Acérquense, damas y caballeros, acérquense a este humilde bardo, para escuchar una nueva historia, acérquense para escuchar cómo me uní a un grupo, cuanto menos, peculiar...

Sesión XXXVII. El brevísimo romance de Alix.

Alix se había vuelto a enamorar. El muchacho tyrsalita había visto a Ilva Kor salir de la torre de hechicería del archimago Stark, y aunque la primera intención era hablar con ella para otros asuntos, al acercarse, le costó hilar tres palabras consecutivas. No mentiré, mi querido público, la muchacha era hermosa, de esa belleza serena y fina que sólo las elfas poseen. Pero también era terriblemente altiva e interesada, rasgos que no iban a ayudar en la conversación que estaba sucediendo. Alix había abordado a la aprendiz de Stark para hablar acerca de Taalia, la elfa que requería la Piedra Arcana y el servicio de un archimago en Molcco. Poco a poco nos habíamos dado cuenta que la tal Taalia parecía peligrosa, y sus intenciones no estaban nada claras. Alix había aceptado esto a regañadientes, y se disponía a investigar al respecto; sin embargo, el hecho de que la aprendiz fuera chica, y que además fuera una bonita elfa, no eran lo ideal para continuar con las pesquisas.

Intentaba en vano Alix lograr una cita de Ilva, al punto que casi le suplicó. Al final, logró quedar con la muchacha esa misma noche en la taberna apartada del barrio los “Lirios del Desierto”, pues la elfa no deseaba ser vista en tales compañías, y exigió a Alix que se “vistiera decentemente”; parecía claro que la elfa sólo deseaba conocer de primera mano la información que Alix pudiera tener acerca de Taalia, información que ofrecería a su maestro para ganarse su favor. Alix quería lo mismo de ella, pero en este caso, para aportarlo a nuestra misión… pues el muchacho, al fin y al cabo, según sus propias palabras, sólo buscaba hacer del mundo un lugar mejor, concepto que le resultaba incompresible a la aprendiz.

Las prendas de Alix, eran ciertamente deplorables para una cita con una estirada elfa de alta alcurnia: Las ropas de viaje estaban sucias y gastadas, y aunque en algún momento fueron de buena calidad, ya poco quedaba de aquello; además, era evidente que el chico había crecido desde que se hiciera con ellas, y le venían un tanto pequeñas. Aunque se sentía cómodo con esta indumentaria, la visión del hermoso y porceláneo rostro de Ilva Kor hizo que Alix pidiera ayuda de Tenar, ya que era la alta elfa que conocía. ¿Qué era ir “bien vestido” para los de su raza? Necesitaba hacerse con un conjunto de ropa adecuado para la cita, pues aun tenía esperanza de volverla a su favor y lograr quizá algo más que la información que iba buscando.

Entre todos intentamos ayudar a Alix, pero no era sencillo. Los comercios estaban cerrados, y vestir al chico mediante la magia, podía ser casi tomado como un insulto para una aprendiz de archimaga. Yo hice todo lo que pude con su aspecto, otorgándole la Caricia de Shindalar, que mejoró visiblemente sus rasgos. Para la ropa, voto a Fortunna que tuvimos la suerte de nuestro lado, pues Tenar encontró un comerciante ambulante que tenía prendas de buena calidad al gusto de Re-Ionnae, y la talla era la adecuada. Así que hecho todo un pincelín, el chico se encaminó a “Los Lirios del Desierto”, sintiéndose ridículo por su aspecto, al que estaba tan poco acostumbrado.

Quiso el destino, o los dioses, que esa fuese la posada donde se alojaba Lady Tenar, así que la elfa se sentó a tomar algo junto a la barra, mientras observaba a poca distancia cómo se defendía Alix en las distancias cortas.

