El eco retumbaba en la caverna subterránea. Dos voces distintas, una chillona y fina, otra más grave y atronadora, discutían airadamente acerca de religión, y aparte de esas voces, el silencio era absoluto.

Un semidragón rojo, con barba de varios meses , hacía grandes aspavientos mientras cambiaba la voz y discutía consigo mismo.

Einon llevaba varios años encerrado en “su” cueva. Finallis había recluído al hechicero en esa gruta como castigo a la herejía del semidragón. Años atrás, durante la Caída del Drek-Torn, Einon había ofendido gravemente al dios de la justicia y el bien con su afilada y bífida lengua. Se había burlando de él, para ridiculizarlo ante su amiga Galidarian, y Finallis había decidido no hacer oídos sordos a las ofensas. Así que en un alarde de ironía, le aplicó la condena de convertirlo en lo que él decía del dios, un títere.

La voz chillona gritaba algo acerca de sombras y sabiduría, con palabras atropelladas y a toda velocidad. Titubeaba, tartamudeaba. La voz grave, mucho más serena y correcta, le contestaba con infinita paciencia algo relacionado con la justicia, el bien y la redención.

“Tu alma, tu, tu, posee tu alma, je, je.”

“Te equivocaste, pero aun estás a tiempo de redimirte.”

“No, no, no. Ella es poderosa. Ella te, te pro... protege, Ella vela por . Siempre lo ha hecho, sí.”

“Rezo a Finallis. Él me perdonará la herejía.”

“Rezo a Shattaret. Ella me, me... Ella... Rezo a Shattaret.”

“Está bien, rezamos a los dos.”

“Tú, Timmy, ¿Qué opinas?” – El semidragón vuelve su mirada hacia un dibujo cutre de un mono, hecho en una de las paredes con una rama quemada. “No, Timmy, el dios mono no me puede ayudar.”

La cueva era un desastre: Restos de comida por todas partes, las paredes pintarrajeadas con dibujos de Finallis, de monos, de engendros de mono gigantes con varias cabezas.

También había manchones negros, que representaban sombras donde Shattaret se escondía.

Shattaret, ¿cómo cumplir tu voluntad, sí, voluntad, desde, desde, desde aquí?” - insistía la voz chillona.

Finallis, ¿cómo cumplir mi papel en la trama de los artefactos? Aun tengo mucho que ofrecer al mundo, perdóname” – respondió la voz seria.

El semidragón alzó la vista hacia el techo de la caverna, donde había utilizado la magia para crear una ilusión de cielo nocturno, con una estrella brillante destacada. Cambió su voz de nuevo, adquiriendo un tercer tono más natural, nada forzado.

Galidariann, ayúdame

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuando una estrella muere, su luz sigue llegando más fuerte que nunca a nosotros.