Acérquense, damas y caballeros, acérquense a este humilde bardo, para escuchar una nueva historia, acérquense para escuchar cómo me uní a un grupo, cuanto menos, peculiar...

Sesiones XL, XLI, XLII, XLIII, XLIV. Las Ruinas de Aezmir, parte I.

Jallil avanzaba con paso sigiloso pero ágil, por los ruinosos pasillos de la otrora gloriosa ciudad de Aezmir; el pícaro parecía ser tan diestro como nos había vendido unos días antes de embarcarnos en tan peligrosa aventura, y nos advirtió de algunas trampas que iba desactivando, por el momento, sin demasiadas dificultades. Los contratiempos venían por otros lados, ya que enseguida, las conjuradoras se dieron cuenta de que la magia no funcionaba de manera normal. Neesa decidió ir un paso más allá en su investigación, y tras probar con algunos conjuros, se produjo una explosión arcana nos dejó a casi todos tocados, por lo que decidimos que sería mejor no conjurar a no ser que fuera extremadamente necesario.

Durante los primeros pasos en la ciudad, pudimos encontrar algunos pequeños tesoros, consistentes mayormente en monedas de platino y joyas, custodiados algunos de ellos por turbas de suplicantes, una especie de espíritus no-muertos, formando una sola criatura. Pudimos descubrir, tras enfrentarnos a unos pocos de ellos, que estaban muy, pero que muy interesados en los objetos mágicos, así que la táctica consistía en arrojarles algún objeto de poco valor, y mientras lo consumían, aporrearlos con armas de plata hasta que los derrotábamos. La recompensa que custodiaban, era siempre superior al valor del objeto que les tirábamos, así que salíamos ganando. El precio fue la muerte de Kalanthe a manos del primero que encontramos, consumida antes de que pudiéramos dirimir cuál era el punto débil del enemigo. Mientras, nuestro nuevo compañero Thalion, trataba de ser útil transformándose en toda suerte de animales, ora murciélago, ora oso, aunque su discurso continuaba siendo un tanto críptico, y sólo hablaba de seguir a su serpiente, que por lo que reveló, no era su compañero animal, si no una especie de guía onírico que había salido de sus sueños y visiones. Suficiente para que nuestra intrépida Tisaia asegurase que el druida estaba afectado por algún tipo de sustancia alucinógena.

Ya que habíamos decidido reducir los conjuros al mínimo, decidimos cargar con lo que había quedado de nuestra compañera para resucitarla más adelante.


Durante los primeros compases de nuestra exploración, pudimos ver de lejos algo parecido a un enorme gorila de 4 brazos montando una especie de constructo diseñado para ser montura; también pudimos ver de cerca una gran montaña de excrementos, que pudiera pertenecer a dicha criatura simiesca, lo que nos hizo hacernos una idea más o menos clara del enorme tamaño de la criatura.

Por lo que fuese, la serpiente de Thalion estaba interesada en explorar ciertas partes de la ciudad, y Naltiria y Tenar decidieron que era buena idea hacer caso, así que dejamos que la serpiente nos guiase por el momento.

Hubo un momento en que Neesa decidió adelantarse para explorar un pasillo, y nos dimos cuenta que el tiempo transcurría distinto dentro de aquellas ruinas; para Neesa, apenas habían pasado unos minutos, pero para nosotros fue más de una hora, así que se decidió no separarnos de no ser necesario.

Continuábamos explorando las afueras de la ciudad, y en los edificios semiderruidos, seguíamos encontrando monedas en grandes cantidades, y Turbas de Suplicantes custodiándolas.

Tras avanzar hacia el oeste, llegamos a lo que quedaba de una torre de hechicería. Allí pudimos ver grabada en el suelo, la marca arcana de su antiguo inquilino, y tras una investigación, se decidió que en aquel lugar, había menos posibilidades de que la magia hiciese efectos extraños, así que Kalanthe, gracias a los dioses, volvió entre nosotros. Además, pudimos encontrar el ajado diario del archimago, que relataba cómo la ciudad fue cayendo en el caos poco a poco a medida que las riquezas llegaban por doquier. Los mandatarios, tanto políticos como religiosos, todo según el texto del archimago, estaban ciegos ante la amenaza que suponía continuar confiando en el Espíritu de la Prosperidad, y el archimago, de nombre Kharid Shahad, se preparaba para lo peor, desarrollando un conjuro que pudiera salvar a los ciudadanos. Mientras, ante la evidente anomalía mágica que hacía que los conjuros funcionasen de manera distinta, en la ciudad se prohibía conjurar, y las autoridades crearon unos “inquisidores” que cazaban conjuradores, que denominaban “herejes”. Sin duda, golems. Como en toda caza de brujas, las cosas se fueron yendo de madre, y casi todo el mundo pasó a ser “hereje”. Malek, el rey, o máxima autoridad política de la ciudad, se había vuelto completamente paranoico, y capturaba con sus Inquisidores a cualquiera que le pareciese sospechoso, para luego forzar una confesión mediante tortura. El archimago aseguraba en las últimas entradas, que no se dejaría coger, mientras una unidad de inquisidores encabezada por Malek, se dirigía a la Torre...

Tras la ilustrativa lectura, como si de un paralelismo se tratase, una patrulla de Inquisidores se dirigía a la Torre en nuestro tiempo, y con su voz metálica, nos acusaban de herejía, mientras nos disponíamos a combatir. Cuatro golems más pequeños, Instrumentos de vigilancia, fueron abatidos por Tisaia con su arco electrizante, pero los dos constructos más grandes, Instrumentos de Inquisición, no parecían ser vulnerables a ningún tipo de daño. Gracias a la magia de Naltiria, pudo averiguar nuestra archimaga que aquellos dos golems podían ser afectados por un conjuro de Geas, que les detuvo de inmediato. No obstante hubimos de lanzarles nuevos conjuros para paralizarlos cuando la curiosidad pudo a Naltiria, que al intentar investigar los constructos, los reactivó. Mientras los golems trataban de eliminar a Naltiria, Neesa había descubierto a la entrada de la torre una cabra mecánica que había puesto en marcha sin querer, y había llevado a nuestra hada a dar una vuelta por los alrededores, activando algunas trampas, y dando un buen susto a Neesa, por suerte, voto a Fortunna, sin consecuencias.


Creíamos haber descubierto todo lo interesante de la Torre, así que nos encaminamos al sureste, donde llegamos a una gran plaza, presidida por sendas esculturas en honor a Fortunna y Geiath, respectivamente. De la de la diosa de la naturaleza, nacía una maleza que se extendía formando una pequeña jungla, que preferimos no arriesgarnos a explorar, por temor a encontrarnos con los enormes simios que Thalion había visto y descrito. Por mi parte, presenté respetos a la representación de la dama suerte, patrona de los aventureros, y por un momento, creí ver su sonrisa crecer en el pétreo rostro.

Frente a las estatuas, descubrimos un alzado de la ciudad, que había sido modificado toscamente para ponerlo al día tras el derrumbe y ruina. Saqué papel de mi mochila, e hice una copia en plano de lo representado, que nos serviría como mapa para orientarnos entre distritos. Así, pudimos ver que el distrito en que nos encontrábamos, estaba comunicado únicamente con el comercial, que ya sí, comunicaba con todos los demás.

Jalil, Tenar y un servidor entramos en una nueva vivienda derruida, para explorar, y tras derrotar entre los tres a una nueva turba de suplicantes, decidimos que el modesto tesoro que allí había, sería para nosotros tres exclusivamente, ya que los demás habían decidido no entrar a ayudarnos. Voto a Velereón que así iba a ser, y guardé aquellas monedas aparte.

Decididos a avanzar al siguiente distrito, gracias al mapa, pudimos cruzar por una intrincada red de pasillos hasta el distrito comercial. Sin embargo, algunos queríamos volver para investigar más a fondo algunos edificios que habían quedado sin explorar en el anterior barrio, con la oposición de Naltiria. Dimos la vuelta pues. Jalil no vio una trampa que se cernía sobre un servidor, y estuvo a punto de hacerlo picadillo de bardo… los dioses saben que me pude salvar de Milagro, literalmente. Ante esta advertencia, finalmente descartamos continuar investigando en el suburbio de entrada, y comenzamos nuestras pesquisas en el distrito comercial.

Comenzábamos a acusar cansancio, y empezamos a valorar las opciones para descansar. Thalion, convertido esta vez en serpiente, se adentró en uno de los cúmulos de jungla, donde parecía ser que los constructos no se aventuraban. Y parecía ser por una buena razón, pues los enormes monos que habíamos divisado, campaban a sus anchas entre los árboles y vegetación, y parecían agresivos. Descartada esta opción, decidimos continuar, aun cansados, en busca de un lugar más adecuado donde guarecernos.


