Acérquense, damas y caballeros, acérquense a este humilde bardo, para escuchar una nueva historia, acérquense para escuchar cómo me uní a un grupo, cuanto menos, peculiar...

Sesión XXIX. Re-Ionnae.

Lidar Fah y Alix salieron en dromedario de Palacio de Marfil, y con un gesto acostumbrado el nuevo amigo del cazabrujas teleportó a ambos a las afueras de la ciudad de Molcco. Una vez allí, Lidar se interesó por la influencia que el embajador imperial Alix tenía en Athanae. “No demasiada, trabajamos en equipo” contestó, cosa que no dejó muy convencido a Fah, que arguyó que no darían esa capa a cualquiera. Molcco parecía tener un ambiente enrarecido, y ya a la entrada, había un férreo control y registro de quien entraba y salía. No obstante, Lidar parecía conocer a los guardias, y saltándose la cola y la burocracia, pronto estaban dentro. “Cuéntame tus aventuras” insistió Lidar, muy interesado en su nuevo amigo. Mientras recorrían las calles de la ciudad, Alix iba contando a Lidar sus últimas misiones para la Emperatriz Anne, al tiempo que observó pancartas por todo Molcco con consignas un tanto… antiimperiales, con lemas como “¡Molcco Libre!” o “¡Imperio Opresor!”

La presencia de soldados por Molcco era intensa, siempre vestidos con los colores locales, y no los del Imperio. Investigó Alix el motivo de este descontento, enterándose que Molcco, ciudad próspera y rica, había sido, según sus habitantes, “abandonada” en momentos de necesidad, y oprimida por fuertes impuestos para financiar la guerra contra Septennae, una guerra que a los molccoríes les caía lejos y les parecía que no les involucraba. La Emperatriz Hyandora, otrora líder respetada y amada, no lo era tanto en esta parte del Imperio, que se sentía ajeno al conflicto en el sur.

Llegaron por fin a la posada “Amanecer Dorado” donde Lidar pidió a Alix que le esperase mientras movía sus hilos.

En Palacio de Marfil, Tisaia encontraba cada pocos minutos el fondo de su jarra de bebida, sólo para ordenar otra, y otra más. Cuando ya casi no se tenía en pie, intentó salir de la taberna dando tumbos, y apenas había dado unos tambaleantes pasos, la guardia de la ciudad acudió rauda a arrestar a la amazona, y llevarla a una cárcel expresamente ideada, por lo que se ve, para borrachos y mendigos.

Al tiempo que la amazona pasaba de esta manera el día, Tenar, Naltiria, Kalanthe y un servidor, tratamos de avanzar hacia el frente de batalla en el sur, con la esperanza de encontrar a Malik Fah o al enano Skribok. Sin embargo, llegar hasta la primera línea de combate, donde se suponía que podíamos encontrar a cualquiera de estos dos, no resultaba tan fácil como pareciera, y tras acercarnos todo lo posible con magia, comenzamos a atravesar la densa jungla, intentando llegar a Kamo, ciudad tomada por los septenitas, que Re-Ionnae estaba tratando de recuperar. Por fin comenzamos a encontrar algunos soldados, y llegamos a un campamento, donde Tenar se apresuró a preguntar por nuestros dos objetivos. Todos reconocían ambos nombres, pero nadie sabía ubicarlos. Mientras la seguidora de Hedenoth se informaba, Kalanthe, no lo creerán vuestras mercedes, comenzó a hablar acerca del fin del mundo, del apocalipsis inminente y de temas similares, al punto de desesperar a este pobre bardo. Oh, dioses, si ha de llegar el apocalipsis que Anthe predica, que llegue pronto y me lleve…

La poca información que logró Tenar colocaba a Malik y Skribok cerca de los Caballeros de la Mano de Ilfaath. en primera línea del sitio a la ciudad de Kamo. La noche se nos echó encima, y la elfa conjuró el habitual portal a la Magnífica Mansión que nos permitiría descansar.

En Palacio de Marfil continuaba Neesa, que socializaba con los peticionarios de la cola para solicitar audiencia con Hyandora. La cola avanzaba más lento de lo habitual, pues la mandataria estaba ocupada en las batallas del sur, y tenía poco tiempo de atender a sus súbditos en persona.

Amanecía un nuevo y caluroso día en Re-Ionnae, y Lidar fue a buscar a Alix a la posada donde le dejara la noche anterior. “Sígueme, he encontrado a alguien” dijo, presuroso. “Negociarás con ella, yo sólo soy en enlace que os ha unido” manifestó Lidar. Condujo al muchacho a través de Molcco hasta una lujosa mansión, y tras entrar, lo dejó esperando en un cómodo salón lleno de cojines, ricas cortinas bordadas en oro y exquisitas obras de arte colgadas en las paredes. Al poco llegó una elfa, vestida de manera sofisticada pero atrevida, y se presentó como Taalia. “Lidar me ha hablado de ti” comenzó, “y sé que buscas algo… difícil de encontrar”. La elfa pidió a Alix que contase de nuevo la historia del ritual con todo el detalle que fuera capaz de recordar, cosa que el chico hizo de la mejor manera que pudo. Alix no se resistió a mirar las pupilas de su anfitriona, de color aguamarina, que se movían y cambiaban como las mareas. El perfume de la elfa era completamente embriagador, dulce pero con un punto ácido, sin duda hecho con los aromas de las especias procedentes de Kanzale. A Alix se le trabó la lengua un par de veces, y la boca se le secaba por el olor de esta fragancia.

