Acérquense, damas y caballeros, acérquense a este humilde bardo, para escuchar una nueva historia, acérquense para escuchar cómo me uní a un grupo, cuanto menos, peculiar...

Sesión XIX:

Luca mueve la cabeza a un lado y a otro, crujiendo las vértebras del cuello tan fuerte, que incluso se escucha el “clack” por encima de la algarabía de la arena. Una arena improvisada, que los miembros del ejército de Dhamar Fah han montado en medio del enorme campamento, para entrenar, luchar, y hacer apuestas. Todo vale con tal de espantar el aburrimiento.

El enorme ogro mira a su rival, un minotauro llamado Troski, que avanza hacia el centro de la arena mientras Luca hace lo propio. Se estrechan las manazas, e intercambian fanfarronadas varias, con insultos amistosos, y acuerdan los términos de la pelea. Tras ello, no se entretienen en más prolegómenos, y comienzan a atizarse como si de verdad estuvieran enfrentándose a muerte. Ninguno de los dos pone énfasis en defenderse; la táctica es golpear al rival con la esperanza de que los golpes propios tumben al otro antes de que suceda lo contrario. A pesar de golpearse con la parte plana de las armas, los impactos son tan violentos que la sangre mana de las bocas de los contendientes, y el ruido de los golpetazos se escuchaba, paf, paf, sordo sobre el jolgorio.

Es Troski quien primero hinca la rodilla, aturdido por la potencia de los golpes que le llueven. Luca alza los brazos, victorioso, y es aclamado por los espectadores, sobre todo aquellos que habían apostado por él. Se acerca al ogro Pavel “Puño de Hierro”, el que va a ser su nuevo maestro. Se muestra satisfecho a medias, pues el rival parecía ser digno, pero los métodos empleados por ambos, al utilizar armas, no son tan de su agrado. Por este detalle, informa a Luca que le cobrará el doble de la tarifa que negociaran en su momento.

Pero de esto hace ya unos días, pues el grupo se encuentra ahora en Parterra, en pleno Tyrsail, intentando trazar un plan para acometer la misión de neutralizar y ejecutar a Gilles de Belouse, noble local decidido a alzarse en armas contra el Imperio que, según él, ocupa sus legítimas tierras. El conde parece estar emparentado, aunque de lejos, con el anterior rey Allanon, y su derecho al trono por línea sanguínea parece tener fundamento. De fondo, mientras discutimos tales cuitas, planea en la sombra el tema de Voccisor, pues Tenar parece preocupada por el asunto. No obstante, la misión que nos ocupa, es, como siempre, acuciante.

Propone Neesa, transformada en Tugrid ahora, que un servidor haga una canción para hacer burla del noble y poder socavar el apoyo que tiene entre el populacho, y me pongo de inmediato a componer algo.

Mientras, Alix decide ir a tomarse un trago a la taberna más cercana, y Elian no duda en acompañarlo. El muchacho es tyrsalita, y no tiene problema en ser atendido. Sin embargo, el discurso xenófobo de Gilles parece haber llegado antes que él mismo, y los parroquianos se muestran hostiles ante Elian, que no habla una palabra de tyrsalita. La situación parece tensa, aunque Fortunna mediante, no llega a mayores.

Caída la tarde, llega el noble a la ciudad, recibido como si de un héroe se tratase, envuelto en vítores y apoyo popular. Cierto es que hay algunos habitantes de Parterra que no parecen apoyarle, pero son minoría. Sobre la muralla de la ciudad, y flanqueado por otros nobles afines a la causa, comienza su discurso de soflamas patrioteras, apelando a los ancestros tyrsalitas y a la gloria pasada, y equiparando a todos los invasores como iguales. Discurso vacío de contenido y lleno de falacias, pero que parece calar en la abigarrada audiencia, que jalea a Gilles. Convencido de su victoria, el noble baja a saludar al gentío, dándose un baño de masas, besando bebés y estrechando manos por doquier. Las gentes de Parterra se rinde ante su nuevo y carismático líder, y la mayoría de hombres y mujeres en edad de blandir un arma, no duda en alistarse en el contingente de fuerzas del noble.

En ese momento, decide un servidor acercarse a la comitiva de Gilles, en busca del bardo de su corte. Tras inspeccionar a sus allegados, llego a la conclusión de que carece de tal cosa, así que acercándome a la noble más atractiva de cuantas acompañan al conde, ofrezco mis servicios como Bastien el Bardo, nombre que he utilizado en alguna otra ocasión en que he preferido no dar el mío.

