en el caos poco a poco a medida que las riquezas llegaban por doquier. Los mandatarios, tanto políticos como religiosos, todo según el texto del archimago, estaban ciegos ante la amenaza que suponía continuar confiando en el Espíritu de la Prosperidad, y el archimago, de nombre Kharid Shahad, se preparaba para lo peor, desarrollando un conjuro que pudiera salvar a los ciudadanos. Mientras, ante la evidente anomalía mágica que hacía que los conjuros funcionasen de manera distinta, en la ciudad se prohibía conjurar, y las autoridades crearon unos “inquisidores” que cazaban conjuradores, que denominaban “herejes”. Sin duda, golems. Como en toda caza de brujas, las cosas se fueron yendo de madre, y casi todo el mundo pasó a ser “hereje”. Malek, el rey, o máxima autoridad política de la ciudad, se había vuelto completamente paranoico, y capturaba con sus Inquisidores a cualquiera que le pareciese sospechoso, para luego forzar una confesión mediante tortura. El archimago aseguraba en las últimas entradas, que no se dejaría coger, mientras una unidad de inquisidores encabezada por Malek, se dirigía a la Torre...

Tras la ilustrativa lectura, como si de un paralelismo se tratase, una patrulla de Inquisidores se dirigía a la Torre en nuestro tiempo, y con su voz metálica, nos acusaban de herejía, mientras nos disponíamos a combatir. Cuatro golems más pequeños, Instrumentos de vigilancia, fueron abatidos por Tisaia con su arco electrizante, pero los dos constructos más grandes, Instrumentos de Inquisición, no parecían ser vulnerables a ningún tipo de daño. Gracias a la magia de Naltiria, pudo averiguar nuestra archimaga que aquellos dos golems podían ser afectados por un conjuro de Geas, que les detuvo de inmediato. No obstante hubimos de lanzarles nuevos conjuros para paralizarlos cuando la curiosidad pudo a Naltiria, que al intentar investigar los constructos, los reactivó. Mientras los golems trataban de eliminar a Naltiria, Neesa había descubierto a la entrada de la torre una cabra mecánica que había puesto en marcha sin querer, y había llevado a nuestra hada a dar una vuelta por los alrededores, activando algunas trampas, y dando un buen susto a Neesa, por suerte, voto a Fortunna, sin consecuencias.


Creíamos haber descubierto todo lo interesante de la Torre, así que nos encaminamos al sureste, donde llegamos a una gran plaza, presidida por sendas esculturas en honor a Fortunna y Geiath, respectivamente. De la de la diosa de la naturaleza, nacía una maleza que se extendía formando una pequeña jungla, que preferimos no arriesgarnos a explorar, por temor a encontrarnos con los enormes simios que Thalion había visto y descrito. Por mi parte, presenté respetos a la representación de la dama suerte, patrona de los aventureros, y por un momento, creí ver su sonrisa crecer en el pétreo rostro.

Frente a las estatuas, descubrimos un alzado de la ciudad, que había sido modificado toscamente para ponerlo al día tras el derrumbe y ruina. Saqué papel de mi mochila, e hice una copia en plano de lo representado, que nos serviría como mapa para orientarnos entre distritos. Así, pudimos ver que el distrito en que nos encontrábamos, estaba comunicado únicamente con el comercial, que ya sí, comunicaba con todos los demás.

Jalil, Tenar y un servidor entramos en una nueva vivienda derruida, para explorar, y tras derrotar entre los tres a una nueva turba de suplicantes, decidimos que el modesto tesoro que allí había, sería para nosotros tres exclusivamente, ya que los demás habían decidido no entrar a ayudarnos. Voto a Velereón que así iba a ser, y guardé aquellas monedas aparte.

