La sombra del Norte

  Naltiria anotaba en su diario todo lo que iba descubriendo acerca de la situación en Molco. Ese diario con salvaguardas mágicas y palabras en clave donde decidió que escondería su presente y su pasado para que su legado y “la verdad” que ella poseía, pasaran a manos de alguien capaz de afrontarla, en el caso, siempre presente, de que su alma fuese definitivamente consumida, y sus días en esta tierra tocarán a su fin.

Naltiria no le temía a la muerte. No en vano ya se había enfrentado a ella en todos sus términos. Pero sí que tenía miedo de que el mundo se sumiese en el velo de las mentiras no estando ella para desentrañar los misterios del mismo y señalar con un dedo inquisidor a aquellos que se afanan en cegar los ojos de mortales e inmortales por igual. “Naltiria no pertenece ya a este mundo pero no se irá definitivamente de él sin cumplir antes su cometido…”

O al menos eso es lo que ella piensa cada día en el que abre los ojos en un mundo que se le antoja cegado, bizarro y desprovisto de libertad. Una libertad real, aquella que solo se obtiene cuando se comprende la verdadera naturaleza del espíritu.


Escribiendo en su diario, se daba cuenta de que Molco era una versión en miniatura del propio mundo en el que vivían. Una ciudad que poco a poco estaba siendo manipulada, de la forma má
s sutil e imperceptible. Información que se pierde, noticias falsas, y líderes corruptos o directamente alcaldes de paja que son usados como títeres por voluntades ocultas en las sombras… Einon…

La figura del semidragón tocó la mente de Naltiria y los restos del alma de Galidariann se retorcieron de dolor en su interior. Una lágrima solitaria se derramó en el papel, emborronando la tinta. No pasaba ni un solo día sin que Einon azorase sus pensamientos y cada día, Naltiria humedecía sus mejillas con una lágrima solitaria por él. Einon intuyó una profunda verdad, la misma que Naltiria porta, y él está pagando por ello un precio desmedido e injusto, aplicado por un ser que no merece tener el poder que tiene…

Nadie debería tener ese poder…


Naltiria suspiró otra vez, pensando que Einon tendría que esperar un poco más, consciente de la espiral de locura y soledad en la que se sumía día tras día. Pero había otros asuntos más importantes a los que atender; bueno, no más importantes, pero al menos, sí más apremiantes. Sus compañeros estaban enfrascados en detener el “fin del mundo”. Una empresa digna de Galidariann, pero insulsa para los objetivos de Naltiria. Sin embargo pareciera que dioses y mortales estuvieran realmente preocupados por esta situación. Incluso Septennus ha mostrado cierta curiosidad por ese condenado ritual de Voccisor, aunque disimulado por su habitual falta de interés por cualquier asunto mortal. Pareciera que el dios repudiado solo fuese un mero espectador pasivo que se divirtiese observando las decisiones que Naltiria tomaba y riéndose entre dientes al observar las consecuencias de esas decisiones, y solo interviniendo en los casos donde su propia seguridad estuviese comprometida. Aún con todo, la verdadera razón por la que Naltiria permanecía en Reionnae era la historia que Odeska podía contarle. Naltiria sospechaba desde hace mucho que Anne Von Xavras no era quien se supone que debería ser. A priori sus intenciones eran legítimas, pero sus formas y las conversaciones que había mantenido con Naltiria inducían a la archimaga a pensar que algo maligno y terriblemente poderoso se ocultaba en el interior de la emperatriz de Athanae. Odeska podría confirmar sus sospechas y, de hacerlo, quizá Naltiria debería buscar ayuda poderosa para escapar de las garras de Anne. Sumida en estos pensamientos, Naltiria repasaba con los dedos las runas marcadas a fuego en sus manos con una profunda tristeza, culpa, rabia e impotencia.

Recuperando su hilo de pensamiento, Naltiria cada día estaba más convencida de que la aparente locura de Odeska, podría  tener cierto fundamento. El alcalde que nos pidió investigar estaba sin duda relacionado con un confidente que se hacía llamar “Pico de Oro”. Y la situación en Molco daba pie a pensar que quizá había algún tipo de conexión entre estos dos asuntos. Alcaldes que, aprovechando la situación de inestabilidad del imperio, propagan el malestar y la disidencia contra el status quo del imperio. Una “mano negra” que conspira en las sombras poniendo a alcaldes y personas influyentes en contra de Iandora. La contención en la información y la tergiversación de la situación por parte de las altas esferas para controlar la opinión de la gente de a pie…

Quizá Naltiria se había vuelto una conspiranoica. Aunque ese rasgo era algo que no se le podía echar en cara después de todas las revelaciones que comprendió a raíz de su “juicio final”. Naltiria había visto un atisbo de los entresijos que dioses y poderosos utilizan para manipular a los mortales inocentes y ahora veía sombras y argucias en cada esquina. Naltiria estaba resuelta a sacar a la luz toda la verdad. Y entonces, un escalofrío recorrió su espalda. La sangre se retiró de sus mejillas y palideció ante una idea. Una idea rocambolesca, estúpida y del todo imposible…


…….. pero cuanto más pensaba en ello, más sentido le encontraba. Estaría su mente jugándole malas pasadas. Sus prejuicios nublaban su inteligencia. Tenía que ser eso…..


……..pero todo encajaba de una forma tan maquiavélica y magistral.


Con los ojos como platos y la mirada fija en la pared, Naltiria no veía la habitación que le rodeaba ni tan siquiera la hoja con tinta emborronada en frente de ella. Sus pensamientos daban vueltas ante una posibilidad, pequeña, pero aterradora. De ser ciertas las ideas que rondaban la mente de la archimaga, el futuro de todo el imperio… no, de todo el planeta, estaría a punto de cambiar drásticamente.


Era algo improbable y absurdo pero, a la vez, tenía tanto sentido. Anne Von Xavras había expresado ante Naltiria en múltiples ocasiones su objetivo de “unir” el mundo entero bajo su dominio. ¿Y si ahora que la guerra contra Hirannae esta decantándose a favor de la emperatriz, ésta estuviese allanando el camino para un posible conflicto político contra Reionnae? No le resultó descabellado a la archimaga pensar que, alguien como Anne, con sus objetivos y sus quasi ilimitados recursos, podría aprovechar la inestabilidad de Reionnae para sembrar las semillas de la disidencia. Un campo de cultivo perfecto para comenzar su expansión política y de control de masas una vez terminada la guerra en Athanae. La situación perfecta para la imparable expansión política de Anne Von Xavras. Una sombra que crecía en el Norte y se hacía cada vez más extensa, cubriendo todo el planeta.


