Acérquense, damas y caballeros, acérquense a este humilde bardo, para escuchar una nueva historia, acérquense para escuchar cómo me uní a un grupo, cuanto menos, peculiar...

Sesión XXXI. La solución arcana

En nuestro periplo por tierras de N’Daleth, decidimos visitar los astilleros, pues Tenar tenía curiosidad por ver cómo trabajaban sus congéneres. Voto a Ebandarion que los elfos lo hacían de manera mucho más ordenada de lo que suele ser habitual en la fabricación de barcos, e incluso las órdenes de los capataces a los obreros sonaban firmes pero suaves, y ni siquiera había el griterío acostumbrado. A la vista de las naves, Tenar comentó que le gustaría hacerse con una, para ir a hacer una visita a nuestros “amigos” piratas, y poder recuperar el dinero que nos estafaron.

Tras ello, nos fuimos a hacer compras por la ciudad, sobre todo en cuanto indumentaria. Voto a Finnalis, que el sol de este continente era realmente de justicia, y las temperaturas rozaban lo insoportable. Sin embargo, como era lógico, los nativos tenían maneras de combatir el clima, y unas cuantas prendas confeccionadas con plumas de roc y grasas especiales, hicieron que incluso se pudiese respirar.

Al tiempo que realizábamos estas adquisiciones, Tenar y Naltiria charlaban acerca de Alvión, una suerte de demonio poderoso, que tenía por familiar nada menos que un dragón rojo. Parecía que este ser, de tremendo poder, había arrasado el centro de Re-Ionnae en su juventud, aunque más tarde, según Naltiria, recorría el camino de la redención cuando la muerte lo encontró. Voto a Barenna si la historia de este poderoso individuo no merecía al menos un par de canciones, aunque por desgracia este humilde bardo carecía de suficiente información para incorporarlas a su repertorio.

La archimaga procedió a buscar a su amigo, el enano Skribok, a quien con su magia logró ver por fin en una situación que no fuese dormido o en batalla. Ahorraré a vuestras mercedes detalles acerca de las actividades que realizaba el sacerdote de Ilfaath, baste decir que requería de toda su concentración y esfuerzo.

Nos reunimos al fin con el mítico enano, uno de los últimos de una especie abocada a la extinción. Como seguidor del dios que llora, Skribok estaba cubierto de cicatrices y lucía los símbolos de su dios en la armadura, que se veía de gran calidad pero tremendamente abollada y gastada. Escuchó este bardo cada palabra del enano con atención, testigo como era de una época que terminaba para los suyos, testimonio invaluable de su pueblo. Permítanme vuestras mercedes presentar el carboncillo que realicé del susodicho mientras charlaba con el grupo.

Voto a Mirryl que ha de escuchar el lamento de Skribok, tanto o más que Ilfaath, una antigua raza exterminada por la maldad de un demonio del que apenas supimos de su ansia de sangre y maldad. Sin embargo, Skribok hablaba como si no fuera consciente del peso sobre sus hombros por ser uno de los últimos de su raza, y con camaradería, pidió a Naltiria que le pusiera al día de lo que sucedía en Athanae. La archimaga así lo hizo, informando al sacerdote del avance de la guerra entre Athanae y Hiranae y la desaparición de Taneo. Tras ello, fue Skribok quien contó brevemente los avances de la guerra en el sur contra los invasores septennitas, y el trabajo que estaba costando retomar el territorio perdido. Aunque el enano se mostraba ufano con su fuerza, y aseguraba aniquilar debiluchos demonios a cientos cada día, lo cierto es que de sus palabras se desprendía que la guerra estaba costando tremendos esfuerzos, y los progresos eran lentos y escasos. Por fin llegó, tras este prólogo, el meollo de la conversación: Skribok deseaba saber qué tal le iba a Naltiria y su grupo en la búsqueda de los míticos Tomos de Poder, y se mostró tremendamente decepcionado al saber que el grupo sólo había tenido acceso a uno, y además, no había logrado descifrarlo. Con severidad, Skribok nos encomendó regresar a la torre de Mhara, y terminar lo que dejase el grupo empezado, épica aventura que, voto a Rezhias, este servidor no llegó a vivir.

Tras esto, la archimaga de la desaparecida ciudad de Taneo, contó al enano el asunto que nos había traído a Re-Ionnae, el ritual de Voccisor y la posible apertura de fronteras. Ya en privado, Naltiria reconoció ante Skribok que no tenía apenas margen de acción, pues la Emperatriz Anne la tenía cogida por los… ovarios, y debía obedecerla si quería seguir con vida. El enano se mostró nuevamente decepcionado, en plan abuelo cascarrabias, con un típico “te lo dije” y lamentándose de que la humana no hubiese hecho caso de sus consejos de alejarse de ella. Sin embargo Naltiria tenía la esperanza de poder desenmascarar a la Emperatriz de Athanae, pues según ella no era quien decía ser. Pero para demostrarlo, necesitaría la ayuda de Arduin u Odeska, aventureros que trabajaron para Anne cuando apenas era una baronesa. Al Emperador consorte era prácticamente imposible acceder, ocupado como estaba por sus obligaciones en la guerra. Así que la esperanza de Naltiria pasaba por la otra superviviente de aquel grupo. Voto a Fortunna que estábamos de suerte, pues Skribok la conocía, y pudo darnos una dirección donde localizarla en la ciudad de Palacio de Marfil.

