Fragmentos de un alma perdida, Pensamientos de una mente rota



Posé pie en Re-Ionae. Por segunda vez en mi vida, llegaba a este continente. A pesar de que pensaba que jamás volvería a pisarlo, no después de lo que había sucedido en la anterior ocasión.
Miré al horizonte, donde nos aguardaba el desierto.
"Un juego de niños" -pensé- "después de haber recorrido los páramos de Septennae."
Hyandora nos había prohibido explícitamente utilizar magia de teletransportación para llegar hasta ella. Una pequeña penitencia por los errores cometidos.
Miré a un lado, donde Escribok movía la cabeza de lado a lado, examinando las gentes del lugar.
El pequeño Enano, determinado como siempre, pero serio como nunca, se había hecho un pequeño hueco en mi corazón. Su fidelidad estaba más allá de toda duda. Su semblante, cruzado de de cicatrices, escrutaba a las amables gentes de Re-Ionae que daba la bienvenida al grupo.
Detrás de él bajó Kenshi, el misterioso oriental, que nos seguía por Oceronte sabe qué razón. Lo cierto es que cuando está a mi lado, me siento más seguro. Su capacidad de combate es tan letal como la de cualquier otro samurái, de lejos los mejores combatientes de Athanae. Su serenidad es en ocasiones contagiosa, tanto que a veces me pienso un par de veces lanzarme a hacer alguna locura.
Galidarian bajó la última. Su rostro era un poema triste y bello. Su mirada, perdida, su rictus, insondablemente melancólico, acentuaba su fría belleza. Estuve a punto de abordarla con algún absurdo chiste para animarla, pero finalmente me contuve. Y la verdad es que tampoco se me habría ocurrido ninguno; porque yo mismo estaba demasiado abatido como para tener la chispa de siempre.
Volví a mirar al horizonte, y esbocé una pequeña sonrisa. Meghren y Fenregon ya no estaban con nosotros, y sabía que el camino que nos aguardaba no sería fácil, pero al lado de mis amigos, todo iba a resultar mucho más sencillo.
El camino que lleva a la torre de Marfil se había iniciado unas semanas atrás, con las decisiones que Meghren había tomado. Decisiones que aun me escocían como carbón candente en la cabeza; Convocar a sus caballeros para tomar unas islas en nombre del dragón Rojo, sólo por dinero. Dinero que esperaba usar para pertrecharse en una campaña suicida contra Allanon y sus sicarios. ¡Necio! No había escuchado nuestros consejos.
Y ante todo, había herido a Galidarian en lo más profundo de su ser, porque después de estos últimos acontecimientos, la elfa no había vuelto a ser la misma. Y en el fondo de mi ser, ESO es lo único que no era capaz de perdonarle.
Lo cierto es que al principio había pensado que Meghren, no tenía por qué sacrificar su alma para dar caza a Allanon. Suficientes almas se habían perdido en el camino, incluida la mía, para tener que entregar más. Y la de Meghren, que en un tiempo fue virtuoso y puro de corazón, no era un sacrificio asumible. Por eso había intentado hacer ver a mi amigo lo equivocado de su camino. Sin embargo, todos los esfuerzos eran vanos. En un último intento, íbamos ahora al hogar de Hyandora, a suplicarle su ayuda una vez más.
Estaba convencido del éxito de la campaña que emprendíamos ahora; el optimismo me invadía junto con la pena. Pero estoy acostumbrado a las contradicciones. Luz y sombra. Bien y mal. Fortunna y Shattaret. Tyrsail y Allionas.
-Vamos, el desierto nos espera.

[...]
-¡Galidarian!
Di un par de pasos y cogí con delicadeza a la frágil elfa, que estuvo a punto de trastabillar tras escoger su última carta de la baraja.
-Ni se te ocurra sacar una carta más. Se acabó el jugársela.
-Pero, debo salvarle...
-No a costa de tu vida. Vámonos, Escribok. Gracias por su ayuda, señor...
Pero el misterioso hombre de la baraja ya no estaba donde solo un instante antes mezclaba las cartas.
- Y ahora, Escribok, tu turno. Yo voy a prepararme.
-No, no quiero... no lo merezco...
-¡Calla! Por una vez déjanos hacer y no rechistes.
-Pero...
-¡Pero, nada!
Comencé a murmurar en dracónico una imprecación, y continué con algunas palabras ininteligibles, de las que solo pudo sacarse en claro "no pienso perder ni un alma más" tras lo cual, comencé a ejecutar los sortilegios que habrían de devolver a Galidarian las fuerzas de su deteriorado físico.
[...]
-¿No hay suficiente con un solo alma condenada, mi señora? ¿Por qué tanto sacrificio? ¡Oh, Shattaret! Toma de mi cuanto quieras pero deja que sea Fortunna quien guíe a Galidarian y los demás. Que la sombra me cubra, que tus intrigas me consuman. Pero deja que caiga yo sólo al infierno. ¡No me permitas arrastrar a nadie en mi caída, te lo suplico!

