Acérquense, damas y caballeros, acérquense a este humilde bardo, para escuchar una nueva historia, acérquense para escuchar cómo me uní a un grupo, cuanto menos, peculiar...

Sesión XVI:

Nos hallamos en la ciudad de Castiglia, nueva capital del Imperio de Athanae. La intención pasa por ir al palacio de la Emperatriz, a la que sabemos ausente, para dejar a la comitiva de X’Valla a buen recaudo lo antes posible, en pos de viajar a encontrarnos con la Furia Pálida e impedir su avance sobre Funterish.

Sin embargo, Tenar nos advierte sobre un reflejo rojo que ha visto a las afueras de la ciudad, similar a las señales que se envían entre barcos con espejos, y sin pensarlo, eleva el vuelo y va a investigarlo. Descubre la elfa un lugar donde se ha llevado a cabo un ritual, con símbolos sagrados de Idhaal, señor del Asesinato, y unos cuantos cadáveres, algunos de ellos con el uniforme de los Casacas Púrpuras, otros ataviados con hábitos del mencionado dios. Sin perder un instante regresa a la ciudad para informar a la guardia, pero no parecen muy interesados en el asunto, diciendo que ya se encargarán, sin darle importancia. Tenar, contrariada por la pasividad de la autoridad, nos dice que acaso sería buena idea investigar este lugar, y todos parecen de acuerdo, aunque un servidor decide quedarse con X’Valla, acompañando a Naltiria, Umrick y Kaito para llevar a los drows al palacio, mientras Tenar, Alix, Tisaia, Luca y Kalanthe acuden al siniestro lugar. Elian, por su parte, decide esperarnos en la taberna más cercana, pues parece sediento como de costumbre.

Al llegar al impío lugar, el grupo puede ver con más detalle una docena de cadáveres, algunos de ellos Casacas Púrpuras, otros, ataviados con hábito de Idhaal, y otros con más pinta de civiles, sobre un suelo inundado de sangre y con el símbolo sagrado del dios del asesinato pintado. Kalanthe se dedica a saquear todo objeto mágico que puede, mientras el resto del grupo investiga qué ha podido suceder. Es Alix el primero que oye la voz en su cabeza. Un ente, que parece hablar desde una brillante gema en el centro de la daga ensangrentada dibujada en el piso. La voz le conmina a tocar ese diamante brillante, que parece ser lo que emitió el brillo que Tenar viese. Nadie más puede oír la voz, y Alix comienza a ponerse agresivo, gritando cosas como “sal de mi cabeza” “Cállate” y similares. Los demás lo miran un poco confundidos. Al percatarse esa presencia que Alix no parece dispuesto a tocar la brillante piedra, comienza a “hablar” en la cabeza de los demás, uno por uno. La voz urge a todos a tocar la piedra para poder materializarse, pues, explica, los pobres desgraciados que yacen muertos hicieron un ritual para convocarle, pero se les fue de las manos; tanto, que dentro de 77 días, dice, el mundo tal y como lo conocemos se irá al carajo, pues las fronteras se abrirán y toda clase de demonios y seres de planos superiores entrarán en el mundo mortal, cambiándolo para siempre. Sólo hay una manera de evitarlo.

Tenar se acerca a la gema, preocupada por lo que dice Alix, sin escuchar la otra parte del diálogo. “No te acerques” grita Alix, que apunta con sus armas a la clériga. Un paso más de la elfa, y Alix dispara a las piernas de Tenar sin pensarlo, “he dicho que no te acerques”. La elfa trastabilla, herida y confundida. “¿Qué haces, Alix?”

A pesar de sus propias advertencias, Alix se acerca a la piedra, con un trapo, con intención de taparla. Sin embargo, cuando se dispone a hacerlo, una fuerza invisible le obliga a tocar la gema. Por fin se manifiesta Voccisor, avatar de Idhaal, una suerte de ser de aspecto demoníaco, charlatán y elocuente, que, ya a la vista de todos los miembros presentes, explica que el ritual que los desgraciados han llevado a cabo ha salido mal, y han iniciado una cuenta atrás de 77 días para abrir las fronteras. Informa Voccisor que para terminar el ritual y evitar esto, es necesario derramar más sangre inocente, realizar más asesinatos, y a cambio, él puede asesinar a otros individuos que deseemos. Alma por alma, dice. Parece bien interesado en realizar este asunto, pues no quiere que las fronteras se abran y el mundo mortal cambie para siempre.

Tisaia, que ha investigado el lugar, confirma que no hay rastro de nadie más en las inmediaciones, y por tanto concluye que los muertos se mataron entre sí, sin mediar nadie más. Luca se muestra sorprendido de estar si quiera escuchando al avatar del Señor del Asesinato, opinión que comparten Tisaia y Kalanthe, mostrándose esta última encantada de la amenaza de apocalipsis que el ser predice. Anthe decide largarse del lugar tras terminar de saquear los cadáveres, y regresa a Castiglia, para buscar al resto del grupo.

Mientras Voccisor continúa su relato y negociaciones, servidor deja en el castillo a X’Valla, que queda quejándose por todo y lloriqueando como la niña malcriada que es. Por el vínculo telepático, me informan de los movimientos en el lugar del ritual, y les conmino a dejar el asunto en manos de los sacerdotes. En la ciudad hay templos de Scargosh, Shindalar y Khalah, además de uno a Maddusse en construcción.