La archimaga tembló con auténticos escalofríos de terror ante esa idea…


¿Debía compartir sus ideas con sus amigos o la tacharían de paranoica? Naltiria había recorrido un gran camino junto a ellos y aún todavía no había logrado ganarse su confianza, y no podía culparles. Los pecados que la archimaga había cometido eran suficientes para perder la confianza de cualquiera.


Solo esperaba estar completamente equivocada.

 Acérquense, damas y caballeros, acérquense a este humilde bardo, para escuchar una nueva historia, acérquense para escuchar cómo me uní a un grupo, cuanto menos, peculiar...

Sesión XXXVIII. Dulce Miel, Amarga Despedida.

Naltiria estaba deseosa de presentarnos a Jallil Tan, quien habría de ser nuestro experto cerrajero y manipulador de trampas en la aventura que nos aguardaba en las ruinas de la ciudad de Aezmir. Aunque el trato estaba prácticamente sellado, y de hecho, ya le debíamos al pícaro dos días de jornal, la archimaga quería la opinión del resto del grupo, en especial de Alix, pues el chico era lo más parecido a un infiltrador que teníamos, y posiblemente fuera capaz de valorar si las habilidades de Tan eran adecuadas.

Sin embargo, por el momento estábamos liados, algunos, como un servidor, montando un escenario improvisado y atrayendo gentes para la pequeña gran actuación que estábamos preparando cerca del Titán Azorador, para que Neesa pudiera usar su magia y ver al fin si el alcalde Din se había reunido con “Pico de Oro” y poder identificar a este último.

Otros estaban ocupados en otros asuntos, como Alix, que había pedido la ayuda de Kalanthe para… un tema un tanto más personal. El chico estaba más que interesado, desesperado, por aprender a complacer a una mujer, y Kalanthe estaba dispuesta a guiarlo.

La enorme seguidora de Rezhias podía ser ruda y agorera, pero les aseguro a vuestras mercedes, que una vez llegada al lecho, se transformaba en una mujer diferente. Dependiendo del día y la compañía, podía ser una salvaje sin piedad que te cabalgaba hasta el amanecer, o como sucedió en esta ocasión, una tierna y dulce chica con gran paciencia para llevar a Alix al placer mientras se satisfacía también a sí misma. Anthe trató con exquisito mimo a Alix, que, de seguro, tardaría en olvidar los besos apasionados, las tórridas caricias, y los primeros orgasmos con una mujer de verdad. Una mujer, que quizá había puesto el listón demasiado alto, literalmente, para las que estuvieran por venir.

Voto a Shindalar, que sin duda estaba satisfecha con la feliz pareja, y a Barenna, ya que la siguiente noche la Dama de Todas las Canciones habría de sonreír a un servidor.

Mientras tanto, Naltiria seguía enfrascada en sus conspiraciones, y utilizando el disfraz de muchacha rubia entrada en carnes que ya había usado en otras ocasiones, recorría Molcco en busca de coincidencias sospechosas, o cualquier otra pista que le pudiera servir para continuar su investigación. Sin embargo, lo que se encontró, Rezhias mediante, fue a Yosef Ibhman, que resultó ser uno de los Archimagos de Molcco, y que parecía seguirla la pista desde hacía un tiempo por sus actividades. Al señor Ibhman no parecía engañarle el disfraz de Naltiria, y la mandó prender por uso ilícito de magia. Naltiria dio con sus huesos en prisión, aunque no todo estaba perdido, pues en la cárcel de Molcco conoció a Wael Sun y a Dilek Ren, ambos comerciantes enfadados que se habían negado a pagar los abusivos impuestos de entrada a la ciudad. Quiso Fortunna que Wael, aficionado a las apuestas y los juegos de azar para más seña, hubiese coincidido en algunos de ellos con un tal “Pico de Oro” aunque no quedaba claro si se trataba del mismo individuo de Palacio de Marfil. Era de todas maneras suficiente para que Naltiria comenzara a atar cabos y más cabos en su cabeza, convencida de que estaba desentrañando una conspiración a gran escala.

Tras trasnochar enjaulada cual semidragón rojo, a la mañana siguiente, Naltiria pagó su multa, de 37 000 monedas, conmutable por su pena de dos meses de prisión por ser la primera vez que la pillaban saltándose la ley. Salió a toda prisa, y nos puso rápidamente al día de sus averiguaciones, segura de que no era casualidad que el nombre “Pico de Oro” resonase en ciudades tan distantes.

Era el momento de entrevistarnos con Jallil Tan, que se mostró tan dicharachero y seguro de sí mismo como en la anterior ocasión con Naltiria un par de días atrás; estaba deseoso de entrar en acción y aventurarse en las ruinas, aseguró detestar a los drows, y nos garantizó que ninguna trampa nos haría daño mientras él fuese el encargado. No era famoso, dijo, pero, ¿qué clase de pícaro lo es? Preguntado por su historial, se mostró especialmente orgulloso de un anillo saqueado en las ruinas de Milvara, otra de las ciudades caídas en desgracia por el infame Alvión. Todos parecíamos satisfechos con el encuentro, pero Jallil se mostró especialmente interesado en Kalanthe. Puedo asegurar a vuestras mercedes que si bien Kalanthe no era una mujer que podamos llamar bella, tenía una especie de magnetismo irresistible, y hacía sentir esa sensación de acercarse al precipicio, con seguridad de que vas a caer, pero no puedes evitar seguir avanzando. Eso debió sentir nuestro nuevo compañero, y tras ponerse de acuerdo con Alix, pues Kalanthe le tenía reservado su lecho una noche más, se decidió que sería cosa de tres.

Mientras Alix, Jallil y Kalanthe rendían una vez más culto a Shindalar, alabada sea, un servidor se encargaba de hacer lo propio con Barenna en la plaza del Titán Azorador. Mi humilde propaganda de boca en boca había resultado en una buena afluencia de público, y modestia aparte, he de reconocer que hice una buena actuación. Saqué mi mejor repertorio de canciones animadas y bailables para mantener al apreciado público ocupado y activo, mientras la pequeña Neesa llevaba a cabo su magia escondida en el escenario. Fortunna también hubo de acompañarnos, pues la actuación salió tal y como queríamos, y el hada consiguió ver todo lo que deseaba, o al menos, todo de lo que fue capaz. Quizá incluso Velereón tuvo a bien pasarse y echar un bailecito, pues la recaudación fue generosa.