Cuando nuestro intrépido ligoncete entró en la posada, vio como Ilya esperaba en una mesa, con un saco a todas luces lleno de monedas, sobre la mesa. La chica quería saber todo acerca de Taalia, tal era su único interés, y cuando Alix comenzó contando su historia desde el descubrimiento del ritual de Voccisor en Castiglia, puso cara de hastío (esa cara de hastío tan de los altos elfos) y le urgió a que fuera al grano con unos modales poco dignos; desde llamar “mocoso” a Alix a ordenarle que respetase a sus superiores. Cada vez más desencantado con la situación, Alix contó finalmente a su interlocutora que se había reunido con Taalia para buscar una solución al embrollo del ritual, y que ella se había ofrecido a ayudarle, a cambio de una Piedra de Poder Arcano y el servicio de un archimago. “Así que sabes dónde vive

Voto a Shindalar que aquel no era tono adecuado para una cita romántica, ni siquiera para una reunión de negocios, como parecía entender Ilya, que tendió a Alix 500 monedas de oro de su saco. “¿No es esto lo único que queréis los aventureros?” dijo la aprendiz con un claro deje desdeñoso en la voz, esperando que el dinero soltase la lengua del chico, mientras le preguntaba por qué entonces Taalia era digna de la atención de los archimagos. Tras estar toda la conversación a la defensiva, por fin Alix tomó la iniciativa, y propuso que Ilya contase lo que ella sabía, y entonces él decidiría si continuaba contando su parte. Lo único que la muchacha elfa parecía saber era que la tal Taalia tramaba algo grande que involucraba a mucha gente, y ante la negativa de Alix a seguir hablando de ella, se levantó y se fue contrariada. Ninguno de los dos había conseguido lo que iba a buscar, me temo… ¿Qué opinan vuestras mercedes?

Alix estaba más enfadado que abatido, y Tenar, testigo de todo, se aproximó al chico. “Valiente imbécil” fueron las primeras palabras de la seguidora de Hedenoth, para continuar intentado ver lo positivo al encuentro. Al menos sabíamos que había interés en Taalia por parte de los archimagos, interés que podía jugar a nuestro favor si conseguíamos más información y éramos nosotros quienes se la pasábamos a los señores de las torres arcanas.

Mientras sucedía todo esto, Naltiria puso un anuncio en el quórum de Fortunna en busca de un pícaro para la incursión a las ruinas, aventura que parecía seguro que íbamos a emprender en cuanto lo encontrásemos.

Otro día más, y las cosas seguían encauzadas pero sin avances significativos en ninguna de las tres vías. De hecho, podíamos considerar prácticamente cerrada la de Taalia, a quien ahora considerábamos peligroso darle recursos, recursos que eran los únicos que habíamos conseguido. Neesa apenas podía moverse dado su intenso entrenamiento físico para convertirse en guerrera, y cuando intentábamos hablar con ella mediante la telepatía, casi no podía contestar de puro agotamiento.

Tenar decidió ir a hacer una nueva visita a la torre de Alil Stark, y Alix, que la acompañaba, compró de camino rábanos en el mercado, verdura que parecía gustarle especialmente al archimago. Tras ser recibidos y aceptar el regalo de Alix, fue Tenar quien tomó las riendas de la conversación, sacando a colación a Taalia, y aprovechando para intentar meter el miedo en el cuerpo de Stark, y por extensión, en el de los archimagos de Palacio de Marfil. Tildó a Taalia de peligrosa, y se mostró preocupada por lo que pudiera hacer. Cambiando de tema, Tenar preguntó al archimago acerca de los acontecimientos de Molcco, pero a maese Stark no parecían preocuparle los conatos de rebelión, y dijo tener confianza en Hyandora para solucionarlo. Por último, Tenar dejó caer el nombre de “Pico de Oro” pero al archimago no le sonaba por ser demasiado genérico.

Tras ello, Neesa propuso pedir permiso a las autoridades para poder lanzar el conjuro de Retrospectiva de manera legal, pero como no podía salir de la academia de guerreros hasta el final de la semana, fue Tenar quien se encaminó al ayuntamiento correspondiente a ver qué se podía hacer. Tras esperar varias horas y tener una discusión con el burócrata correspondiente, logró un permiso, previo pago, para lanzar conjuros de Adivinación en la ciudad, pero sólo destinados, teóricamente, a poder encontrar entre la gente a sus compañeros. Algo a lo que agarrarse, pero insuficiente. Además, por lo que fuera, el funcionario se quedó con un pelo de la elfa, supusimos que para localizarla en caso de utilizar la magia indebidamente.

