Diario de Fuinmenel, vol. I


Mes de Finnalander (XII)


En este viaje en tan singular barco, empiezo este diario, en el que anotaré las experiencias en el aún más singular grupo al que me he unido. Nuestra misión es tan grande, que se hace etérea sobre el papel, y hasta que no he visto con mis ojos el terrible Kraken muerto viviente que nos ha atacado hoy, no he tenido contacto real con el asunto en el que me he metido.


Mis compañeros, en esta empresa, son...

· Arduin, conocido por su apodo Lengua de plata, un bardo de tremendo talento, que hace honor a su sobrenombre, pues no sólo es un excelente orador y diplomático, si no que canta con la voz misma de los ángeles, dejando a todo aquel que pueda escucharle, fascinado. Ha demostrado, hasta ahora ser un compañero de corazón puro, bienintencionado, y aunque trate de disimularlo, un tanto atormentado por sus vivencias pasadas. Sin embargo, su actitud respecto de sus problemas es bastante resignada, acepta lo que le ha tocado y lo lleva como mejor puede, lo cual es digno de admirar. Poco a poco voy conociendo más aventuras anteriores del grupo, y no todas han tenido felices finales…


· Holgen, el semiorco, clérigo de Ilfaath, ha dejado atrás su vida como bárbaro, y ha abierto su corazón a su dios, con auténtica fe, de ese tipo de fe que te da ganas de ponerte a rezar con él cada vez que lo hace. No hemos tenido muchas conversaciones, pero le he cogido especial cariño, por su altruismo y bondad, temo que cuando llegue el momento sea el primero en poner su pecho descubierto delante del grupo para sacrificarse. No es de extrañar teniendo en cuenta el dogma de su dios, pero lamentaría profundamente perderle…


· Sotharyl, a la que llamamos Soth o Sotha, una humana alma predilecta de Ashtorgorth, que haciendo honor a la palabra de su dios loco, tiene poco de persona estable. Además, tiene gran influencia en el grupo, siendo el punto más voluble de él en cuanto a cohesión. Es imposible no fijarse en su atractivo físico, que me sigue haciendo morderme el labio cada vez que se mueve, pero todo el atractivo desaparece en cuanto abre su enorme bocota y comete una locura… Por suerte, de vez en cuando sus locuras conducen a salvar una niña esclava de manos de los drow.


· Zahir, el mago, de grandes conocimientos. Hemos tenido interesantes conversaciones metafísicas acerca de la magia y su naturaleza, y también sobre determinados conjuros y efectos. Es sin duda un miembro valioso por su basto conocimiento arcano, muy superior al mío en todo. Sin embargo, a veces decide dar un paso al frente y tomar las riendas del grupo, apoyado en su gran inteligencia, pero su cerebro carece de la calidez y habilidades sociales de Arduin, lo que nos suele llevar a situaciones poco propicias, como cuando decidió hablar con el gigante Gorikas de Ndaleth. Si algo he aprendido en mis anteriores aventuras con otros grupos, es a dejar que cada cual en el grupo haga su trabajo sin tratar de meterse en el de los demás…


· Famir, un hombre parco en palabras, pero eficiente en su trabajo como infiltrador. Por alguna razón, siempre que he conocido a gente experta en camuflaje y maniobras sutiles, suelen ser personas discretas también fuera de su trabajo. No sé si uno es consecuencia del otro o viceversa, pero es de seguro así. Apenas hemos cambiado palabras, y camina por la casa discreto, sin apenas hablar con nadie. Al menos esa es la sensación que despierta en mí… Bueno, yo tampoco soy muy sociable, de acuerdo.


· Judah, nuestro misterioso guía, es un hombre muy místico y grandilocuente, fiel seguidor de Khalah. Sus sermones son siempre inspiradores, y parece tener conexión más directa de lo habitual en los sacerdotes, con su diosa. Una especie de tercer ojo lo guía en nuestra misión, y camina firme en pos de lograrla. Intenta ser amable con todos y actuar también como guía espiritual, y a veces tiene demasiado trabajo que atender. Es sin duda un gran hombre, y su fe en el triunfo me inspira.


