Acérquense, damas y caballeros, acérquense a este humilde bardo, para escuchar una nueva historia, acérquense para escuchar cómo me uní a un grupo, cuanto menos, peculiar...
Sesión LVI. Soluciones afortunnadas.
Tenar abrió los ojos. Estaba completamente impedida para moverse, atada a una mesa que tenía toda la pinta de ser un instrumento de tortura. Un elfo drow con expresión enloquecida la saludó irónicamente, y le hizo la pregunta que esperaba: ¿Dónde estaba el tótem? Tenar trató de empezar la historia por el primer encuentro con Taelwë Mir, peor el interrogador no estaba de humor para historias. Cruzó la cara de la seguidora de Hedenoth con saña y deleite, pues es sabido la aversión mutua que altos elfos y drows se profesan. Tenar no tenía muchas razones para mentir, así que dijo la verdad: El tótem había sido entregado a las autoridades de Palacio de Marfil, porque deseábamos librarnos de él, y ahora ya no había artefacto. Por lo que fuera, el drow se negaba a creer que nos hubiésemos deshecho del artefacto, así que comenzó a sacar utensilios de tortura…
Entretanto, Kalanthe hablaba con este humilde bardo en la mansión interplanaria de Naltiria, proponiendo sacrificar un sacerdote de Fortunna. Uno que estuviera en sus últimos días y achacoso… ya había escuchado esta historia antes. Un servidor estaba completamente bloqueado, sin saber qué hacer, todavía recuperándome de la explosión de la torre de Olías, y frustrado por no ser capaz de llegar al destino deseado en la ciudad. Intentaba componer una canción triste, pero ni eso podía hacer, con notas disonantes cada poco.
El que no cejaba en su empeño era Thalion. Fue en busca de la capilla de Haleyt en la que había estado el día anterior, sólo para darse cuenta que había entrado en una taberna. Salió del establecimiento, y dado que no era capaz de llegar a su destino preguntando a personas, pensó que quizá lo lograse preguntando a la fauna de la ciudad. Se metió en un callejón y conjuró un cambio de forma, para convertirse en halcón, e intentó negociar con una paloma que le guiase al templo que buscaba, pero los guardias de la ciudad le habían visto utilizar la magia, así que lo detuvieron y lo llevaron a prisión antes de que cerrase el trato con el ave.
Kalanthe tampoco quería estarse quieta, y fue en busca de un templo de Fortunna donde reclutar a su sacerdote moribundo; sin embargo, y como era previsible, llegó a un templo del dios equivocado, dando con sus huesos en uno de Ashtorgoth. A pesar de que el dios loco apoyaba las causas perdidas, y tras escuchar a Kalanthe, el sacerdote parecía dispuesto a dar la nuestra como tal, no nos brindaba mucha ayuda, dando como única solución a nuestra compañera que se metiera en más líos, como si fueran pocos los problemas que nos aquejaban.
Thalion pasó unas horas en una celda, hasta que le comunicaron su multa por conjurar sin permiso: Ascendía a algo más de 10 000 monedas de oro. Tras pagar, pidió a los guardias que lo escoltaran a la capilla de Haleyt que buscaba. Los guardias, aunque se mostraron reticentes, no se negaron. Cuando llegaron, el druida pidió ayuda desesperado al sacerdote, que tras escuchar su historia, decidió que era más apropiado que Fortunna se encargase del asunto. Escoltó al druida hasta la capilla de la Dama Suerte, donde la sacerdotisa, una halfling, dormía, pues era ya bien entrada la noche. Dijo al druida que durmiese en la capilla, donde le pareciera bien, y se fue a continuar durmiendo.
Esa noche Kalanthe la pasó en su particular templo de Fortunna. No había hallado el sacerdote que buscaba, pero no iba a desaprovechar la oportunidad de tomar unas copas. Ya amaneciendo, la sacerdotisa fue en busca de un templo de su diosa tutelar, pero las indicaciones de los transeúntes la llevaron a un mercado. Se encogió de hombros la sacerdotisa, que subida a una caja, comenzó a hablar de apocalipsis, fin del mundo y otras historias tan de su gusto. Tardaron poco los guardias en escoltarla amablemente a prisión.
Un día menos para la fecha límite del ritual de los facinerosos seguidores de Idhaal. En la capilla de Fortunna, la sacerdotisa de la Dama Suerte se desperezó, lista para escuchar la historia de Thalion, asintió preocupada, y dijo que ayudaría, y pidió un donativo al druida. Sólo los dioses saben qué dijo entonces Thalion, pero debió de ser algo muy ofensivo, pues la sacerdotisa echó a patadas al semielfo, y le pidió, de manera no demasiado amable, que no regresase nunca, ni sus amigos tampoco. Thalion no quería moverse de la entrada de la capilla, para no perderse, así que solicitó la ayuda de una transeúnte. Resultó ser una elfa, a la que pidió que buscase a sus amigos, y los trajese hasta él. La elfa, advirtiendo quizá la desesperación en la voz de Thalion, se aprovechó del druida y le cobró 20 000 monedas de oro, por adelantado, para ir a buscarnos.