La oración


- Ya no hay olor a sal. La tierra está más suelta a cada paso. Los pies comienzan a pesar… pero es el corazón el que está hundido. Mi voluntad está quebrada. Mi moral, abatida. Y mi espíritu vuela disperso, buscando un frío lugar donde reposar y nunca más volver a ver la luz del día.

La elfa permanecía de pié mirando al horizonte. Las dunas de arena comenzaban a salpicar el terreno arbolado. Mañana entrarían en el temido desierto, donde infinitas penurias y fatalidades rondarían sus cuerpos y sus almas durante los próximos tres meses. Los últimos acontecimientos le estaban sobrepasando en todos los sentidos. La mirada clavada en la línea que separaba la arena del cielo. Su melena blanca brillaba a la luz de la luna, como un fantasma etéreo cuya alma se ha quedado atrapada en un mundo inquisidor y lucha por descansar en paz. Sus tres compañeros dormían.

- Ah… El sueño. ¡Qué grato placer sería soñar con un mundo mejor! Hecho a mi medida. Donde no hubiese daño ni sufrimiento. Sois afortunados, vosotros, mortales que tenéis el don de soñar. Aunque solo sea unas horas al día…

Escribok, que yacía sobre las piedras más afiladas que pudo encontrar, había roncado profundamente durante horas. Pero ahora por fin, el silencio era casi absoluto. Roto solamente por el ulular de alguna lechuza y el leve crepitar de unas brasas casi apagadas. Bajo él, pequeños hilos rojos que nacían en su espalda, teñían las piedras de color escarlata, como si el enano durmiese en un lecho de rubíes.
Einon dormía intranquilo apoyado en un árbol. Sus alas le jugaban malas pasadas. Aun no se había acostumbrado a ese peso. Es posible que nunca termine de acostumbrarse al peso de su sangre.
Kenshi era la viva imagen del sosiego. Su imponente figura descansaba al lado de su montura. Era arto complicado adivinar en qué pensamientos estaba sumergido. Siempre sentado en el suelo y abrazando su arma suavemente, pero a la vez, con la firmeza de una montaña.
El aire cambió de dirección. Ahora soplaba con fuerza desde el sur. La melena de Galidariann volaba junto al viento y su vestido azotaba sus pálidos tobillos. La muchacha cayó de rodillas. Pasó sus dedos por el símbolo de una balanza que llevaba bordado en su vestido. Lo perfiló suavemente, notando el hilo con el que estaba hecho. Cuando su mano hubo reconocido todo el símbolo, los labios de Galidariann comenzaron a moverse lentamente en una oración.

- Finallis, juez supremo ejecutor, la luz que todo lo ve, el calor que envuelve al mundo. Escucha mi plegaria.
¿Dónde está el olor de la primavera, el rocío en la hierba y el aroma de las flores? ¿Dónde, las risas de los niños que juegan despreocupados en el parque? ¿Dónde quedaron los largos atardeceres estivales a la orilla del mar?
Las hojas de los árboles caen, el día se transforma en noche, el amigo se vuelve enemigo y la ilusión muere en desesperación…
He de pedirte perdón, mi Dios. Siempre me he mantenido fiel a ti. Mi fe era inquebrantable. Mis ideales eran los tuyos. Pero ahora me avergüenzo de mis actos. He perdido el control. Tenía clara mi misión. Pero cuando he tenido al propio mal delante de mí, he sido incapaz de ejecutar tu voluntad. He sido incapaz de alzar mi mano en su contra… He sido incapaz de destruirlo.
Soy una tonta idealista. Una niña dependiente de sus amigos, incapaz de enfrentarse a la realidad. Una realidad que me ha sobrepasado. Que me ha engullido sin piedad.
Cuando regresamos a Taneo desde Septenae tenía muy claras mis ideas. Sabía lo que tenía que hacer, y cómo conseguirlo. Sabía los pasos exactos que debía dar para lograr mi objetivo. Cuando Mehren regresó, todo cambió. Mi corazón se nubló una vez más. Sabía que el alma de Mehren estaba sucia, contaminada por el desarrollo de nuestros viajes. Pero la esperanza de recuperarle embargaba mi mente y mi espíritu. Mehren estaba de nuevo entre nosotros, había salido vivo de Morg y volvíamos a estar todos juntos, unidos en contra de Allanon, embarcados en la misión de detenerle. Una misión dura y terrible, pero factible, siempre y cuando siguiéramos juntos, como Fénregon dijo en su día.

Galidariann apoyó las manos sobre la tierra cerrándolas y apretando la arena con fuerza. Su mirada se tornó temblorosa, alzándola al cielo para ver las estrellas.

- Sabe mi Dios Finallis que intenté abrirle los ojos, sabes bien que trate de guiar su alma por senderos de cordura. Que traté de bloquear el mal que embargaba su espíritu. Lo intenté todo dentro de los límites de tu fe. Incluso sacrifiqué mi propio cuerpo y mi mente, apostando mi vida a una sola carta. Convirtiéndome en una sombra de mi misma. Luchando en contra de un destino que lleva tejido desde el principio de los tiempos. Ahora no me queda rastro de dudas. El Mehren que conocí. Aquel que vi crecer. Aquel que cuidé desde niño y por el que sentía tanto afecto… ha muerto. Ya no existe.




