Cartas al Lobo Blanco - 6

Historias tristes, historias felices, no todo es blanco o negro, y en aquellos momentos todo lo veía gris.

Llevábamos algo menos de cinco años como “invitados” de los Von Persy, y yo me sentía más como uno de ellos, que como lo que había sido hasta ser apresado. Su enemigo.

Ahora partíamos del que había sido nuestra celda, nuestro refugio y nuestro hogar, para comenzar un viaje para el que llevábamos preparándonos desde que llegamos aquí.

Todo había comenzado con una derrota, un comando entero de veinte hombres, había caído a manos de cinco de ellos. Al menos ellos también perdieron a algunos guerreros.
Echado la vista atrás, que error tan grande, por nuestra parte y por la suya.

La Capitana Shelina y yo fuimos apresados, y nos llevaron hasta su cuartel general en Osterwald, en la provincia imperial de Ostermark.

Nuestros captores eran un Estaliano delgado, moreno, con el pelo largo en una coleta, una sonrisa siempre en la boca y un marcado acento, al que todo el mundo llamaba Paco el Estaliano. El otro era un hombre extraño, su nombre era Maurice, y procedía de Bretonia, tenía el pelo rizado largo que llevaba totalmente revuelto, sus ojos eran salvajes, al mirarlos sentías que se te erizaba la piel, y en todo el tiempo que pase con él no le oí hablar ni una sola vez.

Nos llevaron a ver al líder de los Von Persy, el Conde Joshner Von Persy, era un hombre elegante, apuesto, con una melena blanca y lisa que le llegaba hasta la cintura, siempre vestido con elegantes ropas de seda y terciopelo, sus manos mostraban un gran sello de Mitrhil que refulgía cuando le daba el sol, y que te dejaba hipnotizado con su brillo, todo en él llamaba la atención, casi media los dos metros de alto y aunque delgado era musculoso, tenía la piel pálida como si no le hubiera dado el sol en años, y sus ojos… sus ojos negros te escrutaban, casi podías sentir como leía tu mente y descubría tus pensamientos más profundo. Era como si te escudriñara el alma.

Cuando nos vio, heridos, magullados, llenos de tierra y sangre, hizo lo que jamás hubiera esperado de mi enemigo. Indico a sus sirvientes que nos llevaran a una especie de balneario… Nos limpiaron, curaron nuestras heridas, nos vistieron con la mejor ropa que jamás he llevado puesta, y nos dieron de comer manjares que desconocía, de tierras lejanas y de lugares extraordinarios. Shelina tardo varios meses en recuperarse de sus heridas, la peor la tenía en la cabeza, y le dejo una profunda cicatriz. Yo pase todo el tiempo que pude velándola, y nadie me puso ninguna pega.

En mi mente solo podía pensar que nos estaba intentando ablandar para sacarnos toda la información y atacar al imperio. El entrenamiento que había tenido, la información que me habían dado, todos los “hechos” que conocía, me indicaban que mi enemigo era muy astuto, que podría sonsacarnos la información que tenía.

Shelina despertó un día al alba, salto de la cama y se abalanzo sobre mí mientras dormitaba en un sillón cercano, pensó que podía ser un enemigo y me golpeo varias veces hasta que se dio cuenta de quién era, y se detuvo. Con las ropas tan elegantes que llevaba no me había reconocido.

La conté lo que había sucedido y ella opinaba lo mismo que yo, nos iban a sacar la información que teníamos, así que debíamos huir de aquel lugar, aunque no iba a ser fácil, el palacio era un laberinto de pasillos, lleno de gente, con guardias y un pequeño ejército viviendo en él, además estaba el Conde.

No tengo pruebas, pero como si nos hubiera oído hablar, entró el Conde en la habitación seguido de Paco, y dos mujeres a las cuales no conocía. En aquel momento no lo sabía, pero una era la Condesa y la otra era Cerina, una Tileana de armas tomar, con un cuerpo escultural, tan letal como bella.

Había llegado la hora, nos iban a interrogar, y a intentar sonsacar toda la información, y cuando no se la diéramos, nos torturarían y nos matarían. Que Morr nos proteja.

Mientras mi mente pensaba esas cosas y mi medidor de terror aumentaba, el Conde, con su voz solemne, comenzó a hablar.