Una muchedumbre se acerca al lugar donde se ha llevado a cabo el ritual, y por lo que se distingue en su algarabía, parece que vienen a hacer lo que Kalanthe ya hizo hace un buen rato: Saquear el lugar. Así que emprende el grupo el regreso a Castiglia. La opción de acudir al templo de Khalah parece la más adecuada, sin embargo, Tenar decide finalmente llevar con nosotros la gema hasta Taneo, y ponerla en manos de Carotto, sumo sacerdote de Finnalis con el que ya han tenido tratos en el pasado.

Kaito se despide de nosotros; se va a quedar en el palacio imperial de Castiglia, porque el deber le llama. Siempre parco en palabras, nos despedimos del shugenja/bardo. Echaré de menos sus melodías de shamisen.

Tras discutir brevemente si ir directamente al encuentro con Dhamar Fah, o pasar por Taneo a dejar la gema en poder de los sacerdotes de Finnalis, decidimos esto último, pues teóricamente sólo ha de retrasarnos unas horas en nuestro encuentro con la Furia Pálida. En el templo del Juez nos informan de que Carotto no se encuentra, pero Tenar confía en el sacerdote que nos atiende, Mattias Kozick, que introduce la gema en un cofre oscuro, y dice que debería ser suficiente para contener la magia del diamante hasta que regrese el sumo sacerdote. Desembarazados de este asunto, Tenar negocia con el ejército imperial un transporte rápido hasta el campamento donde acampa la Furia Pálida y sus seguidores, y nos lo proporcionan tras verificar nuestro cargo.

El portal nos deja en Krentzig, y al salir de la ciudad, a dos días de camino, un campamento poco regular y variopinto llena todo el horizonte visible. Calcula Tenar entre 10.000 y 40.000 efectivos, y aun así, duda que sean suficientes para asaltar Funterish.

Nos reciben a las afueras de ese asentamiento una suerte de guardias, grupo compuesto por un drow y un par de minotauros. Tras unas negociaciones que incluyen 500 monedas de oro cambiando de mano, nos permiten pasar a ver a la General de esta fuerza. Antes de entrar a la tienda, decorada con símbolos de Vécnuvar, Tenar, Alix y Luca se alejan un momento del grupo, pues han divisado un viejo conocido entre la muchedumbre. Un enorme humano hace unos ejercicios a poca distancia. Parece ser Hägar, antiguo compañero, que se ha unido a la comitiva de Dhamar Fah convencido de que puede ser útil en este contingente. Explica el enorme sacerdote de Finnalis que aquí se siente útil, y se alegra al enterarse de que Samara ha dejado el grupo, aunque fuera cumpliendo con su deber. A Alix le dedica unas palabras más cariñosas, asegurando que está aquí por una razón un poco más personal: Prometió a Neesa en su despedida que haría lo posible por rescatar a sus antiguos compañeros, Korr, Pequezás y Ah Puch de las garras de la Niebla, y su promesa le ha llevado hasta aquí. Promete a su vez al muchacho que la próxima vez que se vean, será con sus ex-compañeros a su lado, o bien con los pies por delante. Alix, que al principio estaba enfadado por la espantada del sacerdote, abraza ahora al enorme humano, que un poco incómodo, devuelve el abrazo. Tenar ha devuelto el anillo al sacerdote, un anillo que portaba un servidor hasta ahora, pero Hägar se lo entrega a Alix. “No me lo gané” argumenta.

Tras el pequeño reencuentro, el grupo se dispone a entrar en la tienda de Dhamar Fah, escoltados por el minotauro Vorax Pendu, que parece ser una suerte de segundo al mando. Nos recibe la Furia Pálida, e interrumpe sus oraciones a la Fértil Madre para atendernos. La Consagradora parece un tanto molesta con las trabas de la Emperatriz para impedir su avance sobre Funterish. Tenar trata de convencer a la sacerdotisa de Vécnuvar de que espere a que las maniobras militares de la Emperatriz le permitan mandar ejércitos y hacer frente común, pero Dhamar, con resolución infinita en la mirada, no parece dispuesta a esperar mucho más. Por deferencia a la Emperatriz y sus buenas relaciones en el pasado, ha acampado aquí, pero pronto iniciará la marcha sobre el reducto de Niebla, pues cada segundo que pasa, son más almas que caen en la maldición. “No sirvo a nadie más que no sea a los vivos y a Vécnuvar” dice la señora Fah, desoyendo toda autoridad imperial. Voto a los dioses que si era difícil mover a Sharteen de su posición, no es menos complicado convencer a la Furia de que modifique la suya. “Si a Anne le interesara de verdad atacar Funterish, cambiaría sus ambiciones y desviaría recursos inmediatamente a este esfuerzo, y serían suficientes” dice la Furia, “pero tiene otras prioridades que no comparto”

A pesar de los esfuerzos diplomáticos de Tenar, Dhamar Fah parece entregada a su destino, un destino que su diosa le ha revelado en forma de visiones, y que pasa por caer sobre Funterish. “No voy a detenerme, mucho menos retroceder” El tiempo que tenemos para hacer cambiar de opinión a la Consagradora es el que tarden en regresar los exploradores que ha mandado a la ciudad invadida por la Niebla. De confirmarse lo que ella ha visto en sus visiones, lanzará su ataque. Tal es su convicción, que ordena a su segundo que prepare al ejército para marchar.

Salimos de la tienda un tanto alicaídos, sopesando qué o quién podría convencer a Dhamar Fah de que ceje en su empeño. Ella fue una de las primeras Consagradoras, una de las que enseñó a los demás a luchar contra la Niebla. ¿Quizá un antiguo compañero, alguno de los otros Consagradores originales? ¿Alguien del Coro Cegado, grupo de aventureros que liderara el avance sobre Athanae de los píos sacerdotes?

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