Acérquense, damas y caballeros, acérquense a este humilde bardo, para escuchar una nueva historia, acérquense para escuchar cómo me uní a un grupo, cuanto menos, peculiar...

Sesión XII:

Navegamos con destino a la Infraoscuridad, y, a falta aun de una semana, continúan nuestros discursos y formas de intentar convencer a Sharteen de que acepte el puesto de almirante, cosa que no parece tener ninguna intención de hacer. Alix, entretanto, vuelca sus esfuerzos en que la capitana le enseñe sus… pistolas. El chico apenas tuvo oportunidad de verlas antes de la entrega, y la curiosidad por ver estas piezas de tan alta tecnología le tiene desvelado. Finalmente Sharteen descarga una de las armas y permite al muchacho sopesarla en la mano y examinarla, cosa que hace Alix con la boca abierta en una mueca que va entre la sorpresa y el éxtasis.

A la mañana siguiente, mientras empezamos nuestros quehaceres marineros, Alix insiste en llamarme “Princesa”, momento que aprovecho para tener un conversación pendiente con él. Le recuerdo al chico que todos somos supervivientes, que todos hemos pasado por penurias y que no soy precisamente un noble al que todo haya ido bien siempre; la niebla me arrebató a mi familia, como a casi todo el mundo, y tuve que vivir en un inmundo cuchitril que era poco más que una letrina durante el asedio a Arrevignon. En la vida he ido dando bandazos de un lado a otro como todos. Puede parecer a los ojos del muchacho que todo me va con el viento de espalda, pero es todo pura fachada. Le ofrezco el punto de vista del bardo, que como cronista de las aventuras del grupo se siente especialmente impresionado porque un muchacho de menos de 16 años aporte tanto a un grupo de aventureros que le doblan la edad o incluso más, y que es sin duda el más meritorio de todos. Yo… yo sólo tuve a Fortunna de mi lado el día en que susurró a Shindalar que otorgara belleza, una belleza que en ocasiones es bendición, y otras, no tanto, como veremos más adelante.

Naltiria y Neesa, tienen mientras tanto, otros asuntos que discutir, pues parece que la archimaga, que posee un instinto acerca de pistas de los misteriosos Tomos, cree que hacia donde nos dirigimos, la infraoscuridad, alberga pistas o incluso puede que algún tomo, quizá incluso más de uno. Neesa parece encantada con esta información, y acuerdan ponerlo en conocimiento del grupo más tarde. El hada, transmutado ahora en una mujer humana, aprovecha para preguntar a la archimaga si piensa en los que han dejado atrás: Korr, Pequezás, Ah Puch, Hägar, Snorri, Luca… la lista parece larga. Asegura Naltiria que cada mañana tiene recuerdos para cada uno de ellos, y precisamente esa imagen le da fuerzas.

Después de algunos días más de travesía, Samara y Alix tienen una conversación: Samara quiere dejar claro a Alix que se siente orgullosa de en lo que el muchacho se está convirtiendo, y el diálogo suena un poco a despedida. Como es sabido, el plan es que Samara se quede en la infraoscuridad como Embajadora del Imperio, y esto hace que no sepamos si volveremos a ver a la mediana… Sólo los dioses saben cómo se siente Alix respecto de esto, pero por lo que se puede intuir de lo que hablan, lo que parece seguro es que echará de menos a la halfling.

Nos reúne la archimaga, que tal y como había dicho a Neesa, tiene que compartir con nosotros que mantengamos ojos y orejas abiertas por si pudiéramos descubrir algo acerca de “nuestro objetivo primero” sin nombrarlo, por quien pudiese escuchar; todos asentimos.

