La profecía

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................................Gareth...
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..........................mírame...
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.............................escucha lo que vengo a decirte...
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....-¿Madre?..........
...-¡Mamá!.....


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...................Gareth...
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Al principio, sólo veía el vacío...
Un gran vacío blanco...
Sentía las manos entumecidas. Un frío polar me llegaba hasta los huesos. Pero mi pecho estaba cálido. Con cada latido de mi corazón, un impulso de calor se extendía por mis venas. Mi sangre era un torrente de fuego que despertaba mis músculos. Poco a poco comencé a sentir de nuevo todo mi cuerpo. A pesar del vacío infinito que reinaba aquí, sentía una presencia...
Alguien o algo estaba a mi lado. La sentía tan cerca que podría asegurar que cuando me hablaba, lo hacía desde dentro de mí.

- Gareth... Mírame... Escucha lo que vengo a decirte...

La voz era la de una mujer. Por un momento vi la imagen de mi madre en mi mente. Una voz cálida como el sol de primavera. Dulce como el aroma de las frutas del bosque recién maduradas. Hablaba desde dentro de mí, como si se tratase de mi propia conciencia.

- Mírame...

Me giré a uno y otro lado, pero lo único que bañaba mi vista era un océano blanco e infinito. Ni rastro de otra persona que no fuese yo mismo. Entonces me fijé...
Mis manos... No eran mis manos. Eran unas manos pálidas, suaves y tersas. Complétamente diferentes a las manos, curtidas con cientos de heridas y rozaduras, que yo tenía.
Al darme cuenta de ésta realidad, comencé a caer.

Caí........ y caí....... y caí........

Caía tan rápidamente que mi propio cuerpo se desprendió de mi alma. Pero no sentí dolor alguno. Al contrario. De repente, todo el vacío donde me encontraba comenzó a invadirme, y una sensación de absoluta paz y ternura llenó mi mente.
Miré hacia arriba, al lugar donde debía encontrarse mi cuerpo vacío.
Pero en lugar de mi cuerpo, ví el cuerpo de una mujer.
Tenía el pelo tan blanco como la piel, muy largo, y flotaba como si estuviese sumergido en el agua. Su rostro era joven, pero, aunque llegaba a verle la cara, no pude distinguir sus rasgos. Llevaba un largo vestido blanco, ceñido al cuerpo hasta la cintura, con una larga falda que cubría sus piernas y apenas dejaba entrever sus blancos tobillos. Tenía los brazos abiertos y tendidos hacia mí, como si su cuerpo estuviese en comunión con mi alma.

- Gareth... Escucha lo que vengo a decirte...

Su voz era hipnótica, modulada de tal forma que aunque se hubiese desarrollado una batalla a mi alrededor, lo único que podría escuchar serían sus palabras.

- Lo que ves, es lo que existe. Aquí no hayarás nada más. Ante tí, tienes una decisión.

La mujer extendió su mano hacia el vacío infinito, señalando algo que no lograba ver. Se mantuvo en silencio durante unos instantes. Traté de distinguir lo que la mujer quería enseñarme pero sólo veía el vacío. Cuanto más me fijaba, más blanco y vacío me parecía ese lugar.

- Las mentiras que llevan a la verdad pronto serán desveladas.

Como si una bestia de fauces enormes me arrancase el corazón de un mordisco, la páz y la ternura que invadían mi alma desaparecieron al oir ésta última frase. Miedo y desesperación fué lo que recibí al volver a posar mis ojos sobre la mujer. Un ser indescriptible flotaba, ahora, en el lugar donde estaba ella. Una sombra negra, informe y aterradora, congeló mi voluntad. Unas palabras tan negras como el mismo ser, surgieron de ella y sin darme a tiempo a discernir lo que pasaba, se abalanzó sobre mí...



Abrí los ojos. Llené mis pulmones con tanto aire como fuí capaz. Cuando comencé a discernir la ventana de mi habitación y el escritorio de cerezo tallado por mi padre, comencé a expulsar el aire retenido, poco a poco. El silencio era tan grande que el latido de mi corazón sonaba como un gigantesco bombo, golpeado desde la cabecera de la cama. La almohada estaba empapada en sudor y el sabor salado de las lágrimas llegó hasta mis labios.

Cuando hube recuperado una respiración normal y un pulso aceptable, salí de la cama y me acerqué a la ventana. El Sol de la mañana comenzaba a proyectar lánguidas sombras sobre los edificios.

- Precísamente hoy...

Mis pensamientos no dejaban de dar vueltas a este extraño sueño. Trataba por todos los medios de buscar su relación con los acontecimientos que tendrían lugar hoy. No podía ser casualidad...

La voz de mi padre me sacó de mi ensimismamiento.

- ¡Gareth!... ¡La mesa está puesta!
- ¡Enseguida bajo!

Me vestí a toda prisa y cojí la pequeña bolsa que había dejado preparada la noche anterior. Bajé a trompicones, todavía temblando, las escaleras de madera. Mi padre esperaba en la mesa con las manos en señal de oración y los ojos cerrados. Cuando me sintió cerca comenzó a bendecir la mesa.

- Imbuye estos alimentos con tu bondad y sabiduría, ¡oh, Idoya!, yo te imploro...

Tras un breve silencio, mi padre abrió los ojos y ya se disponía a desayunar cuando me miró con ojos de asombro.

- ¡Gareth!¡¿Qué te ha pasado?! Estás blanco como el papel. ¿Te encuentras bien?
- Sí, papá. No te preocupes. He tenido un mal sueño, eso es todo...
- Eso es a causa de la ansiedad... No te preocupes Gareth. Confío en tí. Sé que me

sentiré orgulloso de mi hijo.

Mi padre comenzó a desayunar con calma. Yo también comencé a comer. Estuvimos comiendo durante varios minutos en silencio, cuando por fín mi padre preguntó:

- ¿Cuanto tiempo estareis en el castillo?
- Es el adiestramiento básico, no estaremos más de dos meses.
- Tu madre estaría orgullosa de tí...

Dejé el último trozo de pan sobre el plato y me levanté. Me puse la bolsa al hombro y me dirijí hacia la puerta. Mi padre me acompañó hasta allí y la abrió por mí. Antes de cruzar el umbral, me pusco la manos sobre el hombro...

- Hagas lo que hagas... Siempre estaré orgulloso de tí.
- ..... Gracias padre...

Reprimiendo las ganas de volver la vista hacia atras, me encaminé hacia al castillo real de Travia para comenzar mi adiestramiento. Mi padre observó mi figura mezclarse entre la gente que comenzaban a salir a las calles. Cuando estuve fuera de su vista, lejos de donde pudiese verle u oirle, una lágrima brotó en sus ojos.

- ¡A partir de ahora, serás conocido como Gareth de Lyonesse, Caballero de Travia!¡Traerás la gloria a tu pueblo y a todos los que te rodeen!

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