Los ojos de Galidariann comenzaron a inundarse de lágrimas. Brotaban y resbalaban por sus pálidas mejillas. Brillaban como las estrellas que la daban luz. Un grito desgarrador cruzó la noche.






- ¡YO TE MALDIGO, MEHREN ALLEN! ¡TE MALDIGO CON TODA MI ALMA!
Aunque la elfa estaba a una distancia prudencial de sus compañeros, Escribok se despertó sobresaltado. Al contemplar el dolor de la muchacha, apretó su cuerpo contra las piedras, que se clavaron firmemente en su piel. Comenzó a musitar una oración de expiación por el alma de Galidariann.
Einon también abrió los ojos he hizo un ademán con las manos que brotaron en llamas, pero se contuvo al observar la situación. Leves atisbos de sentimientos olvidados intentaron renacer en su corazón al escuchar las lágrimas de ella. Pero como había hecho los últimos años, ahogó su conciencia y permaneció tumbado, tratando de conciliar el sueño de nuevo.
Nada podía perturbar la concentración de Kenshi, que permanecía impertérrito ante los gritos de Galidariann.

- ¡Te lo di todo! ¡Te entregué hasta mi vida! ¡Todos lo hicimos! ¿Y así es como nos pagas? ¡Me has arrastrado a confabular con mi enemigo sólo para salvarte la vida! ¡Alzaste a los nobles caballeros de Airul en mi contra! ¡Has coartado su voluntad!- La muchacha respiró hondo. -¡Has deshonrado la memoria de Airul y todo por lo que él luchó! ¡Has deshonrado la memoria de mis padres que dieron su vida por la causa que ahora tú lideras! ¡Todos los seres buenos de este mundo han dado sus vidas por una causa que tú estás mancillando! ¡YO TE MALDIGO!...- Y bajando el tono de voz como si fuese a pronunciar la blasfemia más grande que pudiese nombrarse…
- …Y te odio…

- Perdóname Finallis, pues mis verdaderos amigos siempre estuvieron a mi lado y no supe verlos. Incluso en mi locura por intentar cambiar el destino han dado todo lo que poseen por salvar mi cuerpo y mi alma de una perdición segura. Escribok es el alma más bondadosa que he conocido a lo largo de mis viajes. Su fe ciega es una inspiración, no solo para los seguidores de Ilfaath, si no para todo el mundo. Mientras el siga con nosotros, la esperanza no morirá en mi corazón.
Kenshi es la personificación de la lealtad y del trabajo duro. Su férrea disciplina ha de ser la base que guíen mis juicios a partir de hoy. Muchos paladines envidiarían la forma de vida de este espadachín.
Einon… nunca pensé que pudiese ser más honrado y leal que Mehren. ¡Lo que son las cosas! Me ha demostrado que es un amigo fiel. Pese a tener una sombra siniestra a su alrededor, algo me dice que su alma buena lucha constantemente por aflorar. No confiaba en él, pero ahora pongo mi vida en sus manos.
Te imploro por el alma de Fénregon, sé que se debe a los designios de su señor pero su lealtad y sus palabras nos mantuvieron unidos en Morg y dejarán en mi mente un grato recuerdo de él. Espero que sepa ver a quién está siguiendo y se libere del yugo que le ata a un destino que nunca debería haber sido suyo.

Galidariann se puso en pié una vez más. Mesó sus cabellos y peinó su melena que ahora le caía entera a lo largo del busto.

- No importa las veces que caiga al suelo. No me importan las heridas. No me importa la muerte. Continuaré levantándome una y otra vez. Oh, Dios Finallis. Ante ti, juro que llevaré tu palabra hasta los confines más remotos. Que mi causa será siempre justa y que no permitiré que el mal se apodere de mí y de los míos. Porque la justicia ha de prevalecer. He de salvar la esperanza acabando con Drektor. He de trabajar duro para imponer justicia en la existencia de Allanon. He de plantar la semilla de la amistad a donde quiera que vaya.
Gracias Finallis. Porque en mi infinita ignorancia no me has abandonado. Porque sigues a mi lado a pesar del mal que me rodea. Gracias, porque en ti hallaré las fuerzas para continuar mi camino. Porque darás poder a mi brazo para ajusticiar a aquel que ose oponerse a tus designios.
Cumpliré mi misión. Allanon no se apoderará de más artefactos. Y Drektor morirá.
No he de mirar atrás. Una nueva etapa en nuestro viaje se abre ahora. Y esto no es más que el principio.

La muchacha sacó su daga y la sostuvo con firmeza. Agarró con fuerza su larga melena plateada y pasó el filo de la navaja por debajo de ésta, cortándola a la altura de su cuello. Sus largos cabellos se dispersaron rápidamente en el viento y Galidariann se quedó contemplándolos hasta que desaparecieron de su vista.

