Acérquense, damas y caballeros, acérquense a este humilde bardo, para escuchar una nueva historia, acérquense para escuchar cómo me uní a un grupo, cuanto menos, peculiar...

Sesión IV:

Nos hallamos en el puerto de Gecko, donde Alix se dispone a abochornar a un anciano cojo y borracho para complacer a Samara. Intenta zancadillearlo y humillarlo, pero resulta difícil humillar a quien no tiene dignidad. Finalmente desiste, en parte porque la propia Samara lo llama, y en parte porque algunos habitantes empiezan a llamar la atención del muchacho. Samara parece satisfecha con su posición de dominancia, y entrega a Alix una correa de perro. “Póntela” le espeta. Alix la mira con desprecio, pero se lleva el collar.

La capitana Sharteen Tiffón, famosa marina y pirata, nos recibe en el puerto, y se ríe de nuestra poca pinta de marineros. Nos presenta a su contramaestre, el Sr. Alessio, que se encargará de asignarnos tareas en “La Aguja de Plata”, la impresionante nave que ha de conducirnos a nuestro destino. No hemos terminado de abordar el barco, cuando suena alarma en el puerto; una comitiva de naves drow se aproxima. Nuestra escolta, sin duda, pero Sharteen llama a las armas. Samara trata de calmarla enseñándole nuestros papeles, que vienen de la mismísima Anne I. Sharteen acepta a regañadientes la audaz jugada de la Emperatriz, y tras un intercambio de exabruptos con el que parece el jefe de los elfos oscuros, las cosas permanecen tensas pero estables. Mientras la comitiva sube a bordo, aprovecho mi oportunidad de presentarme personalmente ante nuestra capitana, con mis mejores modales y sonrisa. Ella me trata con el mismo desdén que al resto… pero noto que se ha fijado en mí.

Monsieur Alessio no tiene piedad. Comienza a gritar órdenes, y la tripulación se mueve eficiente por la cubierta del barco. Tenar parece entender el complicado lenguaje del segundo de abordo, pero los demás miramos a un lado y otro, confundidos. Alessio cuenta con ello, y tras reírse de nuestra ignorancia marina, nos asigna tareas sencillas pero no por ello poco arduas; a la mayoría nos pone a limpiar. Cada vez que levanto la mirada del trozo de suelo que lustro, busco la de nuestra capitana, para sonreírla con picardía. Finge indiferencia, pero me ha pasado antes. Voto a Shindalar que la marina es ella, pero soy yo quien ha pescado algo.

Samara nos reúne por la noche. Tiene un plan para negociar con Konju Xu’an cuando lleguemos, sin utilizar el dinero de Imperio, que pretende ahorrar para comprar a los capitanes piratas primero, y hacer que sobre lo máximo posible para nosotros, después. Nos entrega unos documentos en los que ha estado trabajando, en los que, con gran nivel de detalle, se reflejan los números que ha calculado para una nueva ruta comercial que pase por el Atolón de Ihstandria, y que reportaría pingües beneficios para la reina naga. Es sin duda una idea grandiosa, salida de la pequeña pero tremendamente activa cabecita de la halfling, que siempre parece ir un paso por delante. En este tratado, además, el Atolón se convertiría en una provincia dependiente del Imperio, al menos sobre el papel, éxito que debería contentar al Imperio y sus gentes, y también a Xu’an, pues mantendría su independencia tanto política como legislativa. Los miembros del grupo estamos impresionados tanto por la idea como por el trabajo de Samara, excepto Naltiria, que parece molesta por ver como Samara ofrece en nombre del Imperio, tratados y prevendas que no está segura de que Anne aprobaría. Samara, irónica, agita el cetro que la identifica como primera diplomática imperial, y la archimaga, aun reticente, le otorga el beneficio de la duda.

No obstante, para que esta negociación llegue a buen puerto, Samara ha de pagar un pequeño precio. Tenar, mediante su magia arcana, ha de meterse en sus recuerdos y manipularlos, de manera que la mediana olvide de cuánto dinero dispone el grupo para los negocios, ya que Konju Xu’an es famosa, según confirmamos Kaito y yo, por leer la mente de sus interlocutores. Por tanto, Samara, avispada como pocos, no quiere que la naga sepa de esa suma. El plan parece acordado, así que cada cual ocupa una litera en el camarote comunal, litera consistente en una red a modo de hamaca donde dormir unas horas antes de volver al trabajo.