Decididos a avanzar al siguiente distrito, gracias al mapa, pudimos cruzar por una intrincada red de pasillos hasta el distrito comercial. Sin embargo, algunos queríamos volver para investigar más a fondo algunos edificios que habían quedado sin explorar en el anterior barrio, con la oposición de Naltiria. Dimos la vuelta pues. Jalil no vio una trampa que se cernía sobre un servidor, y estuvo a punto de hacerlo picadillo de bardo… los dioses saben que me pude salvar de Milagro, literalmente. Ante esta advertencia, finalmente descartamos continuar investigando en el suburbio de entrada, y comenzamos nuestras pesquisas en el distrito comercial.

Comenzábamos a acusar cansancio, y empezamos a valorar las opciones para descansar. Thalion, convertido esta vez en serpiente, se adentró en uno de los cúmulos de jungla, donde parecía ser que los constructos no se aventuraban. Y parecía ser por una buena razón, pues los enormes monos que habíamos divisado, campaban a sus anchas entre los árboles y vegetación, y parecían agresivos. Descartada esta opción, decidimos continuar, aun cansados, en busca de un lugar más adecuado donde guarecernos.


En este distrito, estructurado en torno a un lago central, aun había unos cuantos puestos comerciales, que habían sido abandonados, según pudimos comprobar, aun con las ganancias dentro, Jalil se encargó de desactivar las trampas que protegían las recaudaciones, que pasaron a la saca común. Tras habernos asegurado de saquear hasta la última moneda, aquellos que podían volar, es decir, Tenar y Neesa, se llevaron en volandas a nuestro pícaro para asegurarse de que no hubiese trampas en el islote en el centro del lago. Allí pudieron encontrar aun más monedas, y lo que fue aun más afortunado, vive Fortunna, una piedra de poder arcano. Añadida al tesoro, pasamos a explorar el templo que se alzaba al oeste, erigido en honor a Velereón. Allí, nuestros expertos en divinidades afirmaron que había una presencia divina, que no era la del Amigo del Mercader. Investigamos en busca de pistas, y pudimos hallar el diario de Hasna Qarif, sacerdotisa probablemente al mando de este templo, que estaba, según narraba el documento, supeditado a la Catedral al mismo dios que se alzaba en algún lugar del distrito elevado. Decía Hasna, que la suma sacerdotisa de esa Catedral, de nombre Otmana, había caído presa de la influencia del tótem, así se refería al Espíritu de la Prosperidad. Al principio, había traído riquezas y como su nombre indicaba, prosperidad, pero pronto todo se había comenzado a torcer, y aquella corriente de dinero se había convertido en ruina. Allí también se relataba la caída del archimago Kharid Shahad, que, acusado de fanatismo, iba a ser detenido. Sin embargo, al momento de ser acusado, el archimago había conjurado una poderosa magia, y se había convertido en algo “inenarrable”. Ruego a vuestras mercedes que se acuerden de este concepto, pues lo utilizaremos más adelante.

Una vez transmutado, el rey Malek había ordenado trasladarlo al distrito de los comunes, en concreto al corral de las bestias. Tras algunos días allí encerrado, se habían documentado desapariciones y sucesos extraños, por lo cual se había decidido clausurar la zona.

Otro documento de gran valor, que guardamos junto a los tesoros que íbamos encontrando. Investigado todo cuanto queríamos del distrito, Naltiria propone descansar en el islote del centro del lago. Junto a uno de los puestos comerciales, había una barca, aunque no tenía remos. Jalil ató unas cuerdas a la barca, y desde el islote, los compañeros voladores tiraban de la barca en la que íbamos los demás. Sin embargo, cuando llegamos al islote, nos dimos cuenta que nuestras pertenencias mundanas, como las ropas, se habían deshecho, y es que la barca era una ilusión, y habíamos cruzado por las ácidas aguas del lago a pie. Voto a Fortunna que pudimos llegar vivos a la isla, y tras ponernos nuevas prendas, pudimos por fin, descansar, sin incidentes.

