Acérquense, damas y caballeros, acérquense a este humilde bardo, para escuchar una nueva historia, acérquense para escuchar cómo me uní a un grupo, cuanto menos, peculiar...

Sesión XXXIII. Odeska y la conspiración en la sombra.

Los Caminantes sin Rostro se dirigían a N’Daleth, con la idea de acudir a la torre de la archimaga Iratha Bul. Gracias a la carta de recomendación de Neesa, procedente de la mismísima Hyandora, la poderosa conjuradora habría de procurarnos una Piedra de Poder Arcano, o, al menos, la manera de hacernos con una. Precisamente de esto hablábamos, de qué hacer con semejante objeto una vez estuviera en nuestro poder. Su precio era, según Naltiria, incalculable. Esta suerte de artefactos, de tremendo poder, eran tan escasos y útiles que no se comerciaba con ellos. Sin embargo, esta era nuestra idea, pues se planteó cambiar la Piedra por el pago de los 6 millones de monedas. No se decidió nada, pero las ideas revoloteaban por las cabezas de los compañeros, mientras los velos de la torre de Iratha Bul se plegaban como cortinas para dejarnos pasar a su ordenado despacho.

La archimaga nos invitó a pasar, y quizá esperando el dinero, se mostró sorprendida cuando Neesa le tendió la misiva de la Emperatriz y le contamos la situación. Genuina y ligeramente confundida, comentó algo acerca de la influencia que unos extranjeros habían tenido como para lograr el documento, y nos emplazó a volver al día siguiente, después de la correspondiente reunión con el resto de archimagos.

No nos dio tiempo a darnos la vuelta y marcharnos, pues Iratha Bul chasqueó sus dedos, y nos vimos de vuelta a la calle, donde Naltiria alabó a Neesa por haber logrado aquel pergamino, convencida de que su buen corazón era la razón por la cual Hyandora había tenido a bien atender el ruego. Aprovechando la coyuntura de la conversación, el hada trató de sonsacar a la humana, qué asunto con la Emperatriz la impedía entrar en la capital, pero Naltiria no iba a caer en el juego, y esquivó con maestría la pregunta, desviando el tema hacia si sería posible entrevistarse con Taalia, cosa que Alix negó, al menos hasta tener la Piedra.

Precisamente era el momento de Alix, pues aprovechando que habíamos de esperar un día, volvimos a Palacio de Marfil, para que el chico intentase hablar con Odeska. Ya que ambos se dedicaban a cazar brujas, era probable que por simpatía profesional se llevasen bien. A las afueras de la enorme ciudad, Alix repasó una vez más con Naltiria los temas a tratar si Odeska se mostraba dispuesta a hablar: ¿Qué había sucedido en las cuevas de Urpilar? ¿Conocía a Nairul Teliadrasil?

Todo el grupo, a excepción de Naltiria, nos fuimos a la casa donde residía la humana, y Alix y Tisaia se plantaron en la puerta, llamando, mientras Neesa y un servidor nos quedamos un poco más atrás. Odeska entreabrió la puerta, y apuntando con su pistola a Alix, dejó claro que no quería hablar, a pesar de los mejores esfuerzos del muchacho por convencerla. Esfuerzos que derivaron en que Odeska, molesta, descargase su arma sobre Alix con un tremendo ruido, que atrajo inmediatamente la presencia de la guardia. No obstante, mientras los agentes de la autoridad llegaban, Tisaia dijo unas palabras que parecieron cambiar la actitud de Odeska: “La Emperatriz mató a la hija de Arduin”

El rostro de la humana cambió de semblante, enfundó su arma, y ante la pregunta de los guardias de si todo iba bien, respondió con poco disimulo que se le había disparado el arma por accidente. Haciendo pasar a Alix y a Tisaia a la casa, por fin pudieron charlar con la cazabrujas.

Sin embargo, no todo estaba aun a nuestro favor, pues Odeska, a pesar de que Tisaia parecía conocer a la hija de su antiguo compañero, no estaba dispuesta a hablar acerca de lo que ocurriese en aquellas cuevas hacía tantos años… al menos no, hasta haber recibido un favor a cambio: Deberíamos investigar los tejemanejes de un alcalde de la ciudad, en concreto del distrito norte. Según Odeska, Nazim Din, que así era el nombre del funcionario, estaba “claramente” influenciado por algún tipo de fanático, frecuentaba extrañas compañías, y estaba moviendo hilos en favor de un culto secreto, convenciendo a otros alcaldes de que se le unieran. ¿Quién lo financiaba? ¿Qué organización estaba detrás? Ella ya había investigado hasta donde había podido, y ahora era nuestro turno, como desconocidos, de continuar con las averiguaciones, y de hacer saber a Odeska todo lo que descubriésemos. El ambiente, decía, estaba enrarecido, con aires de rebeldía. Por lo que contó la humana, incluso Hyandora se había percatado de algo, poniendo en su sitio al alcalde, pero este toque de atención no había servido de nada. El trato pareció satisfacer a todas las partes, y la amazona y el joven cazabrujas salieron del edifico, decididos a investigar el asunto para Odeska, y así, poder escuchar de la ex-aventurera la información que tanto intrigaba a Naltiria. Según las indicaciones de Odeska, el señor Din se reunía por las noches con los otros alcaldes, siempre en sitios distintos, para envenenarles con sus conspiraciones.