El viaje continúa sin incidencias, y nos acercamos al objetivo; hemos llegado antes que nuestro contacto, que lo hace unas horas después. “La Concha Negra” es un barco que a primera vista parece mercante, pero un examen cercano permite descubrir que se trata de una galera de guerra, bien pertrechada y con expertos militares a bordo. La capitana Ishizake Hitsume, adusta mujer hiraneana, intercambia saludos con Sharteen, y nos invita a subir a bordo de su nave, que nos ha de llevar a nuestro destino. Tras despedirnos de Sharteen, nuestra nueva nave empieza la marcha. Hitsume nos mira con expresión ruda, y nos reúne para darnos una serie de recomendaciones, como mujer que conoce a la matriarca con la que hemos de negociar. Así, nos dice que Kismeth es una mujer extremadamente ambiciosa y poderosa, además de absurdamente rica. Esto último hace que no podamos comprar nada de lo que posee, pues nada tenemos que la pueda interesar, incluido el oro. Nos advierte la capitana que la matriarca está acostumbrada a obtener lo que desea, y si algo le impide conseguirlo, lo aplasta como a un insecto. Eso nos pasará a nosotros si no logra lo que quiere de nuestra visita. Nos dice también que nuestros anfitriones drows son conocidos por ser tremendamente sádicos crueles y ante todo, conscientes de serlo. Gustan de provocar a los extranjeros con sus exóticas y macabras costumbres, para poder tener excusas para atacarnos.

Tras toda la lista de recomendaciones, que agradecemos, nos presenta a Elian y su compañero animal Vronti, los únicos no hiraneanos a bordo a excepción de nosotros mismos. Dice que ha comprado un pasaje hasta Kri’Xia, pero luego no se hace responsable de su suerte, por si queremos unir fuerzas. Nos presentamos ante el individuo, cuyos rasgos, acento y nombre parecen tanacios. Parece nervioso, y dice que va a Kri’Xia a buscar una familia con la que comerciar con esclavos. Su argumento no parece muy consistente, y es Neesa quien nota que la voz le tiembla al decir esto. Algo oculta nuestro compañero de travesía, que procura cambiar de tema. Anthe parece interesada en él y se lo lleva aparte, pero ambos regresan pronto. La mujer parece un poco decepcionada, pero nada más lejos de la realidad; está interesada y él pone buenos ojos a las intenciones de nuestra clériga. Alix, con la curiosidad que aporta la juventud, ofrece regaliz a Elian, y quiere ofrecérselo también al grifo. Elian dice que lo haga, que no atacará, pero parece que al grifo no le apetece la aromática rama, y se revuelve, molesto por la presencia de Alix. Elian parece sorprendido por la juventud de nuestro cazabrujas, cosa que en el fondo enorgullece a Alix, pero cara a la galería, quita importancia a este hecho.

Concluidas las presentaciones, Samara nos reúne para poner de relieve las palabras de la capitana Ishizake: nos pide que mantengamos la calma, la mente lo más fría posible, y que no nos dejemos llevar por la ira que sin duda los drows tratarán de provocarnos. Asentimos, preparándonos para lo peor, aunque aun no sabemos hasta dónde están dispuestos a llegar nuestros anfitriones…

Atracamos tras unos días de navegación tranquila, y tras movernos por la ciudad de Doki, camuflados con unas capas con capucha proporcionadas por Hitsume, nos conduce a la entrada a la infraoscuridad, camuflada dentro de un edificio, tras el mobiliario. Allí nos espera una escolta de drows, que nos ofrecen unos Harzuanes como monturas, una suerte de corceles alados de dos cabezas, y garras en lugar de pezuñas. Llegamos tras un breve viaje a la ciudad de Kri’Xia, y de allí, nos llevan al castillo, donde nos están esperando para celebrar un baile. Vronti, el grifo de Elian, ha de quedarse fuera, tratado como una montura. El tanacio asiente preocupado, pero ha oído igual que los demás las palabras de Samara, así que asiente. Nos recibe la matriarca Vithanthi Kismeth y su marido Sorn, que interrumpen la pieza que bailaban para despacharnos bienvenida, invitándonos a disfrutar de la fiesta, para luego pasar a cenar.

Durante el baile, Kyrelle Kismeth, comerciante de la familia, saca a bailar a un servidor, y comienza a juguetear y poco menos que me ordena pasar a verla en cuanto nuestras obligaciones con la matriarca nos lo permita. Veremos si llegamos a tener tiempo para esa visita… otro día.