El hada había finalizado su entrenamiento en la academia de guerreros ese mismo día, y su maestro le había encargado llevar un paquete a su igual en Castiglia; parecía ser que el envío por mar era caro y lento, y el mágico era prohibitivo, así que aprovechando que Neesa no podía pagar las clases, su instructor se cobró de aquella manera. Pero lo importante era que Neesa tenía novedades que contarnos, pues en su visión del pasado, había visto al alcalde Din, de incógnito, hablar con alguien que no podía ver, pero a quien se le cayó, Fortunna así lo quiso, un anillo en el momento oportuno. “Creo que se te ha caído esto” ofreció el alcalde a su interlocutor invisible, y el anillo desapareció de sus manos, pero a Neesa le había dado tiempo a ver el grabado del mismo, un hexágono familiar… ¿La Dulce Miel?

Con esta revelación, que pareció excitar especialmente a Naltiria y a Alix, que se dio cuenta rápidamente que Taalia llevaba un anillo similar pero con el hexágono en otra posición. Fuera quien fuese Pico de Oro, podía ser un agente de la Dulce Miel, una organización que se suponía exclusiva de Athanae, pero por lo visto empezaba a extenderse al continente reionnita. Esto dio nuevas alas a las teorías conspirativas de Naltiria, alas de abeja, sin duda.

Ante la inminencia de nuestra incursión a las ruinas de Aezmir, Neesa se dirigió a Naltiria, y expresó sus miedos. De nuevo el hada pequeña y cobarde emergía del escudo de valentía que pretendía construir Neesa, y rogó a la archimaga que aplazáramos nuestra expedición, pues los golems eran enemigos formidables virtualmente inmunes a su magia. El hada aseguró que estaríamos mejor preparados en unas semanas, tiempo que dedicaría a estudiar una nueva profesión que Tenar habría de enseñarle toda vez que ya era guerrera. Naltiria trató de tranquilizar al hada, arguyendo que “nunca” era el momento adecuado de exponerse al peligro, y que nunca íbamos a estar mejor preparados. A pesar de la insistencia de Neesa, que incluso llegó a pedir que reclutásemos de vuelta a Luca o Hägar para ganar músculo, la archimaga desoyó las peticiones de la pequeña conjuradora.

Con la nueva información acerca del alcalde, a la mañana siguiente, Alix acudió de nuevo a la casa de Odeska, pero la humana no estaba en su domicilio. Los vecinos no la habían visto en el último par de días, y Alix decidió que algo no cuadraba, y tras echar la puerta abajo, inspeccionó el edificio, sin encontrar nada sospechoso. Eso sí, la última nota que había dejado para Odeska no estaba.

El muchacho, tras informarnos del fracaso en informar a la cazabrujas de nuestros avances, encaminó sus pasos al puerto de la capital, y allí, buscó un pasaje que lo llevara de vuelta a Athanae. Sin embargo, lo más parecido que pudo encontrar fue un viaje que lo dejaría en Sihk, ciudad del norte del continente en la que tenía más posibilidades de encontrar un barco que lo llevase a Athanae. Sin embargo el viaje era de 4 meses, cosa que no parecía servirle a nuestro joven compañero. Finalmente no tuvo más remedio que hablar con Naltiria, cosa que no le apetecía en absoluto.

Por alguna razón, descubrir que Taalia podía estar involucrada con la Dulce Miel había sido un duro golpe para el muchacho, y necesitaba quizá poner sus ideas en orden; la solución que había buscado (y encontrado) para el problema con Voccisor finalmente había sido descartada. Además, como confesó a Naltiria, Alix quería “federar” a los cazabrujas, unirlos en una gran causa común y conseguir que dejasen de actuar como lobos solitarios o como células dispersas. La amenaza de los fanáticos estaba bien organizada, y Alix consideraba que su gente debía hacer lo mismo. Toda vez que la opción de Taalia se había cerrado, Alix deseaba volver a Athanae para empezar con tan ambiciosa empresa.

Naltiria utilizó su mejor verborrea para intentar retener a Alix en el grupo, pero su decisión era firme. Alix estaba convencido de que tras dejar de lado a Taalia, ahora la Dulce Miel podría estar buscándolo, y necesitaba huir. La archimaga arguyó que Athanae era el lugar donde la Dulce Miel mejor operaba, pero eso no disuadió a Alix para abandonar el grupo. Ni siquiera quiso despedirse de los demás, y estoy convencido que no lo hubiese hecho de Naltiria de no ser necesaria para llevarlo de vuelta a Athanae.

Naltiria, cariacontecida, sacó su bastón del estuche de ébano donde lo guardaba desde hacía tiempo, y con un pase mágico, abrió un portal a Castiglia, franqueando paso a Alix. El muchacho dijo unas últimas palabras dedicadas al grupo, que aseguró llevar en el corazón, aunque no se sentía lo suficientemente fuerte para una despedida. Luego, abrazó a Naltiria, enjugó las lágrimas que resbalaban por su rostro… y atravesó el portal.

Una botella al mar

Mi querida Kalanthe,


Te lo susurré al oído antes de ir: “Te echaré de menos” y cumplí con mi promesa. No hay ni una sola noche en que no me duerma pensando en tu calor envolviéndome y esto hace que inevitablemente tenga ganas de más.


 

A lo mejor ni siquiera se te ocurrió pensar en por qué te lo pedí aquel día. Tú aceptaste sin preguntarme aunque pensaba que me ibas a decir que no al ver tu cara de asombro. Estaba seguro que no me iba a gustar, pensaba que ibas a ser bruta, exuberante, loca, como siempre, pensaba que ibas a ser demasiada para mí y quería quitármelo de encima como la roña, pero me equivoqué. Me enseñaste a compartir el placer y no todos los chicos de mi edad pueden decir lo mismo. Así que, Kalanthe, tú eres para mí una dulce locura. Seguirá el viejo Alix temeroso por la hedonista Kalanthe semidesnuda penetrando en su habitación para ofrecerle sus encantos y el Alix de ahora. Ahora soy un hombre confiado: sé pelear, sé defender mis ideales, soy libre y… sé complacer a una mujer. Considero que lo tengo todo para tener éxito.