Durante mis primeras semanas en el grupo, Judah nos ha guiado para reclutar veinte clérigos de dioses distintos, todos con determinación y convicción para acabar con la niebla de Fenris, cada cual por distintas razones. Como decía al principio, en esta misión, que suena tan genérica y lejana, tan grande como inalcanzable, me embarqué sin pensarlo mucho, llamando a la puerta de una casa que ahora es la mía, un día de hace unas semanas, y desde el mismo momento en que Judah me miró supo por algo que debía unirme a ellos. No creo mucho en el destino, pero me sentí impelida a unirme, así que supongo que algo de divino hubiese en esa decisión.


Tras reclutar a todos los clérigos, nos embarcamos en una nave formidable, capitaneada por la señora Sharteen Tiffon para realizar un estudio preliminar de la Niebla. El viaje hasta Zargosh transcurrió sin incidentes, si excluimos una pequeña discusión de Zahir con la capitana y su contramaestre.


Y entonces la misión se hizo real. El Kraken. Con su aspecto terrible, no sólo por su tamaño, ya de por sí intimidante, si no por la terrible corrupción que emanaba. Estuve a punto de perder el control sobre mis propias acciones, aunque las canciones de Arduin y las oraciones de los clérigos a bordo, me hicieron retomar la compostura. A pesar de ello, a pesar de que la magia me hacia mantener la compostura, ver a ese terrible ser, hizo que algo en mi cabeza se despertase. Ese horroroso monstruo como representación de todo lo que está por venir, como símbolo de la corrupción y podredumbre a la que nos vamos a enfrentar. Ese ser de terrible presencia, tan enorme en maldad. Y ese tamaño, que me hace sentir tan pequeña, ante lo grande de la misión, a la que me uní sin pensar demasiado, y que tal vez sea la última…


Pero no. Los dioses están de nuestra parte. Contamos con excelsos sacerdotes, cercanos como nadie a sus respectivos dioses. Además, siento, en las noches de navegación, la guía de Alunne. Nunca me convertí en clérigo, pero Nuestra Señora de Plata navega también con nosotros.

Durante estas semanas, he aprendido nuevos y poderosos conjuros, que llenan sin parar mis grimorios, y me noto más poderosa de lo que he sido nunca. No obstante, durante el combate con el Kraken, me he sentido inútil, viendo como mis flechas rebotaban en su gruesa y pútrida piel, repasando de memoria mis conjuros mientras descartaba uno a uno todos ellos, para esta lucha que por fin, me ha puesto de pie en el terrible mundo que he de ayudar a combatir. Estuvimos a punto de perder a Holgen, que está entre nosotros aun gracias a la poderosa magia divina de Sotha. Doy gracias a los dioses por tal cosa.


Ah, se ven tan pequeños ahora los problemas antiguos en comparación. Me pegunto qué tal le habrá ido a Zildan en su búsqueda de Ral. Me pregunto, y rezo a Alunne la compasiva por su mejora, qué tal estará Galteas, y qué habrá sido de Dana. Aun están en mi corazón, todos ellos, pero lo veo ahora tan lejos… pareciera que hayan pasado décadas, cuando hace apenas días. Sin embargo, es tan grande la Niebla, que, maldigo a Fenris y su extrema maldad, no creo que pueda volver a ocuparme de otro asunto que no sea combatirla… Que los dioses me den fuerzas para ayudar al grupo a triunfar.



Desierto.


Escorpiones gigantes. Rocs tan grandes como los escorpiones. Sacerdotes cayendo, poco a poco. El desierto consumiendo nuestras fuerzas, haciéndonos sufrir sus inclemencias. Cuando por fin los dioses tienen a bien poner un oasis en nuestro camino, unos seguidores de Fenris, maldito sea su nombre, están allí. Tormentas de arena, que se llevan a Albar. Caminar, arena rozando la piel, calor, sed… Y por fin, Khalix, y su tienda, y su portal.