Historias en la Sombra

Tattooine, hace 44 años.

Una voz cruel, llena de odio, a voz en grito.

- Yo marcho a arreglar unos asuntos dos meses, ¡SÓLO DOS MESES! - grita a pleno pulmón mientras hace aspavientos - y vosotros dos, mi aprendiz, y mi hermano, no tienen otra cosa en qué pensar. ¡VERGÜENZA! Sois la vergüenza de nuestra familia, y de nuestra orden.

Los dos aludidos, sentados, en el humilde banco de la casa de Tattooine, no alzan la vista. La figura encapuchada que ahora pasea de lado a lado de la pequeña estancia, se lleva un par de veces la mano al cinto, pero luego la retira.

- Tú no mereces llamarte hermano mío. Ya no.

El hombre, que mira humillado al suelo, se lleva de repente las manos a la garganta, y comienza a emitir unos sonidos guturales.

- ¡No, por favor, Maestro! - grita la mujer mientras cae de rodillas ante la figura oscura.

- Tú cállate, escoria. - Sin soltar la presa de la Fuerza sobre su hermano, Darth Manner da una patada con violencia a su aprendiz. - No has aprendido nada. ¡Te he dicho mil veces que la piedad no es una de nuestras causas!

El sonido de la tráquea rompiéndose, mientras exhala su último aliento, acompaña los sollozos contenidos de la mujer.

- En cuanto a ti, miserable, tengo planes para ese hijo que esperas. Pero para ti, ya no.

Se acerca a su aprendiz, pone la mano suavemente en el hombro, y la mujer pierde el conocimiento.

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Unos meses después.

- Lo sentimos, señor, pero su mujer no ha superado el parto. Sin embargo, ha tenido una niña preciosa.

- Es una lástima, pero llevaba en coma medio año. Lo entiendo. Gracias por su ayuda, doctor.

- Duerma aquí hoy. Mañana podrá llevarse a su hija.

- Creo que me la llevaré hoy mismo.

- Pero, señor...

El característico sonido de un sable láser activándose y desactivándose camufla el sonido de la cabeza del médico cayendo al suelo.

- Arregla este estropicio, Jaeth.

- Sí, maestro. ¿Qué vais a hacer con vuestra hija?

-¡No es mi hija, imbécil! La voy a entregar en adopción. Cuando llegue su momento, ya la reclamaré. Tiene su destino escrito desde el mismo momento en que fue concebida.

- Lo siento, Maestro.

La figura encapuchada coge con cuidado al bebé, envuelto en una toalla.

- Sheryl. Veo tu futuro nublado, pequeña, tan tormentoso como tu concepción.

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Jardines del templo Jedi. Hoy.

Dos figuras con túnicas negras observan un monumento funerario, una estatua de un ángel, con dos pequeñas lápidas.

- Mira bien este monumento, mi querido Sidious - dice la figura más alta - pues es nuestro triunfo absoluto.

- ¿Por qué, Maestro?

- Porque los dos caballeros a los que representan, representan el fracaso de los Jedi. Una era una estudiante brillante, con un potencial en la Fuerza digno de los mejores Maestros. Y la inoperancia del entrenamiento Jedi la llevó a una muerte prematura, una muerte que truncó de raíz la posibilidad de una de las mejores versadas en la Fuerza de la Historia.

Ambos observaron la lápida donde se leía "Sheryl, Caballero Jedi, siempre en nuestro corazón".

- Y la otra - continuó Plagueis - representa una parte de mi que los Jedi no supieron mantener de su lado por su ineptitud.

- Comprendo, Maestro.

- Aprende bien esta lección, mi discípulo, pues el mayor triunfo es el fracaso de tus enemigos.

Hace mucho tiempo...

Barrios Bajos de Coruscant, hace 43 años.

John y Joe se dirigen a una cabina de comunicaciones pública. Sólo John entra, mientras Joe monta guardia fuera. Mira nervioso a un lado y a otro.

En el holoproyector de la cabina, mientras tanto, se dibuja la imagen encapuchada de un humano, o al menos humanoide.
- Dime, John.
- Maestro, esperamos instrucciones.
- Antes, os quiero felicitar por la misión en Alderaan. Tan épica, tan dramática. Esos dos serán víctimas fáciles. Sobre todo Amy. Él parece más… íntegro.
- Gracias, Maestro. Tal y como pedisteis.
- Bien. Aseguraos de que Jei-Kwan elige al joven Xaharilyan como padawan. Procurad al joven una educación, un tanto, atenta. Que destaque por encima de los demás estudiantes, pero no tanto como para ser considerado una eminencia. No queremos que otro maestro lo escoja. Que Jei-Kwan esté siempre informado de los progresos de Xaharilyan, pero sed cautos. No ha de sospechar.
- Sí, maestro.
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Templo Jedi, hace 32 años.