Encerrar mis palabras en esta botella… qué chorrada ¿es una chiquillada verdad? Pero un océano me separa de este recuerdo contigo y a lo mejor si suelto la botella por un acantilado, Ecuotte llegará a hincharse como tú te retorcías en esta cama; cuando lo haga, me quedaré a ver las olas, dejaré que me salpique la espuma recordando el salitre de tu flor. Qué curioso, esta botella tendrá el mismo destino que el mío entre tus brazos: mecida por las olas y puede que llegue a ahogarse en sus profundidades o incluso a estrellarse contra las rocas en un millón de estrellas de cristal.


Sé que querrías que volviera a pensar en ti y que con sólo imaginarme tus curvas me excitara. Sé que quieres que no olvide ningún instante de lo que vivimos. Me regalaste tu placer y dijiste que había sido tocado por Shindalar. No es cierto: todo fue gracias a ti, tenlo bien claro. Me pediste que me acercara a ti, que te acariciara, que te besara y me trataste como si tuviera todo el derecho de yacer a tu lado y gracias a ello, el miedo se esfumó.


Me pediste que me acordara de cada una de tus caricias hasta el fin del mundo y en las noches más solitarias de Zhargosh es lo que hago: repito sin cesar cada uno de tus gestos como un baile acompasado. Tus manos me sujetan la barbilla y me giras suavemente la cara:


- Abre los ojos Alix y mírame, mírame como si quisieras comerme a besos, mírame como si fuera única en Athanae - en ese momento te ríes y por primera vez tu risa me suena cristalina - así muy bien. Ahora, besa cada parcela de mi cuello desde la oreja hasta el hombro, baja suavemente, mmmh así, para… no bajes más hasta haber probado el sabor de mis labios.


Con un poco de miedo todavía me acerco a tu cara, tus labios tienen el sabor de una fruta madura. Escucho tu respiración y algún gemido escapando de tu garganta:


- Suave Alix - te ríes otra vez y entre risas añades - mejor, así me gusta.


Siento la húmedad de tu lengua, tu sonrisa, la suavidad de tu boca, tus manos recorriendo mi cuerpo encima de la ropa y mi pene se yergue, caliente y apretado en mis pantalones. Me empujas con un ademán maternal que no te conocía, encima de la cama y me quitas cada uno de los botones de mi camisa, tu lengua recorre mi pecho, mi vientre, mi ombligo puntuando esa danza con besos. Tengo la impresión de que quieres saciarte entre mis brazos y eso aumenta mi excitación. Me quitas los pantalones, me mandas quitar los tuyos y sin ni siquiera tomar el tiempo de quitarte la camisa te sientas encima de mí como si fueras una reina. Te mueves suavemente y me susurras:


- Abrázame y quítame la camisa: quiero que me beses y que me veas desnuda… estoy aquí por y para ti.


Lo hago… tu piel huele a calor, a arena y a sudor. Me coges las manos y me las colocas en tus senos enseñándome como acariciarlos y yo me veo envuelto en tu ternura: sólo tú existes en ese momento y noto como la excitación deja paso a unas ganas irreprimibles de gozar. Sé que tú lo notas también y a pesar de mis quejas para que dejes que me quede dentro de ti un poco más, te levantas y me agarras los brazos para que no pueda siquiera tocarme. Estoy gruñendo de disgusto quiero más y lo quiero ya:


- Sé paciente cariño, gozarás cuando te lo diga yo. Ahora eres mi hombre y yo soy tu amante, decido yo.


El doloroso placer que siento me nubla la razón… lo podría abandonar todo para que siguieras moviéndote lánguidamente encima de mí. En este momento no me doy cuenta del poder del deseo: sólo lo entendí más tarde, al tener la cabeza fría. Te suplico que me dejes poseerte más, te niegas y te ríes otra vez, esa risa me vuelve loco de deseo y tú lo ves como un juego divertido. Te tumbas en la cama, abres las piernas y me dices:


- Ahora me tienes que hacer soñar, cariño - siento alivio al saber que te voy a penetrar otra vez pero tú me rechazas suavemente y añades - no no… con la boca… y nada de tocarte mientras tanto, te lo prohibo.


Hundo mi cara en tu flor salada, empiezo a besarte y pruebo tu sabor con mi lengua.


- Más rápido, Alix - obedezco como un perro fiel: me has hechizado.


Siento como te retuerces y como gimes bajo mis besos avariciosos de tu piel. Acaricio mientras tanto tus muslos, tu cadera, tu vientre, te araño suavemente. Me agarras y me susurras como en un soplo:


- Ahora sí…


Yo, ya no te entiendo y miras mi miembro erguido como un soldado, sonríes, me quedo embobado por tu sonrisa encantadora, tus dientes son blancos como la leche. Me envuelves la cadera con tus piernas que cruzas detrás de mi espalda y me guías para que te vuelva a penetrar. 


Noto otra vez este calor húmedo abrazándome a la perfección. Nuestros cuerpos sólo forman uno y sin esperar mucho más tu cuerpo es recorrido por espasmos. Gritas de placer y  tus dedos se hunden contraídos en las sábanas. Al verte gozar no puedo aguantar más y te lleno en un último caderazo. El placer es inmenso y gimo tu nombre. Al acabar, nuestros cuerpos se relajan y me quedo lánguido entre tus brazos. Me abrazas y me acaricias el pelo. Creo que estoy viviendo el momento más tierno de mi vida.


En estos días, me enseñaste sólo una parte de lo que sabías pero suficiente para que pueda aprender más. Y puedo afirmar que aunque no te vuelva a ver nunca más, atesoraré este recuerdo hasta el fin del mundo…


Te quiero por todo eso

Alix


Acérquense, damas y caballeros, acérquense a este humilde bardo, para escuchar una nueva historia, acérquense para escuchar cómo me uní a un grupo, cuanto menos, peculiar...

Sesión XXXVII. El brevísimo romance de Alix.

Alix se había vuelto a enamorar. El muchacho tyrsalita había visto a Ilva Kor salir de la torre de hechicería del archimago Stark, y aunque la primera intención era hablar con ella para otros asuntos, al acercarse, le costó hilar tres palabras consecutivas. No mentiré, mi querido público, la muchacha era hermosa, de esa belleza serena y fina que sólo las elfas poseen. Pero también era terriblemente altiva e interesada, rasgos que no iban a ayudar en la conversación que estaba sucediendo. Alix había abordado a la aprendiz de Stark para hablar acerca de Taalia, la elfa que requería la Piedra Arcana y el servicio de un archimago en Molcco. Poco a poco nos habíamos dado cuenta que la tal Taalia parecía peligrosa, y sus intenciones no estaban nada claras. Alix había aceptado esto a regañadientes, y se disponía a investigar al respecto; sin embargo, el hecho de que la aprendiz fuera chica, y que además fuera una bonita elfa, no eran lo ideal para continuar con las pesquisas.