Naltiria continuaba investigando en Molcco los temas revolucionarios, cada vez más convencida de que había una gran conspiración tras el aparente malestar ciudadano.

Las ideas iban brotando poco a poco de las mentes de los compañeros, y se nos ocurrió intentar alquilar una habitación o local cercano a la posada del Titán Azorador, pero como si Rezhias misma hubiese diseñado la localización de los edificios, no había manera de que el alcance del hechizo fuera suficiente desde ninguno de los puntos posibles.

Una vez se había decidido tácitamente que nuestro siguiente paso era investigar las ruinas, Tenar, Kalanthe y Alix se encaminaron a hablar con Taelwe Mir, para más o menos confirmarle que iríamos a esta misión en cuanto encontrásemos un experto en trampas y cerraduras. Allí, el elfo salvaje nos confirmó que él mismo nos acompañaría a la entrada de Aezmir, una entrada que era la única que había encontrado a pesar de estar convencido de que existían más. También nos informó que lo que quedaba de la ciudad estaba sepultado a varios metros bajo tierra, posiblemente más cerca de la Infraoscuridad que de la superficie, cosa que hizo dar un respingo a Tenar, que de repente ya no parecía tan convencida de ir. Además, aseguraba el señor Mir, una vez entrásemos, ya no habría manera de salir si no lográbamos hacernos con el mítico artefacto que buscaba, el “Espíritu de la Prosperidad”. Nos advirt una vez más que una maldición, o quizá la influencia de Alvión, habían hecho que diestros grupos de aventureros hubiesen emprendido la búsqueda sin éxito, y nunca más se había sabido de ellos. Antes de despedirse, a la espera que fuéramos con el grupo completo para iniciar la expedición, Taelwe Mir contó un poco de la historia de Aezmir, antaño exitosa ciudad bendecida por su artefacto, hasta tal punto que sus habitantes, altivos y henchidos de gloria, se habían cerrado al resto de las ciudades vecinas. Si de algo tenían fama los habitantes, era de ser habilidosos artesanos fabricantes de golems, lo cual sin duda, nos daba una pista acerca de qué tipo de criaturas nos podríamos encontrar… además de drows procedentes de la Infraoscuridad, claro. Porque en la ciudad enterrada no penetraba la luz, y por tanto, se antojaba como hábitat ideal para los elfos del inframundo.

Al día siguiente, una nueva idea empezó a tomar forma en nuestras atribuladas cabezas, y consistía en improvisar una actuación cercana al Titán Azorador, de manera que incluso la guardia pudiera estar distraída, u ocupada con la gente que podría estar viendo la actuación. Voto a Barenna que si finalmente se hacía, estaba dispuesto a darlo todo de mí para intentar que no se fijaran en quien quiera que fuera a lanzar el conjuro.

Naltiria, entre tanto, tenía una visita, pues Jalil Tan, pícaro de profesión y dicharachero por afición, se presentaba dispuesto a ayudarnos en nuestra tarea en Aezmir. Incluso cuando Naltiria le advirtió de lo peligroso de la misión, el hombre pareció convencido de ponerse a nuestro servicio por una parte proporcional de las ganancias, y 750 monedas de oro como salario fijo al día. Las condiciones parecían aceptables, y sus habilidades como ladrón parecían buenas, cuando el hombre se había hecho con un libro de la archimaga y lo había estado leyendo mientras mantenían la negociación, cosa que pareció satisfacer a Naltiria. Ya sólo faltaba saber cuando Neesa iba a terminar su entrenamiento, para acometer estas dos tareas.

También habíamos de decidir qué orden seguir: ¿La actuación y lanzamiento de Retrospectiva, o la expedición a Aezmir?

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