Acérquense, damas y caballeros, acérquense a este humilde bardo, para escuchar una nueva historia, acérquense para escuchar cómo me uní a un grupo, cuanto menos, peculiar...
Sesión LIV. Soluciones explosivas.
Tenar y Naltiria informaron al resto del grupo que el Instrumento de Venganza había sido neutralizado, para alegría de todos, en especial de Jallil, que con gran júbilo se despidió del grupo y se fue en busca de nuevas aventuras con las que llenar sus ya repletos bolsillos. Mientras, un servidor se entrevistaba con el capitán Samir Re, que, intrigado por la carta que le habíamos hecho llegar, esperaba a Neesa. Sin embargo, tuvo que ser este humilde bardo quien le pusiera al corriente del asunto del peligroso tótem que portaba nuestro hada. El capitán parecía dispuesto a ayudarnos con el asunto, para lo cual requirió que se le fuera llevado el artefacto, así que puse de nuevo rumbo a la cola donde aguardaba Neesa, y le solicité que me diera la caja de ébano donde se encontraba el tótem.Volví tras ello a presencia de Samir Re, en todo momento escoltado por dos guardias de la ciudad. Allí esperaba el ayudante de la Emperatriz, con un elfo a su lado, de aspecto arcano. Presentó a su acompañante como Olías Aelwë, uno de los Archimagos de Palacio de Marfil, quien habría de asistirle en este asunto. Con mis mejores palabras, traté de persuadir a ambos de que el objeto que se hallaba dentro de aquella caja era terriblemente poderoso y peligroso. El archimago asintió, y tomó la caja, asegurándome que entendía los riesgos, y me tendió una perla, supuestamente mágica, para poder comunicarme sus progresos. Samir Re preguntó entonces si había algo más en lo que pudiera ser de ayuda, no sin antes reprocharme que quisiéramos llevar tal carga a Hyandora, estando como estaba, atribulada por otros asuntos en su continente. Sólo desembarazarme de aquel recipiente de madera oscura había aliviado tanto mi corazón, que apenas atiné a decir nada, más allá de una despedida cortés.
Naltiria y Tenar, también aliviadas por haberse deshecho del Instrumento de Venganza, charlaban animadas acerca de las lecciones que iban a enseñarse la una a la otra, pero aquello parecía tener que esperar, pues el tiempo se nos empezaba a echar encima, y la fecha marcada por Voccisor se aproximaba más rápido de lo que nos hubiese gustado. Entretanto, Thalion, nuestro nuevo acompañante, buscaba un templo de su deidad, Geiath, para poder meditar acerca de su destino inmediato. ¿Quién era ese misterioso oráculo oscuro que buscaba?
Finalmente halló tal templo. Aunque parecía vacío de vida humanoide, nunca se puede saber con los templos de Geiath, y un búho se transformó de repente en una elfa, que se presentó como Vaemira Ael. Thalion, agradecido por la compañía de una colega druida, le contó sus preocupaciones acerca de sus ensoñaciones, el oráculo y la serpiente. El animal, a ojos de Vaemira, tampoco tenía ninguna magia, y sin embargo Thalion seguía convencido de que estaba unido a su destino, pues había aparecido junto con sus visiones proféticas. A la druida Vaemira le pareció contra natura que Thalion siguiese un animal que no era su compañero, y se ofreció a quedarse con el ofidio unos días para estudiarlo, cosa a la que nuestro compañero se negó tras mirar los ojos reptilianos, a pesar de la promesa de la señora Ael de no hacerle daño. Respecto del tema del oráculo que Thalion buscaba, Vaemira parecía tener poco aprecio por los adivinos y augures, menospreciando sus profecías. Con pocas dudas resueltas, Thalion volvió junto a Tenar y Naltiria.