Intentaba en vano Alix lograr una cita de Ilva, al punto que casi le suplicó. Al final, logró quedar con la muchacha esa misma noche en la taberna apartada del barrio los “Lirios del Desierto”, pues la elfa no deseaba ser vista en tales compañías, y exigió a Alix que se “vistiera decentemente”; parecía claro que la elfa sólo deseaba conocer de primera mano la información que Alix pudiera tener acerca de Taalia, información que ofrecería a su maestro para ganarse su favor. Alix quería lo mismo de ella, pero en este caso, para aportarlo a nuestra misión… pues el muchacho, al fin y al cabo, según sus propias palabras, sólo buscaba hacer del mundo un lugar mejor, concepto que le resultaba incompresible a la aprendiz.

Las prendas de Alix, eran ciertamente deplorables para una cita con una estirada elfa de alta alcurnia: Las ropas de viaje estaban sucias y gastadas, y aunque en algún momento fueron de buena calidad, ya poco quedaba de aquello; además, era evidente que el chico había crecido desde que se hiciera con ellas, y le venían un tanto pequeñas. Aunque se sentía cómodo con esta indumentaria, la visión del hermoso y porceláneo rostro de Ilva Kor hizo que Alix pidiera ayuda de Tenar, ya que era la alta elfa que conocía. ¿Qué era ir “bien vestido” para los de su raza? Necesitaba hacerse con un conjunto de ropa adecuado para la cita, pues aun tenía esperanza de volverla a su favor y lograr quizá algo más que la información que iba buscando.

Entre todos intentamos ayudar a Alix, pero no era sencillo. Los comercios estaban cerrados, y vestir al chico mediante la magia, podía ser casi tomado como un insulto para una aprendiz de archimaga. Yo hice todo lo que pude con su aspecto, otorgándole la Caricia de Shindalar, que mejoró visiblemente sus rasgos. Para la ropa, voto a Fortunna que tuvimos la suerte de nuestro lado, pues Tenar encontró un comerciante ambulante que tenía prendas de buena calidad al gusto de Re-Ionnae, y la talla era la adecuada. Así que hecho todo un pincelín, el chico se encaminó a “Los Lirios del Desierto”, sintiéndose ridículo por su aspecto, al que estaba tan poco acostumbrado.

Quiso el destino, o los dioses, que esa fuese la posada donde se alojaba Lady Tenar, así que la elfa se sentó a tomar algo junto a la barra, mientras observaba a poca distancia cómo se defendía Alix en las distancias cortas.

Cuando nuestro intrépido ligoncete entró en la posada, vio como Ilya esperaba en una mesa, con un saco a todas luces lleno de monedas, sobre la mesa. La chica quería saber todo acerca de Taalia, tal era su único interés, y cuando Alix comenzó contando su historia desde el descubrimiento del ritual de Voccisor en Castiglia, puso cara de hastío (esa cara de hastío tan de los altos elfos) y le urgió a que fuera al grano con unos modales poco dignos; desde llamar “mocoso” a Alix a ordenarle que respetase a sus superiores. Cada vez más desencantado con la situación, Alix contó finalmente a su interlocutora que se había reunido con Taalia para buscar una solución al embrollo del ritual, y que ella se había ofrecido a ayudarle, a cambio de una Piedra de Poder Arcano y el servicio de un archimago. “Así que sabes dónde vive

Voto a Shindalar que aquel no era tono adecuado para una cita romántica, ni siquiera para una reunión de negocios, como parecía entender Ilya, que tendió a Alix 500 monedas de oro de su saco. “¿No es esto lo único que queréis los aventureros?” dijo la aprendiz con un claro deje desdeñoso en la voz, esperando que el dinero soltase la lengua del chico, mientras le preguntaba por qué entonces Taalia era digna de la atención de los archimagos. Tras estar toda la conversación a la defensiva, por fin Alix tomó la iniciativa, y propuso que Ilya contase lo que ella sabía, y entonces él decidiría si continuaba contando su parte. Lo único que la muchacha elfa parecía saber era que la tal Taalia tramaba algo grande que involucraba a mucha gente, y ante la negativa de Alix a seguir hablando de ella, se levantó y se fue contrariada. Ninguno de los dos había conseguido lo que iba a buscar, me temo… ¿Qué opinan vuestras mercedes?

Alix estaba más enfadado que abatido, y Tenar, testigo de todo, se aproximó al chico. “Valiente imbécil” fueron las primeras palabras de la seguidora de Hedenoth, para continuar intentado ver lo positivo al encuentro. Al menos sabíamos que había interés en Taalia por parte de los archimagos, interés que podía jugar a nuestro favor si conseguíamos más información y éramos nosotros quienes se la pasábamos a los señores de las torres arcanas.

Mientras sucedía todo esto, Naltiria puso un anuncio en el quórum de Fortunna en busca de un pícaro para la incursión a las ruinas, aventura que parecía seguro que íbamos a emprender en cuanto lo encontrásemos.

Otro día más, y las cosas seguían encauzadas pero sin avances significativos en ninguna de las tres vías. De hecho, podíamos considerar prácticamente cerrada la de Taalia, a quien ahora considerábamos peligroso darle recursos, recursos que eran los únicos que habíamos conseguido. Neesa apenas podía moverse dado su intenso entrenamiento físico para convertirse en guerrera, y cuando intentábamos hablar con ella mediante la telepatía, casi no podía contestar de puro agotamiento.

Tenar decidió ir a hacer una nueva visita a la torre de Alil Stark, y Alix, que la acompañaba, compró de camino rábanos en el mercado, verdura que parecía gustarle especialmente al archimago. Tras ser recibidos y aceptar el regalo de Alix, fue Tenar quien tomó las riendas de la conversación, sacando a colación a Taalia, y aprovechando para intentar meter el miedo en el cuerpo de Stark, y por extensión, en el de los archimagos de Palacio de Marfil. Tildó a Taalia de peligrosa, y se mostró preocupada por lo que pudiera hacer. Cambiando de tema, Tenar preguntó al archimago acerca de los acontecimientos de Molcco, pero a maese Stark no parecían preocuparle los conatos de rebelión, y dijo tener confianza en Hyandora para solucionarlo. Por último, Tenar dejó caer el nombre de “Pico de Oro” pero al archimago no le sonaba por ser demasiado genérico.