Me confirma la mujer que puedo quedarme para narrar las gestas de Gilles, pero que no se me pagará por ello. La primera parte de mi plan está funcionando.

El resto del grupo no está parado: Tenar da aviso en los templos de Vécnuvar y Khayradín acerca de la situación en Funterish y Siempiedra, con poca suerte en ambos casos: Los seguidores de la Fértil Madre son pacifistas, y no quieren involucrarse. Los del Señor de las Batallas, afirman que la solución de todo problema pasa por la lucha, y lucha habrá, tanto allí como aquí ahora, respecto de la situación de Gilles.

Naltiria saca su pluma, y comienza a redactar un anuncio oficial del Imperio, en el que se declara traidor a Gilles, y se insta a todo el pueblo a dejar de seguirlo so pena de traición. Se propone hacer varias copias selladas del documento, para ponerlas en los principales lugares de la ciudad.

Alix parece tener un plan. Toma su capa de embajador Imperial, se la pone al cuello, y avanza decidido al castillo de la ciudad, donde el séquito del conde, y el conde mismo, ya se han retirado a descansar tras la intensa tarde. Los guardias paran al chico, ya que no se creen que tenga el rango que el muchacho invoca. Alix exige que como embajador de Athanae, le permitan la entrada, y le concedan audiencia con Gilles. No parecen por la labor los guardias, y tampoco quiere ceder el muchacho, lo que desencadena inevitablemente en violencia; Alix dispara al aire, pero los guardias no parecen tan comedidos, clavando sus lanzas en la carne del cazabrujas. Tenar, cuya alarma mágica se dispara al ser herido Alix, se teleporta a su lado, buscando ayudarlo. A pesar de los intentos por tranquilizar los ánimos de la alta elfa, el olor de la sangre parece enardecerlos por el contrario, así que finalmente, Tenar ha de tirar de teletransporte para huir de una situación crítica. Alix está tremendamente frustrado por la situación, y no desea contestar preguntas.

Tras este episodio, un servidor, desde dentro del castillo, informa al grupo del revuelo que se ha montado con el asunto de Alix; los más cercanos a Gilles, un tanto paranoicos, hablan de intento de asesinato, y ponen a todas las fuerzas en alerta. Decidido a llegar a asuntos más profundos, empleo el encanto que Shindalar me concediese para “acercarme” a Isobel, e intentar no pasar la noche en la sala común del servicio. Fortunna me sonríe… o quizá no sea la dama Suerte quien lo hace, dejándome en la alcoba de la noble.

Naltiria, ayudada por Neesa, distribuye las octavillas por la ciudad, pero pronto serán sustituidas por otras con retratos de Alix y Tenar ofreciendo una recompensa de 5000 monedas de oro por cada uno de ellos.

La noche, que comienza de manera dulce para este humilde bardo, practicando sus mejores encantos con Isobel, no continúa después de la misma manera, pues ante la pregunta de que si los nobles temen una respuesta violenta del Imperio, niega tajantemente esto, y hace llamar a dos guardias. A pesar de moverme todo lo rápido que mis años en el circo me permiten, entre los conjuros de la señora Isobel y la pericia de los guardianes, logran reducirme. “La situación se está poniendo fea, muy fea” transmito a mis compañeros antes de que los conjuros de la noble me hagan cortar la comunicación. Me conducen a las mazmorras del castillo, donde me sientan, e Isobel comienza a hacerme preguntas. Preguntas tales como para quién trabajo, o cuáles son mis verdaderas intenciones. Gracias a su magia, no puedo resistirme a contestar. Tras revelar mi pertenencia a los Caminantes Sin Rostro, delatar a los miembros del grupo, y confirmar las sospechas de Isobel acerca de nuestras intenciones poco amistosas para con Gilles, de repente un efecto mágico aparece bajo mis pies, llevándome de vuelta con Naltiria. Esa sucia Naltiria traidora, pienso en el momento, y no dudo en desenvainar mi fiel ropera, Le Rapière Noir, para intentar clavarla en el corazón de la maga. Tenar, Neesa y la misma Naltiria se dan cuenta de que aun sigo hechizado por la magia de Isobel, y mediante sus propios sortilegios, recupero la cabeza, al menos momentáneamente, no sin antes haber hecho un par de ojales nuevos a la túnica de Naltiria.

La situación, una vez Alix y Tenar están en busca y captura, mi tapadera ha sido descubierta, y han sido revelados otros nombres e intenciones, ya poca solución diplomática parece tener. ¿Cuál será el siguiente paso de los Caminantes sin Rostro, pero cuyas caras adornan carteles de todo Parterra con precio por sus cabezas?

No hay comentarios: