Acérquense, damas y caballeros, acérquense a este humilde bardo, para escuchar una nueva historia, acérquense para escuchar cómo me uní a un grupo, cuanto menos, peculiar...

Sesión XXVII. En busca del contrarritual.


El cadáver de Matías Kocicz, segundo del templo de Finnalis en Taneo, se balanceaba lentamente al compás del ligero viento, con expresión abotargada, colgando de la soga que, según todos los indicios, él mismo había preparado. El grupo, a su alrededor, escuchando el incesante parloteo de Voccisor, intentaba hilar ideas de qué hacer a continuación. Neesa descolgó el cuerpo con todo el cuidado del que fue capaz, y aprovechando una oquedad cercana en el suelo, procedió a sepultarlo. Utilizando su magia, tomó una rama y le dio forma de balanza, colocándola sobre la improvisada tumba. Según nuestros conocimientos religiosos, llegado el día en que tuviera que responder ante Finnalis, es posible que tuviera poca defensa. Incluso aunque fuera verdad la versión que el hada pudo ver a través de sus conjuros, de los hechos, en los que Matías se sacrificaba para no seguir cometiendo asesinatos, el suicidio era algo muy mal visto entre los seguidores del dios de la justicia. De hecho, llamaba la atención de Naltiria este hecho, poniendo en duda los hechos que veía Neesa en su conjuro, y llegando a pensar que estuviera manipulada por Voccisor.

De repente, la voz de Voccisor se apagó, y es que Tisaia, harta de las palabras del avatar, había tomado el Conducto y lo había metido en la caja de ébano de Naltiria, aislante de magia. Eso hizo que el avatar no pudiera materializarse en el mundo mortal, al menos mientras la caja permaneciese cerrada.

Mientras ayudábamos a Neesa a cubrir de tierra la tumba del malogrado sacerdote, Alix tomó sus pertenencias, evaluándolas. Aun con dudas acerca de lo acontecido, y de cómo proceder a continuación, Anthe comulgó con su dios, de quien obtuvo algunas respuestas, pero no la que buscábamos, que no era otra que, ¿cómo deshacer el ritual que había iniciado todo esto? Naltiria sugirió buscar a un demonologista, oscuros magos habituados a los rituales de convocación de entes interdimensionales, pero este tipo de conocimientos está prohibido y perseguido, así que no iba a ser tarea fácil encontrar a uno. Voto a Oceronte, que debemos encontrar a alguien que sea capaz de revertir este asunto… Dice la archimaga que quizá sepa de alguien… en Re-Ionnae.

De repente, a un servidor se le ocurrió una idea. ¿Y si en vez de recurrir a magia oscura para deshacer magia oscura, intentamos contrarrestar esa magia de muerte con magia de vida? ¿Quizá Shindalar, Vécnuvar? Los templos más cercanos de estas diosas se encontraban en la desaparecida Taneo, pero Naltiria sabe de uno a Cabellos de Fuego, en Castiglia, así que regresamos allí.

Hacemos noche en la capital del Imperio, y tras descansar, nos encaminamos al templo, donde nos recibe Cara Petrucci, suma sacerdotisa de la diosa de la belleza y el amor. Hermosa diosa, y hermosa fe, voto a Shindalar. Y hermosa sacerdotisa, cuyo fragante perfume embota mis sentidos… Me sobrepongo al embriagador ambiente del templo, en el que Alix parece incómodo, y en el que Anthe no es muy bien recibida, y me acerco a la madre Cara, a quien cuento nuestro problema. Parece, obviamente preocupada por la gravedad del asunto, y nos pide un día para mover sus contactos en busca de una solución.

Mientras esperamos a que la clériga haga su parte, Naltiria decide probar suerte en la torre de magia, donde es recibida, junto con su nueva aprendiz, Neesa, por el archimago Tadeo Bellucci. A pesar de que trata de disimular su preocupación por estos acontecimientos, se ofrece a buscar a un demonólogo a través de su red de contactos, pero no será barato. 250 000 piezas de oro para empezar, dice, pues se trata como he dicho ya, de información peligrosa e ilegal. Se despiden con ceremonia, y decidimos, que antes de invertir este oro, esperaremos a que Cara Petrucci nos informe de si hubiera otra solución.

