Acérquense, damas y caballeros, acérquense a este humilde bardo, para escuchar una nueva historia, acérquense para escuchar cómo me uní a un grupo, cuanto menos, peculiar...

Sesión LVII. Puntos de vista.

Desde su Mansión interplanaria, Naltiria decidió lanzar unos ojos fisgones para que dieran una vuelta de reconocimiento alrededor del portal que comunicaba la guarida con el plano material, en busca de drows que pudieran estar espiándonos. Los ojos, que tampoco disimulaban su ronda, no vieron nada sospechoso. En esas llegó Thalion, para informar a la archimaga que había hablado con los Caballeros de la Mano de Ilfaath, sin mucho éxito.

Mientras se ponían al día, un servidor fue a ver de nuevo a la amable sacerdotisa Kira Sun, en busca de lo que Naltiria me había encargado, llegar a un clérigo de más alto rango de la dama Suerte. Me dio el contacto de Faray Uwe, en la ciudad de Nyongo, cosa que agradecí a la mediana como los dioses manda, en especial, Shindalar.

Al tiempo que completaba este encargo, precisamente a Nyongo fueron Thalion y Naltiria. Esta ciudad era conocida por su arena de combate, preámbulo para la gran Arena de Grebub. Gobernada por el gigante de las tormentas Gorikas, los candidatos de todo Re-Ionnae, dispuestos a hacerse un nombre entre los gladiadores, llegaban por doquier, y se retaban unos a otros incluso por las calles. Nuestros compañeros decidieron ocultar su aspecto real, y Naltiria transmutó a ambos en otros humanoides, en este caso, una humana poco agraciada para la archimaga y un hombre-lagarto para el druida. Con esta pinta, se internaron en la ciudad, y pidieron indicaciones para entrevistarse con el gobernante, algo que lograron no sin antes ser provocados para pelear en más de una ocasión. Sin embargo, las escaleras de acceso para subir a ver a Gorikas, de tamaño acorde a su raza, eran demasiado altas para nuestros héroes, que tuvieron que treparlas con esfuerzo.

El gigante descansaba en su enorme hamaca, y se mostró bastante amable escuchando la historia de Naltiria. Aunque tenía unos modales un tanto rudos, parecía un buen tipo, sin embargo, el problema de unos drows fuera de su ciudad le importaba poco. Mientras no ensuciase su reputación, y los hechos se produjesen fuera de sus muros, ni le importaba, ni iba a mover un dedo al respecto; en un último gesto de amabilidad dio un nombre a nuestros compañeros, Muegon Din, un hombre que solía frecuentar la taberna del Lomo Partido.

Para bajar las enormes escaleras, siguieron tácticas distintas. Naltiria optó por bajar con cautela y a un ritmo lento, mientras que Thalion eligió el camino rápido de bajar rodando y sin control. Al menos ahorró unos minutos, que pasó lamentándose en el suelo del dolor producido por la caída.

Entretanto, un servidor regresó a la guarida, tras hablar con Kira Sun, y uno de los sirvientes fantasmales que atendían la mansión, me informó de que Thalion y Naltiria habían abierto un portal a Nyongo, y me instó a usarlo para reunirme con ellos. Atravesé el portal, voto a Fortunna, que me llevaba a la ciudad que necesita visitar. Una vez allí, traté de preguntar a los transeúntes si habían visto a mis compañeros, pero sólo recibí bravuconadas y retos, así que decidí adelantar trabajo visitando al sacerdote Faray Uwe. Resultó ser un tipo casi tan encantador como la halfling de Palacio, y tras escuchar mi historia, dijo no conocer un método mejor para solucionar nuestro problema que el ritual que ya nos había proporcionado Kira. Sin más que hacer en Nyongo, regresé a la guarida a través del portal de Naltiria.

La archimaga y el druida continuaban en la ciudad de gladiadores, y llegaron a la taberna que Gorikas les había indicado. Allí pudieron encontrar, efectivamente, a Muegon Din, un comerciante humano que se encargaba de llevar a los más prometedores luchadores de Nyongo al siguiente nivel en Arena de Grebub, aunque lo que parecía, otros menos afortunados, eran vendidos a los drows, y por tanto, contaba con contactos con este pueblo. Charlaron con el hombre, que tras recibir la descripción de Thalion de nuestros atacantes drows, y unas buenas tres mil monedas de oro, dijo reconocer en los símbolos la casa Cha’Zet, cuya matriarca, Vilmaria, era la mano derecha de la Emperatriz de la Infraoscuridad reionnita, Daelirya. Parecía ser que nos habíamos metido con gente poderosa y muy peligrosa, pues los Cha’Zet tenían fama de ser especialmente despiadados, incluso para los de su calaña. Los Cha’Zet parecían ser de la ciudad capital drow, Azbragath, una ciudad donde sólo los drows tenían acceso. Intentar entrar allí era inviable, así que el señor Din sugirió a Naltiria que buscase información en la única ciudad de la Infraoscuridad donde había opciones de no ser esclavizados a primea vista, Erachnul.

Después de aquella conversación, regresaron a la guarida, donde todos nos pusimos al día de las actividades de los demás. Y entonces llegó por sorpresa Neesa, a la que no esperábamos en varios días. La cola para la audiencia con la Emperatriz había avanzado especialmente rápido aquella tarde, y por fin había podido entrevistarse con ella, nos contó, y había logrado pedir a la mandataria que nos ayudase con el asunto de entrar en el infierno de Idhaal sin ser detectados. Según el hada, Hyandora opinaba que íbamos por buen camino, y había que viajar de nuevo a N’Daleth para hablar con los archimagos. Ellos proveerían una solución, al día siguiente.

Sin embargo, el problema más urgente era esa misma noche, pues Naltiria nos dijo que habíamos de acudir a un punto designado por nuestros atacantes drows para reunirnos con ellos. A la archimaga le parecía lo más prudente acudir a dicha cita, y mostrarse solícitos con nuestros enemigos, al menos mientras la maldición de la dama del Infortunio pesara sobre nosotros. Pues en una situación tensa, la mala suerte podía jugarnos una mala pasada. Sin embargo Neesa y un servidor estábamos más por la idea de no acudir. Lo peor que nos podía pasar era que intentaran asaltarnos de nuevo como en nuestro último encuentro, y que la reunión se produjese de todas formas, pero en un lugar menos recóndito al que nos pedían ir. Contábamos conque los drows iban a cumplir su amenaza de secuestrar a un nuevo miembro de nuestro ya reducido grupo, pues Tenar continuaba en poder de los elfos oscuros, y a Kalanthe parecía habérsela tragado la tierra, ya que Naltiria no era capaz de localizarla con su magia. Los puntos de vista enfrentados nos tuvieron despiertos un buen rato, pero finalmente, Neesa y un servidor optamos por ceder ante los argumentos insistentes de Naltiria, convencida de que acudir a la cita era la solución menos mala. Aunque tanto el hada como yo opinábamos lo contrario, decidimos que la archimaga era más experta con los drows, dado que había tenido numerosas experiencias con ellos, así que confiamos en ella para el asunto. Por tanto, nos preparamos para acudir a una cita, que seguro que no nos traería nada bueno, voto a Rezhias...

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