- John, Joe, tenéis una llamada. Me parece que es uno de vuestros captadores.
- Estupendo, quizá hayan encontrado una nueva promesa.
Ambos se dirigen hacia una cabina de comunicaciones y la siniestra figura encapuchada aparece después de un minuto, en el que Joe manipula el teclado del terminal, para asegurarse la privacidad de la conversación.
- Ha llegado la hora. Haced que Jei-Kwan y su padawan sean enviados de misión a Tattooine. Sheryl está preparada. Apenas ponga pie sobre el planeta, estoy seguro de que no tendrá dudas.
- Sí, maestro. Le enviaremos tan pronto sea posible.
- Bien – una sonrisa maliciosa se dibuja en el holograma azulado – tal y como yo planeé.
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Consejo Jedi, una semana después.

- Maestro Yoda, he de tomar a Sheryl como mi nueva padawan. Es la voluntad de la Fuerza. No me cabe la menor duda. Lo… percibo.
- Tomar dos padawan, no puedes, maestro Jei-Kwan.
- Lo sé, maestro – la mirada se desvía hacia el suelo y le invade una gran pesadumbre- Por eso he decidido dejar de entrenar a Xaharilyan. Él… no está destinado a mí.
Un murmullo recorre el consejo. Los ojos del padawan, presente al lado de su maestro, están abiertos como platos, y se tornan llorosos.
Interviene Qwael.
- No puedes abandonar el entrenamiento de tu padawan. No fue eso lo que yo te enseñé.
- Maestro, lo siento, pero debo cumplir la voluntad de la Fuerza… Sheryl debe convertirse en Jedi. Lo presiento.
- Pero no debes sacrificar a Xaharilyan en el proceso. Algún otro maestro puede hacerse cargo de la joven.
- ¿Quién? Tiene 12 años. Es mayor. Nadie la tomará bajo su cargo… ¿Lo haría usted, Maestro?
- ¿Yo? – Qwael se sobresalta ligeramente, sorprendido- Yo soy demasiado mayor, mi querido aprendiz…
- ¡Por favor, Maestro! Hágalo como favor personal. Confíe en mí.
Qwael medita por un momento. Mira a Yoda, que asiente.
- Está bien, yo tomaré a la joven Sheryl como aprendiz padawan.
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Barrios bajos de Coruscant, hace 22 años.

La imagen holográfica de la figura encapuchada se materializa en la cabina pública, pero hay muchas interferencias y aunque el sonido es bueno, la imagen no termina de definirse.
- ¿Sí, John?
- Maestro, Sheryl… ha muerto. Su última misión salió mal.
- Un pequeño contratiempo… Por suerte Amy McIntire ya está infiltrada, siempre hay que tener una segunda baza preparada. No os preocupéis; todo puede seguir el curso previsto.
- Bien, Maestro.
- De todas formas, prestaremos especial atención al padawan de la muchacha. ¿Xavier, se llama? Echadle un ojo.
- Xaharilyan lo va a tomar a su cargo.
- Excelente. Todo se ajusta a lo previsto…
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Templo Jedi, hoy.

- John y Joe Mason, se os acusa de alta traición al consejo, la orden Jedi y la República – la voz profunda del Maestro Windu resuena metálica a través de su holograma- ¿Cómo os declaráis?
Ambos permanecen callados, con las esposas puestas y la mirada perdida en el paisaje de Coruscant.
- Muy bien. En ese caso, por nuestra parte- mientras hace un gesto con el brazo que abarca todo el consejo- quedáis expulsados de la Orden. Que la Justicia ordinaria decida vuestro castigo por los crímenes que habeis cometido. Qui-Gonn, Plo-Koon, llevadles ante el senado de la República.
- Sí, maestro.

La semilla del Mal



“Yo te aportaré mi conocimiento. Tú me aportarás tu fortaleza. Y , juntos, dominaremos la Fuerza. Hemos de encontrar a alguien, alguien sabio y digno, para transmitirle nuestro conocimiento. Alguien digno de sucedernos en nuestra cruzada. Hemos de vengarnos de los Jedi, que una vez más nos han humillado, defenestrado.”

“Sí, Maestro.”

“Pero, dime, ¿estás dispuesto a llegar hasta el final?”

“Sí, Maestro. Hasta donde sea necesario.”

“Tus sentimientos por tus amigos son muy fuertes. Debes librarte de ellos. Te podrían traicionar. Son tu punto más débil. Si algo les sucede, te afecta. Si algo te sucede a ti, ellos vendrán, y nos podrían descubrir. Sobre todo esa amiga tuya, Ellen. Nos siente. Sabe quién eres, está demasiado familiarizada con tu cuerpo, con tu identidad.”

“Tienes razón, Maestro. Debo ser fuerte. Pero, ¿cómo dejar atrás todo lo que he vivido junto a ellos?”

“Yo te ayudaré. No es tan difícil como crees. Conozco los secretos del Lado Oscuro, y esos secretos nos ayudarán. Debemos confundirles. No puedes volver a ser tú, pero tampoco debes ser yo. Pues yo también soy conocido en ciertos círculos, y todos piensan que estoy muerto, que fui asesinado. Y eso, nos beneficia. Puesto que todos creen que la amenaza del Lado Oscuro se ha disipado. Pero no es así, ahora somos más fuertes que nunca, dos somos, pero en una sola persona. Y pronto se unirá a nuestra causa un nuevo aprendiz, alguien prometedor, a quien confiarle todo nuestro conocimiento y poder.”