Volvemos al templo de Shindalar a la mañana siguiente, en el que Naltiria, de nuevo, se niega a entrar. Cara nos relata, que gracias a los dioses, uno de sus colegas sacerdotes, en este caso de Ilfaath, ha encontrado un ritual, que invocará a un avatar del dios que llora, para contrarrestar el terrible mal que se avecina. Sería como sigue:

Siete mártires, que habrán pronunciado votos de pobreza y pureza. Uno de ellos dirigirá el ritual. Vestirá una túnica simple, de color rojo. Si utiliza cinto, será de color blanco, y no podrá cubrirse las rodillas. Se rezará siete veces, en el día siete, a la hora siete. Para preparar el ritual, se fabricará un círculo, en terreno consagrado, que se habrá limpiado reciamente; en el centro del círculo, se colocará el símbolo de Ilfaath, dos ojos cerrados, llorando sangre, bien grande. Se colocarán los ritualistas, alrededor de una mesa sencilla dispuesta a tal efecto, y común para todos los participantes en el ritual. El líder estará en el centro. En esta mesa, flores rojas, que no sean rosas ni estén relacionadas con el cortejo. También, velas blancas con llama de color rojo vivo, o por el contrario, velas rojas con llama blanca. Además, se dispondrá un incienso exótico, como por ejemplo, el de kanzale. En una copa humilde, vino tinto. También será preciso, disponer de una torta de pan.

El círculo que delimita el ritual, debe ser de polvos de heliotropo, en mayor medida, y de diamante y rubí, en menos cantidad. La segunda capa del círculo, será dibujada con la sangre de los mártires. El tercero y último, con sal y agua sagrada. Una vez completo este círculo, se pondrá el dedo pulgar derecho sobre los dedos corazón e índice, y, con los ojos cerrados, rezar las palabras, EEH NU RAH ZAY. Tras ello, apuntar con el pulgar hacia el extremo del círculo, se dibujará un círculo en el aire, para invocar a Inmolattur, avatar de Ilfaath. Al tiempo que se completa el círculo, se terminará también el rezo. Después, se arrodillará el líder delante de la mesa, y con el símbolo a la espalda, encenderá las velas y el incienso. Todos los demás, con las flores a su alrededor. Cada uno, rezará algunos versículos de la biblia de Ilfaath, y tras ello, recitarán una oración de 7 versos, con rima consonante trenzada, y de cosecha propia. Al final de esto, tomará el líder la torta de pan, ofrecerá un trozo a los cielos, comerá otro, y hará lo mismo con el vino, dejando exactamente la mitad de cada cosa. Todos los demás lo repetirán. Se esperará siete veces (?) la aparición del ente buscado. Si el ritual no tiene éxito, todo habrá de ser limpiado en orden inverso, minuciosamente. Todos los mártires han de morir en el ritual, sacrificándose por la llegada de Inmolattur.

Tras relatarnos el intrincado ritual, agradezco la ayuda de la sacerdotisa, y salimos del templo, aun procesando todos los pasos a seguir; sólo tenemos dos oportunidades, pues estamos a día 8 de Maddussander, y quedan dos meses para la fecha señalada por Voccisor como límite.

Poco después, Alix nos informa telepáticamente que Kalanthe ha sido encerrada en prisión, probablemente por alterar el orden público, cosa que saben vuestras mercedes, se le da bien a la clériga de Rezhias. Nos dice el muchacho que va a tratar de sacarla de su encierro. Paga Alix la fianza de la sacerdotisa, no sin antes tener un… enfrentamiento con el carcelero, que no termina de creerse que el chico sea embajador imperial, como muestra su capa; le acusan de haberla robado, y tras una acalorada conversación, que está a punto de dar con los huesos de Alix en la cárcel, finalmente logra convencer al guardia de su estatus, y se va con Kalanthe, que parece muy agradecida.

Vistas las opciones, parece que la del ritual es la más viable, así que Naltiria nos informa que no recuerda ningún templo de Ilfaath en Athanae. Sin embargo, en Re-Ionnae es la deidad tutelar, con lo que muy probablemente, haya muchos seguidores dispuestos a tomar parte en el ritual. Utilizando su bastón, por primera vez en un tiempo, golpea el suelo, aparece un portal, que nos deja a las afueras de la impresionante ciudad de Palacio de Marfil. En cuanto entra en el sureño continente, la archimaga contacta con Skribook, que está luchando en la guerra que libra Re-Ionnae con Septennae, y quedan de verse en cuanto el enano tenga un respiro de la batalla.

Miramos hacia la impresionante urbe de blanco nacarado, que se alza orgullosa frente a nosotros, mientras pensamos, qué discurso utilizaremos para reclutar a los siete mártires que han de sacrificarse, para evitar que la profecía de Voccisor llegue a término...

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