¿Cuál sería el siguiente paso de los tres? Thalion contó a las dos magas su visita al templo, y Naltiria pareció muy satisfecha con la labor de la serpiente como guía en Aezmir. Tenían entonces la opción de seguir hablando con otros archimagos, o regresar a Palacio de Marfil, para reunirse con los demás, aunque, como vuestras mercedes saben, Naltiria no podía entrar en la ciudad. Thalion decidió, que por el momento, se nos uniría, mientras buscaba su misterioso oráculo, cosa que satisfizo a Naltiria, encantada casi más conque la serpiente estuviera cerca, animal que Thalion insistía, no era un bestia corriente, a pesar de todas las opiniones contrarias. Naltiria estaba de acuerdo, señalando que se trataba de un ser extraordinario.
Preguntado por el oráculo de sus sueños, Thalion lo describió como mejor pudo, y tanto Tenar como Naltiria estuvieron de acuerdo en que pudiese tratarse de Efialtis, uno de los lugartenientes de Hedenoth. Efialtis residía precisamente en el plano de los sueños, lo cual explicaría por qué Thalion había tenido su epifanía mientras dormía. No obstante, aspirar a llegar a tal plano parecía demasiado ambicioso por el momento, así que Naltiria recomendó a Thalion que intentase contactar con el Cónclave de los Doce, una suerte de alto mando entre los druidas de Athanae.
Tras la charla, el grupo se reunió en la cola al lado de Neesa, excepto Naltiria, claro, que se quedó a las afueras de la ciudad en comunicación telepática con el resto. Tenar, una vez informamos de nuestros pasos, se sorprendió de que hubiésemos accedido a entregar el artefacto a Samir Re y su ayudante arcano. Sin embargo, Naltiria nos informó que el archimago Olías era bien querido y respetado en la ciudad, y sin duda estaba preparado para lidiar con el asunto. A su vez, nos pusieron al día acerca de su épica victoria ante el Instrumento de Venganza, y de las entrevistas que habían mantenido con los archimagos de N’Daleth. Ambas parecían muy optimistas con la ayuda conseguida para la excursión campestre al infierno del señor del asesinato, y Tenar trató de embaucarme invocando mi espíritu de la leyenda y la aventura. ¡Ah, voto a Barenna, este humilde bardo es un narrador de historias, no el protagonista de ellas!
Una vez todos estábamos al día de los logros de los otros, Naltiria deseaba hablarme, así que puse rumbo a las afueras de la ciudad, donde me encomendó visitar el templo local de Vécnuvar, de forma que pudiésemos pedir la ayuda de las Dadoras de Vida. Naltiria quería que las sacerdotisas creasen una distracción lo suficientemente importante como para que Idhaal estuviese mirando a otro lado cuando el grupo llegase a su hogar. Acepté, por supuesto, intentarlo, pero ni aun cuando las sacerdotisas de la diosa de la vida aceptasen, no veía nada claro el éxito de la misión, todo lo contrario que Tenar y Naltiria, que prácticamente daban por hecho que lograrían su objetivo. Ah, voto a Ashtorgoth, ¿y si lo lograban? Quizá me arrepintiese de no haber bajado a un infierno sulfuroso repleto de demonios sedientos de sangre… Mmm, ni por esas, querido público. Voto a Finallis, que si bajase de los cielos y pusiese una alfombra roja de entrada segura, ni siquiera entonces bajaría a tal sitio un servidor!
Naltiria quería también intentar convencerme de seguir al grupo al infierno, y la confesé mis miedos. Mi querido público, nunca me he considerado una persona especialmente cobarde, y suelo lanzarme a la aventura siempre que tengo ocasión, ¡voto a Fortunna! Pero entrar en la casa de un dios malvado y con sed de sangre, ¡dioses! Un hombre temeroso de las divinidades hace que le tiemblen hasta las pestañas de sólo pensarlo. Naltiria comprendía mi respeto por los seres divinos, y dijo tenerlo también, pero sonaba tan convencida de que entraría y saldría del infierno sin ser detectada, que o bien se había vuelto loca, o bien estaba tan determinada que terminaría lográndolo.