La elfa observaba y escuchaba, y aunque fingía indiferencia, Alix advirtió el interés en Taalia. Habitualmente, por los servicios que requería el muchacho, cobraría una pequeña fortuna. Sin embargo, dijo, estaba dispuesta a ayudarlo a cambio de una Piedra de Poder Arcano y los servicios de un archimago. Emplazó a Alix a conseguir estas dos cosas, y cuando las tuviera, a que regresara a ese mismo lugar para su solución. Alix exigió entonces que esa “solución” no conllevara muerte alguna. “En ocasiones, tendrás que defenderte de la muerte” contestó enigmática Taalia.

Salió Alix del lujoso salón, donde Lidar le esperaba. “Espero que la reunión haya sido provechosa” dijo, y tras la respuesta afirmativa de Alix, pasó al salón para entrevistarse con Taalia. Salió unos momentos después, y parecía contento. No tanto Alix, con la mosca tras la oreja. “Espero no ser un peón en un juego peligroso” confesó. “No, Alix, eres una oportunidad, una interesante oportunidad; Taalia te va a hacer un favor ahora, y yo se lo haré a Taalia más adelante. Quizá algún día yo necesite un favor, y tú me lo hagas. La mejor manera de ayudarse a uno mismo, es ayudar a los demás”

A la mañana siguiente, Tisaia pagó su multa por desorden público, y salió de la cárcel. Se encaminó a la posada, hambrienta, y allí encontró a Alix, recién regresado a Palacio de Marfil. Desayunaron juntos, y se pusieron al día de sus últimos movimientos. Alix volvió a enfadarse, pues se sentía tratado como un crío, y montó en cólera hasta el punto que el posadero hubo de llamarle la atención para que se calmara. Un poco más tranquilo, continuó diciendo que a pesar de las tremendas diferencias que le separaban del grupo, continuaba trabajando y remando a favor. Tisaia lo miraba anonadada, diciendo que nunca lo había tratado como tal.

Tenar, como cada mañana, intentó escudriñar a Alix por si le hubiese pasado algo, y al ver al chico en la posada con Tisaia, respiró tranquila y, mediante la magia, se comunicaron. Alix le contó a Tenar la necesidad de una Piedra de Poder Arcana y el archimago que le había pedido Taalia, y Tenar rió irónicamente al escuchar las peticiones del muchacho; esas piedras son muy valiosas y difíciles de encontrar, y los servicios de un archimago, no son baratos… El escepticismo de Tenar no desanimó a Alix, que continuaría agotando esa vía.

Tras comunicarse con Alix, continuamos Kalanthe, la elfa, Naltiria y un servidor el camino por la jungla guiados por Tenar. Una partida de demonios eructadores y hechiceros de Septennae nos interceptó, y sin mucho preámbulo trataron de atacarnos. Voto a Fortunna que nos fue favorable, y Naltiria logró sacarnos del desigual enfrentamiento ante un enemigo superior, teleportándonos lejos del alcance de los septennitas. Tenar soltó un suspiro de alivio, pues ante tres conjuradores, se veía sobrepasada. Utilizando magia, echamos a volar invisibles por encima de la selva, con la esperanza de acercarnos a Kamo. La alta elfa buscaba alguna línea de suministro, algún camino por el que los soldados reionnitas entrasen y saliesen del frente, aunque parecía, tras el fracaso en encontrarlo, que lo hacían a través de medios mágicos. Regresamos abatidos al último campamento donde Tenar tratase de encontrar a Malik o Skribok, y finalmente ubicamos al primero de ellos, aunque como es lógico, no era sencillo entrevistarse con él. Los soldados no permitían pasar a la zona de oficiales a unos extranjeros como nosotros, y Tenar trató de convencer a los guardias de la gravedad de nuestra misión. El guardia sólo pudo prometernos que intentaría hacer llegar nuestra petición a Malik Fah. No obstante, notamos que se mostraban inquietos por nuestra presencia, en especial por la de Anthe y Tenar. ¿Sería, quizá, por sus símbolos religiosos?

Al día siguiente, mientras Neesa continuaba conversando con sus compañeros de cola, Alix y Tisaia abandonaron Palacio de Marfil en dromedario, y al verlos en las afueras de la ciudad Tenar en su habitual escudriñamiento, usó su magia para ir a buscarlos y reunir al grupo, a falta del hada.

“Naltiria, necesito los servicios de un archimago…” comenzó Alix.

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