Acérquense, damas y caballeros, acérquense a este humilde bardo, para escuchar una nueva historia, acérquense para escuchar cómo me uní a un grupo, cuanto menos, peculiar...

Sesión XXX. Cómo evitar sacrificios innecesarios (o no)

Finalmente, y tras las aventuras y desventuras para llegar hasta aquí, nos reunimos con Malik Fah, que nos recibió con genuina curiosidad acerca de la historia que nos llevaba ante él. Tenar relató el resumen acerca del ritual acaecido en las afueras de Castiglia, con todo el asunto de Voccisor y su profecía sobre la apertura de fronteras y demás. A pesar de que saltaba a la vista que nuestro interlocutor era ciego, pues se había mutilado los ojos, dirigía su rostro hacia quien hablaba, y sentimos que nos escrutaba más allá de nuestros rostros y cuerpos. No así, como se daría cuenta Tenar, con Naltiria, ya que cada vez que la archimaga hablaba, Malik Fah no sabía muy bien dónde ubicarla. Lo mismo le sucedía con la piedra Conducto que Tenar le presentaba, ya que deseaba Malik examinarla. La tanteaba como un genuino ciego, todo lo contrario de lo que pareciese que sucedía con las personas.

Malik Fah aseveró estar familiarizado con los rituales como el que describíamos. Había sido testigo de alguno en el pasado, y habitualmente, tenían éxito parcial en lo que buscaban los cultistas que los realizaban. Es decir, que estaba seguro de que algo de lo que Voccisor aseguraba que pasaría, efectivamente era probable que pasase, pero no todo ello, ni de la manera que relataba el avatar de Idhaal. Estaba convencido el señor Fah que Voccisor ocultaba información, información que le convienía ocultar para beneficiarse del resultado. Tenar inquirió al seguidor del dios ciego, si no conocería quizá un remedio al asunto que no requiriera de sacrificios, a lo que respondió que, él en concreto, no. Eso, por supuesto, no quería decir que no existiese alternativa, y nos sugirió que preguntáramos en N’Daleth, ciudad que posía un alto número de torres de hechicería; quizá los archimagos tuvieran conocimiento de algún otro método.

Este humilde bardo, ante la posibilidad de que finalmente hubiera que recurrir al ritual, cuestionó a Malik Fah acerca de qué podría significar “esperar” siete veces, algo que no quedaba nada claro en el texto que teníamos. Malik Fah sonrió satisfecho, y nos informó que el significado de “esperar” pudo haber variado con el tiempo, siendo que probablemente, significase “saludar”, que venía siendo besar el suelo y realizar la genuflexión de Ilfaath, siete veces cada cosa, por supuesto.

Alix continuaba enfadado con todo el asunto, viendo que cada vez parecía más probable que hubiera que optar por el ritual; cuando salió este tema, aprovechó Malik Fah para echarnos en cara, como hiciera a su vez el sacerdote del templo de Palacio de Marfil, que con qué autoridad podíamos pedir a siete mártires que se sacrificaran por una causa que les era completamente ajena, si nosotros mismos no estábamos dispuestos a hacerlo. En ese momento, para sorpresa de no pocos, Tenar se ofreció para ser parte del ritual, si no quedase otro remedio, por considerarse obligada por su deber. Tisaia, por su parte, que tiene una manera de ver la vida un tanto más sencilla, opinaba que ya que la Emperatriz Hyandora es prácticamente una encarnación de Ilfaath, como favor entre emperatrices, podría acabar con el asunto sin tanto rito.

