Cartas al Lobo Blanco - 3

Hace 40 años, 10 Km al noreste de Mootse (Kislev)

Una pequeña cabaña presenta rastros de quemaduras, parecen hechas por bolas de fuego o por rayos, además se ven claramente varias flechas clavadas en la pared, mientras un regimiento de 40 hombres a caballo rodea la cabaña con sus armas prestas al ataque.
Varios soldados a pie se acercan con las armas desenfundadas lentamente hacia la liviana puerta de madera que protege a una pequeña familia.
En su interior, sollozos, y respiraciones entrecortadas por el llanto. Una familia, formada por un hombre mayor con barba blanca y brazos robustos, que abraza a cuatro pequeños. Su mujer, abrazada a él y con la cabeza oculta en su regazo, llora de miedo mientras el hombre grita con toda la potencia de sus pulmones.

- ¿¡Si les cuento lo que sucedió, nos dejaran ir, podremos irnos sanos y salvos!?


Un caballero de blanca armadura, se abre paso entre el perímetro de caballeros y se aproxima hacia la cabaña. Se para a unos pocos metros y retira su yelmo, dejando a la vista el rostro de una mujer rubia, hermosa, fuerte, que alzando la voz contesta al campesino.

- Caballero, contadnos lo sucedido, y por Morr que nada os sucederá.


El hombre se libera de su familia, y abre la puerta, invitando a entrar. La mujer y cuatro de sus caballeros entran en la cabaña, y comienza el relato de lo acaecido pocas horas antes en aquel mismo lugar.

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Cuatro jinetes llegaron a toda velocidad por el camino e irrumpieron en su nuestra casa cogiéndonos como rehenes. A los pocos instantes llegaron otros hombres.
Su cabecilla, un apuesto caballero con marcado acento Estaliano, les indico que salieran y que nos dejaran en paz, pues solo buscaban lo que habían robado y que de una forma u otra lo conseguirían.
Los hombres que estaban con nosotros, llevaban el rostro tapado con unos velos negros, y solo podíamos ver sus ojos. Cada vez se ponían más nerviosos, y parecía que de un momento a otro nos iban a matar, pero no fue así, por el contrario, sacaron unos pequeños botes que llevaban en los cinturones y se los bebieron, nos soltaron y salieron fuera de nuestra cabaña.
Nosotros nos acurrucamos junto a la chimenea y desde ahí yo podía ver como luchaban en el exterior.
Los hombres del Estaliano rodearon a los cuatro jinetes, uno se envolvió en fuego, otro se transformó en una especie de criatura con hocico de lobo y garras, el tercero saco una espada larga de hoja negra y otra con la hoja roja, el cuarto preparo un arco largo muy estilizado, y mientras tanto el Estaliano seguía impertérrito en su corcel con la mano en la empuñadura de su espada y la otra en las riendas.

- Rendio’, poque no zaldréis d’aquí vivoh. Ante derl’alba, etto s’abrá finiquitao.


Los jinetes se pusieron en guardia y comenzó la pelea. Se veían rayos, fuego, choques de espadas, flechas cruzando la pelea, y en unos instantes, todo quedo en calma.
Aún quedaba uno de los jinetes con vida, sus tres compañeros habían caído, los hombres del Estaliano permanecían todos en pie. Él aún permanecía en su montura, sin haberse movido.
El jinete que quedaba, comenzó a conjurar algo en una lengua extraña, profunda, grotesca. Mientras recitaba esas palabras, su cuerpo se descomponía, y de su interior aparecía un ser fantasmagórico, de aspecto de mujer con el cabello moviéndose en un viento fantasmal.
Una banshee grito uno de los hombres del Estaliano, el cual con un par de movimientos se bajó del caballo e indico a uno de sus hombres algo.
La figura fantasmal abrió la boca en un grito profundo, pero antes de oír siquiera su voz, todos nosotros caímos dormidos, y no vimos nada más.
Despertamos hace unas pocas horas y al salir de la cabaña mi hija pequeña que fue la primera en despertar, nos ha dicho que vio cabalgar hacia el sur a los hombres del Estaliano.
Al salir yo de mi hogar, no encontré ni rastro de los cadáveres de los que habían caído.

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Mientras decía esto, la mujer se levantó, realizo una reverencia y salió a la calle apresuradamente. Monto en su caballo y dando un par de ordenes partió velozmente hacia el sur.

- ¡¡¡Soldados, avanzad, Morr nos dará alas para eliminar a nuestros enemigos!!!


Tras una pequeña oración, las monturas del regimiento se comenzaron a mover mucho más rápido, avanzando por el camino en busca del grupo del Estaliano.
Y de esa forma los Caballeros de Morr partieron de aquel claro junto a una pequeña cabaña, intentando dar caza a los que, pensaban, eran sus enemigos, pero eso ya es otra historia.

Imagen tomada de: http://davetaylorminiatures.blogspot.com.es/


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