En este distrito, estructurado en torno a un lago central, aun había unos cuantos puestos comerciales, que habían sido abandonados, según pudimos comprobar, aun con las ganancias dentro, Jalil se encargó de desactivar las trampas que protegían las recaudaciones, que pasaron a la saca común. Tras habernos asegurado de saquear hasta la última moneda, aquellos que podían volar, es decir, Tenar y Neesa, se llevaron en volandas a nuestro pícaro para asegurarse de que no hubiese trampas en el islote en el centro del lago. Allí pudieron encontrar aun más monedas, y lo que fue aun más afortunado, vive Fortunna, una piedra de poder arcano. Añadida al tesoro, pasamos a explorar el templo que se alzaba al oeste, erigido en honor a Velereón. Allí, nuestros expertos en divinidades afirmaron que había una presencia divina, que no era la del Amigo del Mercader. Investigamos en busca de pistas, y pudimos hallar el diario de Hasna Qarif, sacerdotisa probablemente al mando de este templo, que estaba, según narraba el documento, supeditado a la Catedral al mismo dios que se alzaba en algún lugar del distrito elevado. Decía Hasna, que la suma sacerdotisa de esa Catedral, de nombre Otmana, había caído presa de la influencia del tótem, así se refería al Espíritu de la Prosperidad. Al principio, había traído riquezas y como su nombre indicaba, prosperidad, pero pronto todo se había comenzado a torcer, y aquella corriente de dinero se había convertido en ruina. Allí también se relataba la caída del archimago Kharid Shahad, que, acusado de fanatismo, iba a ser detenido. Sin embargo, al momento de ser acusado, el archimago había conjurado una poderosa magia, y se había convertido en algo “inenarrable”. Ruego a vuestras mercedes que se acuerden de este concepto, pues lo utilizaremos más adelante.

Una vez transmutado, el rey Malek había ordenado trasladarlo al distrito de los comunes, en concreto al corral de las bestias. Tras algunos días allí encerrado, se habían documentado desapariciones y sucesos extraños, por lo cual se había decidido clausurar la zona.

Otro documento de gran valor, que guardamos junto a los tesoros que íbamos encontrando. Investigado todo cuanto queríamos del distrito, Naltiria propone descansar en el islote del centro del lago. Junto a uno de los puestos comerciales, había una barca, aunque no tenía remos. Jalil ató unas cuerdas a la barca, y desde el islote, los compañeros voladores tiraban de la barca en la que íbamos los demás. Sin embargo, cuando llegamos al islote, nos dimos cuenta que nuestras pertenencias mundanas, como las ropas, se habían deshecho, y es que la barca era una ilusión, y habíamos cruzado por las ácidas aguas del lago a pie. Voto a Fortunna que pudimos llegar vivos a la isla, y tras ponernos nuevas prendas, pudimos por fin, descansar, sin incidentes.

Tras el merecido asueto, regresamos al distrito comercial, donde investigamos algunos edificios, siguiendo a la serpiente de Thalion. Un nuevo combate contra una turba de suplicantes en una antigua forja, que nos resultó un poco más duro que el último, pues nuestros conjuros potenciadores habían expirado, y no nos atrevíamos a renovarlos. Vencimos no obstante, y pudimos hacernos con un nada despreciable botín de armas mágicas, que incluían arcos largos, flechas y espadas élficas. En otra edificación, desenterramos un constructo recubierto de oro, que asemejaba forma de un enano, pero mucho mayor en tamaño. Tras las investigaciones pertinentes, nuestros magos consiguieron activarlo, y se puso a nuestro servicio.

A indicaciones de la serpiente, cambiamos de barriada, adentrándonos en el distrito de los comunes. Allí, lo que más llamó nuestra atención era un gran agujero en el suelo, que Thalion se acercó a investigar… para ser absorbido por él. Decididos a no perder a nuestro más reciente compañero, los demás nos lanzamos tras él, para ir a parar a una especie de piscina que gracias a los dioses, no era ácida como el agua que recorría la superficie. Sin embargo, el alivio duró poco, pues la criatura inenarrable nos aguardaba en aquel lugar.


Era sin duda, inenarrable, pero trataré de describirla a vuestras mercedes. De alto como un edificio, una suerte de… pollo hipermusculado, que además de patas y alas, contaba con un par de fuertes brazos. Su pechuga, desprovista de plumas y de formas casi humanas, con poderosos pectorales y marcados abdominales. Y su rostro de pollo, con expresión entre la confusión y la ira.

Apenas nos estábamos recuperando de la caída, y la enorme criatura se impulsó al aire con sus alas, para caernos encima. Narran algunos de mis compañeros que nos cayó encima esparciendo vísceras y sangre por doquier, pero gracias a Naltiria y su magia, pudimos volver unos segundos atrás en el tiempo, suficiente para que Tenar pudiese recolocarnos alrededor de aquella piscina para evitar aquella masacre. Comenzó entonces el combate, donde el enorme pollo engullía a los compañeros de un bocado, para expulsar huevos unos segundos después. Por Fortunna, la magia de Neesa era capaz de abrir la cáscara de aquellos huevos, liberando a los que tenían, vive Rezhias, la mala fortuna de ser tragados por aquel ser cual granos de maíz.

Mientras Tisaia, Jalil y un servidor tratábamos de alcanzar al pollo con nuestras flechas y virotes, los demás trataban de averiguar cómo devolver su forma original a aquella bestia, pues tras leer los diarios de Hasna y Kharid, estábamos bastante seguros de que se trataba de éste último. Tras probar algunas cosas, el intento de Thalion de transmutar en pollo doméstico a la criatura, nos confirmó la teoría de que se trataba del archimago; el conjuro no funcionó, pero rostros humanos comenzaron a brotar de la pechuga de aquel ser, rostros que eran siempre el mismo. Animados por el efecto, Tenar trató de usar su magia para devolver su forma humana al monstruo, pero sólo logró hacerlo por unos segundos.

Era necesario coordinarse, y encadenar un nuevo intento con un conjuro de permanencia para devolver al archimago su forma, cosa que finalmente logramos. ¡Hurra!

En el transcurso del combate, Tenar había destruido el amuleto que pendía del cuello del pollo, amuleto que coincidía en forma con la marca arcana de la torre de hechicería donde habíamos encontrado el diario de Kharid. Tenar buscó los trozos de amuleto, y Naltiria usó su magia para restaurarlo. A pesar de mostrarle el libro hallado en su torre, el archimago parecía desorientado en cuanto al transcurrir del tiempo, y pensaba que apenas habían transcurrido algunos días desde el intento de detención y posterior transformación en pollo inenarrable. Valiéndonos de los medios que disponíamos, salimos de la estancia de la piscina, para regresar al distrito de los comunes, donde Kharid pudo contemplar al fin el estado en que se encontraba Aezmir.

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Sesión XXXIX. El Extraño Druida.

Los compañeros nos preparábamos para la aventura: Al día siguiente viajaríamos a las ruinas de Aezmir, destino del que quizá algunos, o todos, no regresaríamos… O quizá sí lo hiciéramos, más ricos y experimentados, listos para pagar a los archimagos y solucionar de una vez por todas el tema de Voccisor y su pequeño apocalipsis.

Tenar y un servidor compramos varios pertrechos en un mercader local, incluyendo algunos viales de contraveneno, raciones de viaje, linternas y demás equipo.

Cuando ya nos retirábamos a descansar, Naltiria nos llamó a través del vínculo telepático, y tras reunirnos, nos informó de la partida de Alix. Por lo visto el muchacho, como he narrado a vuestras mercedes en el anterior capítulo, se encontraba abrumado de que Taalia pudiera estar involucrada con la Dulce Miel. Además, sus asuntos con los cazabrujas parecían preocuparle, y había decidido que era momento de atenderlos mientras los demás nos ocupábamos de solucionar el tema del ritual.

A Tenar le sentó especialmente mal que el muchacho se hubiese ido sin despedirse, y tuvo el ceño fruncido durante toda la intervención de Naltiria. A pesar de que la archimaga intentó dulcificar todo lo posible las palabras de despedida de Alix para el grupo, la alta elfa sentía que el chico le debía algo más que un mensaje a través de Naltiria. He de confesar que un servidor apenas tuvo reacción en aquel momento, pues el movimiento de Alix, tan repentino, nos había pillado a muchos a contrapié. Sólo pude desearle que Fortunna lo acompañase en sus aventuras, por mucho que el muchacho detestase a los dioses y sus seguidores.