“Ardo en deseaos de aprender las sendas del Lado Oscuro, Maestro. Ábreme los ojos a una nueva realidad, a ese poder estremecedor.”

“Así lo haré, Darth Acies. Pero antes, debemos aprender una última lección, antes de empezar a impartirlas. Debemos fundirnos definitivamente en una sola persona, sabia como yo, fuerte como tú. Darth Acies y Darth Manner, una sola cosa. Debemos dejar de ser dos entes separados. Debemos renunciar a nuestras identidades anteriores. Los dos.”

“Yo estoy dispuesto, Maestro. Mi venganza contra Kaleen-Da-Ar se consumó de una manera u otra, y ahora poco o nada me une a esta Galaxia.”

“Así sea, entonces. Ni siquiera la forma debe ser parecida. Cambiaremos de aspecto. Una raza distinta, para que todo sea distinto”

“Gran idea, Maestro. ¿Qué raza elegiremos?”

“Muun. Elegante, inteligente, bien vista en toda la Galaxia.”

“Bien, Maestro.”

“No va a ser fácil, Darth Acies, mi aprendiz. Probablemente sea doloroso, aunque también es muy posible que después del proceso no lo recordemos. Voy a influir en nuestros midiclorianos, y nuestro nuevo cuerpo emergerá. Seremos uno, fuerte y sabio. De hoy en adelante, seremos conocidos como Darth Plagueis.”

“Estoy listo, Maestro.”

“Sea, Darth Acies. Nuestro poder y sabiduría serán legendarios. Y todos esos conocimientos, no se perderán, porque juntos, mi querido aprendiz, podremos burlar a la muerte, y manipular los midiclorianos a nuestro antojo. Presiento que este es un gran día…”

El muun se levantó de la cama.

“Un gran día. Para que comience el Fin de la Luz.”

Episodio 0: Epílogo

Por primera vez en toda mi vida, sentía que de verdad algo importante estaba sobre mis hombros… tal vez no fuera de verdad la primera vez que tenia que tomar una decisión, pero si era la primera vez que la decisión que debía tomar era tan dura…

Kaleen Da-Ar… él había sido mi maestro durante toda mi carrera como Jedi… él había cuidado siempre de mi, siempre había sido algo más que un maestro… un amigo, un hermano… un padre… no se como llegamos a esto pero, ¿Por qué ha tenido que acabar así todo?


-Torin, Torin, ¿estás bien? ¿Sigues conmigo?- Dijo Ellen poniendo su mano sobre el hombro del Jedi.


-Ah, si Ellen, perdona, estaba pensando en mis cosas… ¿Cuánto falta para llegar a Coruscant?


-Estamos ya apunto de llegar.


-Muy bien. Si me disculpas iré a ver como está Xarux.


-Vale, aquí estaré.


Torin se levantó de la silla de la cabina del Leviathan, con una manta puesta encima de sus desgastadas vestiduras de jedi, se acercó a la puerta y se dirigió a la sala del tanque de bacta.


Una vez allí se encontró con su amigo el calamar, que estaba siendo curado dentro del mismo. El joven Jedi permaneció en silencio unos segundos observando a Xarux. Cuando se disponía a irse sonaron unos golpes en el cristal del tanque, al volverse vio como Xarux, sonriente como siempre, le levantaba el dedo pulgar, para hacerle ver que todo estaba bien. Torin asintió con la cabeza y se fue de la sala.


El comunicador del Kel-Dor sonó:


-Torin, vamos a salir del hiperespacio.


-Muy bien Ellen, voy para la cabina.


Mientras se dirigía hacia la misma vio a Amy dormida en una de las camas de la nave, aun inconsciente. Permaneció inmóvil unos segundos, observándola, pensando en si a ella la habría pasado algo parecido… de pronto la leve vibración que hacía la nave al salir del hiperespacio sacó al Kel Dor de su mundo. Continuó hasta llegar a la cabina. Una vez dentro de la misma se sentó al lado de Ellen, esta solicitó permiso para aterrizar en el Templo Jedi, y nada más concedérselo se dispuso a posar suavemente la nave en la plaza que tenían asignada.


-Parece que el Maestro Poff ha venido a recibirnos, Torin.


-Eso parece Ellen, iré a por Amy y a despertar a Xarux, será mejor que les examinen en el Templo, aun continúan algo débiles… - En ese momento las fuerzas de Torin flaquearon haciendo que diera un tumbo pero Ellen le agarró y evitó su caída.


-Creo que tú también deberías descansar… no ha debido de ser fácil.


-Gracias por preocuparte Ellen, salgamos del Leviathan y descansaremos todos. – Dijo Torin con tono tranquilo.


-Muy bien, iré apagando todo esto, tu ve a por Xarux.


