Toni - Epílogo




Toni miraba en silencio a su alrededor, entre incrédulo y triste. La Comarca que había conocido, alegre, feliz, a salvo, era ahora cenizas, un yermo y desolador paisaje en el que apenas nada era reconocible.

Tiznados de hollín, Ayshane, River, Dormud y él mismo, caminaban entre las Cenizas de lo que fuera Ciudad Luna Llena. Ni siquiera sabían qué buscaban, o si en realidad no buscaban nada. Caminaban sin rumbo, y con cada paso, se levantaba una pequeña nube de polvo de ceniza que los ensuciaba aún más.

Toni tenía la mirada perdida. Había permanecido en silencio, como todos, mucho más tiempo que jamás en su vida.

Pensó en sus padres. Hacía tanto que no los veía. Posiblemente, al igual que la mayoría de habitantes de la Comarca, ahora serían cenizas. Después de haber recuperado a su padre, lo había vuelto a perder.

Pensó en Ariel, y en David, y en medio de esos pensamientos, se colaron las tres elfas emisarias de Ciudad Isilme. Fue el único momento en que su gesto de incredulidad desapareció un instante, mientras sonreía pensando en aquella noche; Pero sólo fue un segundo.

Pensó en Pueblo Luna, y en su lago, y en el escondrijo donde jugaba de niño. Y se dijo a sí mismo, mirando la destrucción a su alrededor, que sería mejor no viajar para comprobar en qué estado estaba todo aquello.

Porque todo lo que Toni había conocido hasta entonces, había desaparecido, consumido por Amable, y el Coloso, y sus huestes. Todo se había perdido.

Las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos, dejando surcos en sus ennegrecidas mejillas a medida que caían. No sabía en qué momento se había acercado, pero River puso la mano en su hombro; Se miraron, y no hicieron falta palabras. Ambos sonrieron, pero no era una sonrisa de felicidad. Era esa sonrisa cansada, esa sonrisa que dice, al menos estamos vivos. Y ahora, ¿qué?

- Ayshane y yo partiremos. Volvemos al camino – dijo River.

- Contad conmigo – respondió Dormud.

Toni miró a los tres, y aún con lágrimas nublando su vista, se sorbió la nariz con la manga, embadurnándose aún más la cara. Antes de contestar, tocó algo con el pie. Era la empuñadura de una espada. La espada de Aragail. Se agachó a recogerla. Cortó el aire con ella, y la sopesó en su mano. Miró de nuevo a sus amigos.





- Ya nada me ata a este lugar – respondió finalmente- Ni a ningún otro. Mis únicos lazos con el mundo sois vosotros, y Marla, allá donde esté.

- La encontraremos – intervino Ayshane.

- No me puedo creer que esto haya acabado así – continuó Toni, conteniendo el llanto, y alzando su vista al horizonte – Maldita sea. Maldito Argail, maldita Izbrith, maldita Clara. Malditos todos los que con sus decisiones nos han llevado a esto…

El explorador, derrotado, irrumpió finalmente en sollozos, y calló de rodillas mientras soltaba la espada de su antiguo compañero.

- Todos hemos cometido errores, Toni – River se había puesto en cuclillas a su lado – Y todos somos responsables en mayor o menor medida. Pero debes recordar, que fueron Amable y sus secuaces, los principales culpables.

- Y nosotros no supimos detenerles. Nos preocupamos más de nuestras asuntos personales que de salvar esta tierra, nuestro hogar.

- Aprendamos de nuestras malas decisiones. Pero debes levantarte y seguir adelante - River abrazó a Toni mientras contestaba.

- No sé si quiero seguir luchando. Ya no hay nada por lo que quiera luchar. - Toni devolvió el abrazo.

- Viaja con nosotros. Quizá encuentres un nuevo hogar… Y mientras, podrás disfrutar de mis bailes, las canciones de River. - Ayshane se había acercado.

- ¡Y de mi compañía! - dijo Dormud unos metros más allá.

Toni se liberó suavemente del abrazo de River, la miró a los ojos, y en ellos vio esperanza. Miró a Ayshane, que estaba de pie, con una mano en la cadera, mirando a sus dos amigos. Finalmente, dirigió la mirada a Dormud, el monje.

- Y tú, ¿Quién decías que eras?

Los cuatro rompieron a reír, Dormud se acercó, tendió la mano a Toni, que la aceptó, y se levantó de un salto. Echaron a andar entre los restos de la ciudad, dirigiéndose al sur.

Cuando apenas habían dado unos pasos, Toni se llevó la mano al pecho, y se arrancó de cuajo la insignia del SI, dejándola caer al suelo.

- Supongo que este es el fin de La Sombra…

- Todo final es el comienzo de algo nuevo – dijo River.

- Pues hagamos algo mejor.


3 comentarios:

Sery dijo...

Brutal, hermoso epílogo. Habrá que vivir entonces algún día las aventuras de esos 4... y Marla 😉

Ayshane dijo...

- Mientras permanezcamos juntos, todo sera mejor.

(Genial, mola mil!!! )

Chuka dijo...

Muy bueno Toni me ha encantao y a Marla también.