Tras la conversación, nos reunimos de nuevo con Naltiria, que ardía en deseos de conocer el resultado de la conversación. Se mostró muy esperanzada en que pudiésemos proporcionar a Odeska la información que pedía, para poder acceder así a la que poseía la cazabrujas. Alix no pudo contener más su curiosidad, y preguntó a Naltiria, por qué era tan importante aquella información que tenía Odeska. La archimaga, con cara de circunstancias, dijo a Alix que tenía indicios de que la Emperatriz no era quien decía ser, y la información de Odeska podría proporcionarle las pruebas que necesitaba para confirmar sus sospechas; Anne von Xavras, era, según Naltiria, una poderosa bruja de la antigüedad. A Alix todo este asunto le parecieron patrañas, y la verdad que a un servidor también le sonó un poco a cuento hiraneano. De todas formas, teníamos ahora en qué entretenernos, así que pusimos rumbo al distrito norte. Al llegar, la noche se nos echó encima, así que aquellos que necesitábamos dormir fuimos a la posada “Nido de Grifos” a descansar, mientras Alix comenzó a investigar los alrededores de la alcaldía. Neesa por su parte, buscó el domicilio particular de Nazim Din, y vio como el alcalde se movía por las calles con un pequeño séquito de funcionarios y quizá algún guardaespaldas infiltrado. El alcalde vivía en una casa cómoda, pero no ostentosa. El hada pasó las siguientes horas analizando la esencia mágica de los conjuros que protegían tanto la casa del alcalde como el edificio público, llegando a la conclusión que eran defensas normales y comunes, como conjuros para evitar el escudriñamiento, por ejemplo.

Alix vino a la posada casi de mañana, y tomó mi lecho para descansar cuando yo lo abandonaba. Tras prepararnos, de nuevo gracias a la magia, nos volvimos a N’Daleth, donde nos aguardaba nuestra cita con Iratha Bul.

Como era habitual, los velos se fueron retirando poco después de llegar a la base de la torre, y pronto estuvimos en el elegante despacho de la señora Bul. En el centro, en un atril, la Piedra de Poder Arcano prometida, que emitía un audible zumbido, y de inmediato hipnotizó a Neesa, que ya no pudo dejar de mirarla durante la conversación que siguió.

Los archimagos de N’Daleth iban a ayudarnos, tal y como rezaba la carta de Hyandora, y nos proporcionaban la Piedra de Poder Arcano que Neesa había solicitado. Sin embargo, exigían que se les devolviese, en un plazo que aun estaba por determinar. Es decir, se trataba de un préstamo.

Antes de tomar la Piedra, se dejó caer si era negociable el tema de los 6 millones a cambio de no llevarse la Piedra, pero la archimaga no quería negociar. Una piedra le había pedido la Emperatriz, y una Piedra entregaba, pero con sus condiciones. No había más opción que tomarla e intentar llevar adelante la vía de Taalia. Antes de irnos, se negoció el plazo de devolución. La archimaga nos preguntó acerca de qué plazo considerábamos razonable para devolverla, y aunque algunos, como un servidor, abogábamos por un año, Naltiria estaba más bien por tres o cuatro meses. Finalmente dijimos a la archimaga que fueran seis meses, a contar a partir de la fecha de la teórica apertura de fronteras vaticinada por Voccisor. Así lo anotó Iratha Bul en uno de sus volúmenes, advirtiéndonos de que, si en el plazo establecido, no habíamos devuelto una Piedra de Poder, los archimagos de N’Daleth utilizarían su poder para buscarnos, encontrarnos, y cobrarse.