Nos retiramos entonces a descansar, con la mente ya en el viaje que habríamos de emprender a la mañana siguiente, y pensando cómo cubriríamos el hueco dejado por Alix en el grupo, tanto a nivel de habilidades como a nivel humano.

A la mañana siguiente, nos reunimos con nuestro nuevo pícaro de alquiler, y nos encaminamos a ver a Taelwe Mir. Al ver tan nutrido grupo, nos reveló que nunca antes un grupo tan numeroso se había adentrado en las ruinas, y quizá esa fuera la calve para salir airosos de la expedición. Voto a Fortunna para que así fuese.

Con su magia, Taelwe Mir nos teleportó al desierto, un mar de arena y dunas que parecía tan yermo y desolado como su nombre indica. Sin embargo, los ojos experimentados de Mir sabían donde mirar, y tras apartar algo de arena de un punto específico, descubrió unas runas talladas en piedra, que tocó en un orden específico, revelando una entrada… una entrada a la Infraoscuridad.

Con la misma destreza, Taelwe Mir nos condujo por los caminos serpenteantes del Inframundo, y caminamos durante unos minutos antes de desembocar en una caverna donde se veía una gran arcada de piedra, como si fuese una suerte de portal. Delante del mismo, había un hombre de espaldas, vestido con ropajes de cuero, y con una gran serpiente enroscada en sus hombros. Al principio, no pareció darse cuenta de nuestra presencia, y algunos de nosotros, Taelwe Mir el primero, llevamos la mano a las empuñaduras de nuestras armas. De todas formas, Taelwe nos informó que no era inusual encontrar visitantes que venían a honrar a los caídos en la ciudad antes de su devastación.

El hombre, que resultó ser un semielfo y se presentó como Thalion, no parecía hostil, aunque sí desconfiado. Dijo ser un druida procedente del bosque de Tyrsail, voto a Geiath, ya era coincidencia encontrar en la Infraoscuridad de Re-Ionnae a un habitante de la superficie de Athanae. Nos cuestionó acerca de nuestras intenciones en aquel lugar, advirtiéndonos que una terrible maldición pesaba sobre el lugar. Maldición, que a medida que avanzaba la conversación, dijo querer eliminar, pues tal era su misión en aquel sitio. Poco menos que nos llamó locos por querer entrar en aquellas ruinas, y sin embargo, él parecía dispuesto a hacerlo en solitario, o en realidad, sólo acompañado por su compañero animal. Parecía evidente que unir fuerzas con aquel individuo parecía ser lo más conveniente para todos, pues todos queríamos entrar en las ruinas. El druida no buscaba riquezas u objetos, tan sólo extirpar la maldición del lugar. A nuestro grupo le interesaba más lo primero, aunque para salir de aquella ciudad, era muy posible que tuviésemos que deshacer la maldición. Se decidió pues que Thalion se uniría por ahora a nuestra expedición. Taelwe Mir nos deseó suerte y se despidió, esperando que recuperásemos su querido artefacto.

Antes de entrar a las ruinas, una inspección del portal nos permitió leer la inscripción de advertencia que allí estaba tallada:

Escuchen los incautos que aquí se acerquen nuestras plegarias, que elevamos a los dioses.

Acercad vuestra misericordiosa mirada a esta ciudad maldita, y traed de vuelta a los amigos que en ella perdimos tiempo atrás, y si así lo deseaseis, acoged sus almas en vuestros reinos eternos.

Multitud de aventureros se han adentrado en las ruinas de Aezmir, seducidos por las historias de su gloria ancestral, tan solo para perderse en el tiempo y el espacio, lejos de todo conjuro, de toda existencia, salvo por aquellos que aun les guardamos en nuestro corazón, y los mantenemos presentes en nuestras memorias.

Sirva esto de advertencia a todos aquellos que decidan, como nuestros amigos, cruzar este umbral.

Era evidente que no éramos los primeros en adentrarnos en Aezmir tras su caída, pero por los dioses, que estábamos decididos a ser los primeros que saliéramos victoriosos de tal aventura, voto a Fortunna.

Mirándonos unos a otros, dimos los pasos que nos separaban del portal, y encomendándose cada cual a lo que estimó más oportuno, atravesamos aquel umbral que nos separaba de la aventura.

Apenas pusimos pie en las ruinas, Tenar nos advirtió que un gran mal viciaba el ambiente. Un tomo tallado en piedra estaba unos pasos por delante, y en el orden que habíamos establecido, comenzamos a avanzar. Se trataba de una nueva advertencia, en este caso, posiblemente puesta allí por los habitantes de Aezmir en el esplendor de su ciudad, para mantener alejados a ladrones y extranjeros.

Con Jallil, Naltiria, Kalanthe y Tenar al frente, y Thalion, Tisaia, Neesa y un servidor en retaguardia, comenzaba nuestra aventura en las peligrosas ruinas de Aezmir…

 

Alix, le courageux (I)


¿Quién era Alix?

Alix niño

Es difícil de explicar. Alix era un muchacho, aunque tenía poco de normal. Tyrsalita de origen, pero criado como vagabundo, pues pronto quedó huérfano en extrañas circunstancias, posiblemente relacionadas con los dioses y fanáticos de algún tipo. Cuando Lothar lo acogió en sus brazos, Alix consagró su vida a eliminar a aquellos a los que culpaba de la muerte de sus padres.

Curiosamente, no culpaba a los verdugos, que habían sido Lothar y sus hombres, sino a sus propios padres, que habían elegido una vida de fanatismo, y a los mismos dioses. Fue cuanto menos, peculiar, como más adelante, una fuerte influencia para ambos terminaría siendo Lady Tenar Ul-Theossian, alta elfa de alta cuna, seguidora de Tlekhal primero, y de Hedenoth después.

Alix y Lothar

La vida de la gente suele estar llena de contradicciones, y más cuando se refiere a las creencias más profundas de cada cual. Así, uno puede ser devoto de Alunne, pero preferir disfrutar del sol que de las noches de luna llena; o acudir puntualmente a las misas de Finallis, para luego tratar con extrema injusticia al personal de servicio de sus lujosas mansiones. Así somos los mortales, y ni Alix, ni Tenar, ni Lothar eran excepciones, formando casi una familia poco usual, mientras recorrían el mundo huyendo de la Niebla.

Ese tipo de circunstancias fueron las que encaminaron a nuestro joven protagonista al camino de la aventura, y su apego a Lady Tenar, toda vez que Lothar cayó víctima de la Niebla. Porque precisamente redimir y purgar a Lothar de la maldición de la no-muerte fue la primera gran aventura de un muchacho que apenas contaba los años con los dedos de sus dos manos, que pronto estuvieron manchadas de sangre, propia y ajena. Cuando uno crece en tales ambientes, no tiene más remedio que adaptarse y aprender, o caer por el camino. Y puedo asegurar a vuestras mercedes que Alix era de los primeros.

Cuando lo conocí, ya era un adolescente, de aspecto andrógeno y con cierto grado de inmadurez emocional. Era lógico: No había tenido oportunidad de tener una niñez normal, siguiendo los necesarios pasos para desarrollar correctamente esa parte de su personalidad. Sin embargo, el carácter se le había forjado fuerte entre tanta adversidad, y montaba en cólera con facilidad cuando se le tocaban las cuerdas adecuadas. Sobre todo cuando se ponía, precisamente, en duda su madurez. A mí siempre me pareció que era un chico extremadamente maduro por lo demás para su edad, quizá incluso demasiado, pero las carencias afectivas que había sufrido en su crecimiento hacían mella en su carácter difícil. Precisamente, esto lo hacía un tanto torpe socialmente, y más aun cuando se trataba de interactuar con el género opuesto.

En esas llegué al grupo, y Alix quizá vio en mí un modelo de conducta que nunca había tenido antes, un hombre maduro y socialmente exitoso, que trataba con facilidad con mujeres y hombres por igual, pero especialmente con las féminas por… Voto a Shindalar, los agraciados rasgos que Cabellos de Fuego había tenido a bien concederme. Aunque inicialmente canalizó aquella admiración a través de la burla y la indiferencia, supe desde el primer momento que Alix necesitaba de mi consejo más que ningún otro en el grupo, sobre todo en cuanto a inteligencia social. Porque, tras algún tiempo de aventuras con el chico, estoy en condiciones de asegurar que no necesitaba ninguna otra guía en ningún otro campo de su vida.