La archimaga, no obstante, no ha quedado satisfecha, así que mientras el resto nos acomodamos para pasar la noche, coge a Samara en privado, y tienen una pequeña charla. Hablan acerca de qué quiere exactamente la emperatriz, y Naltiria, condescendiente, dice “tolerar” la ligereza moral de Samara, casi haciéndola un favor. La halfling asiente divertida. Naltiria vuelve a la carga. “¿Estás segura de querer ser la embajadora? ¿Qué sacas de ello?” Samara está entusiasmada ante la oportunidad. Al igual que el Crisol sobrevivió a la prueba de Mhara y regresó para contarlo, Samara quiere sobrevivir a la aventura en la Infraoscuridad. Dice ser consciente de que es probable que no lo cuente, pero, ¿y si lo logra? Sería, en sus propias palabras, muy de Estares, “la Ostia”. Es también, dice, oportunidad de forjar amistades en lugares oscuros, allí donde más útiles pueden ser. ¡Ah, Samara, cuánto te gusta la penumbra!

Samara contraataca. “¿Qué te hizo embarcarte en las aventuras, Naltiria?” A la archimaga se la adivina gran amargura en los ojos mientras, con la mirada perdida, contesta, “Un sueño pueril, del que desperté de una terrible bofetada, de la peor manera posible” “Oh, Naltiria, hay días que veo en ti esa ingenuidad” -contesta la mediana – “pero otros días no queda rastro”.

Tenar parece disfrutar del viaje, pues revolotea cerca del barco gracias a su magia, zambulléndose de vez en cuando en las aguas del océano. La capitana, que cada noche se tumba en el bauprés a observar el cielo, en este atardecer charla animadamente con Alix acerca de la pasión de ambos: las pistolas.

Tenar se acerca a Samara una vez más; ambas parecen estar forjando una buena amistad, y gozan de sus charlas. La alta elfa quiere llevarse a la mediana de paseo por el plano astral, pero su magia de viaje parece no funcionar, así que tendrán que charlar en el plano material. Hablan de la Emperatriz, conscientes de que nos utiliza como peones en su partida. No obstante, amigos, si conocen las reglas del ajedrez, sabrán que los peones pueden coronar… Así se siente Samara, que ha pasado en pocos meses de vivir en las calles a ser la primera embajadora del Imperio de Athanae. Sin duda, mucho ha cambiado. También hablan de un humilde servidor, a lo que Samara, como si acabara de recordar algo, sale decidida hacia los camarotes… Sin pensarlo mucho, y con gran destreza, se deshace de sus vestiduras, y también de las mías, y sin darme oportunidad de defenderme, se me planta encima. Sorprendido, pero decidido a dar lo mejor de mí mismo, correspondo a la fogosa halfling. Pero a media faena, aparece Alix, con cara de pocos amigos, intentando poner a Samara la correa que guarda desde Gecko mientras estamos a lo nuestro. Intento concentrarme mientras Samara y Alix hablan unos segundos, voto a todo el Olimpo, que no puedo recordar de qué, y gracias a Shindalar, mantengo la concentración para continuar con nuestro asunto pendiente.

A la mañana siguiente, algunos miembros del grupo tenemos más ojeras que otros, pero también he de decir que algunos lucimos mejores sonrisas. La capitana se acerca a mí mientras friego con denuedo la cubierta, y me pregunta por la profesión de mis padres. Bien saben vuestras mercedes que ambos eran artistas de circo, y así se lo hago saber a Sharteen, que asiente divertida. Algunos hombres de La Aguja Plateada intercambian monedas, voto a Fortunna que alguna apuesta se traían entre manos.

Durante la quinta noche, no puedo contener más mis ganas de hablar nuevamente con la capitana, así que mientras observa el estrellado firmamento, voto a Alunne, que no puedo ver más estrella que ella. Sonríe satisfecha, y parece ducha en este juego, aunque me rechaza cortésmente como parte del protocolo marino. He de retirarme en esta ocasión.

A la noche siguiente nos sorprende una tormenta, pero la veterana tripulación nos mantiene a salvo, aunque Kaito pierde el equilibrio al zozobrar la nave. El hiraneano, tan ardiente siempre, parece apagarse un momento en la tormenta.

Finalmente fondeamos en Ihstandria, donde Sharteen conoce los protocolos a la perfección, paga la suma correspondiente y va a entrevistarse con Konju Xu’an, como es su deber por ser capitana de la nave, prohibiendo a los demás que la acompañemos. Mientras, Samara y Tenar preparan la mente de la halfling para que pueda negociar con la reina naga, y solicitan del capataz Fishner del puerto una cita. Tras pagar una suma de monedas de oro, nuestra intrépida embajadora toma su cetro, y se dirige al palacio.

La mediana usa sus herramientas: presenta su propuesta con habilidad, valiéndose de sus trabajados documentos y cálculos; durante toda la exposición Konju sonríe divertida, pues parece interesarle la propuesta que Samara trae; sin embargo, tuerce el gesto cuando se habla de “ducado” en lugar de reino. No obstante, tras escrutar en el interior de Samara, promete pensarse su propuesta y la despide cortésmente, ofreciéndole consejo acerca de dónde puede relajarse y tomar descanso en la ciudad.