En las afueras de la ciudad, a este humilde bardo le había sentado bien el descanso: Tras un desayuno preparado por los sirvientes fantasmales de la mansión, volví a mi violín, y nuevamente, fallé en una nota que tenía dominada. ¿Cómo era posible fallar en una nota que tocaba a diario con los ojos cerrados? Entonces me dí cuenta de que se trataba de eso mismo. De tocarla con los ojos cerrados, despreocupado, dejando que mis dedos resbalaran por las cuerdas al azar. Y azar era la palabra adecuada. Me concentré, y toqué las notas una a una, confiado en cada movimiento. Y todas sonaron bien. Si no dejabas nada al azar, la Dama del Infortunio no podía intervenir. Iba a llamar a todos para decírselo, cuando llamaron a la puerta de la mansión. Voto a Fortunna que nuestra suerte acababa de cambiar.
La elfa que Thalion había pagado me había localizado, y tras enseñarle los rincones más escondidos de la mansión, nos teleportó a ambos a la entrada de la capilla de Fortunna. Tuve que apaciguar a la sacerdotisa halfling, que se mostraba muy enfadada con el druida, con mi encanto, que voto a los dioses, volvía a funcionar utilizando el método que por la mañana aplicase al violín. Era algo que sabía hacer. No dejé ni una sola palabra al azar, y sonreí en los momentos adecuados. Sabía hacer aquello,y nada me iba a impedir hacerlo. Unas palabras amables, y algún servicio adicional, dio por resultado que la amable clériga buscase entre polvorientos tomos un ritual que se había usado hacía tiempo en una situación similar. Un ritual que tenía toda la pinta que nos podía ayudar. Era, como todos los rituales divinos, un tanto intrincado y de descripciones vagas e imprecisas, pero voto a Fortunna que al menos teníamos algo a lo que agarrarnos, así que anoté cuidadosamente los pasos que leía la halfling:
Se ha de comenzar horadando un círculo perfecto en el suelo, con una profundidad de 1 a 2 palmos. Luego se ha de incorporar al círculo horadado otro círculo de bronce que debe haberse forjado ese mismo día y que debe dejar, al menos, un espacio de 1 palmo. El ritual debe realizarse en un día impar, a la hora en la que el sol empiece a ocultarse en el horizonte. La tierra debe de ser firme, que no se desmorone sobre el círculo. En el interior del círculo debe dibujarse un símbolo de Fortunna en diamante en polvo por cada peticionario. Un asistente debe derramar continuamente agua bendita sobre el círculo de bronce, asegurándose de que tenga agua suficiente para seguir derramando durante todo el ritual. Todos los peticionarios deben adentrarse en el círculo de forma que una parte de su cuerpo esté sobre el círculo de bronce, en contacto con el agua y cerca de su símbolo de Fortunna. En un momento, todos los peticionarios deben elevar los brazos al cielo a la vez y rezar las veces que sea necesaria la siguiente plegaria hasta que el ritual surta efecto:
Ora pro nobis peccatoribus
Nunc et in ora delictorum nostrorum
Adfer nobis tuam gloriam et gratiam, domina
Libera nos a malo, ad quod invocavimus
Ora pro nobis peccatoribus
Nunc et in hora iudicii nostri
Peccata nostra dimite
Et poenitentiam nostram suspice
Opere et gratia gloriae tuae, domina.
Todos los participantes deben tener el corazón limpio, y estar dispuestos a pagar el precio, que pareciera ser parte de la experiencia vital de cada participante, además de un pequeño sacrificio físico o mental.
Muy agradecido, besé en la frente a la clériga, tras finalizar mis anotaciones, seguro de que aquel ritual iba a salir bien y nos iba a librar de la mirada torcida de la la Dama Infortunio. Me encaminé con una sonrisa a las afueras de Palacio.
Cuando entré en la Mansión, puse al día al grupo de todos mis descubrimientos: la manera de afrontar las situaciones y el ritual que ello me había permitido obtener. Naltiria me miró con los ojos bien abiertos, y enseguida puso a prueba mis palabras, intentando con su magia ponerse en contacto con Neesa. Efectivamente aquello funcionó, y pudimos poner al día al hada de todas las últimas noticias, maldición y como esquivarla, incluida, además del desagradable encuentro con los drows y la pérdida de Tenar. El hada se tomó todo aquello muy a pecho, hundiéndose en una espiral de pesimismo. Todo mal, decía. Voto a Fortunna, que era cierto que estábamos con el agua al cuello, pero acabábamos de aprender a nadar. Sólo era necesario llegar a la orilla.
Naltiria elogió mis descubrimientos, pero el tema del ritual no parecía hacerle mucha gracia, así que me envió de vuelta a la capilla de Fortunna, con la misión de averiguar si su sacerdotisa conociese a un clérigo de más alto rango que pudiese interceder directamente ante la diosa.
En algún punto indeterminado de la Infraoscuridad, el drow torturador continuaba con su trabajo en Tenar, incluso abriendo la cabeza de nuestra compañera, para extraer, de manera literal, los recuerdos de la altas elfa…
Al día siguiente, Naltiria envió a Thalion a avisar a las autoridades, en este caso, los Caballeros de la Mano de Ilfaath, de que había actividad drow en un sitio muy concreto a 100 km. de la capital. Parecía que los drows nos habían vuelto a convocar en tal lugar, con la intención más que probable de llevarse a otro de los nuestros con ellos.
Allí se dirigió el druida, que fue recibido por los caballeros ciegos que todo lo ven; escucharon su historia, y advirtieron al druida de que la serpiente era una pesada carga en los hombros. No parecieron muy amigables con el druida, aunque escucharon su información.
Mientras, un servidor se dirigía de nuevo a la capilla de Fortunna, a tener otra conversación con la clériga Kira Sun...