Mientras comentábamos estos temas, Kharid Shahad, archimago de la extinta Aezmir, asomó entre el gentío y saludó a Tenar. La elfa lo había llamado con la intención de llevarlo a la torre de Olías para que ayudase al archimago de Palacio de Marfil en sus investigaciones del tótem. Qué mejor asistente que quien ha vivido de primera mano sus poderes, pensamos. Kharid se mostraba preocupado por la desertificación de Re-Ionnae, pero aun más, por el destino del artefacto del Infortunio, y estaba ansioso por encontrarse con el archimago, así que lo guié junto a Tenar, a la torre de Olías. En principio, el hogar del archimago carecía de puerta, y el muro parecía infranqueable, y las llamadas de Tenar y Kharid no cambiaron eso. Un servidor llamó con los nudillos en el muro, y por fin, una puerta se materializó, haciendo que los destellos arcanos que se veían en la parte superior de la torre se detuvieran. Olías abrió el acceso, y cuando me disponía a presentarle a Kharid, todo pasó muy rápido. Olías estaba extendiendo la mano para saludar a su colega, cuando el aezmir conjuró a la velocidad del rayo, un hechizo de tremendo poder que nos convirtió a un servidor y al archimago marfileño en una especie de pollos con cuernos, no tan inenarrables como la anterior forma del archimago, pero igual de extraños. Tenar pareció resistir el conjuro, que también iba dirigido contra ella, y pudo seguir a Kharid mientras corría escaleras arriba, completamente desquiciado, al grito de “¡Hay que destruirlo!”
Al llegar al laboratorio de Olías, pudieron ver la caja de ébano sobre una mesa del mismo material, rodeado de defensas arcanas que Olías estaba aun disponiendo, y Tenar pudo ver que el recipiente aun continuaba sellado y no había sido abierto, y por tanto, parecía improbable que Olías estuviese bajo la influencia del mismo. Sin embargo, Kharid no atendía a razones, y dijo que el riesgo no era asumible, así que ordenó a Tenar que abriese la caja, mientras preparaba un nuevo conjuro de tremendo poder. La elfa siguió las instrucciones de Kharid, ya resignada a la idea de que no había otra opción, y Kharid lanzó su hechizo.
Este servidor vio la explosión, pero no puede recordarla, pues estaba polimorfado en pollo infernal en la base de la torre, pero por lo que cuentan los lugareños, debió de ser espectacular a la par que terrible. Lo siguiente que vi, una vez recuperé mi forma humana, fue que los dos pisos superiores de la torre de Olías ya no existían… además de todo lo que había en ellos, incluyendo el artefacto, nuestra compañera Tenar y el archimago Kharid, que, ironías del destino, había sobrevivido mil quinientos años en las ruinas de su ciudad, solo para sacrificarse unos días después de salir para destruir el tótem que llevó a la ruina a su pueblo.
El no haber resistido el conjuro de Kharid me había salvado la vida, y también la de Olías, que parecía contrariado, y enseguida exigió que se le compensara por los destrozos causados. La archimaga Druna Tan, podría dejarle su torre mientras tanto para investigar qué había sucedido, y poder determinar qué había pasado exactamente con Kharid y Tenar.
El archimago de Aezmir, en su locura, había tenido la delicadeza de minimizar la destrucción causada, y la torre de Olías estaba en buen estado, exceptuando los dos pisos que se habían volatilizado, incluyendo la susodicha bola. Además, la explosión “sólo” se había llevado su vida y la de nuestra compañera, a quienes los dioses ya habían tenido a bien traer de vuelta en alguna ocasión anterior, así que elevé una breve plegaria a los cielos esperando que pudiese regresar de nuevo. Nunca se sabía cuando era la última vez que los dioses te permitían regresar, pero estaba convencido de que Tenar aun tenía mucho que hacer en el mundo mortal antes de encaminarse a su juicio.
Observaba un servidor con cara de idiota la cima de la torre, sin entender muy bien lo que había sucedido, un tanto aturdido. Si los dioses estaban jugando una partida de ajedrez, como alguna vez había dicho Naltiria, con nosotros, sin duda había movimientos que no terminaba de comprender.
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