El vuelo del dragón

Corría el año 2314. El invierno estaba siendo benévolo con las cosechas y el ganado. Recuerdo con un afecto especial una noche nevada, estando yo en Silpeak. Mi nieto de nueve años, Dárastrix, había quedado a mi cuidado aquella semana. Mi hijo insistía en que cuidara de él desde que mi esposa falleció. Decía que me ayudaría a no olvidar la vitalidad y la fuerza de mi juventud. En realidad, no estaba tan viejo. Tan sólo tenía 119 años. En esta zona del continente, llegar a esa edad es muy normal.
Lo siento, creo que me estoy desviando del tema... ¿por donde iba?... ¡ah, sí!
Había una espesa capa blanca aquella noche. Empezaba a refrescar y salí de casa a por dos buenos leños para prender en la chimenea. Dárastrix se divertía jugando con el perro. Le lanzaba bolas de nieve y el chucho trataba de morderlas al vuelo. Mi nieto no dejaba de reir en ningún momento. Era una risa refrescante y rejuvenecedora. Entré en casa y prendí la chimenea. Al poco rato, la chimenea empezó a calentar la habitación. No hay nada como un buen fuego en una noche de invierno. Estabamos esperando a que llegara su hermano mayor. Acaba de alistarse en la gloriosa orden de los Chamanes del Dragón. Esta orden poseía poca reputación, y eran muy pocos los que encontraban en esta profesión un futuro de su agrado. Pero siguiendo la tradición de la familia Charir, Tobahua se había iniciado en la orden adquiriendo el magnífico poder de un dragón plateado. Fuera empezaban a caer algunos copos, así que abrí la ventana y le grité a mi nieto para que entrase. Antes de que llegase Tobahua, decidí conveniente explicar a
Dárastrix, en qué se había convertido su hermano.

- Dáras, coje tu plato y ven junto al fuego, voy a contarte algo.
- Sí, yayo.
- ¿Te ha dicho tu padre de donde va a venir hoy tu hermano?
- Mmmmmmm... me ha dicho que Tobahua a ido a honrar a nuestra familia.
- Eso es cierto hijo mío. Pero creo que ya eres lo suficientemente mayor para saber cómo... Atiende. Tu hermano se ha convertido en un chamán.
- Un ¿qué...?
- Un Chamán del Dragón.
- ¡Alaaaaaa, que guay...!¿Y qué es un chamán del dragón?
- Verás. Nuestra familia, siempre ha destacado sobre los demás porque ha dedicado su vida al estudio y la veneración de los dragones. Supongo que tu padre ya te ha explicado lo que son los dragones, ¿verdad?
- Claro que sí. Los dragones son los seres más maravillosos del mundo. No sólo tienen una fuerza descomunal si no que, además dominan la magia mejor que ningún otro mortal.
- Efectívamente. Pues los chamanes del Dragón son los máximos representantes de sabiduría y veneración por el poder, de estos seres. Los mortales como nosotros no podemos soñar con tener el poder de estos dragones, pero siguiendo el camino de un chamán del dragon, podemos llegar a albergar parte de los poderes de estas criaturas. La mayor aspiración de un chamán del dragón es conseguir tanto poder como el mayor de los dragones de su clase.
- ¿Los dragones de su clase?
- Sí, dependiendo de su color, un dragón posee ciertos poderes especiales que no poseen otros.
- ¡Sí, sí, lo se!¡Los dragones oropel son los mejores del mundo!
- ¡Jejeje!¡Bueno, siempre y cuando sean dragones metálicos, siempre serán buenos! Pues bien, tu hermano va a regresar de su rito de iniciación como Chamán del Dragón. El totem que ha escogido es el del dragón plateado.
- ¡Uaaaalaaaaahhhh...!
- Tu hermano ha comenzado así una busqueda incansable del poder ancestral de los dragones plateados, un poder que le permitirá ser un gran hombre.
- ¡¿Y va a venir ahora?! ¡Vaya, ya tengo ganas de verle!

Mi nieto se levantó del suelo y salió corriendo al cobertizó de la entrada. Recogió un palo largo de entre los leños que estaban cortados para la chimenea, y comenzó a atacar con él a los copos de nieve que ya caían con fuerza. Le observé tras los cristales mientras me llevaba a la boca un trozo de pan con tocino. Por un instante, me ví a mí mismo tras los cristales, empuñando mi maza, la primera vez que usé mi totem. De repente, Dárastrix se quedó parado, absorto en la nieve, y entró con la vista clavada en mí.