Mientras discutíamos estas y otras opciones, salimos de la tienda de Malik Fah, con algunas respuestas y nuevas preguntas. Alix y Naltiria iniciaron una conversación privada, en la que la archimaga se ofreció a acompañar a Alix a ver a Taalia como archimaga candidata a ofrecer el servicio que Taalia requieriese. Alix no estaba muy convencido, pues eso era sólo una de las dos exigencias de la elfa. Naltiria cuestionó al muchacho acerca de si tenía alguna sospecha del servicio que pudiera desear Taalia de un archimago cosa que Alix ignoraba, pero se mostraba convencido de que sería algo a largo plazo. Naltiria trató de calmar al chico: Si ella no podía ofrecer el servicio, era probable que conociese a alguien que pudiera hacerlo. También dijo que en el tema de conseguir la piedra de poder arcano, malo sería si entre ella, Tenar y Neesa, las tres usuarias y estudiosas de la magia arcana, no pudieran ponerse en la pista de alguna. Sin embargo, tras la conversación, decidieron que aun no era el momento de visitar a Taalia, y Alix, convencido de sus capacidades de subterfugio, iba a investigar a la elfa para asegurarse de que era de fiar. Infiltrado en Molcco, intentaría de averiguar quién era Talia, y de qué tipo de persona se trataba. Se dieron dos días, momento en el que se reunirían para decidir si iban al encuentro de la elfa. Antes de separarse, Naltiria tendió a Alix una estatuilla con su efigie, para que en caso de emergencia, la estrellara contra el suelo, teleportándose al lado de la archimaga como última opción.

Con Alix ocupado en Molcco, los demás nos encaminamos a N’Daleth, siguiendo el consejo de Malik Fah, con la esperanza de hallar una solución que no conllevara sacrificios innecesarios. Mientras nos dirigíamos a la primera e imponente torre, Naltiria preguntó a Tenar acerca de si estaba realmente dispuesta a sacrificarse en el ritual, a lo que la elfa reincidió, que como última opción, y a pesar de tener muchos asuntos pendientes, estaría dispuesta a cumplir con su obligación. Naltiria, con visible sorpresa en el rostro, alabó la determinación de la seguidora de Hedenoth, pero confesó que preferiría que no lo hiciese, pues había objetivos más elevados que nos aguardaban tras esta misión. Hacía tiempo que no salía el tema, pero la archimaga volvió a utilizar el argumento de los Tomos y Artefactos de Poder, que aguardaban a ser encontrados, o no. Tras una conversación de lo más interesante, en que Tenar abogaba por evitar que Tomos y Artefactos fuesen leídos y reclamados, respectivamente, convencida de que era mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer, Naltiria por su parte, estaba convencida de que poco a poco, más y más gente iría sabiendo de este asunto, y, no ahora ni quizá en muchos años, pero más tarde que temprano, será inevitable que fueran reclamados y llegase una nueva era. Un momento, el del cambio, en la que dónde esté cada cual podría ser crucial para la formación del nuevo mundo. Una formación, dijo Naltiria, en la que si de ella dependiese, no habría panteón, no habría seres con tanto poder como para poder traficar con almas ajenas y que coartaran tanto las decisiones mortales. Un nuevo orden en que los dioses no existieran.

Como quiera que fuera ese nuevo mundo, a este humilde bardo la sola idea de poder ser testigo del inicio de una nueva era, de poder documentar, cantar y contar al mundo el origen, el orden de las cosas, la esencia misma del mundo en que vivimos, sería la historia definitiva que mereciese ser contada y conocida por todos. Ser el autor de tal obra equivaldría a tener sin duda alguna, lugar entre los grandes nombres de todos los tiempos. El nombre de Matthieu Phillippe resonaría en los anales de… Pero me estoy dejando llevar por la emoción, querido público. Regresemos a nuestra historia.

Estábamos en que Naltiria decía que nadie merecía ostentar tanto poder como los dioses tenían. Expuso el caso práctico de un hombre, un amigo, al que conoció, con sus fallos y contradicciones, pero de buen fondo, siempre dispuesto a sacrificarse por sus amigos e ideales, que siempre luchó por un mundo mejor a pesar de sus cuestionables formas. Un hombre que ahora sufría castigo inmerecido por parte de los dioses, sólo por exponer una opinión del desagrado de estos, una opinión que además resultó ser cierta según Naltiria… Que su amigo estuviera sufriendo sólo por la voluntad de un ser que ostentaba tanto poder como para truncar la libertad de un mortal por ser conocedor de la verdad, era intolerable para la archimaga, que a medida que relataba esta historia, apretaba más y más los puños y la mandíbula, presa de una rabia contenida por mucho, por demasiado tiempo.