Alix era excepcional en todos los sentidos: hábil pistolero, cabeza fría cuando se le requería, resolutivo, proactivo, y sediento de aventura y de vida: A pesar de todos sus traumas, de todas sus desdichas, el chico tenía un deseo irrefrenable por vivir. Y gustaba de hacerlo de forma pasional, dando todo cuanto tenía dentro en todo cuanto emprendía. No siempre estuvo acertado, por supuesto, como nadie lo está, vive Rezhias. Pero siempre puso lo mejor de sí mismo en cada decisión, en cada momento que pasé junto a él. Poco a poco pude ganarme su confianza y respeto, e incluso puede que algo de afecto, o al menos, él se ganó los míos.

Como quiera que sea, el grupo, desde que Alix había empezado sus aventuras, había mutado en gran medida, y sólo Tenar continuaba como tal. Lo de Neesa es discutible, puesto que el hada había sido fundadora del Crisol Plateado, pero sin haber revelado su verdadera identidad, y haciéndose pasar por un viejo gnomo cascarrabias que se hacía llamar Umrick. No estoy muy seguro de si contaba o no.

A Alix siempre le dije que, como bardo, su historia era la más interesante de todas las de los compañeros; todos llevábamos a cuestas nuestras propias cuitas, y aunque la de Alix era una historia significativamente más corta que la de otros miembros con más edad, era sin duda mucho más intensa. No había nada de desperdicio en cada día de Alix desde que prácticamente había nacido, con eventos interesantes rodeándolo siempre: Sus padres cultistas, los cazabrujas persiguiéndolos y dándolos caza, la muerte traumática de los mismos a manos de Lothar y sus compañeros, las aventuras con el semielfo, conocer a Tenar y ver cómo ambos vivían una historia de amor imposible condenada al fracaso, la llegada a Zhargosh, las batallas a los pies de Inatis, conocer al resto de los que terminarían siendo fundadores del Crisol, sus aventuras con ellos, la lenta y progresiva desintegración del grupo, y la formación de los Caminantes sin Rostro a partir de las cenizas del anterior grupo, misiones para la Emperatriz Anne Von Xavras de Athanae, viajes en barco al mando de la intrépida Sharteen Tiffón, las aventuras con los piratas, la excursión a la Infraoscuridad, los tratados en la sombra con Vithanthi Kismeth, los tira y afloja con X’Valla.

Y Samara.

Samara

La mediana, que había llegado al grupo, y al poco tiempo, ya no estaba, pero había tenido tiempo de dinamitar la existencia misma del Crisol, y la de Alix.

Samara era, como Alix supo más adelante, seguidora de una oscura diosa, pero al principio nadie lo sospechaba si quiera. La enérgica personalidad de la halfling había cautivado a Alix, y puedo decir a vuestras mercedes, sin temor a equivocarme, que Alix llegó a amar y a odiar a partes iguales a la pequeña compañera. Ella, perspicaz como era, lo supo desde un principio, y aprovechándose de la situación, llevó al muchacho hasta su territorio. Hubo varios momentos en que Alix se reveló contra la imaginaria correa de la que Samara tiraba, pero he de reconocer, en honor a la verdad, que Samara era una mujer que sabía medir muy bien sus pasos, y hubo pocos momentos en que la tensó tanto como para hacer saltar al chico. Fue una época difícil para Alix, que hubo de aprender por las malas que no todos con los que se cruzaba tenían intenciones puras o cuanto menos, neutrales, y sus continuos escarceos con Samara lo llevaron al límite emocional en más de una ocasión. Cuando Samara tuvo que dejar los Caminantes, sé de buena tinta que Alix lamentó un tiempo separarse de la halfling, pero saben los dioses, que esa separación era necesaria para que Alix se librase del yugo que lo impedía avanzar en su vida.

Sin embargo, de toda experiencia se aprende, incluso cuando ésta es desagradable o traumática, o quizá incluso, más se aprende del dolor que del placer. Y estoy seguro de que Alix aprendió de Samara algunas cosas buenas, como la preferencia por la acción y ese espíritu inquieto que lo impelía a actuar y buscar soluciones incluso cuando todo parecía perdido.

Más tarde viajamos a Re-Ionnae, como vuestras mercedes saben, y allí, una de las soluciones que tuvimos sobre la mesa para solucionar el “pequeño apocalipsis” de Voccisor, se tuvo gracias a las acciones de Alix, que en parte motivado por su gran energía, por sus pocas ganas de ver perecer a inocentes, y también, por lo que quedaba de su propia inocencia, fue lo que le llevó hasta Taalia, poderosa maga elfa que luego resultó estar vinculada de alguna manera a la Dulce Miel, organización de espías e inteligencia con gran influencia en Athanae, y que parecía estar extendiendo sus tentáculos a Re-Ionnae. Al principio creímos que aquel suceso, el enterarnos de aquella vinculación, fue lo que terminó de empujar a Alix a tomarse un descanso de las aventuras con los Caminantes sin Rostro. Sin embargo, la realidad era otra. Había sido él el que había revelado que recordaba aquel anillo en el dedo de Taalia. Aquello hizo que Tenar informase a los archimagos de Palacio de Marfil de lo peligrosa que podía llegar a ser la maga elfa, poniendo, bajo el punto de vista de Alix, la diana en su espalda de Taalia y su aliado, Lidar Fah, con quien se sentía en deuda; Alix sintió como Tenar traicionaba su confianza, y herido, apresuró sus planes. El caso era que el muchacho llevaba un tiempo madurando la idea de regresar a Athanae una vez concluyéramos la aventura de Voccisor, y dedicar sus esfuerzos a federar y unir a los cazabrujas dispersos por el continente, en un intento de hacer fuerza contra los fanáticos del mundo. Haber presenciado de primera mano, una vez más, las consecuencias de las acciones de cultistas, en este caso de Idhaal, hacía que Alix los detestara aun más si cabía, y aquellos acontecimientos terminaron por hacer que Alix emprendiese una huida hacia adelante.

Antes de abandonar el grupo, Alix tuvo tiempo de aprender los placeres de la carne con nuestra compañera Kalanthe, en lo que sin duda fue una despedida a la altura.

¿Qué opinan vuestras mercedes? ¿No es acaso esta historia una digna de ser contada, de ser narrada, de ser recordada? Y el muchacho era entonces apenas un adolescente, con toda una vida por delante, unas capacidades sobresalientes, y una determinación más allá de toda duda. Si Alix tenía entre ceja y ceja acabar con los cultistas de Athanae, voto a los dioses que los cultistas terminarían cayendo bajo su pólvora y proyectiles… salvo que alguna mujer se cruzase en su camino… una vez más.

Vuelvan mañana, querido público, para oír una nueva historia, acérquense mañana para escuchar qué fue de Alix… después de los Caminantes sin Rostro.

Adolescente

 


La sombra del Norte

  Naltiria anotaba en su diario todo lo que iba descubriendo acerca de la situación en Molco. Ese diario con salvaguardas mágicas y palabras en clave donde decidió que escondería su presente y su pasado para que su legado y “la verdad” que ella poseía, pasaran a manos de alguien capaz de afrontarla, en el caso, siempre presente, de que su alma fuese definitivamente consumida, y sus días en esta tierra tocarán a su fin.

Naltiria no le temía a la muerte. No en vano ya se había enfrentado a ella en todos sus términos. Pero sí que tenía miedo de que el mundo se sumiese en el velo de las mentiras no estando ella para desentrañar los misterios del mismo y señalar con un dedo inquisidor a aquellos que se afanan en cegar los ojos de mortales e inmortales por igual. “Naltiria no pertenece ya a este mundo pero no se irá definitivamente de él sin cumplir antes su cometido…”

O al menos eso es lo que ella piensa cada día en el que abre los ojos en un mundo que se le antoja cegado, bizarro y desprovisto de libertad. Una libertad real, aquella que solo se obtiene cuando se comprende la verdadera naturaleza del espíritu.