- Soy un vampiro, eso no es nuevo para vosotros, vuestro Sumo Sacerdote os habrá informado bien sobre quien es vuestro enemigo, pero debo deciros que está equivocado. Nos necesitamos los unos a los otros, la amenaza del caos es aún más grande de lo que ningún humano puede imaginar.

Pensáis que es algo lejano, que no puede cruzar las fronteras, que está en los desiertos de norte o en las tierras del sur, pero que no está entre nosotros, y estáis equivocados. Lo tenemos en nuestras calles, en nuestros poblados, entre nuestros soldados y nuestros nobles. Lo vemos todos los días, fanáticos, asesinos, pervertidos, corruptos, piedra de disformidad, gente con mutaciones, batallas internas innecesarias, luchas de poder, y sobretodo muerte, muerte que nos rodea, ya no nos extraña ver un cadáver en los caminos, no nos extraña tener que purificar los cuerpos antes de enterrarlos, no nos extraña que Morr esté tan activo y que los presagios indiquen la llegada de su avatar. Estamos cegados por sus siervos, nos entretienen para que no nos demos cuenta de que ya están preparando el ataque, para que no nos percatemos de que tenemos el cuchillo en el cuello, para que seamos débiles, y por eso debemos luchar, luchar con determinación, ser más listos que ellos, encontrarlos, cazarlos y destruirlos antes de su ataque.

Creéis que nosotros queremos vuestra muerte, pero sin vosotros no sobreviviríamos, igual que vosotros sin nosotros no venceríais, el Caos lo destruirá todo, y solo juntos podemos salvarnos.

No os voy a pedir nada, pero os voy a dar todo, todo lo que más ansiáis, conocimiento, os mostrare lo que hemos descubierto y como van a suceder los acontecimientos y cuando haya terminado os pediré que os unáis a nosotros en una viaje, un viaje peligroso, pero necesario, un viaje a las profundidades de una cueva que lleva cerrada miles de años. Y vosotros elegiréis si preferís iros a informar a vuestro Sumo Sacerdote o si nos ayudaréis en esta carrera por la supervivencia del imperio y del viejo mundo.

Cuando termino de hablar, Shelina y yo nos miramos y nuestras caras demostraban que esperábamos todo, menos eso. Creo que mi mente intentaba asimilar lo que había dicho, sobretodo lo del vampiro. O nos habían ocultado cosas o algo extraño sucedía…

Pero sea como fuere escuchamos, escuchamos todo el relato, desde la fundación de la familia Von Persy, como extendió su red de cazadores para eliminar posibles amenazas, como elimino a varios nobles de Aldorf (de los cuales nosotros teníamos sospechas), hasta como descubrieron el poder oculto que encerraba el cetro robado en Kislev, por el cual nuestro comando había partido hacia el norte, y al llegar ya había sido roba, llevando a los desencadenantes de nuestra captura.

Durante varios días el Conde nos relató todo eso y mucho más, mostrándonos mapas, pergaminos, y demás material que había ido recopilando. En ciertas partes indicaba a su mujer que comentara cierto acontecimiento, en otras le pedía a Paco que relatara algún suceso, e incluso solicito a Cerina que nos mostrara a través de algún conjuro lugares remotos en un espejo.

Habíamos comenzado a escuchar con detenimiento todo aquello, y la primera noche hablamos de coger la información que nos dieran y llevarla al templo, pero poco a poco, día a día nos íbamos dando cuenta que aquello que nos estaban contando encajaba con nuestros datos, sobretodo Shelina, que tenía más conocimientos y más rango dentro de la orden, en ciertos puntos me indicaba que lo que contaban era real.

Los últimos días, incluso nosotros comentábamos ciertos sucesos o incluso solicitábamos algún detalle para descubrir si encajaba todo en la historia.

Finalmente, al llegar el relato al presente, nos hizo la pregunta.

- ¿Acompañareis a Paco y sus hombres hacia “The Rib Peaks”, en busca de las cenizas del Gran Nigromante Mortanius, Conocedor del misterio de los velos del tiempo?


Shelina agarro mi hombro con su mano y mientras me apretaba firmemente, aceptó en nombre de los dos.


Extracto de las Memorias de Rizwan BloodBlade.

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