Acérquense, damas y caballeros, acérquense a este humilde bardo, para escuchar una nueva historia, acérquense para escuchar cómo me uní a un grupo, cuanto menos, peculiar...

Sesión XXXIV. El oscuro presagio.

Teníamos dos frentes abiertos: Realizar la misión de Odeska para intentar desenmascarar al supuesto alcalde corrupto, o continuar buscando un archimago para poner al servicio de Taalia, pues ya teníamos una Piedra de Poder Arcano que ofrecerle. Empezamos discutiendo acerca del alcalde, y algunos compañeros empezaron a dudar de la palabra de Odeska, planteándonos si esa mujer estaba lo suficientemente cuerda como para fiarse de ella. Tenar decidió ponerse a investigar acerca del Coro Cegado, grupo de aventureros al que perteneció la cazabrujas y Arduin.

Sus pesquisas no la llevaron muy lejos: Aquel grupo estaba en general bastante bien visto por la comunidad, aunque los altos mandos de la guardia evitaban el tema o intentaban cambiarlo, un tanto incómodos. Tenar llegó a la conclusión de que había algo más que aquella fama de buenas gentes dedicadas a la aventura.

Alix se puso en contacto con Tenar, y la pidió que lo sacara de Molcco. Al ser preguntado cerca de por qué no lo hacía Naltiria, con quien estaba en aquella ciudad, el muchacho se mostró iracundo con la archimaga, quien, decía, lo había dejado tirado en el último momento, negándose a ponerse al servicio de Taalia cuando la reunión con la maga elfa estaba prácticamente cerrada. Alix acababa de hablar con su contacto Lidar Fah, que se había mostrado un tanto condescendiente, recordando a Alix sus propias palabras, en las que aseguraba no poderse fiar de sus compañeros. El chico deseaba alejarse de Naltiria, a quien veía poco menos que como una traidora. Debía ponerse a buscar un archimago, o archimaga, cuanto antes.

Cuando Neesa fue a buscar al muchacho y lo trajo de vuelta a Palacio de Marfil con su magia, el rostro de Alix estaba congestionado de furia, y escupía improperios contra Naltiria por haberle dejado tirado. Neesa trató de defender a su compañera, arguyendo que no sabíamos nada de Taalia, y quizá ponerse a su servicio no fuese tan buena idea. Alix no atendía a razones, y se fue mascullando más insultos, en busca de un archimago.

Llegados a este punto, en que incluso la vía de Taalia parecía en punto muerto, se planteó de nuevo la opción de irse a las ruinas de la ciudad que nos ofreciera el elfo Taelwe Mir, en busca de tesoros y riquezas que quizá sirvieran para pagar a los archimagos de N’Daleth. Lo cierto es que los días pasaban inexorables, y no conseguíamos avanzar en ninguno de los frentes.

Las conjuradoras arcanas del grupo llegaron a plantear, utilizar el dinero que teníamos disponible, para desarrollar un conjuro o ritual arcano por nuestra cuenta, que pudiera detener las consecuencias del ritual de Voccisor, y quizá incluso, los de otros posibles rituales futuros. Estuvieron haciendo unos cálculos Tenar y Neesa, y no parecía tan inviable en cuanto a dinero y recursos, pero era posible que el tiempo se nos echara encima, pues desarrollar dicho conjuro iba a llevar unos cuantos días, y posiblemente, también lanzarlo. Sin embargo a algunos, como a este humilde bardo, la idea nos pareció cuanto menos digna de ser tenida en cuenta.

Debido a que el tiempo se nos empezaba a terminar, Neesa puso rumbo de nuevo al campamento en el frente sur de Re-Ionnae, con la esperanza de entrevistarse de nuevo con Malik Fah. El viaje, todos lo sabíamos, era arduo, pero el hada, con su nuevo peinado y renovadas esperanzas, emprendió el camino.