Escribiendo en su diario, se daba cuenta de que Molco era una versión en miniatura del propio mundo en el que vivían. Una ciudad que poco a poco estaba siendo manipulada, de la forma má
s sutil e imperceptible. Información que se pierde, noticias falsas, y líderes corruptos o directamente alcaldes de paja que son usados como títeres por voluntades ocultas en las sombras… Einon…

La figura del semidragón tocó la mente de Naltiria y los restos del alma de Galidariann se retorcieron de dolor en su interior. Una lágrima solitaria se derramó en el papel, emborronando la tinta. No pasaba ni un solo día sin que Einon azorase sus pensamientos y cada día, Naltiria humedecía sus mejillas con una lágrima solitaria por él. Einon intuyó una profunda verdad, la misma que Naltiria porta, y él está pagando por ello un precio desmedido e injusto, aplicado por un ser que no merece tener el poder que tiene…

Nadie debería tener ese poder…


Naltiria suspiró otra vez, pensando que Einon tendría que esperar un poco más, consciente de la espiral de locura y soledad en la que se sumía día tras día. Pero había otros asuntos más importantes a los que atender; bueno, no más importantes, pero al menos, sí más apremiantes. Sus compañeros estaban enfrascados en detener el “fin del mundo”. Una empresa digna de Galidariann, pero insulsa para los objetivos de Naltiria. Sin embargo pareciera que dioses y mortales estuvieran realmente preocupados por esta situación. Incluso Septennus ha mostrado cierta curiosidad por ese condenado ritual de Voccisor, aunque disimulado por su habitual falta de interés por cualquier asunto mortal. Pareciera que el dios repudiado solo fuese un mero espectador pasivo que se divirtiese observando las decisiones que Naltiria tomaba y riéndose entre dientes al observar las consecuencias de esas decisiones, y solo interviniendo en los casos donde su propia seguridad estuviese comprometida. Aún con todo, la verdadera razón por la que Naltiria permanecía en Reionnae era la historia que Odeska podía contarle. Naltiria sospechaba desde hace mucho que Anne Von Xavras no era quien se supone que debería ser. A priori sus intenciones eran legítimas, pero sus formas y las conversaciones que había mantenido con Naltiria inducían a la archimaga a pensar que algo maligno y terriblemente poderoso se ocultaba en el interior de la emperatriz de Athanae. Odeska podría confirmar sus sospechas y, de hacerlo, quizá Naltiria debería buscar ayuda poderosa para escapar de las garras de Anne. Sumida en estos pensamientos, Naltiria repasaba con los dedos las runas marcadas a fuego en sus manos con una profunda tristeza, culpa, rabia e impotencia.

Recuperando su hilo de pensamiento, Naltiria cada día estaba más convencida de que la aparente locura de Odeska, podría  tener cierto fundamento. El alcalde que nos pidió investigar estaba sin duda relacionado con un confidente que se hacía llamar “Pico de Oro”. Y la situación en Molco daba pie a pensar que quizá había algún tipo de conexión entre estos dos asuntos. Alcaldes que, aprovechando la situación de inestabilidad del imperio, propagan el malestar y la disidencia contra el status quo del imperio. Una “mano negra” que conspira en las sombras poniendo a alcaldes y personas influyentes en contra de Iandora. La contención en la información y la tergiversación de la situación por parte de las altas esferas para controlar la opinión de la gente de a pie…

Quizá Naltiria se había vuelto una conspiranoica. Aunque ese rasgo era algo que no se le podía echar en cara después de todas las revelaciones que comprendió a raíz de su “juicio final”. Naltiria había visto un atisbo de los entresijos que dioses y poderosos utilizan para manipular a los mortales inocentes y ahora veía sombras y argucias en cada esquina. Naltiria estaba resuelta a sacar a la luz toda la verdad. Y entonces, un escalofrío recorrió su espalda. La sangre se retiró de sus mejillas y palideció ante una idea. Una idea rocambolesca, estúpida y del todo imposible…


…….. pero cuanto más pensaba en ello, más sentido le encontraba. Estaría su mente jugándole malas pasadas. Sus prejuicios nublaban su inteligencia. Tenía que ser eso…..


……..pero todo encajaba de una forma tan maquiavélica y magistral.


Con los ojos como platos y la mirada fija en la pared, Naltiria no veía la habitación que le rodeaba ni tan siquiera la hoja con tinta emborronada en frente de ella. Sus pensamientos daban vueltas ante una posibilidad, pequeña, pero aterradora. De ser ciertas las ideas que rondaban la mente de la archimaga, el futuro de todo el imperio… no, de todo el planeta, estaría a punto de cambiar drásticamente.


Era algo improbable y absurdo pero, a la vez, tenía tanto sentido. Anne Von Xavras había expresado ante Naltiria en múltiples ocasiones su objetivo de “unir” el mundo entero bajo su dominio. ¿Y si ahora que la guerra contra Hirannae esta decantándose a favor de la emperatriz, ésta estuviese allanando el camino para un posible conflicto político contra Reionnae? No le resultó descabellado a la archimaga pensar que, alguien como Anne, con sus objetivos y sus quasi ilimitados recursos, podría aprovechar la inestabilidad de Reionnae para sembrar las semillas de la disidencia. Un campo de cultivo perfecto para comenzar su expansión política y de control de masas una vez terminada la guerra en Athanae. La situación perfecta para la imparable expansión política de Anne Von Xavras. Una sombra que crecía en el Norte y se hacía cada vez más extensa, cubriendo todo el planeta.


La archimaga tembló con auténticos escalofríos de terror ante esa idea…


¿Debía compartir sus ideas con sus amigos o la tacharían de paranoica? Naltiria había recorrido un gran camino junto a ellos y aún todavía no había logrado ganarse su confianza, y no podía culparles. Los pecados que la archimaga había cometido eran suficientes para perder la confianza de cualquiera.


Solo esperaba estar completamente equivocada.

 Acérquense, damas y caballeros, acérquense a este humilde bardo, para escuchar una nueva historia, acérquense para escuchar cómo me uní a un grupo, cuanto menos, peculiar...

Sesión XXXVIII. Dulce Miel, Amarga Despedida.

Naltiria estaba deseosa de presentarnos a Jallil Tan, quien habría de ser nuestro experto cerrajero y manipulador de trampas en la aventura que nos aguardaba en las ruinas de la ciudad de Aezmir. Aunque el trato estaba prácticamente sellado, y de hecho, ya le debíamos al pícaro dos días de jornal, la archimaga quería la opinión del resto del grupo, en especial de Alix, pues el chico era lo más parecido a un infiltrador que teníamos, y posiblemente fuera capaz de valorar si las habilidades de Tan eran adecuadas.

Sin embargo, por el momento estábamos liados, algunos, como un servidor, montando un escenario improvisado y atrayendo gentes para la pequeña gran actuación que estábamos preparando cerca del Titán Azorador, para que Neesa pudiera usar su magia y ver al fin si el alcalde Din se había reunido con “Pico de Oro” y poder identificar a este último.

Otros estaban ocupados en otros asuntos, como Alix, que había pedido la ayuda de Kalanthe para… un tema un tanto más personal. El chico estaba más que interesado, desesperado, por aprender a complacer a una mujer, y Kalanthe estaba dispuesta a guiarlo.

La enorme seguidora de Rezhias podía ser ruda y agorera, pero les aseguro a vuestras mercedes, que una vez llegada al lecho, se transformaba en una mujer diferente. Dependiendo del día y la compañía, podía ser una salvaje sin piedad que te cabalgaba hasta el amanecer, o como sucedió en esta ocasión, una tierna y dulce chica con gran paciencia para llevar a Alix al placer mientras se satisfacía también a sí misma. Anthe trató con exquisito mimo a Alix, que, de seguro, tardaría en olvidar los besos apasionados, las tórridas caricias, y los primeros orgasmos con una mujer de verdad. Una mujer, que quizá había puesto el listón demasiado alto, literalmente, para las que estuvieran por venir.

Voto a Shindalar, que sin duda estaba satisfecha con la feliz pareja, y a Barenna, ya que la siguiente noche la Dama de Todas las Canciones habría de sonreír a un servidor.

Mientras tanto, Naltiria seguía enfrascada en sus conspiraciones, y utilizando el disfraz de muchacha rubia entrada en carnes que ya había usado en otras ocasiones, recorría Molcco en busca de coincidencias sospechosas, o cualquier otra pista que le pudiera servir para continuar su investigación. Sin embargo, lo que se encontró, Rezhias mediante, fue a Yosef Ibhman, que resultó ser uno de los Archimagos de Molcco, y que parecía seguirla la pista desde hacía un tiempo por sus actividades. Al señor Ibhman no parecía engañarle el disfraz de Naltiria, y la mandó prender por uso ilícito de magia. Naltiria dio con sus huesos en prisión, aunque no todo estaba perdido, pues en la cárcel de Molcco conoció a Wael Sun y a Dilek Ren, ambos comerciantes enfadados que se habían negado a pagar los abusivos impuestos de entrada a la ciudad. Quiso Fortunna que Wael, aficionado a las apuestas y los juegos de azar para más seña, hubiese coincidido en algunos de ellos con un tal “Pico de Oro” aunque no quedaba claro si se trataba del mismo individuo de Palacio de Marfil. Era de todas maneras suficiente para que Naltiria comenzara a atar cabos y más cabos en su cabeza, convencida de que estaba desentrañando una conspiración a gran escala.