Tisaia parecía tremendamente aburrida por todos estos asuntos, y bostezaba ostensiblemente, en parte como reflejo, en parte provocado para enfatizar su indiferencia. La amazona no era mujer de palabra, si no de acción, y voto a Khayradín mismo que en ese momento la guerrera hubiese empalado a Naltiria para que se callara un rato, o al menos, eso reflejaba su rostro.

Entretanto, Alix, disfrazado como otra persona completamente distinta, entraba en Molcco con la documentación que le proporcionase Lidar Fah. Haciéndose pasar por un recién llegado a la ciudad, ayudó a los transeúntes de Molcco al tiempo que les sacaba información de forma casual acerca de la estructura de poder. ¿Quién mandaba en Molcco? Se enteró de que la ciudad estaba dividida en 9 alcaldías, en las que cada alcalde era señor de su territorio, y cada cierto tiempo se reunían, en lugares rotativos, para discutir políticas comunes a todos los distritos. Continuando con su tapadera, se dirigió el cazabrujas al quórum de Fortunna, lugar frecuentado por dichos alcaldes, por lo que se había enterado.

El resto del grupo, cuando concluyó la fascinante conversación anterior, nos hayamos frente a la primera de las torres de hechicería de la ciudad portuaria, donde seríamos recibidos por Iratha Bul. En su despacho perfectamente ordenado, hito extraño para un archimago, conocidos por ser tremendamente inteligentes pero también desastrados y díscolos, escuchó nuestro relato de boca de Naltiria, al tiempo que observaba el Conducto.

Se mostró dispuesto el archimago, una vez oída la situación, a ayudarnos, siempre y ciando pagásemos el precio por su asistencia. Lo primero que nos dijo, fue que no nos creyésemos las palabras de un ente traído por cultistas. Tras ello, dijo que le diéramos un día para reunirse con el resto de archimagos de la ciudad, y al día siguiente, nos daría esa ayuda prometida. Eso nos libraba a nosotros de tener que visitar ninguna otra torre, cosa que pensábamos, tendríamos que hacer.

Se nos hacía tarde, y tras encontrar una buena posada para descansar, dormimos aquellos que lo necesitábamos. Liberados del resto de visitas, un servidor decidió buscar un buen lugar para improvisar una actuación y recaudar algunas monedas, que nunca vienen mal. Mientras, Naltiria había encontrado uno de los anuncios de la archimaga Taalvarya n’Zeth, que estaba interesada en comprar libros antiguos y/o inéditos. Sacando de su mochila un viejo tomo dedicado a Fortunna, escrito por un tal Ferkko, se dirigió a dicha torre, convencida de que podría sacar beneficio por él en forma de ayuda para nuestra misión.

En Molcco, mientras tanto, Alix se había pasado el día apostado a la entrada de la mansión de Taalia, viendo quién entraba y salía de la misma. También tuvo que retirarse a descansar el muchacho, que optó por un establecimiento de baja calidad, y donde tuvo que soportar alguna interacción no deseada con algunos de sus compañeros de la sala común.

Una vez más, el sol despuntaba en el horizonte, y Naltiria visitó a la archimaga Taalvarya, que parecía interesada en el libro de Ferkko, pero no tanto como para ofrecer su aydua en el asunto de Voccisor. No obstante, informó al grupo acerca de una misión, de generosa recompensa, para la que buscaba aventureros, a saber: La archimaga estaba convencida de la existencia de una ciudad mítica, más allá del mundo mortal, de los planos conocidos, una ciudad paraíso y origen de magia. Si la encontrasen los aventureros y le informasen de su ubicación y forma de llegar, daría una gran compensación. Tomamos nota de tal misión, aunque se nos antojaba un tanto complicada, pero Naltiria se mostró sorprendida, pues la información que nos facilitó la archimaga de N’Daleth parecía coincidir con datos que la misma Naltiria conocía. Si dos archimagas tan distantes tenían tanta información común acerca de lo que parecía casi un mito, algo de verdad habría de haber en ello.

¿Seremos capaces de dar con una solución que no requiera vidas a cambio? ¿Entregaremos siete mártires a Ilfaath? ¿O quizá, dejaremos que el ritual del señor de los cuchillos llegue a término?

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