El infierno de la Muerte, Finales del mes de Venucvander (I)


Cantidades absurdas de muertos vivientes, acosando al grupo, mientras que con la esperanza como arma, avanzábamos hacia la bendición de Khalah. Estuvimos a punto de perder para siempre a Holgen, quien, por pago, renunció a su vista. Agotamiento, sensación de impotencia ante los terribles poderes a los que nos enfrentábamos, pero también sobrecogimiento al ver los poderes de nuestro lado. El odio. El odio en la mirada de esos cadáveres ambulantes, el odio conque embestían contra el muro de luz de Judah, esa fuerza sobrenatural y el hedor… Y también la calidez de la luz de Khalah.



De vuelta a casa, mes de Orthegander (II)


A Sotha parece resultarle tremendamente divertida la pérdida de Holgen. Quizá sea complicidad entre ellos, pero me da la sensación de que el semiorco está un poco harto de la actitud de la mujer. Yo lo estaría, de ser él. Bueno, de hecho lo estoy no siéndolo. Es soez, tremendamente cansina y no comprendo su humor. No cabe duda de que es una valerosa guerrera, y su magia divina es ciertamente formidable. Pero su actitud… Es exasperante por momentos. Durante unas semanas, me he quedado por la casa, con poco ruido más allá de la jarana que hacen los niños. Leo tranquilamente en mi habitación, un tomo que he adquirido en una tienda arcana local, mientras pienso en añadir algunos conjuros a mi grimorio. Los demás han ido a realizar sus entranamientos y otros quehaceres, mientras la gente de Athanae espera, a que continuemos con nuestra tarea de extinguir la niebla… Son momentos de calma, antes de la tempestad. He elegido esta vida, me he embarcado en algo tan épico como grandioso. Que los dioses me ayuden…



Vuelta a Zhargosh


La Baronesa Von Xavras parece muy interesada en ayudarnos. Y Arduin, muy interesado en alejarnos de ella, tanto como para mentirnos a la cara y contarnos un cuento hiraneano acerca de su relación pasada con ella. Sólo los dioses saben qué clase de tratos y aventuras corrieron. Qué razones puede tener Arduin para ponerse tan nervioso, para inventarse tal folletín de fantasía. El caso es que necesitamos los recursos que la Baronesa, y ella está dispuesta a dárnoslos. Aprovechemos eso, y ya veremos cómo cumplir nuestra parte…


Reclutando al ejército


Vamos de ciudad en ciudad, buscando posibles consagradores. Gracias a los dioses las cosas han ido saliendo bien, y entre los conocimientos de Zahir y los míos, hemos ido dando con las ciudades que las visiones de Judah nos describían. Después de eso, hemos continuado buscando posibles bastiones de defensa. Una nueva experiencia desagradable nos esperaba en la ciudad tyrsalita de Zit, donde su líder, un drow seguidor de Idhaal llamado Quevlas Chazritz, decidió tomarse la justicia por su mano, y como las negociaciones no iban como a él le interesaba, decidió, si más miramientos, asesinar a Arduin. Mientras, sus seguidores de la ciudad, apalearon hasta la muerte a nuestra nueva compañera Galaerys, cuando estaa, druida de profesión, se estaba convirtiendo en pantera. Reconozco que la maniobra no fue quizá la mejor pensada, pero la reacción fue desde luego desmesurada. Me costó mucho de mi autocontrol no ponerme a disparar flechas en todas direcciones, pues esta ciudad y sus habitantes son sin duda corruptos y malvados, y no merecen mejor destino que la muerte. Sin embargo, estábamos en tal desventaja numérica que hubiese sido un suicidio. Aun consciente de esto, apenas pude contenerme. La tremenda prepotencia de la que hacía gala el tal Quevlas, consciente de su superioridad táctica, era exasperante, y con los dioses por testigos, que si Arduin o Galaerys no se hubiesen levantado de la muerte, a estas horas no estaría escribiendo estas palabras, y mi cadáver yacería en un callejón de esa maldita ciudad, no sin antes, haberme llevado algunos por delante.