Tras trasnochar enjaulada cual semidragón rojo, a la mañana siguiente, Naltiria pagó su multa, de 37 000 monedas, conmutable por su pena de dos meses de prisión por ser la primera vez que la pillaban saltándose la ley. Salió a toda prisa, y nos puso rápidamente al día de sus averiguaciones, segura de que no era casualidad que el nombre “Pico de Oro” resonase en ciudades tan distantes.

Era el momento de entrevistarnos con Jallil Tan, que se mostró tan dicharachero y seguro de sí mismo como en la anterior ocasión con Naltiria un par de días atrás; estaba deseoso de entrar en acción y aventurarse en las ruinas, aseguró detestar a los drows, y nos garantizó que ninguna trampa nos haría daño mientras él fuese el encargado. No era famoso, dijo, pero, ¿qué clase de pícaro lo es? Preguntado por su historial, se mostró especialmente orgulloso de un anillo saqueado en las ruinas de Milvara, otra de las ciudades caídas en desgracia por el infame Alvión. Todos parecíamos satisfechos con el encuentro, pero Jallil se mostró especialmente interesado en Kalanthe. Puedo asegurar a vuestras mercedes que si bien Kalanthe no era una mujer que podamos llamar bella, tenía una especie de magnetismo irresistible, y hacía sentir esa sensación de acercarse al precipicio, con seguridad de que vas a caer, pero no puedes evitar seguir avanzando. Eso debió sentir nuestro nuevo compañero, y tras ponerse de acuerdo con Alix, pues Kalanthe le tenía reservado su lecho una noche más, se decidió que sería cosa de tres.

Mientras Alix, Jallil y Kalanthe rendían una vez más culto a Shindalar, alabada sea, un servidor se encargaba de hacer lo propio con Barenna en la plaza del Titán Azorador. Mi humilde propaganda de boca en boca había resultado en una buena afluencia de público, y modestia aparte, he de reconocer que hice una buena actuación. Saqué mi mejor repertorio de canciones animadas y bailables para mantener al apreciado público ocupado y activo, mientras la pequeña Neesa llevaba a cabo su magia escondida en el escenario. Fortunna también hubo de acompañarnos, pues la actuación salió tal y como queríamos, y el hada consiguió ver todo lo que deseaba, o al menos, todo de lo que fue capaz. Quizá incluso Velereón tuvo a bien pasarse y echar un bailecito, pues la recaudación fue generosa.

El hada había finalizado su entrenamiento en la academia de guerreros ese mismo día, y su maestro le había encargado llevar un paquete a su igual en Castiglia; parecía ser que el envío por mar era caro y lento, y el mágico era prohibitivo, así que aprovechando que Neesa no podía pagar las clases, su instructor se cobró de aquella manera. Pero lo importante era que Neesa tenía novedades que contarnos, pues en su visión del pasado, había visto al alcalde Din, de incógnito, hablar con alguien que no podía ver, pero a quien se le cayó, Fortunna así lo quiso, un anillo en el momento oportuno. “Creo que se te ha caído esto” ofreció el alcalde a su interlocutor invisible, y el anillo desapareció de sus manos, pero a Neesa le había dado tiempo a ver el grabado del mismo, un hexágono familiar… ¿La Dulce Miel?

Con esta revelación, que pareció excitar especialmente a Naltiria y a Alix, que se dio cuenta rápidamente que Taalia llevaba un anillo similar pero con el hexágono en otra posición. Fuera quien fuese Pico de Oro, podía ser un agente de la Dulce Miel, una organización que se suponía exclusiva de Athanae, pero por lo visto empezaba a extenderse al continente reionnita. Esto dio nuevas alas a las teorías conspirativas de Naltiria, alas de abeja, sin duda.

Ante la inminencia de nuestra incursión a las ruinas de Aezmir, Neesa se dirigió a Naltiria, y expresó sus miedos. De nuevo el hada pequeña y cobarde emergía del escudo de valentía que pretendía construir Neesa, y rogó a la archimaga que aplazáramos nuestra expedición, pues los golems eran enemigos formidables virtualmente inmunes a su magia. El hada aseguró que estaríamos mejor preparados en unas semanas, tiempo que dedicaría a estudiar una nueva profesión que Tenar habría de enseñarle toda vez que ya era guerrera. Naltiria trató de tranquilizar al hada, arguyendo que “nunca” era el momento adecuado de exponerse al peligro, y que nunca íbamos a estar mejor preparados. A pesar de la insistencia de Neesa, que incluso llegó a pedir que reclutásemos de vuelta a Luca o Hägar para ganar músculo, la archimaga desoyó las peticiones de la pequeña conjuradora.

Con la nueva información acerca del alcalde, a la mañana siguiente, Alix acudió de nuevo a la casa de Odeska, pero la humana no estaba en su domicilio. Los vecinos no la habían visto en el último par de días, y Alix decidió que algo no cuadraba, y tras echar la puerta abajo, inspeccionó el edificio, sin encontrar nada sospechoso. Eso sí, la última nota que había dejado para Odeska no estaba.

El muchacho, tras informarnos del fracaso en informar a la cazabrujas de nuestros avances, encaminó sus pasos al puerto de la capital, y allí, buscó un pasaje que lo llevara de vuelta a Athanae. Sin embargo, lo más parecido que pudo encontrar fue un viaje que lo dejaría en Sihk, ciudad del norte del continente en la que tenía más posibilidades de encontrar un barco que lo llevase a Athanae. Sin embargo el viaje era de 4 meses, cosa que no parecía servirle a nuestro joven compañero. Finalmente no tuvo más remedio que hablar con Naltiria, cosa que no le apetecía en absoluto.

Por alguna razón, descubrir que Taalia podía estar involucrada con la Dulce Miel había sido un duro golpe para el muchacho, y necesitaba quizá poner sus ideas en orden; la solución que había buscado (y encontrado) para el problema con Voccisor finalmente había sido descartada. Además, como confesó a Naltiria, Alix quería “federar” a los cazabrujas, unirlos en una gran causa común y conseguir que dejasen de actuar como lobos solitarios o como células dispersas. La amenaza de los fanáticos estaba bien organizada, y Alix consideraba que su gente debía hacer lo mismo. Toda vez que la opción de Taalia se había cerrado, Alix deseaba volver a Athanae para empezar con tan ambiciosa empresa.

Naltiria utilizó su mejor verborrea para intentar retener a Alix en el grupo, pero su decisión era firme. Alix estaba convencido de que tras dejar de lado a Taalia, ahora la Dulce Miel podría estar buscándolo, y necesitaba huir. La archimaga arguyó que Athanae era el lugar donde la Dulce Miel mejor operaba, pero eso no disuadió a Alix para abandonar el grupo. Ni siquiera quiso despedirse de los demás, y estoy convencido que no lo hubiese hecho de Naltiria de no ser necesaria para llevarlo de vuelta a Athanae.

Naltiria, cariacontecida, sacó su bastón del estuche de ébano donde lo guardaba desde hacía tiempo, y con un pase mágico, abrió un portal a Castiglia, franqueando paso a Alix. El muchacho dijo unas últimas palabras dedicadas al grupo, que aseguró llevar en el corazón, aunque no se sentía lo suficientemente fuerte para una despedida. Luego, abrazó a Naltiria, enjugó las lágrimas que resbalaban por su rostro… y atravesó el portal.

Una botella al mar

Mi querida Kalanthe,


Te lo susurré al oído antes de ir: “Te echaré de menos” y cumplí con mi promesa. No hay ni una sola noche en que no me duerma pensando en tu calor envolviéndome y esto hace que inevitablemente tenga ganas de más.


 

A lo mejor ni siquiera se te ocurrió pensar en por qué te lo pedí aquel día. Tú aceptaste sin preguntarme aunque pensaba que me ibas a decir que no al ver tu cara de asombro. Estaba seguro que no me iba a gustar, pensaba que ibas a ser bruta, exuberante, loca, como siempre, pensaba que ibas a ser demasiada para mí y quería quitármelo de encima como la roña, pero me equivoqué. Me enseñaste a compartir el placer y no todos los chicos de mi edad pueden decir lo mismo. Así que, Kalanthe, tú eres para mí una dulce locura. Seguirá el viejo Alix temeroso por la hedonista Kalanthe semidesnuda penetrando en su habitación para ofrecerle sus encantos y el Alix de ahora. Ahora soy un hombre confiado: sé pelear, sé defender mis ideales, soy libre y… sé complacer a una mujer. Considero que lo tengo todo para tener éxito.