Tras el merecido asueto, regresamos al distrito comercial, donde investigamos algunos edificios, siguiendo a la serpiente de Thalion. Un nuevo combate contra una turba de suplicantes en una antigua forja, que nos resultó un poco más duro que el último, pues nuestros conjuros potenciadores habían expirado, y no nos atrevíamos a renovarlos. Vencimos no obstante, y pudimos hacernos con un nada despreciable botín de armas mágicas, que incluían arcos largos, flechas y espadas élficas. En otra edificación, desenterramos un constructo recubierto de oro, que asemejaba forma de un enano, pero mucho mayor en tamaño. Tras las investigaciones pertinentes, nuestros magos consiguieron activarlo, y se puso a nuestro servicio.

A indicaciones de la serpiente, cambiamos de barriada, adentrándonos en el distrito de los comunes. Allí, lo que más llamó nuestra atención era un gran agujero en el suelo, que Thalion se acercó a investigar… para ser absorbido por él. Decididos a no perder a nuestro más reciente compañero, los demás nos lanzamos tras él, para ir a parar a una especie de piscina que gracias a los dioses, no era ácida como el agua que recorría la superficie. Sin embargo, el alivio duró poco, pues la criatura inenarrable nos aguardaba en aquel lugar.


Era sin duda, inenarrable, pero trataré de describirla a vuestras mercedes. De alto como un edificio, una suerte de… pollo hipermusculado, que además de patas y alas, contaba con un par de fuertes brazos. Su pechuga, desprovista de plumas y de formas casi humanas, con poderosos pectorales y marcados abdominales. Y su rostro de pollo, con expresión entre la confusión y la ira.

Apenas nos estábamos recuperando de la caída, y la enorme criatura se impulsó al aire con sus alas, para caernos encima. Narran algunos de mis compañeros que nos cayó encima esparciendo vísceras y sangre por doquier, pero gracias a Naltiria y su magia, pudimos volver unos segundos atrás en el tiempo, suficiente para que Tenar pudiese recolocarnos alrededor de aquella piscina para evitar aquella masacre. Comenzó entonces el combate, donde el enorme pollo engullía a los compañeros de un bocado, para expulsar huevos unos segundos después. Por Fortunna, la magia de Neesa era capaz de abrir la cáscara de aquellos huevos, liberando a los que tenían, vive Rezhias, la mala fortuna de ser tragados por aquel ser cual granos de maíz.

Mientras Tisaia, Jalil y un servidor tratábamos de alcanzar al pollo con nuestras flechas y virotes, los demás trataban de averiguar cómo devolver su forma original a aquella bestia, pues tras leer los diarios de Hasna y Kharid, estábamos bastante seguros de que se trataba de éste último. Tras probar algunas cosas, el intento de Thalion de transmutar en pollo doméstico a la criatura, nos confirmó la teoría de que se trataba del archimago; el conjuro no funcionó, pero rostros humanos comenzaron a brotar de la pechuga de aquel ser, rostros que eran siempre el mismo. Animados por el efecto, Tenar trató de usar su magia para devolver su forma humana al monstruo, pero sólo logró hacerlo por unos segundos.

Era necesario coordinarse, y encadenar un nuevo intento con un conjuro de permanencia para devolver al archimago su forma, cosa que finalmente logramos. ¡Hurra!

En el transcurso del combate, Tenar había destruido el amuleto que pendía del cuello del pollo, amuleto que coincidía en forma con la marca arcana de la torre de hechicería donde habíamos encontrado el diario de Kharid. Tenar buscó los trozos de amuleto, y Naltiria usó su magia para restaurarlo. A pesar de mostrarle el libro hallado en su torre, el archimago parecía desorientado en cuanto al transcurrir del tiempo, y pensaba que apenas habían transcurrido algunos días desde el intento de detención y posterior transformación en pollo inenarrable. Valiéndonos de los medios que disponíamos, salimos de la estancia de la piscina, para regresar al distrito de los comunes, donde Kharid pudo contemplar al fin el estado en que se encontraba Aezmir.