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-Torin… Torin… despierta…


-Déjame peque, yo me encargo yo de esto… ¡TORIN¡ ¡TORIN! ¡VAMOS DORMILÓN DESPIERTA!


El Kel-Dor abrió los ojos y se encontró con Xarux zarandeándole y a Ellen sonriente a su lado.


-Vaya, por fin has despertado, si es que sin mi no seríais nada… - Dijo Xarux mientras asentía varias veces y miraba hacia arriba triunfante.


-Buenos días amigos… eh, ¿Cuánto llevo dormido?


-Han sido unas horas, es normal que estés algo desorientado, estabas bastante débil, te han administrado varías vitaminas para que recuperases todas tus fuerzas.


-Además hoy las necesitarás – Dijo Xarux – Creo que va a haber sesión del consejo a cerca de nuestra pequeña reunión con nuestros amigos en aquel búnker… sí.


-Muy bien, ¿a que hora es la sesión?


-Creo que es dentro de dos horas. – Informó Ellen.


-Sí, exactamente, de modo que tenemos tiempo de desayunar un poco antes de que empiece, así que prepárate e iremos a tomar algo a una buena cafetería que conozco yo por aquí cerca.


-Tus sitios conocidos siempre son de mi agrado Xarux, enseguida me preparo y nos vamos. –Dijo Torin presionando el botón para llamar a los droides médicos. - ¿Les importaría darme mi diagnóstico?


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Tras haber tomado un delicioso desayuno en la cafetería de un conocido de Xarux, y de haber tenido una larga e interesante conversación entre ellos a cerca de los últimos acontecimientos, los tres se dirigieron al Templo Jedi, era la hora de descubrir la verdad.


Todos los maestros estaban reunidos, no todos de cuerpo presente, algunos como el maestro Windu se encontraban en la reunión de modo holográfico, pero había un asiento vació que provocaba un profundo pesar en Torin… el asiento de Kaleen…


Windu abrió la sesión de un modo normal, una sesión basada principalmente en la confrontación contra los usuarios del lado oscuro dentro del búnker, Torin habló acerca de lo sucedido antes de la batalla en el búnker y los caballeros Plo Koon y Qui-Gon Jinn hablaron a cerca de las pruebas que encontraron, tras esto el maestro Windu tomó la palabra:


-Antes de continuar hablando de las pruebas halladas, creo que será mejor que el caballero Torin se ocupe de explicarnos que sucedió exactamente allí con el maestro Da-Ar y el maestro Muros, uno de los cuales yace en el depósito del sótano, y del otro, no tenemos rastro.- La mirada de Windu se posó severa sobre Torin.


-Bien me parece, - Intervino el maestro Yoda – Caballero Torin, ¿tan amable serías de explicarnos lo que a Kaleen Da-Ar y Xavier sucedió?


-Sí, maestro. – Torin respiró hondo por su máscara y miro a su derecha, donde se encontraban Xarux y Ellen, cerró sus puños y levantó la cabeza para poder mirar al maestro Yoda. – Nos encerraron dentro del búnker, tras hablar acerca de su plan para invadir la República y de descubrir, entre otras cosas, que Xaharilyan continuaba vivo y convertido en una mera marioneta del lado oscuro al servicio de Marva Eval, comenzó la confrontación… El maestr… Kaleen Da-Ar comenzó atacando a varios de los secuaces de Eval mientras que los demás atendíamos a nuestras propias batallas, Kaleen Da-Ar acabó con Xaharilyan y con la propia Marva Eval y tras esto, arremetió contra Xavi… el maestro Muros y comenzaron a luchar.


Un murmullo comenzó a surgir entre los presentes.


-Kaleen Da-Ar atacó a Xavier, sin mediar palabra ni provocación, ¿es eso lo que dices? – Preguntó Windu.


-Sí, maestro, Xavier estaba luchando contra los sicarios y Kaleen comenzó a luchar contra él. En ese momento Kaleen le cortó un brazo a Xavier y este cayó al suelo, entonces el lord oscuro que se hacia llamar Darth Manner se preparó para acabar con nosotros, el Capitán Deso activó sus detonadores termales y cada uno tratamos de huir como pudimos del impacto, tras la explosión no había rastro de Manner… pero Kaleen Da-Ar se levantó de entre el polvo… tuvimos unas palabras en las que me indicaba que acabara con Xavier y el resto de gente que quedaba viva en la sala… su odio era inmenso… - La voz de Torin se quebró durante unos segundos.


-Valor, Torin. – resonó en la cabeza del joven caballero, que se recompuso.