Encerrar mis palabras en esta botella… qué chorrada ¿es una chiquillada verdad? Pero un océano me separa de este recuerdo contigo y a lo mejor si suelto la botella por un acantilado, Ecuotte llegará a hincharse como tú te retorcías en esta cama; cuando lo haga, me quedaré a ver las olas, dejaré que me salpique la espuma recordando el salitre de tu flor. Qué curioso, esta botella tendrá el mismo destino que el mío entre tus brazos: mecida por las olas y puede que llegue a ahogarse en sus profundidades o incluso a estrellarse contra las rocas en un millón de estrellas de cristal.


Sé que querrías que volviera a pensar en ti y que con sólo imaginarme tus curvas me excitara. Sé que quieres que no olvide ningún instante de lo que vivimos. Me regalaste tu placer y dijiste que había sido tocado por Shindalar. No es cierto: todo fue gracias a ti, tenlo bien claro. Me pediste que me acercara a ti, que te acariciara, que te besara y me trataste como si tuviera todo el derecho de yacer a tu lado y gracias a ello, el miedo se esfumó.


Me pediste que me acordara de cada una de tus caricias hasta el fin del mundo y en las noches más solitarias de Zhargosh es lo que hago: repito sin cesar cada uno de tus gestos como un baile acompasado. Tus manos me sujetan la barbilla y me giras suavemente la cara:


- Abre los ojos Alix y mírame, mírame como si quisieras comerme a besos, mírame como si fuera única en Athanae - en ese momento te ríes y por primera vez tu risa me suena cristalina - así muy bien. Ahora, besa cada parcela de mi cuello desde la oreja hasta el hombro, baja suavemente, mmmh así, para… no bajes más hasta haber probado el sabor de mis labios.


Con un poco de miedo todavía me acerco a tu cara, tus labios tienen el sabor de una fruta madura. Escucho tu respiración y algún gemido escapando de tu garganta:


- Suave Alix - te ríes otra vez y entre risas añades - mejor, así me gusta.


Siento la húmedad de tu lengua, tu sonrisa, la suavidad de tu boca, tus manos recorriendo mi cuerpo encima de la ropa y mi pene se yergue, caliente y apretado en mis pantalones. Me empujas con un ademán maternal que no te conocía, encima de la cama y me quitas cada uno de los botones de mi camisa, tu lengua recorre mi pecho, mi vientre, mi ombligo puntuando esa danza con besos. Tengo la impresión de que quieres saciarte entre mis brazos y eso aumenta mi excitación. Me quitas los pantalones, me mandas quitar los tuyos y sin ni siquiera tomar el tiempo de quitarte la camisa te sientas encima de mí como si fueras una reina. Te mueves suavemente y me susurras:


- Abrázame y quítame la camisa: quiero que me beses y que me veas desnuda… estoy aquí por y para ti.


Lo hago… tu piel huele a calor, a arena y a sudor. Me coges las manos y me las colocas en tus senos enseñándome como acariciarlos y yo me veo envuelto en tu ternura: sólo tú existes en ese momento y noto como la excitación deja paso a unas ganas irreprimibles de gozar. Sé que tú lo notas también y a pesar de mis quejas para que dejes que me quede dentro de ti un poco más, te levantas y me agarras los brazos para que no pueda siquiera tocarme. Estoy gruñendo de disgusto quiero más y lo quiero ya:


- Sé paciente cariño, gozarás cuando te lo diga yo. Ahora eres mi hombre y yo soy tu amante, decido yo.


El doloroso placer que siento me nubla la razón… lo podría abandonar todo para que siguieras moviéndote lánguidamente encima de mí. En este momento no me doy cuenta del poder del deseo: sólo lo entendí más tarde, al tener la cabeza fría. Te suplico que me dejes poseerte más, te niegas y te ríes otra vez, esa risa me vuelve loco de deseo y tú lo ves como un juego divertido. Te tumbas en la cama, abres las piernas y me dices:


- Ahora me tienes que hacer soñar, cariño - siento alivio al saber que te voy a penetrar otra vez pero tú me rechazas suavemente y añades - no no… con la boca… y nada de tocarte mientras tanto, te lo prohibo.


Hundo mi cara en tu flor salada, empiezo a besarte y pruebo tu sabor con mi lengua.


- Más rápido, Alix - obedezco como un perro fiel: me has hechizado.


Siento como te retuerces y como gimes bajo mis besos avariciosos de tu piel. Acaricio mientras tanto tus muslos, tu cadera, tu vientre, te araño suavemente. Me agarras y me susurras como en un soplo:


- Ahora sí…


Yo, ya no te entiendo y miras mi miembro erguido como un soldado, sonríes, me quedo embobado por tu sonrisa encantadora, tus dientes son blancos como la leche. Me envuelves la cadera con tus piernas que cruzas detrás de mi espalda y me guías para que te vuelva a penetrar. 


Noto otra vez este calor húmedo abrazándome a la perfección. Nuestros cuerpos sólo forman uno y sin esperar mucho más tu cuerpo es recorrido por espasmos. Gritas de placer y  tus dedos se hunden contraídos en las sábanas. Al verte gozar no puedo aguantar más y te lleno en un último caderazo. El placer es inmenso y gimo tu nombre. Al acabar, nuestros cuerpos se relajan y me quedo lánguido entre tus brazos. Me abrazas y me acaricias el pelo. Creo que estoy viviendo el momento más tierno de mi vida.


En estos días, me enseñaste sólo una parte de lo que sabías pero suficiente para que pueda aprender más. Y puedo afirmar que aunque no te vuelva a ver nunca más, atesoraré este recuerdo hasta el fin del mundo…


Te quiero por todo eso

Alix


Acérquense, damas y caballeros, acérquense a este humilde bardo, para escuchar una nueva historia, acérquense para escuchar cómo me uní a un grupo, cuanto menos, peculiar...

Sesión XXXVII. El brevísimo romance de Alix.

Alix se había vuelto a enamorar. El muchacho tyrsalita había visto a Ilva Kor salir de la torre de hechicería del archimago Stark, y aunque la primera intención era hablar con ella para otros asuntos, al acercarse, le costó hilar tres palabras consecutivas. No mentiré, mi querido público, la muchacha era hermosa, de esa belleza serena y fina que sólo las elfas poseen. Pero también era terriblemente altiva e interesada, rasgos que no iban a ayudar en la conversación que estaba sucediendo. Alix había abordado a la aprendiz de Stark para hablar acerca de Taalia, la elfa que requería la Piedra Arcana y el servicio de un archimago en Molcco. Poco a poco nos habíamos dado cuenta que la tal Taalia parecía peligrosa, y sus intenciones no estaban nada claras. Alix había aceptado esto a regañadientes, y se disponía a investigar al respecto; sin embargo, el hecho de que la aprendiz fuera chica, y que además fuera una bonita elfa, no eran lo ideal para continuar con las pesquisas.

Intentaba en vano Alix lograr una cita de Ilva, al punto que casi le suplicó. Al final, logró quedar con la muchacha esa misma noche en la taberna apartada del barrio los “Lirios del Desierto”, pues la elfa no deseaba ser vista en tales compañías, y exigió a Alix que se “vistiera decentemente”; parecía claro que la elfa sólo deseaba conocer de primera mano la información que Alix pudiera tener acerca de Taalia, información que ofrecería a su maestro para ganarse su favor. Alix quería lo mismo de ella, pero en este caso, para aportarlo a nuestra misión… pues el muchacho, al fin y al cabo, según sus propias palabras, sólo buscaba hacer del mundo un lugar mejor, concepto que le resultaba incompresible a la aprendiz.

Las prendas de Alix, eran ciertamente deplorables para una cita con una estirada elfa de alta alcurnia: Las ropas de viaje estaban sucias y gastadas, y aunque en algún momento fueron de buena calidad, ya poco quedaba de aquello; además, era evidente que el chico había crecido desde que se hiciera con ellas, y le venían un tanto pequeñas. Aunque se sentía cómodo con esta indumentaria, la visión del hermoso y porceláneo rostro de Ilva Kor hizo que Alix pidiera ayuda de Tenar, ya que era la alta elfa que conocía. ¿Qué era ir “bien vestido” para los de su raza? Necesitaba hacerse con un conjunto de ropa adecuado para la cita, pues aun tenía esperanza de volverla a su favor y lograr quizá algo más que la información que iba buscando.

Entre todos intentamos ayudar a Alix, pero no era sencillo. Los comercios estaban cerrados, y vestir al chico mediante la magia, podía ser casi tomado como un insulto para una aprendiz de archimaga. Yo hice todo lo que pude con su aspecto, otorgándole la Caricia de Shindalar, que mejoró visiblemente sus rasgos. Para la ropa, voto a Fortunna que tuvimos la suerte de nuestro lado, pues Tenar encontró un comerciante ambulante que tenía prendas de buena calidad al gusto de Re-Ionnae, y la talla era la adecuada. Así que hecho todo un pincelín, el chico se encaminó a “Los Lirios del Desierto”, sintiéndose ridículo por su aspecto, al que estaba tan poco acostumbrado.