Tras ello, Neesa propuso pedir permiso a las autoridades para poder lanzar el conjuro de Retrospectiva de manera legal, pero como no podía salir de la academia de guerreros hasta el final de la semana, fue Tenar quien se encaminó al ayuntamiento correspondiente a ver qué se podía hacer. Tras esperar varias horas y tener una discusión con el burócrata correspondiente, logró un permiso, previo pago, para lanzar conjuros de Adivinación en la ciudad, pero sólo destinados, teóricamente, a poder encontrar entre la gente a sus compañeros. Algo a lo que agarrarse, pero insuficiente. Además, por lo que fuera, el funcionario se quedó con un pelo de la elfa, supusimos que para localizarla en caso de utilizar la magia indebidamente.

Naltiria continuaba investigando en Molcco los temas revolucionarios, cada vez más convencida de que había una gran conspiración tras el aparente malestar ciudadano.

Las ideas iban brotando poco a poco de las mentes de los compañeros, y se nos ocurrió intentar alquilar una habitación o local cercano a la posada del Titán Azorador, pero como si Rezhias misma hubiese diseñado la localización de los edificios, no había manera de que el alcance del hechizo fuera suficiente desde ninguno de los puntos posibles.

Una vez se había decidido tácitamente que nuestro siguiente paso era investigar las ruinas, Tenar, Kalanthe y Alix se encaminaron a hablar con Taelwe Mir, para más o menos confirmarle que iríamos a esta misión en cuanto encontrásemos un experto en trampas y cerraduras. Allí, el elfo salvaje nos confirmó que él mismo nos acompañaría a la entrada de Aezmir, una entrada que era la única que había encontrado a pesar de estar convencido de que existían más. También nos informó que lo que quedaba de la ciudad estaba sepultado a varios metros bajo tierra, posiblemente más cerca de la Infraoscuridad que de la superficie, cosa que hizo dar un respingo a Tenar, que de repente ya no parecía tan convencida de ir. Además, aseguraba el señor Mir, una vez entrásemos, ya no habría manera de salir si no lográbamos hacernos con el mítico artefacto que buscaba, el “Espíritu de la Prosperidad”. Nos advirt una vez más que una maldición, o quizá la influencia de Alvión, habían hecho que diestros grupos de aventureros hubiesen emprendido la búsqueda sin éxito, y nunca más se había sabido de ellos. Antes de despedirse, a la espera que fuéramos con el grupo completo para iniciar la expedición, Taelwe Mir contó un poco de la historia de Aezmir, antaño exitosa ciudad bendecida por su artefacto, hasta tal punto que sus habitantes, altivos y henchidos de gloria, se habían cerrado al resto de las ciudades vecinas. Si de algo tenían fama los habitantes, era de ser habilidosos artesanos fabricantes de golems, lo cual sin duda, nos daba una pista acerca de qué tipo de criaturas nos podríamos encontrar… además de drows procedentes de la Infraoscuridad, claro. Porque en la ciudad enterrada no penetraba la luz, y por tanto, se antojaba como hábitat ideal para los elfos del inframundo.

Al día siguiente, una nueva idea empezó a tomar forma en nuestras atribuladas cabezas, y consistía en improvisar una actuación cercana al Titán Azorador, de manera que incluso la guardia pudiera estar distraída, u ocupada con la gente que podría estar viendo la actuación. Voto a Barenna que si finalmente se hacía, estaba dispuesto a darlo todo de mí para intentar que no se fijaran en quien quiera que fuera a lanzar el conjuro.

Naltiria, entre tanto, tenía una visita, pues Jalil Tan, pícaro de profesión y dicharachero por afición, se presentaba dispuesto a ayudarnos en nuestra tarea en Aezmir. Incluso cuando Naltiria le advirtió de lo peligroso de la misión, el hombre pareció convencido de ponerse a nuestro servicio por una parte proporcional de las ganancias, y 750 monedas de oro como salario fijo al día. Las condiciones parecían aceptables, y sus habilidades como ladrón parecían buenas, cuando el hombre se había hecho con un libro de la archimaga y lo había estado leyendo mientras mantenían la negociación, cosa que pareció satisfacer a Naltiria. Ya sólo faltaba saber cuando Neesa iba a terminar su entrenamiento, para acometer estas dos tareas.

También habíamos de decidir qué orden seguir: ¿La actuación y lanzamiento de Retrospectiva, o la expedición a Aezmir?

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Sesión XXXVI. La discreción del Titán.

La mayoría de los integrantes del grupo llegamos a la posada en la que sabíamos que se habían reunido el alcalde Din y “Pico de Oro”, el Titán Azorador. Estaba regentada por un hombre negro, de nombre Taha Bul, que se mostraba orgulloso de su establecimiento. No era para menos, pues en medio de un barrio de clase más bien baja, la posada destacaba entre los humildes edificios de viviendas y lonjas de pescado pobres. Su construcción era más robusta y rica, y Tenar enseguida se dio cuenta que irradiaba magia. Apenas pusimos un pie en el interior, nuestro vínculo telepático se vio interrumpido, confirmando las sospechas de la elfa. Aparentando ser clientes de paso, tomamos un buen vino de N’Daleth, voto a Fortunna que estaba delicioso, y tanteamos al posadero, que nos aseguró que en el piso de abajo encontraríamos intimidad. Decidimos pedir una cena para tomar allí, y comprobamos que las mesas que estaban ocupadas en el piso inferior, estaban protegidas mágicamente contra miradas indeseadas. Los comensales y clientes parecían estar ahí hablando, bebiendo y comiendo, pero sólo en apariencia, pues lo que veíamos no era la realidad, realidad que transcurría detrás de ese velo de privacidad. Degustamos la cena, consistente en varios platos típicos, mientras descartábamos poder utilizar la magia de Retrospectiva en este lugar tan bien protegido.

Tras la cena, me encaminé a la morada de Hasiba, aun tenía que hablar con la mujer e intentar conseguir alguna información más.

Entretanto, Naltiria se movía por las calles de Molcco con la mosca tras la oreja, con una extraña desazón provocada por el ambiente enrarecido de rebelión en la ciudad. Mientras intentaba tropezarse de manera casual con algún archimago, intentó hacer averiguaciones acerca de qué era lo que provocaba el malestar de los molccovitas, Escuchó argumentos acerca del supuesto abandono de la Emperatriz y su corte de la ciudad, que, según los ciudadanos, sólo se preocupaba de la guerra en el sur, mientras exprimía a impuestos al resto del continente. Sin embargo, por lo que sabíamos, este era un pensamiento que sólo había arraigado en Molcco, y Naltiria deseaba saber la opinión de los archimagos de la ciudad al respecto.