Estoy convencida de la necesidad de cumplir nuestra misión, del divino propósito que nos empuja, pero a veces me cuesta, mucho, entender por qué los dioses quieren salvar semejante fuente de mal y corrupción. Si la niebla los alcanzase, y se convirtiesen en pútridos muertos vivientes al servicio del maldito Fenris, no creo que se acercasen más al mal de lo que ya están en vida, así de podridos están. Pero entonces caigo en la cuenta, de que sacrificarse por aquellos que amas, por tus amigos, es fácil. Lo difícil, es precisamente, empeñar tus esfuerzos en salvar gentuza que desprecias, seres que, precisamente, no merecen la salvación. Habrá de ser así. Pero desde luego, que si cuando todo esto acabe, tengo la oportunidad de volver aquí, y tener un encuentro con el señor Charitz, no sea en tan buenos términos. La venganza no ha sido nunca una motivación para mí, pero algo se revuelve dentro de mí cuando tratamos con este tipo de gente, que pone a prueba mi fe en la civilización en la que vivimos, y la que intentamos salvar…


En cuanto a nuestra nueva compañera, Galaerys, he de decir, que en parte me recuerda a mí. Es bastante callada, incluso menos sociable que yo. Supongo que va implícito en ser druida y estar acostumbrada a vivir lejos de las ciudades y pueblos. Estoy segura de que disfruta más de la compañía de animales, como su fiel Zetes, que la de otros humanoides, y sólo una determinación similar a la que me impulsa a mí a seguir adelante con la misión, la mantiene junto a nosotros. Creo que cuando llegue el momento, será una aliada valiosa, pues su conocimiento acerca de la naturaleza es mucho más amplio que el mío, y su magia druídica ya ha probado ser valiosa en el bosque de Tyrsis.


Oh, Alunne, dame orientación en estos días oscuros. Que allá donde mi vista élfica no llegue, tu intuición me guíe…


En el campamento de las Amazonas

Hemos llegado al campamento de las Amazonas de Virtanne, que están enfrentadas a sus primas seguidoras de Punienna. Quieren acabar con la líder de la facción opuesta, cosa que nos ha parecido, en general, no demasiado bien; estamos más por la labor de secuestrarla, quizá convencerla. Quizá no sirva de nada. Las Amazonas parecen bastante seguras de que cualquier solución que no sea cortar la cabeza de la líder, no surtirá el efecto deseado. Con el informe de las exploradoras, la situación no es más fácil. Una dura discusión moral siguió, con puntos de vista muy diferentes en el grupo. Mi compás moral me impedía ponerme del lado de quienes querían ejecutar a Xinrenna. Hasta el punto que, perdida en mi indecisión, elevé plegaria a los dioses, que tuvieron a bien mandarme una visión en forma de paz cuando la Amazona fuese decapitada por Vilaia y su hoja ardiente. Así se lo hice saber al equipo de infiltradores, para que supieran que, si significaba algo para ellos, contaban con mi beneplácito para asesinar a la líder de las amazonas de Punienna.

Todo pareció salir bien, y Vilaia acabó con Xinrenna. Después de la batalla moral del día anterior, creo que no me apetece hablar de esto en una buena temporada.


El Giro por Zhargosh


Soth ha decidido, que durante el siguiente año, mientras los sacerdotes entrenan a los Consagradores, es el momento adecuado para completar una de las misiones que nos encomendaron cuando se unieron a nosotros. Completar un “Giro” por Zhargosh, cumpliendo encargos aquí y allá ayudando a las distintas ciudades zhargoshianas. Los encargos parecían sencillos, hasta que nos encontramos con el gnomo loco que nos usó como cobayas en su proyecto, “La Mazmorra Definitiva” una suerte de mazmorra diseñada para poner a prueba aventureros tan locos como él. Y a instancias de Soth, nos tiramos de cabeza. Ello nos llevó a estar ahí encerrados un tiempo, y mientras descubrimos cómo funcionaba ese infernal sitio, algunos perdieron la vida. Gracias a los dioses, pudieron regresar.


Finalmente logramos salir de ese infernal sitio, y he de decir, que la recompensa fue generosa. Un nuevo arco, mucho más poderoso al Alma de Claude. No mereció la pena, pero al menos nos llevamos algo positivo. Para mí, este nuevo arco se llamará también Alma de Claude, pues quiero mantener el recuerdo de mi amigo vivo.