Tras disfrutar de unas piezas más, el baile concluye, y nos hacen pasar al comedor. Tras la protocolaria toma de asiento, y la presentación de nuestra cocinera Alyda Sareth, comienza bien el banquete, que según su creadora, ha de ser un simulado viaje por Athanae. El primer plato consiste en exquisita langosta. Durante la degustación de este marisco, nuestra anfitriona charla, principalmente con nuestra líder, hoy Samara por ser la embajadora. Se muestra sorprendida Kismeth de la variedad racial de nuestro grupo, insinuando que ella sólo confiaría en sus semejantes para asuntos importantes.

Continúa la velada con salchicha de pesadilla en llamas, un plato un tanto picante. Durante este plato, la conversación gira en torno a los sirvientes, la esclavitud y como Alix, tan joven, no es ninguna de esas dos cosas.

El tercer manjar que nos han de ofrecer son tacos de kraken. Están sorprendemente tiernos, he de decir.

Kismeth se fija ahora en Neesa, de quien dice que tendría gran valor en el mercado de esclavos por ser hada y conjuradora. Pero centra sus esfuerzos la matriarca en Tenar, la alta elfa. Drows y altos elfos son enemigos ancestrales y jurados, y Kismeth quiere medir a su rival. Así la trata, como rival y enemigo a batir, los únicos dignos de la atención drow. Sin embargo lamenta que estos se reproduzcan tan poco como lo hacen, pues de hacerlo como los drows, dominarían sin esfuerzo la superficie como lo hacen sus primos oscuros con el inframundo. Tenar asiente, y tiene a bien dar la razón a su anfitriona ante su sorpresa, mostrándose de acuerdo en tales afirmaciones. Visto que no logra provocar a Tenar, finalmente trata de insultarla por ser poco menos que una adolescente, pero nuestra clériga tampoco cae esta vez en el ataque.

Llega el plato principal. Ruego a vuestras mercedes me disculpen, pues el siguiente capítulo puede herir algunas sensibilidades, y tuve que hacer que Tenar borrase de mi cabeza lo que sucedió después. Así que dejaré que mi ayudante les cuente lo que se sirvió, mientras un servidor, se retira a tomar algo…

(Cambiando de voz) En una jaula, un niño halfling, perfectamente consciente, y ataviado con un taparrabaos y una bola metálica en la boca, mira a los comensales con una mezcla de terror y desesperación, suplicando ayuda en silencio. Nadie ha de prestársela si queremos que todo salga bien, así que la cocinera y su equipo comienzan el grotesco espectáculo: manteniendo vivo al pobre desgraciado, y consciente para más seña, pues así ha de ser para que el sabor sea el adecuado, comienzan a cortar con quirúrgica las capas de piel y grasa del abdomen del mediano, que, inmovilizado, sólo puede retorcerse de dolor, mientras le extraen el hígado, lo convierten el finos filetes, y tras pasarlos por la plancha, nos los sirven. Proceden luego a desangrarlo, pero no lo suficiente para matarlo, y nos ofrecen morcilla de halfling. Continúan cortando pedazos y tajas de mediano, que sorprendentemente, cuando aun queda apenas el esqueleto, la cabeza y algún otro órgano vital, como un pulmón, continúa vivo en agonía mientras los comensales disfrutan o sufren, de su carne. Elian come poco, aduciendo mareo del viaje, pero los drows están preparados para eso: le preparan una infusión que ha de curarle cualquier mareo, para asegurarse de que el hombre puede seguir comiendo.

No es la metáfora más adecuada, o sí, pero haciendo de tripas corazón, terminamos el macabro festín, siendo Samara la que acaba con la pieza, como invitada de honor, y a ella corresponden los sesos de su congénere. Nuestra compañera, que mira a su semejante como un carnicero mira al cerdo al que despieza, saluda a la anfitriona, y nos retiramos a descansar.

(Matt retoma la narración) A la mañana siguiente, hemos de presentarnos ante la familia Kismeth, para hablar de negocios, y allí, la matriarca y sus dos hijas nos esperan, para comenzar las conversaciones. Esperemos que el desayuno, sea más agradable que la cena...

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