Entretanto, este humilde bardo entró en el ayuntamiento, decidido a averiguar todo cuanto pudiese acerca del alcalde Din. Una de sus secretarias, Hasiba Fah, me recibió sin mucho entusiasmo al principio, pues la hora de cierre se acercaba, pero tras convencerla de que me interesaba ella, y no los aburridos papeles que había sobre su mesa, pude invitarle cortésmente a cenar tras su ardua jornada laboral… para retirarnos después a un lugar más íntimo a “charlar” amistosamente… y hacer otro tipo de actividades. Mi recién adquirida amistad con la señorita Fah me permitió conocer que hacía unos meses, el alcalde había recibido correspondencia remitida por un tal “Pico de Oro” un tanto sospechosa, entre otros datos menos interesantes. ¡Ah, dioses, si pudiera acceder a esas cartas, quizá lograse información relevante para nuestro caso!

Ya que Neesa conocía ya el campamento de guerra, su magia le permitió alcanzarlo sin deambular por la jungla, así que se puso de inmediato a buscar a Malik Fah. A pesar de sus esfuerzos por concertar una cita con el Sumo Sacerdote, en general, los soldados del lugar parecían muy atareados y no lo hacían mucho caso.

Tenar, en Palacio de Marfil, investigó a fondo la vivienda del alcalde, sin descubrir que tuviese nada especial, más allá de un típico conjuro de alarma. Ello la permitió proyectarse astralmente al domicilio, que pudo revisar concienzudamente, sin encontrar nada útil para nuestra misión. Si el alcalde tenía algún asunto turbio, desde luego, no lo escondía en su casa.

A la mañana siguiente, la alta elfa decidió ponerse a hacer cola en el ayuntamiento, aprovechando la coyuntura, y cuando, tras un buen rato, fue atendida por una de las secretarias, pidió permiso para alzar un templo a Hedenoth en Palacio de Marfil. El asunto no era sencillo, y conllevaba un montón de burocracia y documentación. Además, la primera cita con el alcalde para entregar los documentos y comenzar el proceso, no era hasta pasado un mes.

Esa mañana, Kalanthe se había levantado especialmente ominosa, más de lo habitual, y comunicó a Tenar un sueño que pareciese venir de la misma Rezhias. Así se lo describió Anthe a la alta elfa: La noche se cernía de súbito sobre nuestras cabezas, y sonidos estridentes tanto como aullidos infernales, comenzaban a darse paso a vuestro alrededor. Nada había cambiado -se decía Kalanthe- Pero todo era, sin duda, diferente. El olor a muerte era perenne.

Esta visión, o sueño, presagiaba malos asuntos respecto del ritual de Voccisor, poniéndonos una vez más, en contrarreloj para solucionar el tema. De nuevo surgió la idea de ir a la mazmorra en busca de riquezas para pagar a los archimagos. Tenar, siempre con la vía religiosa dirigiendo sus pasos, fue a la Catedral de Ilfaath, y tras entrevistarse con Ihdahn Kor, y mostrarse decepcionada con la poca ayuda desinteresada recibida para solucionar el asunto del ritual, decidió comenzar una ronda por el resto de templos de las demás deidades en la ciudad en busca de ayuda.

Alix, en su búsqueda de un archimago, llegó a la torre del distrito norte de Palacio de Marfil, donde pudo hablar con el archimago Alil Stark, un hombre de aspecto athanita, que por el acento, y el apellido, bien podía ser tanacio. Mientras el señor de la torre iba al mercado a comprarse una buena cesta de rábanos, Alix estuvo tanteando al mago, para saber dónde encontrar un archimago que poder llevar ante Taalia, y ante el escepticismo de Alil, le pidió consejo. El archimago, que comenzó diciendo que quizá los nobles y archimagos de Athanae estuvieran más dispuestos a ayudarnos que los reionnitas, dio una simple guía a Alix: “Sigue tu corazón”. Alix se quedó pensativo, quizá intentando escuchar el latido en su pecho.

El tiempo continuaba su avance lento, pero imparable, y el grupo parecía atascado, con varias vías abiertas, y ninguna próxima a cerrarse. Teníamos parte del dinero, la mitad de los recursos exigidos por otros, y un ritual sin ritualistas, además de un alcalde supuestamente corrupto, pero de reputación intachable. Voto a los dioses que necesitábamos un impulso para cerrar alguna de las vías...

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