- Yayo...
- Dime, hijo.
- ¿La tata también es un chamán del dragón?
- Sí, pequeño. Tu hermana es una poderosa chamana.
- ¡Y donde está ahora?
- Como supondrás, está enfrascada en su propia búsqueda de poder. Los chamanes tenemos que recorrer un camino de autoaprendizaje y conseguir aumentar nuestro poder a base de nuestra experiencia en este mundo. En Aurea sólo te pueden enseñar, cómo elegir el totem que desees, pero cada chamán a de enfrentarse a su propia, y única, busqueda de poder.
- Ya..., pero, ¿no sabes dónde está?
- Mmmmm..., lo único que sé es que partió hacia Cadia el día que cumpliste 1 año.
- ¿Cuando volverá?
- Cuando ella lo crea conveniente, hijo mío.

En ese momento, el ruido de un carruaje interrumpió nuestra conversación. Dárastrix dejó caer los garbanzos y salió de casa como una exhalación. Después de recoger el destrozo, salí tras él para recibir a mi nieto. El cochero parecía estar arriciado de frío. No era una buena noche para las diligencias. Los caballos pararon a la puerta del corral. La diligencia se abrió y un muchacho alto y moreno, pertrechado en una cota de escamas plateadas, bajó las escalerillas. De su cinturón colgaba una reluciente maza de armas y debajo del brazo, portaba un yelmo con dos pequeñas alas plateadas a los lados de la visera. El pequeño Dárastrix no pudo aguantar más y se lanzó a los brazos de su hermano. El yelmo se le cayó a la nieve cuando cogió en brazos a su hermano. Era en ese preciso momento, la imagen que con más cariño recordaría en el futuro. Recogí su yelmo del suelo y lo limpié con la manga del batín.

- Tranquilo abuelo, ya lo limpiaremos dentro.
- ¿Cómo te sientes Toba?
- Mejor que nunca, aunque ahora, tendrás que dejar de tratarme como a un niño y llamarme por mi nombre completo, ¡jajaja!
- ¡Jajaja, por supuesto Tobahua!
- En ese carruaje no había brasero, ¿qué os parece si entramos a casa?, se me están congelando los pies.

Entramos en casa y Tobahua se sentó a la mesa para disfrutar del cocido. Dárastrix no paraba de mirarle con total admiración. Sólo tenía ojos para su hermano. Tobahua se deleitó en la sopa caliente como quin prueba un delicioso manjar en un banquete real. Cuando hubo acabado se levantó y le dejó la capa a su hermano para que jugara. Dárastrix se enrolló la capa al cuello y, recogiendo de nuevo el palo, salió al corral a luchar contra los "malvados" copos de nieve. Aproveché la ocasión para hablar con mi nieto.

- ¿Cómo están las cosas en la orden? Hé oido rumores...
- Bastante mal. El rey quiere prescindir de nuestros servicios. Alega que los voluntarios que buscan el camino del chamanismo son ya muy pocos, y que no es útil para el pueblo que sus chamanes se enbarquen en una búsqueda, lejos de su reino, que no garantiza que vuelvan dominando su poder. Además, la larga ausencia de mi hermana ha empeorado el asunto. Hace ya 8 años que partió de Aurea y las noticias que envía son vagas y no tienen valor para el reino.
- ¡No pueden prescindir de la orden!¡La familia Charir puede sufragar parte de los gastos!
- No estoy seguro abuelo, pero creo que el dinero es el menor de los problemas del reino. Se respira un ambiente de rechazo en la orden. Parece que los consejeros del rey témen a los chamanes.
- Y con razón. Damos mil vueltas a su estúpida orden de caballería. Superpoblada y atontada. No ganarían una batalla ni contra un ejército de pavos.
- Sea como fuere, por el momento, la orden continuará en activo. No creo que mi hermano tenga problema en entrar.
- Esperemos que así sea.

La noche continuó en familia de forma agradable y tranquila. Al poco rato, decidimos que era buena hora para irse a dormir. Había sido un día con muchas emociones y el sueño empezaba a hacernos mella. Es posible que si por aquel entonces, hubiese sabido lo que ahora sé, no hubiese dormido tan plácidamente como lo hice. Ninguno de los tres lo hubiesemos hecho. Ahora ya es tarde.

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