Con la Piedra de Poder en poder de Naltiria, que la había guardado en una de sus cajas de ébano, salimos de N’Daleth. Alix y Naltiria tenían ahora mucho de qué hablar, pues una vez conseguido el objeto, nuestro siguiente paso nos llevaba a Molcco, donde poder entregárselo a Taalia junto con el servicio de un archimago. Un servicio que Naltiria parecía dispuesta a dar, pero Alix la advertía una y otra vez que no se trataba de un servicio para cumplir una misión o realizar un trabajo, si no que él lo había entendido como servicio semipermanente. La archimaga seguía convencida de que podría negociar los términos con Taalia, cosa de la que Alix no parecía tan seguro. Ambos se encaminaron a Molcco, donde podrían quizá encontrarse con la elfa. A solas, Naltiria preguntó a Alix por qué le costaba tanto creerse que Anne Von Xavras pudiera ser una impostora. Puso como ejemplo a Neesa, quien en el grupo había tomado ya varias personalidades, pasando de ser un gnomo cascarrabias, a ser un humano deprimido, para finalmente ser Neesa el hada. Aun así, Alix parecía poco convencido de que la Emperatriz de Athanae pudiera ser algo así, aunque concedió que quizá, simplemente no quería admitir que pudiera ser cierto, pues eso conllevaría que todas las misiones que habíamos llevado a cabo para ella eran entonces, misiones para alguien equivocado.

Para citarse con Taalia, Alix necesitaba entrevistarse primero con su contacto Lidar Fah, que no estaba en el lugar donde lo conociera días atrás, en el quórum de Fortunna de Palacio de Marfil. Preguntó a un comerciante del lugar, que recordaba al hombre, aunque afirmó no haberlo visto en al menos un par de días. La desesperación empezaba a aparecer en el rostro del chico, que con un pedazo de papel y la pluma que le presté, puso un anuncio con la esperanza de que su nuevo amigo apareciese.

Era el momento de dividir las tareas; así, Naltiria y Alix se fueron a Molcco con la esperanza de ser recibidos por Taalia aun sin la mediación de Lidar. Neesa y un servidor, por otra parte, nos fuimos al distrito norte de Palacio de Marfil, con intención de seguir investigando al señor Din.

En Molcco, la entrada les costó a nuestros compañeros 5000 monedas por cabeza, ya que como pudo saber Naltiria, escandalizada por el precio, los aventureros eran recibidos con extremo recelo en la ciudad a raíz de unos acontecimientos problemáticos de hacía un tiempo, en los que el grupo de Arduin parecía involucrado. Pagaron, qué remedio, y se pusieron en camino a la lujosa casa donde residía Taalia. Sin embargo, al picar a la puerta, el que abrió fue el hombre que Alix había visto la última vez, aquel que solía ir escoltado por dos mujeres fuertes. Como la vez anterior, negó conocer a nadie llamada Taalia. Ante la insistencia del chico en darla recado de que “había conseguido lo que pedía” el hombre murmuró algo mientras cerraba la puerta.

En Palacio de Marfil, dedicamos el día a ver a qué se dedicaba el alcalde y a preguntar a las gentes qué opinión les merecía. Aunque no era alguien especialmente amado, se le consideraba eficaz en sus funciones, y había pocas quejas, más allá del lamento generalizado por el aumento de impuestos achacables a la guerra del sur, asunto ajeno al alcalde de todas formas.

En Molcco el descontento era mucho mayor, como Naltiria y Alix pudieron atestiguar al escuchar a los molcovíes, que estaban poco menos que en pie de guerra contra un Imperio que les cosía a impuestos y no se preocupaba de sus necesidades, según los ciudadanos. Los alcaldes de Molcco recorrían las calles escuchando las quejas de sus vecinos, y haciéndose cargo, trataban de calmarlos, sin mucho éxito.

El mensaje de Alix al hombre de la puerta, pareció surtir efecto, y Lidar apareció en la taberna donde estaba con Naltiria. Amablemente aceptó concertar una nueva cita con Taalia, ya que Alix dijo que ya tenía lo que Taalia pedía. Lidar pareció muy satisfecho con la rapidez en conseguirlo, y advirtió a Alix del peligro que supondría hacer perder el tiempo a la maga elfa si su amiga archimaga se negaba a ponerse a su servicio. Alix, que estaba claramente cansado del tema, se lamentó de que todo el mundo parecía querer beneficiarse y enriquecerse con el asunto, en lugar de ayudar a acabar con una amenaza. Voto a los dioses que ese punto era cierto, y nadie nos había ayudado a cambio de nada… salvo quizá la Emperatriz Hyandora, que nos había proporcionado asistencia en el asunto sin pedirnos retribución.

¿Aceptará Naltiria las exigencias de Taalia, y podremos por fin, poner fin a la aventura de Voccisor? ¿Dónde buscaremos después una nueva Piedra de Poder Arcano que poder devolver a los archimagos de N’Daleth?

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