Esa noche, mientras un servidor rendía culto a Shindalar entre las sábanas de Hasiba una vez más, Neesa continuaba espiando al alcalde de la manera más discreta que podía, sin mucho que destacar. El señor Din parecía hombre de rutinas y se retiró a su morada a la hora acostumbrada, sin ninguna actividad sospechosa. Su secretaria, en ese tiempo, confirmaba nuestras sospechas de que la visita de Hyandora al alcalde, en caso de que hubiese acontecido, fue discreta y nadie fue testigo.

Ante la imposibilidad de escudriñar el pasado en la taberna del Titán Azorador, Naltiria sugirió hacerlo con su exterior. Sabiendo como sabíamos la fecha, podríamos localizar la entrada y salida del alcalde, y con suerte, identificar a “Pico de Oro”. Necesitaríamos una hora aproximada… y la manera de burlar la falta de permiso para conjurar en la ciudad algo que no fueran viajes mágicos.

Alix intentaba mientras tanto, hacer amigos entre los marineros del barrio, que eran hombres rudos hechos al mar. A pesar de la amplia experiencia del chico a bordo de la Aguja Plateada de la famosa Sharteen Tiffón, los marineros no parecían creer las palabras de Alix. El chico se retiró a descansar, alquilando una habitación en el Titán Azorador. Un tanto paranoico, antes de dormir, y a pesar de la garantía de seguridad del dueño del establecimiento, el cazabrujas estuvo espiando al resto de clientes que dormían en la posada. Finalmente la noche pasó, y tal y como había prometido Taha Bul, Alix pudo descansar sin sobresaltos. De mañana, tomó un buen desayuno consistente en kunafeh, una especialidad local dulce, parecida a una tarta. Neesa fue a buscar al muchacho, lo sacó de la ciudad para poder lanzarle los conjuros potenciadores habituales, y se encaminaron a la alcaldía… para descubrir que estaba cerrada, pues era el último día de la semana, consagrado al descanso. Así que fueron a la casa de Odeska, con la esperanza de que el nombre “Pico de Oro” la dijese algo y pudiera darnos alguna pista nueva. Sin embargo, a pesar del insistente aporreo de la puerta de Alix, nadie contestó. Tenar prestó a Alix un pergamino, que utilizó para dejar una nota a Odeska y pasarla por debajo de la puerta.

Naltiria continuaba curioseando por Molcco, y cada vez más, estaba convencida que la principal causa del descontento era la desinformación. Algunos ciudadanos culpaban a Hyandora de todos sus males; otros, al Imperio; y algunos más, a los viajeros y aventureros. El caso era que cada vez estaba todo más caldeado, y la ignorancia y la información sesgada que llegaba desde todas partes no ayudaba. Nuestra archimaga empezaba a sospechar que se trataba de una conspiración más grande de lo que aparentaba, y se sumergió más y más en la investigación.

Entre todo esto, el grupo, sobre todo Tenar y Naltiria, continuaba haciendo cuentas mentales e inventario de objetos, para intentar llegar a los 6 millones de monedas. Aunque teníamos algunos objetos mágicos poderosos y probablemente con buen valor de mercado, algunos de ellos no eran comerciables, como la túnica de cultista recuperada en el ritual que nos había metido en todo este embrollo; era un objeto poderoso, sí, pero su factura (probablemente piel de humanoide) y sus propiedades relacionadas con un dios como Idhaal la hacían imposible de vender. Además, contábamos con una buena colección de objetos menores, de no mucho valor, pero mágicos igualmente. Tras realizar el inventario y tasación, decidieron que podrían ofrecer todos estos objetos menores a la archimaga Iratha Bul para intentar rebajar la suma pedida, pero finalmente desecharon la idea, ya que era muy probable que los estándares de la señora Bul fueran demasiado altos en lo que a escala de poder mágico se refiere. Además, Tenar estaba convencida de que la archimaga podría sentirse ofendida si intentaban renegociar el precio acordado. Todo esto hablaban Tenar y Naltiria, una Naltiria, que al más puro estilo Neesa, había decidido cambiarse el aspecto por el de una joven humana rubia y rolliza. La alta elfa se mostraba sorprendida de no poder ver el aspecto real de la archimaga a pesar de sus poderosos conjuros, mientras Naltiria trataba de quitarle importancia. Sin embargo Tenar no pareció satisfecha con la explicación, y tiró la pulla a Naltiria: "Si puedes hacer esto, ¿qué garantía tenemos de que eres quien dices ser?" La archimaga no se dio cuenta de ello, o no quiso hacerlo, y dijo que había cambiado su aspecto para poder entrar y salir de Molcco sin tener que pagar un precio abusivo. El caso es que a pesar de los esfuerzos de ambas conjuradoras, seguíamos sin tener el dinero, y una vez más la idea de la ciudad en ruinas y su mazmorra revoloteó sobre nuestras cabezas. Cada vez parecía tomar más forma, pues esta vez incluso se planteó que la composición del grupo adolecía de un pícaro experto en trampas y cerraduras, cuyos servicios habríamos de alquilar si queríamos contar con tales habilidades.

Neesa, ya convencida de que seguir al alcalde no le reportaría nuevos datos, finalmente se buscó una academia de guerreros, cuyos secretos deseaba conocer desde hacía tiempo. El hada superó una serie de pruebas que el instructor le puso, como subir una colina con lastre, nadar en un río bravo, trepar un muro untado con vísceras de animal, superar un circuito con sacos móviles que trataban de derribarla y atinar a un estafermo de entrenamiento. Superó Neesa estas pruebas con esfuerzo, y el instructor accedió a entrenarla… a cambio de una cuota que el hada no podía pagar. El maestro guerrero ofreció entonces una alternativa: Una vez acabada la instrucción, Neesa debería hacerle un favor, aun por determinar.

Alix estaba inquieto por el paradero de Odeska, y Naltiria, deseosa de ganarse de nuevo el favor del muchacho se ofreció a buscarla mediante magia… pero finalmente se desechó la idea por si la cazabrujas se diese cuenta del espionaje y no la pareciese bien, cosa que parecía más que probable.