Nuestro siguiente encargo parece ser ayudar, o sabotear, que no me queda muy claro, a un noble local que parece enemistado con la Baronesa Von Xavras, un tal Villacia o algo así…


Soth y Arduin parecen llevar las negociaciones de esto, aunque de un tiempo a esta parte, Arduin ha delegado toda su influencia en el grupo. Parece absorto en otros pensamientos, no sé si coincidirá con su vocación como paladín o bien con nuestro trato con la baronesa. Ambas cosas sucedieron en no mucho tiempo, y creo que es desde entonces, que nuestro grupo es conducido por Soth, sin que Arduin haga nada más allá de acompañarnos… Mientras ellos se dedican a hablar con este noble, Galaerys y yo hemos tenido una conversación. Ambas somos poco habladoras, y nos han bastado unos pocos gestos y palabras para perdonarnos nuestras faltas en la mazmorra, y ahora, sólo con este acercamiento, ya la siento más cerca de mi corazón de lo que ha estado nunca Soth. Esto no deja de ser extraño, pues hasta este día, apenas habíamos tenido relación. Ella está muy arraigada en sus pensamientos rurales y naturales, y parece abstraída, pero creo que es simplemente una manera de ser tan válida como la mía, actuando por el bien del grupo y la misión desde un punto no tan locuaz.


Tras unas cuantas aventuras menores, como la de los Gigantes que robaban ganado, nos encontramos con la tarea de resolver el asesinato de la joven Daniela, que parecía haber muerto a manos de su pretendiente, el Hidalgo de Turanza, de nombre Adriano. Todo parecía preparado para que fuera evidente que lo había hecho, pero tras unas pesquisas iniciales, parecía menos claro que el noble la hubiese asesinado. Continuamos investigando… Conseguimos demostrar la inocencia de Adriano, pero no pudimos encontrar al verdadero asesino, lo cual fue bastante frustrante. Más frustrada aún, me dejó el hecho de pensar en que Daniela, la muchacha enamorada, murió pensando que su amado la había agredido, violado y asesinado. Me siento tan triste por su alma, no puedo imaginar el dolor que me causaría a mí, morir en una situación similar. Aunque ahora mismo no me siento apegada a nadie, aun recuerdo con gran cariño a Dana, y cómo me hacía sentir. Y hubiese sido tan doloroso morir pensando que ella me asesina de esa manera… Teniendo en cuenta que además lo veo lejano en el tiempo, y aun así me resulta inquietante, no quiero pensar en cómo tuvo que sentirse la pobre muchacha en esos últimos momentos. Ojalá algún día, podamos encontrar al malnacido que perpetró el asesinato, y también a quienquiera que lo encargó, y hacerles pagar por sus crímenes… Que Finallis les haga pagar por sus actos.


Al poco de terminar esta misión, mientras escribía la entrada anterior, Galaerys ha decidido tomarse un respiro, asqueada por la sociedad humana en general, y la Zhargoshiana en concreto. Entiendo lo que quiere decir… muchas veces he pensado en dejar el grupo, en rendirme, en tomarme un respiro también… Tengo más cosas en común con ella de lo que pensaba. Lo pensé sobre todo tras la experiencia en la Infraoscuridad, experiencia que, pienso, Galaerys hubiese encontrado profundamente desagradable, y posiblemente hubiese tenido en ella una reacción aún más acusada, pues considero, que si bien en Zhargosh la sociedad es mayormente malvada e interesada, no es tan sádica y cruel como la de los Elfos drow… Me pidió un mechón de mi cabello, para encontrarnos, pero sospecho que al fin y al cabo, me ha tomado algo de aprecio después de todo. Al menos quiero pensarlo así, porque yo sí la tengo algo de cariño después de todo, y si no fuera tan retraída y poco social, quizá podríamos llegar a algo más. No obstante, soy consciente de que ella no está interesada en el apego de ningún tipo, y a pesar de que no soy humana, a sus ojos soy tan miembro de la sociedad que detesta como ellos. Es una lástima. La echaré más de menos de lo que quiero reconocer, y espero que vuelva pronto, con más fuerzas que nunca, pues su ayuda nos vendrá bien en la misión… La misión. En mi corazón sigo sintiendo cada día la fuerza y la determinación que Khalah nos dio en su Catedral, y no sé si los demás lo sentirán igual…