Naltiria puso en conocimiento de Skribok también, que Allanon de Tyrsail había sido visto vivo, y al enano esto pareció preocuparle. Temía que si los artefactos caían en manos del antiguo rey, pudiese desencadenar eventos terribles.

Tenar preguntó si, ya que parecía ser que la relación de Skribok y la Emperatriz Hyandora era más o menos cercana, podría quizá concertar una cita con ella. Negó el enano, aduciendo que la Emperatriz era mujer tremendamente ocupada, y era prácticamente imposible acceder a ella si no era mediante la cola de peticionarios de Palacio de Marfil, donde Neesa continuaba guardando turno. Nos dio un nombre, Holgen, que quizá pudiera ayudarnos a llegar antes a la Emperatriz.

Antes de partir en busca de Odeska, Skribok volvió a insistir, ya en público, en la necesidad de dejar de lado misiones sin sentido y embarcarse en la búsqueda de los Tomos y los Artefactos. Sin embargo Tenar, con su habitual socarronería, se burló de que si tan importante fuera, el mismo Skribok dejaría de apoyar a Hyandora en la guerra contra Septennae y dedicaría sus esfuerzos a la empresa de los Tomos. El enano se mostró un tanto molesto por el comentario, y dijo algo así como que “no podía” hacerlo, aludiendo a intentos fallidos pasados que Naltiria debía conocer.

Junto a Skribok, un samurái humano asistía a la conversación, sin apenas meter baza. Se trataba de Kenshi, del dragón verde, que se limitó a preguntar acerca de la aventura de la Torre de Mhara, y a advertirnos del peligro de trabajar para Anne Von Xavras, ya que debía conocerla.

Tras las despedidas correspondientes, nos retiramos a descansar, y al día siguiente, nos dirigimos a la torre de hechicería, donde Iratha Bul nos aguardaba para comunicarnos que los archimagos de N’Daleth estaban dispuestos a ayudarnos… a cambio de seis millones de monedas. Según la archimaga, el método era limpio y rápido, completamente arcano y ajeno a la religión. No obstante, nuestras cuentas no cuadraban, pues aunque disponíamos de algo más de dos millones que sobrasen de la misión de los piratas del Mar Escarlata, no teníamos, en principio, de dónde sacar el resto… salvo que se lo pidiéramos a la Emperatriz Anne. Agradecidos por la propuesta, nos despedimos de Iratha Bul, con promesa de dar respuesta a su oferta tan pronto supiéramos si podíamos disponer de esa suma.

Nuestros pasos nos llevaron de vuelta a Palacio de Marfil, o a sus afueras para ser más exactos, pues como vuestras mercedes saben, Naltiria no podía poner pie en la ciudad. Nos encargó la archimaga que fuéramos a la dirección proporcionada por Skribok, donde habríamos, supuestamente, de encontrar a Odeska. Si pudiera ser, Naltiria deseaba entrevistarse con la ex-aventurera, y por tanto, sería bueno que aceptara salir de la ciudad para verse. De no ser así, tendríamos que preguntarla acerca de sus aventuras con Arduin, más concretamente de una de ellas que les llevó a unas cuevas denominadas Urpilar en busca de un cetro o bastón: ¿Qué o a quién encontraron allí? ¿Salió todo bien?

La dirección resultó estar cerca del mismo Palacio de Hyandora, y Tenar, para ganar tiempo, utilizó sus alas para llegar antes, sobrevolando la ciudad. Llamó a la puerta de la casa y una mujer humana abrió la puerta, pero puedo asegurar a vuestras mercedes que no se trataba de la mujer más simpática que se hayan echado a la cara. No estaba dispuesta a colaborar bajo ningún concepto, además de mostrarse escéptica ante las noticias de Tenar acerca de que Arduin ahora era el marido de Anne, y por tanto, Emperador consorte de Athanae. Tras la insistencia de Tenar, accedió a verse con Naltiria en las afueras… si la alta elfa primero se comía su símbolo sagrado de Hedenoth, cosa que nuestra compañera no tuvo otra opción que rechazar, a lo que Odeska sentenció, que si alguien quería hacerle preguntas, fuera a verla en persona.

Después de este pequeño fracaso, el grupo se encaminó a la cola de peticionarios, en busca de Neesa. La encontramos poco después, y le contamos las novedades. La única manera de saltarse la cola parecía ser, según Skribok, un tal Holgen, sacerdote de Ilfaath. El nombre pareció sentarle al hada como una patada en el estómago, y aunque trató de disimularlo, notamos que algo había cambiado en su rostro violáceo. Parecía el hada ansiosa de que el tal Holgen aceptase sacrificarse en el ritual, pues cuando le contamos acerca de la solución arcana propuesta por Iratha Bul, no pareció muy contenta.

¿Qué sucederá a continuación, querido público? ¿Optará el grupo por la solución religiosa, o por el contrario, removerá cada piedra de Re-Ionnae en busca del dinero que nos permita llevar a cabo la versión arcana?

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