– Darth Avidus, así le llamaron en la sala, por lo visto el reverso tenebroso había dominado a Kaleen Da-Ar y había muerto, y ya solo quedaba Darth Avidus… hablamos unos minutos… al ver que no accedía a sus peticiones activo su sable láser y yo hice lo propio… nos enfrentamos y cuando mis fuerzas flaquearon Avidus me dio un gran golpe que me dejó inconsciente en el suelo… pero todavía pude ver como, tras no encontrar una salida del bunker ni nada para curarse, caía muerto en medio de la sala… como le encontrasteis… una vez me desperté Xavier no estaba ya en la sala, supongo que se iría del bunker, sus motivos tendrá, pero no hay nada que me indicase a pensar que Xavier no era nada más que un caballero Jedi que luchó a nuestro lado contra los lores oscuros… y fueron derrotados. Después de eso me acerqué a Xarux para comprobar si seguía con vida y el maestro Windu, Ellen, Plo Koon y Qui-Gon llegaron y abrieron el búnker, el resto ya lo conocen.


-¿Insinúas entonces que Kaleen Da-Ar estaba consumido por el lado oscuro, Torin? – Pregunto el maestro Koon.


-Si, maestro Koon, no me queda ninguna duda, la persona que estaba en ese búnker no era Kaleen Da-Ar, sólo un vago reflejo de lo que fue…


-¿E insinúas que Xavier Muros se comportó como un noble caballero que os ayudó en el combate? – Pregunto Windu.


-Sí, maestro, Xavier es un caballero Jedi, no me cabe la menor duda de ello. No hay nada que me induzca a pensar que no lo es.


-Revelado una terrible verdad nos has, caballero Torin, pero aunque doloroso sea, afrontarla debemos… Kaleen Da-Ar murió y Darth Avidus nació… un gran caballero que ser pudo, mal eligió… cada vez menos quedamos, y más de ellos hay… - dijo Yoda en tono melancólico.


-Pero eso era antes, ahora, y gracias a sus esfuerzos – Dijo Ki-Adi Mundi señalando a Torin y a los demás – los sith han desaparecido y se han extinguido.


-No estés tan seguro, maestro Mundi, pues Xavier aun sigue en paradero desconocido, si no tuviera nada que esconder, estaría aquí ahora… - Dijo Windu severo.


-Mmm, del maestro Muros, más tarde hablaremos. - dijo Yoda.


-Estoy de acuerdo, las razones de Xavier serán estudiadas en su momento, y hasta que no le encontremos no podemos estar seguros… pero por ahora la palabra del caballero Torin es con lo único que contamos, de modo que asignaremos un equipo Jedi para investigar sobre esta cuestión. –Concluyó Windu.


-Si se me permite, maestro Yoda, querría hacer una petición al consejo… - Dijo Torin.


-Claro Torin, tus palabras, escuchamos. –Dijo cordialmente el maestro Yoda.


-Si al consejo no le importa, y me si me da su aprobación, me gustaría poder tener a Amy Organa bajo mi tutela y así poder concluir los cabos sueltos que pueden llegar a quedar en esta historia…


-¿Su entrenamiento terminar deseas, joven Torin? ¿Tomarla como padawan, eso quieres?


-Si no me ocupo yo de ella no creo que ningún maestro la quiera tomar como aprendiz, y más sabiendo que ha sido adiestrada por quien lo ha sido…


-Una interesante noticia resulta ser… creo que la joven Amy bien a tu lado estará, pero por el momento creo que lo más conveniente, averiguar qué sabe ella será. Después de que concluya su adiestramiento, ya nos encargaremos.


-Como deseéis, maestro Yoda, muchas gracias.


-Tenemos toda la información que necesitamos para tomar las decisiones oportunas, caballero Torin. Puedes retirarte.


Torin, Xarux y Ellen salieron de la cámara del consejo, permitiendo así que la reunión continuara, una vez fuera, los tres amigos se juntaron y comenzaron a hablar.


-Parece que hemos adoptado a otra lamentable forma de vida, ¿eh Torin? – Dijo Xarux entre risas.


-Si, podría ser así, Xarux – Dijo Torin alegre.


De pronto una voz sonó en la cabeza de Torin:


-Has sido valiente respecto a tu Maestro, Torin, has hecho lo correcto… Está bien que no preocupes al consejo aun con Xavier, pero recuerda, que el lado oscuro emanaba tan fuerte de él como de Kaleen, si no actúas, podría ser el final de la luz… - la sabia voz del maestro Alec desapareció tras decir estas palabras.


Ellen sacó a Torin de su trance y agarrándole por el hombro y abrazando a Xarux con el otro.


-Me parece que pronto tendremos más trabajo, de modo que ¿Por qué no nos distraemos antes de volver a la acción, muchachos?


-Es una buena idea Ellen, ¿Qué se te ocurre a ti, Xarux? – Dijo Torin mirando al calamar.


-Creo que podríamos ir a tomar unas copas a un bar de un amigo mío, sí… es una gran idea… Prepara el mejor Moco de Bantha de Coruscant - y se quedó pensativo y asintiendo con la cabeza como le encantaba hacer.


-¡Xarux!– Le golpeó Ellen para que dejara de soñar despierto – ¡Vámonos de una vez!


Y los tres se alejaron por los pasillos del templo hacia su speeder, Ellen agarraba a Torin a su izquierda y a Xarux a su derecha, y juntos se fueron caminando hacia futuras aventuras… pero eso, es otra historia.