A la vuelta de su encuentro con la reina naga, Samara está nerviosa, y necesita relajarse, así que haciendo caso del consejo de nuestra anfitriona, y acompañada de Tenar y un servidor, nos encaminamos a una famosa taberna a tomar un trago. Un pirata se aproxima a Samara y tras cambiar una contraseña, empiezan a hablar de un capitán pirata llamado Yzer, conocido como el “El Gordo” por evidentes razones. Tiene fama de ser un violador, un sádico pero lo suficientemente cobarde como para no matar a sus víctimas, prefiriendo humillarlas y crearles traumas. No tiene fama de ser un gran luchador, y preguntado por el famoso o infame “código de los piratas” el contacto de Samara deja entrever que es algo que existe, pero es muy relativo y dado a interpretaciones. Hay duelos, pero no es lo más habitual. El capitán Yzer parece actuar normalmente en las costas de Grondia, Tras esta conversación, mientras salimos, un pirata me detiene, y me ofrece una cantidad de oro por una canción, que acepto gustoso. En el escenario, toco la famosa tonada pirata tyrana “Jim Beardless” y me gano algunos aplausos. Recojo mis instrumentos, y de la que salgo, veo a Sharteen en actitud relajada, mientras algunos de nuestros escoltas drows se dirigen hacia ella, con clara intención de provocar una pelea. Me quedo cerca, mano en empuñadura de mi fiel “Rapier Noir” por si tuviera que echar una mano a la capitana Tiffon. Sin embargo, la pirata hace gala de nervios templados, y tras ganarles las batalla dialéctica, se dirige a mí. “Sigue a la luz más brillante” me espeta, mientras se dirige a una habitación. Voto a Fortunna, que nunca tuve la suerte tan de mi lado, voto a Shindalar que nunca se conoció tanta pasión bajo unas sábanas.

En otra parte de Ihstandria, Naltiria decide buscar una biblioteca o algo similar, acompañada de Kaito. Lo más parecido parece ser la torre de hechicería, regentada por Histarion “El Negro”, que tiene un pasado turbio en Re-Ionnae, de donde parece haber sido exiliado. En esa torre, les recibe un diablillo, a todas luces familiar del archimago, que les informa de que su amo no se encuentra en la torre y no regresará hasta la noche. No obstante, les ofrece pasar a la biblioteca de Histarion… a cambio de un alma. Durante un fugaz instante, Naltiria mira de reojo a la ciudad, donde decenas de drows pasean tranquilamente… pero sonríe al diablillo, y se retiran, al menos hasta la noche, a La Aguja.

De regreso al barco tras la copa, Tenar tiene una conversación con Alix. De la manera más maternal posible, la alta elfa trata de ayudar al muchacho que continúa malhumorado. Tenar tira de humor para intentar descolocar al chico, que quizá está celoso de un servidor, sobre todo tras la noche en que Samara decidió visitar mi hamaca. Alix echa en cara que Tenar se haya fijado en la belleza del bardo, siendo esto casi un insulto a la memoria de Lothar, el cazabrujas mentor de Alix y amante de Tenar. La alta elfa finge estar más interesada en Samara, y Alix, que tarda en pillar la broma, no parece muy satisfecho.

Un nuevo día de aventuras despunta, y Konju hace llamar a Samara, pues parece haber reflexionado acerca del acuerdo. Acude rauda la mediana, ansiosa de conocer la respuesta. La reina naga está más o menos satisfecha con el acuerdo, siempre que se retoquen algunos puntos, como la denominación de ducado, ya que Xu’an quiere seguir siendo reina. Además, quiere que el grupo realice una misión para ella, cuando acabemos la que nos ocupa, cosa a la que Samara accede. Por último, Konju reclama una flota permanente sufragada por el Imperio como guarnición. Konju entrega banderas para nuestra flota, de forma que podamos negociar con los capitanes piratas. ¡El trato está cerrado, ponemos rumbo al Mar Escarlata! La aguerrida Sharteen comienza a dar órdenes, las velas se despliegan, dejamos puerto.

Mientras cada cual se coloca en su puesto, Alix hace burla de este pobre bardo, que sonríe feliz. “Oh Alix, chico, ¡alégrate! ¿Qué puede ser tan malo?” “Tu seguridad en ti mismo es lo que me da asco” "Ah, Alix, deberías tratar de hacerlo tú también. Tienes razones para ello, nunca había conocido a un rapaz como tú. Eres carne de leyenda, el muchacho que ayudó a la expansión del Imperio, que leyó los míticos Tomos de Poder. En esa historia, yo sólo seré el humilde bardo que narrará tu gran historia” Alix levanta la ceja, desconfiado.“ "¿Pero qué te has fumado? Anda, ayúdame con este cubo, princesa" Le sonrío de vuelta. “Ríete si quieres. Eres más impresionante de lo que crees, Alix. Aquí tienes el cubo”

El viento sopla en nuestras caras. Viento de aventura, vive Fortunna.

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