¿Iríamos finalmente a explorar las ruinas de la ciudad que nos proponía el elfo Taelwe Mir, en busca de las riquezas que nos permitiesen pagar a los archimagos de N’Daleth? ¿Qué tipo de pícaro se uniría a nosotros en tan peligrosa aventura? ¿Estaría Naltiria en lo cierto, y una terrible conspiración se urdía en las sombras de Molcco?

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Sesión XXXV. La llave del corazón abre muchas puertas.

Con las tareas pendientes que teníamos, Naltiria nos informó que si bien estaba obviamente preocupada por el ritual de Voccisor, prefería centrar esfuerzos en complacer a Odeska. Aunque no nos habíamos reunido para dividir tareas, de forma natural cada cual se empleó en lo que consideró oportuno, y la mayoría no hizo demasiado caso de la archimaga, pues estaban casi paranoicos con acabar con la misión del ritual. Así, Neesa buscaba desesperadamente a Malik Fah en el campamento del sur, para implorar su ayuda y Tenar, buscaba la ayuda de los archimagos una vez los templos nos habían dado la espalda.

Por mi parte, continuaba trabajándome a la secretaria del señor alcalde Din, una tarea que me resultaba, no lo negaré a vuestras mercedes, agradable de realizar. La muchacha era bonita, y agradecida en el lecho, y voto a Shindalar si no estuve especialmente inspirado entre las almohadas de Hasiba, de forma que pude sonsacarle que guardaba en su armario un manojo de llaves para acceder a la alcaldía, e incluso al despacho del alcalde. La primera noche, hice un molde, un carboncillo y copié todas las runas y símbolos que vi, con la esperanza de poder realizar una copia que nos permitiese colarnos sin que la falta de las originales nos delatase. Sin embargo Tenar, una vez examinados mis bosquejos, advirtió que muy probablemente las llaves fuesen mágicas, y acceder con una copia dispararía todas las alarmas arcanas dispuestas. Habría que utilizar las originales.

Mientras, Naltiria buscaba trabajos para el grupo, y encontró que el capitán Fahid Don de la guardia, ofrecía una suculenta recompensa por atrapar a unos infames ladrones y forajidos. Eran tres humanos, de nombre Didah, Algavian y Galamon, además de un elfo, conocido como Mistaris. Eran famosos por ser excepcionales ladrones, y se sabía que habían incluso robado a archimagos poderosos. Aunque no solían emplear la violencia como primer recurso, si se veían acorralados, no dudarían en defenderse, incluso de manera letal. El precio que pagaba la ciudad de Molcco por atraparlos vivos era de 800 000 monedas por cada uno, y 200 000 si se les entregaba de cualquier otro modo. Una suma que sonaba tremendamente apetecible, pues nos dejaría muy cerca de los 6 millones que precisábamos para comprar a los archimagos de N’Daleth su solución.

Aun más cerca si cabe, si teníamos en cuenta que el trabajo de Tenar nos había procurado el apoyo de Hannah Ibhdan, archimaga del noreste de Palacio de Marfil, que estaba dispuesta a prestarnos 1 millón de monedas para nuestra causa, siempre que se le devolvieran más adelante.

Naltiria además encontró otro anuncio que podría sernos de utilidad, pues un tal Hussan Fah buscaba una Piedra de Poder Arcano. Fue en busca del contacto la archimaga, pero sólo para encontrarse con que el tal Hussan había muerto hacía tiempo. Mindala Kor se encargaba ahora de sus asuntos. La señora Kor seguía interesada en la Piedra, e incluso reveló a Naltiria la localización de una: En una fosa de difícil acceso en el Atolón de Ihstandria.

 Un día más pasaba en Re-Ionnae, y de nuevo llegaba la noche, el dominio de la sombra, el subterfugio y el amor furtivo. Así, tras dar a Hasiba su ración de esto último, y tal y como habíamos planeado, asomé por la ventana de su vivienda, para tender a Alix el manojo de llaves con el cual habría de colarse en la alcaldía en busca de la correspondencia con Pico de Oro. Las llaves fueron examinadas concienzudamente por Tenar, que se dio cuenta, voto a Fortunna, a tiempo, de que además de las llaves, sería necesario algo más para no activar las alarmas, una suerte de identificación. Algo así como un símbolo que identificara a quien accedía como trabajador del edificio. Fue la misma Tenar la que recordó que todos los empleados llevaban prendido un broche de un faisán negro, que busqué entre las ropas de Hasiba, que dormía plácidamente desnuda en su lecho. Lancé el faisán a Alix, que junto a las llaves, a su astucia y destreza, pudo colarse en la alcaldía… sólo para descubrir que el alcalde, quizá sospechando del grupo husmeando a su alrededor, había quemado la correspondencia que buscábamos en un incensario. Recuperó no obstante el muchacho lo que quedaba de la última carta, que guardó con cuidado en su bolsillo, antes de volver a dejar todo como lo había encontrado y devolver a un servidor llaves y broche.

Gracias a la magia de nuestras compañeras, pudimos recuperar el contenido de esta carta a la mañana siguiente, una carta que hablaba de una reunión en la posada del Titán Azorador, aunque la fecha que se indicaba nos hizo sospechar de que se trataba de una reunión ya acaecida hacía meses. Al menos teníamos una prueba de que el alcalde Nazim Din se había reunido con Pico de Oro, como mínimo una vez, y sabíamos, dónde y cuándo, un punto de partida estupendo para que las conjuradoras pudieran hurgar en el pasado. Un pequeño triunfo, sin duda.

Entretanto, Neesa al fin consiguió encontrar a Malik Fah en uno de los descansos del sacerdote en la batalla. Tras mendigar y suplicar ayuda, Malik volvió a insistir en que los dioses habían puesto ante el grupo esta prueba para comprobar cómo la resolvíamos, e insinuó que el camino del dinero no era el más adecuado. Sin embargo, finalmente tendió al hada un amuleto de bastante valor, como ayuda a nuestra empresa. Un amuleto cuya utilidad era, posiblemente mayor que su valor de mercado.

Y mientras esto sucedía, Naltiria trataba de entrevistarse con algún archimago en Molcco, pero la ciudad de las mil trampas burocráticas hacía su magia, impidiendo que nuestra archimaga pudiese hablar con sus equivalentes molccovitas. Era necesario rellenar unos documentos que luego había que registrar en otro órgano, para el que había cola de semanas, o algo similar, lo que hacía inviable el asunto.

Y en esas estábamos, querido público, avanzando a pasos lentos, pero, voto a los dioses, en la dirección adecuada… o eso esperábamos.