Quiso el destino, o los dioses, que esa fuese la posada donde se alojaba Lady Tenar, así que la elfa se sentó a tomar algo junto a la barra, mientras observaba a poca distancia cómo se defendía Alix en las distancias cortas.

Cuando nuestro intrépido ligoncete entró en la posada, vio como Ilya esperaba en una mesa, con un saco a todas luces lleno de monedas, sobre la mesa. La chica quería saber todo acerca de Taalia, tal era su único interés, y cuando Alix comenzó contando su historia desde el descubrimiento del ritual de Voccisor en Castiglia, puso cara de hastío (esa cara de hastío tan de los altos elfos) y le urgió a que fuera al grano con unos modales poco dignos; desde llamar “mocoso” a Alix a ordenarle que respetase a sus superiores. Cada vez más desencantado con la situación, Alix contó finalmente a su interlocutora que se había reunido con Taalia para buscar una solución al embrollo del ritual, y que ella se había ofrecido a ayudarle, a cambio de una Piedra de Poder Arcano y el servicio de un archimago. “Así que sabes dónde vive

Voto a Shindalar que aquel no era tono adecuado para una cita romántica, ni siquiera para una reunión de negocios, como parecía entender Ilya, que tendió a Alix 500 monedas de oro de su saco. “¿No es esto lo único que queréis los aventureros?” dijo la aprendiz con un claro deje desdeñoso en la voz, esperando que el dinero soltase la lengua del chico, mientras le preguntaba por qué entonces Taalia era digna de la atención de los archimagos. Tras estar toda la conversación a la defensiva, por fin Alix tomó la iniciativa, y propuso que Ilya contase lo que ella sabía, y entonces él decidiría si continuaba contando su parte. Lo único que la muchacha elfa parecía saber era que la tal Taalia tramaba algo grande que involucraba a mucha gente, y ante la negativa de Alix a seguir hablando de ella, se levantó y se fue contrariada. Ninguno de los dos había conseguido lo que iba a buscar, me temo… ¿Qué opinan vuestras mercedes?

Alix estaba más enfadado que abatido, y Tenar, testigo de todo, se aproximó al chico. “Valiente imbécil” fueron las primeras palabras de la seguidora de Hedenoth, para continuar intentado ver lo positivo al encuentro. Al menos sabíamos que había interés en Taalia por parte de los archimagos, interés que podía jugar a nuestro favor si conseguíamos más información y éramos nosotros quienes se la pasábamos a los señores de las torres arcanas.

Mientras sucedía todo esto, Naltiria puso un anuncio en el quórum de Fortunna en busca de un pícaro para la incursión a las ruinas, aventura que parecía seguro que íbamos a emprender en cuanto lo encontrásemos.

Otro día más, y las cosas seguían encauzadas pero sin avances significativos en ninguna de las tres vías. De hecho, podíamos considerar prácticamente cerrada la de Taalia, a quien ahora considerábamos peligroso darle recursos, recursos que eran los únicos que habíamos conseguido. Neesa apenas podía moverse dado su intenso entrenamiento físico para convertirse en guerrera, y cuando intentábamos hablar con ella mediante la telepatía, casi no podía contestar de puro agotamiento.

Tenar decidió ir a hacer una nueva visita a la torre de Alil Stark, y Alix, que la acompañaba, compró de camino rábanos en el mercado, verdura que parecía gustarle especialmente al archimago. Tras ser recibidos y aceptar el regalo de Alix, fue Tenar quien tomó las riendas de la conversación, sacando a colación a Taalia, y aprovechando para intentar meter el miedo en el cuerpo de Stark, y por extensión, en el de los archimagos de Palacio de Marfil. Tildó a Taalia de peligrosa, y se mostró preocupada por lo que pudiera hacer. Cambiando de tema, Tenar preguntó al archimago acerca de los acontecimientos de Molcco, pero a maese Stark no parecían preocuparle los conatos de rebelión, y dijo tener confianza en Hyandora para solucionarlo. Por último, Tenar dejó caer el nombre de “Pico de Oro” pero al archimago no le sonaba por ser demasiado genérico.

Tras ello, Neesa propuso pedir permiso a las autoridades para poder lanzar el conjuro de Retrospectiva de manera legal, pero como no podía salir de la academia de guerreros hasta el final de la semana, fue Tenar quien se encaminó al ayuntamiento correspondiente a ver qué se podía hacer. Tras esperar varias horas y tener una discusión con el burócrata correspondiente, logró un permiso, previo pago, para lanzar conjuros de Adivinación en la ciudad, pero sólo destinados, teóricamente, a poder encontrar entre la gente a sus compañeros. Algo a lo que agarrarse, pero insuficiente. Además, por lo que fuera, el funcionario se quedó con un pelo de la elfa, supusimos que para localizarla en caso de utilizar la magia indebidamente.

Naltiria continuaba investigando en Molcco los temas revolucionarios, cada vez más convencida de que había una gran conspiración tras el aparente malestar ciudadano.

Las ideas iban brotando poco a poco de las mentes de los compañeros, y se nos ocurrió intentar alquilar una habitación o local cercano a la posada del Titán Azorador, pero como si Rezhias misma hubiese diseñado la localización de los edificios, no había manera de que el alcance del hechizo fuera suficiente desde ninguno de los puntos posibles.

Una vez se había decidido tácitamente que nuestro siguiente paso era investigar las ruinas, Tenar, Kalanthe y Alix se encaminaron a hablar con Taelwe Mir, para más o menos confirmarle que iríamos a esta misión en cuanto encontrásemos un experto en trampas y cerraduras. Allí, el elfo salvaje nos confirmó que él mismo nos acompañaría a la entrada de Aezmir, una entrada que era la única que había encontrado a pesar de estar convencido de que existían más. También nos informó que lo que quedaba de la ciudad estaba sepultado a varios metros bajo tierra, posiblemente más cerca de la Infraoscuridad que de la superficie, cosa que hizo dar un respingo a Tenar, que de repente ya no parecía tan convencida de ir. Además, aseguraba el señor Mir, una vez entrásemos, ya no habría manera de salir si no lográbamos hacernos con el mítico artefacto que buscaba, el “Espíritu de la Prosperidad”. Nos advirt una vez más que una maldición, o quizá la influencia de Alvión, habían hecho que diestros grupos de aventureros hubiesen emprendido la búsqueda sin éxito, y nunca más se había sabido de ellos. Antes de despedirse, a la espera que fuéramos con el grupo completo para iniciar la expedición, Taelwe Mir contó un poco de la historia de Aezmir, antaño exitosa ciudad bendecida por su artefacto, hasta tal punto que sus habitantes, altivos y henchidos de gloria, se habían cerrado al resto de las ciudades vecinas. Si de algo tenían fama los habitantes, era de ser habilidosos artesanos fabricantes de golems, lo cual sin duda, nos daba una pista acerca de qué tipo de criaturas nos podríamos encontrar… además de drows procedentes de la Infraoscuridad, claro. Porque en la ciudad enterrada no penetraba la luz, y por tanto, se antojaba como hábitat ideal para los elfos del inframundo.

Al día siguiente, una nueva idea empezó a tomar forma en nuestras atribuladas cabezas, y consistía en improvisar una actuación cercana al Titán Azorador, de manera que incluso la guardia pudiera estar distraída, u ocupada con la gente que podría estar viendo la actuación. Voto a Barenna que si finalmente se hacía, estaba dispuesto a darlo todo de mí para intentar que no se fijaran en quien quiera que fuera a lanzar el conjuro.

Naltiria, entre tanto, tenía una visita, pues Jalil Tan, pícaro de profesión y dicharachero por afición, se presentaba dispuesto a ayudarnos en nuestra tarea en Aezmir. Incluso cuando Naltiria le advirtió de lo peligroso de la misión, el hombre pareció convencido de ponerse a nuestro servicio por una parte proporcional de las ganancias, y 750 monedas de oro como salario fijo al día. Las condiciones parecían aceptables, y sus habilidades como ladrón parecían buenas, cuando el hombre se había hecho con un libro de la archimaga y lo había estado leyendo mientras mantenían la negociación, cosa que pareció satisfacer a Naltiria. Ya sólo faltaba saber cuando Neesa iba a terminar su entrenamiento, para acometer estas dos tareas.

También habíamos de decidir qué orden seguir: ¿La actuación y lanzamiento de Retrospectiva, o la expedición a Aezmir?