Después de nuestro infructuoso asalto comenzamos a vagar por la tierra de Targos, un país que gracias a su alta congregación de aventureros y a su buena disposición militar consiguió defenderse del asedio de la horda de no-muertos de Fenris.
Los días pasaban duramente y los ánimos bajaban cada vez más, cada vez que veía al siempre alegre Carotto con el gesto serio o como Vernelionas se emborrachaba más rápido de lo normal era como si me clavasen un puñal en el corazón así que decidí intentar remediar esta situación. Carotto y yo mantuvimos largas conversaciones sobre lo que estaba ocurriendo y sobre el papel de los caballeros intentando encontrar una solución a nuestro problema y con el beneplácito de Carotto y su ayuda acepte como propia la misión de ayudar al grupo a superar la dificultad de ver frustradas sus ilusiones y esperanzas.
La tarea no fue fácil y tampoco fue aceptada con buen gesto por todos, Vernelionas fue el primero en aceptar mi sugerencia de hacer el trabajo de Meghrem y junto con Carotto poco a poco fuimos consiguiendo que el resto viera nuestro trabajo como una sutil lección a Mehgrem. Nos adelantábamos a las cuestiones en las que el fallaba y le enseñábamos que había otras formas de solucionar los problemas, otro modo de actuar contra lo que no es el bien. Otro juicio que no fuera el de la espada.
Poco a poco el ambiente y la moral del grupo fue creciendo aunque Meghrem parecía no hacer caso, ni dar importancia a lo q hacíamos. Todos y cada uno de los caballeros sabían que era algo bueno y todos esperaban que nuestro señor se diera cuenta y recobrase la esperanza y el espíritu.
Aunque poco duro esa situación…
Continuara...
No hay comentarios:
Publicar un comentario