Cartas al Lobo Blanco - 9

- ¿No le parece curioso padre, que tras estar más de 15 años cautivo de los orcos, mal viviendo en un carro forrado de barrotes, recibiendo golpes y obligado a trabajar como esclavo, logre escapar de los orcos, para convertirme en un prisionero de los hombres?

- Hijo, no estas prisionero, simplemente debemos aclarar ciertos aspectos y matices de como lograste huir del campamento orco. ¿No crees que es bueno comenzar de nuevo con la conciencia tranquila?

- La diferencia Padre, es que para preguntarme esos matices, no era necesario secuestrarme y encerrarme en las peores catacumbas de todo el imperio, con grilletes en las piernas y sin poder tener contacto con mi familia.

- Te prometo, que si contestas mis preguntas, pronto estarás con tus hijos, como un hombre libre y serás recompensado como se merece, con suficiente oro como para que no vuelvas a necesitar trabajar jamás.

- Pregunte pues, no hay nada que tenga que ocultar, y si me lo hubieran preguntado hace días se lo hubiera contado igual. Aquel día no se borrara fácilmente de mi memoria.

- Si es así, entonces, la pregunta es fácil, ¿cuéntame que sucedió?

- Como le decía, llevaba 15 años cautivo, me capturaron cerca de una cala en La Bahia Negra, rumbo a Barak-Varr, mientras transportábamos un cargamento desde Tilea, sabíamos que la zona era peligrosa, pero una tormenta había dañado uno de nuestros mástiles y las corrientes nos llevaron hacia la costa.
Pase los primeros años prisionero en varios campamentos, pero tiempo después, decidieron moverme, a mí y a otra veintena de prisioneros, tanto enanos como humanos, incluso había un elfo.
Nos llevaban de un sitio a otro en un gran carro con rejas, y de vez en cuando nos bajaban y nos ordenaban hacer algo. Ya fuera enterrar a unos orcos o cortar madera para algo, construir una empalizada. Cosas por el estilo.

- Perdona que te corte, ¿puedes contarme los últimos momentos, cuando conseguiste escapar?

- O si perdón… disculpe… Veamos, para explicar mi huida, debo comentarle algo antes.
Hará unos 3 meses, estábamos cerca de “Peñasco Negro”, así lo llaman ellos, quedábamos cuatro de los treinta que habíamos llegado a ser, unos asesinados, otros regalados a algún jefe orco, pero ninguno había conseguido huir, y los que lo intentaban eran capturados y torturados de formas atroces.
Bueno como le decía, hará unos tres meses, llego una pareja, venían custodiados por varios jinetes de lobo, y no venían en buenas condiciones, así que casi seguro que se resistieron bastante a ser apresados.
La chica tenía el pelo liso y negro como el carbón, era muy hermosa, y parecía que de buena familia, o al menos su ropa, su forma de hablar y de actuar así lo indicaban.
Él era un estaliano alto, con el pelo largo en una coleta, y por lo que parecía había recibido la peor parte.
Paco, que así se llamaba el Estaliano, aunque magullado, no paraba quieto. Desde el primer momento se intentó escapar y dio más problemas a los guardias que todos los demás en todo el tiempo que llevábamos presos.
Ella se llamaba Cerina, y era tan preciosa como inteligente, controlaba los turnos de los guardias, las rutas que hacían, nos pidió todo tipo de información. Le contamos todo lo que se nos ocurrió para ayudarla, desde donde habíamos salido y hacia donde pensábamos que nos llevaban, lo que habíamos hecho y quienes eran nuestros captores. A muchos de los orcos que nos vigilaban les conocíamos desde hacía muchos años, por lo que sabíamos de qué pie cojeaban.
Entre ellos había una relación extraña, estaba claro que pasaba algo, y se notó mucho más cuando Paco se unió a nuestras charlas y comenzó a maquinar un plan para poder escaparse junto a ella, al que nos invitaron a los demás, y todos accedimos gustosos. Gracias a ese plan estoy yo aquí, esos meses desde que llegaron fuimos calculando todo e intentando descubrir cuando sería el mejor momento y la mejor ruta para salir de tierras orcas.
Así llego el día, habíamos ideado dos posibles planes, dependiendo de los trabajos que fuéramos a realizar. Nos tocó construir una empalizada, por lo que solicitamos los hachas para talar la madera necesaria. Mientras talábamos avisamos a uno de los orcos que nos vigilaban y saltamos sobre él, el resto de guardias nos atacaron, pero en ese momento Paco como por arte de magia cubrió su cuerpo con una armadura completa negra, y con el escudo y la espada que había quitado al primer orco, bloqueo el camino de los guardias, mientras Cerina, comenzó a pronunciar unas palabras mágicas y haciendo unos gestos, creo una barrera de fuego a nuestro alrededor.
¡Aún recuerdo, lo que tardamos en conseguir algo de azufre para su conjuro!
En aquel momento estábamos en la parte norte del territorio de los “Goblins Ojo Legañoso”, que está cerca de La Bahía Negra, y nuestro plan era llegar a la costa, y desde ahí bordear hacia Barak-Varr.
El plan era bueno, además la coordinación entre nosotros nos daba buenas expectativas, pero siempre hay algún imprevisto. Y ese día no iba a ser una excepción, casualmente unos jinetes de lobo, estaban llegando, aunque no lo descubrimos hasta que ya habíamos iniciado el plan.
Salimos del campamento corriendo, tras haber roto las cadenas, pero mientras huíamos, Paco y Cerina, se quedaron atrás deteniendo el ataque de los jinetes de lobo, dándonos una oportunidad a nosotros, ya que alertados por los gritos cargaron hacia nosotros. Fresner, que era otro preso, y yo conseguimos llegar a la playa, nos habíamos separado de los demás y decidimos caminar hacia el este durante varios días, con tan buen suerte que al cuarto día vimos en el horizonte un barco, al cual conseguimos subirnos.

- Vamos a ver si lo he entendido, ese tal Paco, y la joven, quedaron atrás, y ¿no sabes que es lo que les sucedió?

- Así es, si cree que después de quince años preso, voy a quedarme a ver cómo les capturan, les matan o como les lavan la ropa, lo lleva usted claro….
Marcus y yo, corrimos tanto que durante un buen rato deje de sentir mis propias piernas. Vagabundeamos por un bosque y atravesamos unos acantilados que terminaban en el mar, desde que les dejamos de oír hasta el mar pasaron al menos tres días, y otros tantos caminando por la playa.

- ¿Te contaron alguna vez, como, o donde les capturaron?

- Alguna vez les preguntamos, pero lo único que decían era que tenían un plan y que estaba saliendo a la perfección, aunque les llevaría tiempo.
Pero no conseguimos que nos dijeran nada más…

- Interesante, un plan… está bien, se ha ganado su libertad de todas las formas posibles, lamento los problemas que le hemos ocasionado, pero pronto podrá ver a su familia.


Transcripción del interrogatorio realizado a Iván Petróvich.
(Tomadas las medidas necesarias para evitar filtraciones del paradero de los sujetos.)

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