Y tras tres horas, se pone en contacto con nosotros, con una extraña misión acerca de la pluma de un ave elemental mitológica, para llevarla a su mentora, que parecía ser la verdadera razón por la que se separó de nosotros. También, claro, habrá verdad en su palabras acerca de su hastío con la sociedad, pero no fue del todo sincera… Parece que vamos a pregunta a Sharteen, por si ella supiera algo de la localización de ese ave mítica, con lo cual asumo, que Galaerys volverá con nosotros, al menos por ahora.


Todos se han vuelto locos. Zahir está obsesionado con convertirse en hechicero, y para ello, ha consultado con dos maestros que le han pedido una serie de rituales muy extraños. Luego Arduin ha recordado una historia igualmente rocambolesca de un gnomo tuerto y no sé qué más. Galaerys también anda buscando un ave mítica que no sabemos si realmente existe, impelida por sus maestros druidas. Holgen les da consejos metafísicos y filosóficos acerca de la fluidez de la magia y otras cosas raras, Soth aconseja a Galaerys acercad e cómo convocar el ave… Yo ya no sé si estos compañeros, son los mismos que encontré hace meses convencida de que un propósito divino nos llevaba hacia un destino grandioso…


Después de varios intentos, Galaerys consiguió por fin su pluma extraña, así que se va a pasar unas semanas entrenando con los druidas. Todavía no me quedó muy claro si el ave existía o no, pero el caso es que volvió de su viaje al plano etéreo con una gran sonrisa, y buen humor, así que supuse que había logrado su objetivo. Además parecía tan contenta que nos dio un beso a todos, momento que aproveché todo lo que pude… Y después de ver a Zahir rodar desnudo colina abajo, visión que posiblemente se repita en alguna pesadilla, y una vez completo el ritual del gato, parece ser que también él parece satisfecho con su entrenamiento. Espero que podamos seguir avanzando en el Giro, sin más distracciones.


El Fin del Giro


Después de unos cuantos meses continuando con nuestro Giro, con nuestras desventuras con los gigantes de la escarcha, el dragón loco de cristal Spec, las aventuras de los campesinos épicos, y el suicidio ritual contra las sirinas, y diferentes saludos y mensajes de punta a punta, por fin llegamos a Confina, donde nos concedieron la insignia de final del Giro. Estamos a veintiocho de Fotunnander (VIII) de Mil Ochocientos Treinta.


Y por fin pudimos continuar nuestra misión real, la de acabar con esta maldita niebla, y su creador, el malnacido de Fenris. La archidruida Mirenna nos ha llamado, y nos ha hecho saber la más que probable ubicación del malvado nigromante, en una impía Catedral. Que los dioses nos protejan, Oh, Alunne, que la luz de tu luna nos ilumine en esta noche que se avecina. Oh, Fortunna, que la suerte nos sonría en esta aventura. Oh, Khalah, danos valor en esta batalla. Oh, Finallis, danos rectitud, en esta justa batalla que ha de venir.


Nos embarcarmos de nuevo con la Capitana Sharteen, camino de vuelta a Re-Ionnae, para ir a buscar a la Emperatriz Hyandora, que nos ha de acompañar en el ataque a Fenris. El final de la misión divina se acerca, y la representante terrenal de Ilfaath se une a nuestra causa, lo cual hace crecer la esperanza en mi pecho. Hace tanto tiempo que no pienso en otra cosa que no sea la misión, que los recuerdos de Dana, Faemir, Zildan, e incluso Judah, me parecen ahora lejanos tanto en el tiempo como en mi cabeza.


La Emperatriz nos espera con su equipo de guerra en el puerto de Tancra, donde aborda la Aguja de Plata, y nos dirigimos de vuelta a Zhargosh, hacia nuestro destino divino. Mirenna nos espera, para llevarnos a nuestro destino…


En la última parada de este viaje, remito este diario por mensajero a la casa de Arduin, en Re-Ionnae.

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